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¿Fin del juego para “los Seis Bandidos” en el océano Antártico?


Authorities in Cape Verde board the Songhua, a vessel known to poach toothfish in the Southern Ocean. Photo credit: Sea Shepherd/Josephine Watmore
Autoridades de Cabo Verde abordan el Songhua, un buque pesquero conocido por pescar merluza negra en forma ilegal en el océano Antártico.
Crédito de la fotografía: Sea Shepherd/Josephine Watmore



El 20 de mayo, Peter Hammarstedt, capitán de la embarcación Bob Barker, se encontraba en el puerto de Mindelo de Cabo Verde, un estado insular de la costa oeste de África, cuando divisó un barco que se parecía mucho a un buque de pesca pirata que había estado tratando de ubicar durante meses por el océano Antártico.

El buque tenía un nombre distinto, pero después de enviar fotos de él al Ministerio de Industrias Primarias de Nueva Zelanda, Hammarstedt pudo confirmar que se trataba en efecto del buque de pesca furtiva Songhua. Este buque estaba en la lista de los más buscados de Interpol, y eso se debe en parte a la información proporcionada por Sea Shepherd, un grupo de conservación oceánica dueño de la embarcación Bob Barker.

Poco después, otro buque apareció en el horizonte junto a Songhua: no era otro que Yongding, aunque también este llevaba otro nombre. Ellos forman parte de un grupo de seis buques de pesca ilegal no declarada y no reglamentada (pesca INDNR) que fue denominado “los Seis Bandidos” por el grupo Sea Shepherd, porque son los últimos pescadores furtivos -y los más conocidos- de austromerluza negra (Dissostichus eleginoides) y de austromerluza antártica (Dissostichus mawsoni) en las cercanías de la Antártida.

Estas especies, de la familia del bacalao, son muy sabrosas, de larga vida pero de crecimiento lento. Se comercializan mucho en América del Norte. Cada uno de estos barcos puede transportar pescado por un valor de más un millón de dólares, pero el fruto de su pesca nunca se registra oficialmente, por lo que estos buques no están bajo el control de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA), la cual regula la pesca en el océano Antártico y establece límites de captura anuales para cada caladero, con el fin de asegurar su sostenibilidad a largo plazo.

Estos barcos no sólo capturan merluza negra. Por lo general, para pescar utilizan redes gigantes -de hasta 25 kilómetros (15,5 millas)- que arrastran todo tipo de vida marina. El uso de estas redes está prohibido. A veces, cuando los encuentran pescando en forma ilegal, sencillamente cortan esas redes y las abandonan en el mar. Esas “redes fantasma” siguen matando vida marina por muchos años más, y así afectan a otras poblaciones de peces y a ecosistemas enteros.

Aunque se ha progresado mucho en su control, hasta hace poco estos pescadores furtivos actuaban en forma desenfrenada en el océano Antártico, lo que hizo prácticamente imposible conocer el impacto de la pesca ilegal en las poblaciones de merluza negra. Andrea Kavanagh, director de conservación de la Antártida y del océano Antártico de la ONG Pew Charitable Trusts, comentó a la agencia Associated Press: “La pesca furtiva no sólo daña las poblaciones de peces. También hace que cualquier estudio sobre esas poblaciones sea poco confiable”.

La Marina de Nueva Zelanda también se sumó a la búsqueda de buques de pesca piratas, pero es muy difícil encontrarlos en la amplia extensión de agua de la región. También sucede que, incluso cuando se logra detener a los buques de pesca INDNR, es difícil procesarlos porque llevan banderas de conveniencia, las cuales les permiten ocultar quién es su verdadero dueño. La única forma de responsabilizar a los dueños del buque es demostrar que son ciudadanos de un país signatario de la CCRVMA.

“Los Seis Bandidos” han sido capturados

El grupo Sea Shepherd anunció el 26 de mayo que los buques Songhua y Yongding habían sido abordados por los militares y la policía. Ambos llevaban lo que se supone eran banderas de conveniencia, por lo que tendrá que pasar un tiempo hasta que se sepa con seguridad qué cargos se podrán presentar -si es posible hacerlo, siquiera- contra el capitán, la tripulación y el dueño.

Con esos dos buques, “los Seis Bandidos” han sido ubicados y capturados: los otros cuatro, según Sea Shepherd, ya habían sido desactivados por completo. Este grupo fue quien llevó adelante una campaña llamada Operación Icefish desde diciembre 2014 hasta abril 2015 con el objetivo de poner fin a las actividades de los buques de pesca INDNR en el océano Antártico.

Las autoridades de Malasia detuvieron a dos de “los Seis Bandidos”: el buque Viking en abril y el Perlon en mayo. Este último tenía una carga de 330 toneladas de merluza negra, cuyo valor ascendía a 6,4 millones de dólares. Otro de “los Seis Bandidos”, el Kunlun, fue detenido por autoridades de Tailandia en marzo, después de haber sido perseguido fuera del océano Antártico por el grupo Sea Shepherd. Para ese momento ya había pescado 180 toneladas de merluza negra.

Sin embargo, no todos los buques de pesca INDNR son aprehendidos tan fácilmente. El capitán del sexto buque, el Thunder, después de haber sido rastreado durante cuatro meses por la embarcación Bob Barker, prefirió hundirlo en abril en lugar de permitir que sirviera como evidencia. Pero al final, activistas de Sea Shepherd pudieron retener a la tripulación del buque de pesca que habían estado persiguiendo.

The Thunder goes down near Sao Tome and Principe off the coast of West Africa, having been deliberately sunk by its own captain and officers, according to the conservation group Sea Shepherd. The group says its vessel Bob Barker pursued the Thunder more than 11,500 miles from the Southern Ocean, where it was illegally fishing for toothfish. Photo credit: Sea Shepherd/Simon Ager.
Restos del buque Thunder cerca de Santo Tomé y Príncipe, en la costa oeste de África, después de haber sido hundido en forma deliberada por su propio capitán y oficiales, según el grupo conservacionista Sea Shepherd. Su embarcación Bob Barker había perseguido al Thunder más de 18 km desde el océano Antártico, donde estaba pescando merluza negra en forma ilegal.
Crédito de la fotografía: Sea Shepherd/Simon Ager.



Las tácticas de confrontación de Sea Shepherd han sido criticadas incluso por aquellos quienes reconocen que tales acciones conducen a buenos resultados; después de todo, un buque de pesca pirata al que se está persiguiendo (o que es hundido, en tal caso) no puede pescar. Henrik Österblom, un ecólogo marino con conocimiento en pesca INDNR de la Universidad de Estocolmo, dijo que las organizaciones no gubernamentales a menudo juegan un papel vital en la detención de pescadores o cazadores furtivos porque trabajan con los gobiernos y la industria.

“Como se pudo ver, la complejidad de la pesca INDNR y la escala de algunas de las áreas geográficas afectadas supera la capacidad de los gobiernos”, explicó Österblom a Mongabay.com. “Históricamente, los gobiernos han recibido mucha ayuda de parte de ONG ambientales y de la industria pesquera para identificar barcos de los cuales se sospechaba que participaban de la pesca INDNR”.

Sin embargo, Österblom también dijo que, si bien la acción directa para confrontar a los buques de pesca furtiva puede complementar otros esfuerzos -como la tarea diplomática o la presión de los consumidores sobre las empresas y los países que se benefician de la pesca ilegal-, el estilo de acción directa del grupo Sea Shepherd puede generar situaciones violentas o peligrosas.

“Soy marinero y lo primero que aprendí es a tener respeto hacia otros marineros”, dijo Österblom. “No me parece bien poner en riesgo a otros marineros o llevar adelante actividades violentas para proteger a las ballenas o a otras especies”.

Una variedad de tácticas para luchar contra los pescadores furtivos

Existen otros enfoques para combatir la pesca INDNR que no implican violencia, que, según Österblom, “tienen mucho potencial. Son acciones complementarias, de las que conocemos sólo una parte”.

SkyTruth, por ejemplo, es una pequeña organización ubicada en Virginia Occidental, Estados Unidos, que utiliza satélites para rastrear buques mediante el sistema de identificación automática (AIS, por sus siglas en inglés) que cada uno de ellos tiene incorporado para evitar colisiones en el mar.

En colaboración con Google y el grupo de conservación oceánica Oceana, a fines del año pasado SkyTruth lanzó Global Fishing Watch, una plataforma en línea cuyo objetivo es rastrear y mostrar datos sobre la actividad pesquera mundial. John Amos, fundador de SkyTruth, espera que la iniciativa haga posible una nueva era de vigilancia de código abierto de los océanos del mundo.

“Gracias a la información satelital, estamos haciendo que la interacción humana con el océano sea más transparente que nunca”, explicó Amos en el comunicado en el que se anunciaba la creación de Global Fishing Watch. “Por un lado, los pescadores pueden mostrar su compromiso de pescar en forma sostenible, y por el otro, los ciudadanos se ven motivados a vigilar y cuidar los lugares que les importan. Así podremos trabajar todos juntos para restituir la riqueza del océano”.

SkyTruth también utiliza su método AIS+satélites para colaborar con el proyecto Eyes on the Sea de Pew Charitable Trusts en el monitoreo de los caladeros escogidos por los buques de pesca INDNR y de otras áreas susceptibles de albergar actividades de pesca furtiva (como reservas marinas), para así poder atrapar a los pescadores furtivos en el acto. Estos esfuerzos dieron como resultado que en febrero se lograra capturar un buque “repleto de atún y aletas de tiburón obtenidos de forma ilegal”, como informó NPR.

Antarctic toothfish (Dissostichus mawsoni), a slow-growing, long-lived relative of the cod that, along with the Patagonian toothfish (D. eleginoides) is subject to illegal fishing in the Southern Ocean. Six fishing vessels known to target toothfish illegally have been captured in recent months. Toothfish are sold in North America as Chilean sea bass. Photo credit: NOAA NMFS SWFSC Antarctic Marine Living Resources (AMLR) Program.
Austromerluza antártica (Dissostichus mawsoni), una especie de la familia del bacalao de larga vida pero crecimiento lento, que, junto con la austromerluza negra (Dissostichus eleginoides) es objeto de pesca ilegal en el océano Antártico. Seis buques de pesca conocidos por pescar merluza negra en forma ilegal e indiscriminada han sido capturados en los últimos meses. La merluza negra se comercializa en Estados Unidos con el nombre de Chilean sea bass. Crédito de la fotografía: NOAA NMFS SWFSC Antarctic Marine Living Resources (AMLR) Program.


Sid Chakravarty, capitán de la embarcación Sam Simon, la cual también participó en la Operación Icefish de Sea Shepherd, comenta que el destino final de “los Seis Bandidos” ahora está en los tribunales de los países cuyas banderas ondeaban en sus barcos, y de aquellos países miembros de la CCRVMA involucrados.

“No abandonaremos nuestra misión de vigilar a los buques, y si nos enteramos que se han escabullido del sistema legal, volveremos una vez más al océano Antártico”, contó a Mongabay.com.

Chakravarty opina que será necesario todo el esfuerzo del movimiento contra la pesca ilegal para poner fin a la pesca furtiva de una vez por todas. Mientras tanto, dijo, confrontar a los pescadores ilegales en forma directa es una táctica que da resultados.

“La fuerza de cualquier movimiento que busque combatir la actividad ilegal reside en su amplitud de estrategias, y no es la excepción el caso del ecosistema marino que estamos tratando de proteger. La acción directa es parte de esa variedad, y Sea Shepherd continuará interviniendo con acciones directas contra las operaciones ilegales que tienen lugar mar adentro”.

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