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El tráfico en São Paulo: contrabandeando las especies salvajes de Brasil

  • Brasil posee una biodiversidad extraordinaria, lo que hace que sea un lugar donde los traficantes son exitosos y puedan participar en una industria de 2 mil millones de dólares al año.
  • El país tiene fuertes leyes de protección de especies salvajes pero no son bien reguladas y permiten operar a 1000 criadores de especies salvajes licenciados.
  • Más traficantes están vendiendo desde sus casas o mueven sus operaciones de almacén a almacén para no ser detectados.
Fairs and small markets scattered throughout the country are one of the main venues where animals are trafficked. Between 60% and 70% of the trafficked animals in Brazil are purchased by Brazilians. Photo by Juliana M Ferreira
Mercados pequeños por todo el país venden especies traficadas. Entre el 60 y el 70 % de ellos son comprados por brasileños. Foto de Juliana M Ferreira.

Juliana Machado Ferreira se mueve rápidamente entre el desorden de mesas y puestos en Vila Mara, uno de los mercados callejeros más movidos de São Paulo. Los vendedores ofrecen zapatos, ropa, montones de tomates maduros, mangos y otras frutas, objetos para el hogar hechos de plástico barato, y otras cosas más. Al menos eso es lo visible de lo que se encuentra a la venta.

Machado Ferreira sigue a un pequeño grupo de hombres que se mueve hacia el interior del mercado, cada uno carga una bolsa de lona grande. De repente, los hombres echan a correr, y ella va detrás de ellos.

Atrapa al que le queda más cerca, aunque él es un tipo grande y ella una mujer delgada de una fracción de su tamaño. Policías vestidos de civiles los rodean y les ponen en esposas mientras más policías corren hacia el mercado. Ahí arrestan a los demás. Algunos autores del crimen corren por las calles que salen del mercado, tirando sus cosas dentro de basureros o debajo de autos, pero casi una docena de carros de la policía bloquean las calles y no encuentran donde esconderse. Después de capturarlos, los oficiales de la policía buscan por el área para ver que dejaron a los hombres atrás.

El mercado de Vila Mara tiene una famosa reputación por vender objetos robados y varias cosas contrabandeadas, incluyendo a especies salvajes ilegalmente capturadas. Los consejos de los informantes resultan útiles: cuando la policía abre las bolsas y las cajas, encuentran jaulas, cajas de madera y de cartón llenas de aves tropicales de brillantes colores, iguanas verdes que parecen prehistóricas (Iguana iguana) y otros reptiles, así como tortugas del Río Arrau (Podocnemis expansa). Algunas son especies que apenas se consiguen en sus hábitats naturales al borde de la extinción.

The endangered hyacinth macaw is highly coveted by collectors. Photo by Juliana M Ferreira
La guacamaya jacinta se encuentra en peligro y es muy buscada por coleccionistas. Foto de Juliana M Ferreira.

Machado Ferreira se une a los más de 20 oficiales de la policía que buscan el área, y encuentran animales dentro de carros sobrecalentados o escondidos en casas: los vendedores no se traen todos sus bienes al mercado. Al final, confiscan 185 animales. La mayoría de ellos son pájaros, entre los animales más traficados en Brasil. (Existen pocos datos sobre crímenes ambientales en el país, pero un estudio publicado en el 2012 encontró que las aves formaban el 24 de las 30 especies típicamente incautadas por la Agencia de Protección Ambiental del Brasil desde el 2005 hasta el 2009).

38 millones de víctimas anuales

Este allanamiento se parece a otros similares en el mismo mercado. La mayoría de los animales incautados son jóvenes. Algunos ya están muertos; otros no reaccionan, están lesionados, enfermos, o les faltan pieles o plumas. Todos los sobrevivientes están deshidratados. La mayoría ha pasado de una mano a otra muchas veces desde que fueron tomados de sus hogares en la selva. Su transporte puede ser traumatizante: los animales son metidos en bolsas que tiran de la parte posterior de motocicletas, que esconden en cajas bajo autobuses, o que acumulan en las maletas de los carros bajo un calor fuerte. Los picos de los pájaros son cerrados con cintas para callarlos; a las crías de tortugas las obligan meter sus patas y cabezas dentro de sus caparazones y las esconden dentro de medias.

Machado Ferreira es parte de un equipo que examina a los animales y les ofrece cuidado médico. Pero es domingo (la mayoría de los allanamientos en el mercado toman lugar los domingos), lo que significa que estas criaturas no recibirán cuidado veterinario hasta el lunes por la mañana cuando vuelvan a abrir los centros estatales de triaje. Mientras tanto, los pájaros, las tortugas y otras criaturas serán transportadas y guardadas en una estación de policía o un almacén; a veces se las manda a organizaciones de bienestar animal. Sin buen cuidado o dieta adecuada, más morirán, y menos podrán ser devueltas a sus hábitats.

Este allanamiento, que tomó lugar en el año 2009, fue una de las primeras y más grandes operaciones en las cuales participó Machado Ferreira. Fue liderada por agencias policíacas que trabajaban junto a SOS Fauna, una organización sin fines de lucro que trabaja para descubrir la cría en cautiverio y el tráfico de especies ilegales en Brasil, asegurándose, cuando sea posible, de llevar los animales confiscados de vuelta a sus hábitats.

Green iguanas are a high-demand species, sold both for the pet trade and consumed for their meat. Photo by Juliana M Ferreira
Las iguanas verdes son una especie muy demandada, vendidas como mascotas y consumidas por su carne. Foto de Juliana M Ferreira.

Es una misión gigante. Brasil tiene la diversidad de especies más grande del mundo y al menos 627 de ellas se encuentran en peligro de extinción. Esta enorme biodiversidad significa ganancias fáciles para las redes subterráneas criminales que también operan en el tráfico de drogas, armas y seres humanos.

Más de 38 millones de animales son tomados de las junglas, pastizales, bosques, y pantanales cada año, de acuerdo a un cálculo de la Red Brasileña Contra al Tráfico de Animales Salvajes (RENCTAS) — y esto no incluye a peces tropicales o a invertebrados. Alrededor de cuatro quintos de esos animales son pájaros, miles de los cuales son crías tomadas de sus nidos.

Después de su captura, los animales pasan a manos de los comerciantes locales a intermediarios, y, al final, a grandes vendedores brasileños e internacionales. Un estudio de RENCTAS descubrió que alrededor del 40 por ciento de los 400 grupos criminales brasileños que trafican animales también están envueltos en el tráfico de drogas y otras actividades criminales.

El mercado negro de especies salvajes en el país tiene un valor sorprendente de 2 mil millones de dólares al año, de acuerdo al Instituto Brasileño del Medio ambiente y de Recursos Naturales Renovables (IBAMA).

Red-footed tortoise (Chelonoidis carbonaria) confiscated at a house that served as a secret deposit place for trafficked wildlife at Vila Mara, São Paulo. Photo by Juliana M Ferreira
Tortugas de pies rojos (Chelonoidis carbonaria) confiscadas en una casa que servía de depósito clandestino para especies traficadas en Vila Mara, São Paulo. Foto de Juliana M Ferreira.

La cantidad de animales incautados cada año abruman los centros de rehabilitación del país, así que muchas de las especies confiscadas son enviadas hacia criadores comerciales, organizaciones conservacionistas, santuarios, zoológicos, y hasta individuos. Algunos se deben matar, y las organizaciones como la Sociedad Ornitológica Brasileña proponen eutanizar a todos los animales que no sean especies en peligro de extinción. Es una política que podría matar 26.000 pájaros al año tan sólo en São Paulo.

La lucha contra este negocio en centros urbanos como São Paulo es el equivalente de un juego: si agarras a alguien aquí, surge otro en otra parte. “Existen mercados como este en cada ciudad en Brasil”, dice Machado Ferreira, pero la mayoría de las especies salvajes se venden en las grandes ciudades — São Paolo y Rio de Janeiro.

En los últimos años, las ventas se han vuelto cada vez más secretas mientras que la policía le presta más atención a los crímenes ambientales, dice Fabio Costa, experto forense con la policía federal en São Paulo. Más traficantes están vendiendo desde sus casas o mudando sus operaciones de un almacén a otro para evitar ser detectados.

Alimentando un mercado de turismo y de mascotas a nivel nacional e internacional

Los animales salvajes en Brasil son cazados o capturados por una de cuatro diferentes razones, incluyendo el consumo nacional para carnes o para medicinas. Brasil tiene una larga historia del uso de medicinas tradicionales que incorporan una diversidad enorme de productos animales — curas indígenas que han sido mezcladas con técnicas tradiciones curativas africanas traídas por los cuatro millones de esclavos que introdujeron los colonizadores europeos.

Main routes for the wild animals trafficking in Brazil. From: Biodiversity Enrichment in a Diverse World” (published under creative commons (http://www.intechopen.com/books/biodiversity-enrichment-in-a-diverse-world/efforts-to-combat-wild-animals-trafficking-in-brazil; map in this chapter. P. 433: http://cdn.intechopen.com/pdfs-wm/38670.pdf)
Las rutas principales de los animales traficados dentro de Brasil. Del estudio “Biodiversity Enrichment in a Diverse World” (publicado bajo creative commons (http://www.intechopen.com/books/biodiversity-enrichment-in-a-diverse-world/efforts-to-combat-wild-animals-trafficking-in-brazil. P. 433: http://cdn.intechopen.com/pdfs-wm/38670.pdf)

Cuando los científicos estudiaron los mercados en el año 2007, contaron 283 especies que habían sido utilizadas para curar cosas desde picadas de insectos hasta asma y cáncer con animales como boas, caballos de mar, escarabajos, y tapires brasileños. Casi todos habían sido atrapados en sus hábitats y 75 de éstas especies “medicinales” se encontraban en peligro de extinción.

Los animales también se matan y se venden en Brasil como “recuerdos”: pieles de jaguar; plumas brillantes de loros; dientes o huesos para rituales religiosos; caimanes o tortugas rellenas; botas de piel de caimán, billeteras y carteras; peines y joyas hechas de carey; y otros accesorios hechos de pieles, conchas y otros animales. La producción y venta de todos estos artículos tienen una larga tradición y no se consideran un delito por parte de la mayoría de la población. Es típico ver a agentes de la policía caminando por los mercados donde se venden estas cosas — sin que hagan nada para parar el negocio.

Los turistas extranjeros también compran estos artículos. La mayoría no tiene idea de que comprarlos y llevarselos a casa puede tener consecuencias — sin embargo, los agentes aduaneros lo detectan raramente.

Otros traficantes brasileños buscan vender a científicos y “bioprospectores” — aquellos quienes están a la búsqueda de nuevos compuestos medicinales hechos de recursos naturales; las serpientes y arañas venenosas, ranas e insectos son especialmente buscados para este fin.

Pero lo que tiene el mayor impacto en las especies salvajes del país es el mercado de mascotas ilegal.

Dentro del mercado de mascotas 

A diferencia de muchos otros países, Brasil tiene un mercado masivo de animales salvajes como mascotas: se venden más dentro de sus fronteras que fuera de ellas.

Blue fronted amazon (Amazona aestiva), a popular pet species. Every year, poachers take some 38 million animals from natural habitats in Brazil to supply the illegal wildlife trade. The business brings in $2 billion a year. Photo by Juliana M Ferreira
El amazon de copete azul (Amazona aestiva), una especie popular como mascota. Foto de Juliana M Ferreira.

Los brasileños tienen una historia de cientos de años guardando animales salvajes como mascotas, especialmente pájaros y monos, a los cuales llaman xerimbabos: “algo amado”. Machado Ferreira describe que “tener loros, pájaros cantores y guacamayas es parte de nuestra cultura”. Entre los más deseados se encuentran aquellos con plumas brillantes y bellas voces, como el saltador de alas verdes (Saltator similis), una clase de cardenal, y el pinzón amarillo azafrán (Sicalis flaveola). Hay algunas personas que hasta tienen jaguares como mascotas.

Muchas otras especies nativas terminan en tanques y en jaulas dentro de casas, como las iguanas verdes y las tarántulas de pelo rosa (Typhochlaena amma) así como muchas clases de boas, osos perezosos tres dedos (Bradypus torquatus), monos capuchinos del tamaño de una mano (Cebus apella), armadillos de tres bandas de color de miel (Tolypeutes tricinctus), y peces tropicales de agua dulce y salada.

Algunos de esos animales son traficados hacia los Estados Unidos y Europa. Cuanto más raro el animal, más se encuentra en demanda por parte de coleccionistas privados — a pesar de las restricciones al tráfico transfronterizo de especies bajo la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), un tratado firmado por 181 naciones que regulan el mercado. Los traficantes se encuentran en peligro en ambos extremos del viaje: Brasil, la Unión Europea y los Estados Unidos tienen leyes estrictas que prohíben la importación de aves y otras especies que sean cazadas de forma ilegal — aunque Brasil aplica las leyes más débilmente.

Los huevos o crías son típicamente transportados a través de aeropuertos internacionales por “mulas” humanas; traficados en barco hacia puertos al sureste de Europa o los Estados Unidos; o traficados a lo largo de América Latina y la frontera de México y Estados Unidos por camión, carro, u otro transporte terrestre.

Cages and bags used to carry trafficked wild birds seized at the Vila Mara street market, São Paulo, that were taken to the Police. Photo by Juliana M Ferreira
Las jaulas y bolsas usadas para traficar con pájaros salvajes en el mercado callejero de Vila Mara, en São Paulo. Foto de Juliana M Ferreira.

En el 2011, las autoridades detectaron una nueva moda en el tráfico: se interceptaron 16.000 peces en el Aeropuerto de Heathrow que llevaban cocaína líquida con un valor de 4,5 millones de dólares. La cocaína estaba disuelta en líquido dentro de bolsas plásticas que estaban cosidas dentro de otras bolsas con los peces vivos, entre ellos, arowanas, peces nativos al Amazonas.

RENCTAS calcula que entre el 75 y el 90 por ciento de los animales traficados no sobreviven su captura y su transporte, pero que los incentivos son sin embargo suficientemente grandes. Los traficantes de drogas trabajan en un modelo similar: a pesar de pérdidas sustanciales de sus “bienes”, la venta de especies salvajes traficadas trae grandes ganancias.

Un estudio presentado al congreso de Estados Unidos calculó que el valor de algunos de los animales que confiscados en las fronteras estadounidenses. Uno de los más valiosos era la guacamaya Lear azul, un pájaro muy cazado que sobrevive en pequeños hábitats en la zona más al este de Brasil. Tan sólo quedan alrededor de 1200 en sus hábitats, y los coleccionistas pagan hasta 60.000 dólares para adquirir una de ellas. Otras guacamayas más comunes que se pueden comprar por unos cuantos dólares en la selva amazónica, se pueden vender por hasta 2000 y 3000 dólares en Europa. Las iguanas se pueden vender por 10.000 dólares cada una.

Parando la inundación del tráfico de animales

Un importante vacío legal dentro de las leyes brasileñas hace que el monitoreo sea difícil. Por un lado, las leyes dicen que “matar, buscar, cazar, atrapar y usar especímenes de la fauna salvaje en su hábitat o durante su migración sin permiso, licencia o autorización de una autoridad competente, o en contra de ella, constituyen un delito”. Pero también la ley permite la cría de especies en cautiverio — una forma fácil de capturar y procesar animales.

Seized capuchin monkey (genus Sapajus); monkeys are a popular pet in Brazil. Photo by Juliana M Ferreira
Un mono capuchino incautado (genus Sapajus); los monos son una mascota popular en Brasil. Foto de Juliana M Ferreira.

Más de 1000 criadores de especies salvajes cuentan con licencias del ministerio del ambiente (IBAMA) para vender animales desde que los negocios fueron registrados hace cinco años. Este mercado legal “lava” animales de forma eficiente después de removerlos de sus hábitats a través de una serie de métodos, de acuerdo a Costa.

Los certificados son falsificados y duplicados — y luego están las declaraciones de aduanas fraudulentas y los sobornos. Por encima de todo aquello, Costa dice que los agentes de la policía o de aduanas a menudo no conocen la diferencia entre las especies criadas en cautiverio o las que fueron atrapadas en sus hábitats.

Otro gran problema es la falta de personal cualificado. IBAMA está a cargo de un Centro de Especies Salvajes en cada estado brasileño que cuenta con poca financiación; cada uno de ellos debe manejar, licenciar e inspeccionar cientos de criadores, comerciantes y zoológicos. Existen muchos individuos dedicados en estos centros, pero no hay manera de que puedan satisfacer la demanda. Los límites de la financiación de los centros significa que no tienen suficientes vehículos o gasolina para salir a hacer sus inspecciones. El “monitoreo” viene a través de reportes anuales de los criadores, calculados por ellos mismos con dudosas estadísticas — y a veces, sin ninguna documentación.

Los criadores de especies salvajes tienen un gran incentivo para engañar: puede que sus gastos sean altos, pero sus ganancias también lo son, mientras que existen pocos riesgos para el tráfico dentro de Brasil.

“Many times the conditions we find in seizures are far from what we consider the minimum acceptable [animal welfare standards],” said Machado Ferreira. Photo by Juliana M Ferreira
“Muchas veces, las condiciones que vemos en las incautaciones son mucho peores de lo que sería aceptable para el bienestar de los animales”, dijo Machado Ferreira. Foto de Juliana M Ferreira.

Los animales criados en cautiverio requieren una inversión inicial más grande que la necesaria para atraparlos en sus hábitats, dice Machado Ferreira, quien es ahora la directora de Freeland Brasil, una organización que lucha contra el tráfico de especies salvajes. Ella está colaborando con otros grupos para calcular el tamaño del mercado nacional e internacional porque no existen estos datos. Aunque las multas brasileñas pueden llegar a ser mayores de 50.000 dólares, el tráfico de especies salvajes es rutinamente ignorado y las multas son leves, explica Costa. Aún cuando los traficantes son arrestados, ellos típicamente pagan sobornos (considerados como un gasto menor en el negocio), o en algunos casos, hacen servicio comunitario en vez de ir a la cárcel.

La única manera de que haya enjuiciamientos serios, dice Costa, requiere que los vendedores sean arrestados simultáneamente por otros delitos y que puedan acumular cargos más serios por lavado de dólares, por cargar armas, robar carros, o por vender drogas.

Un pedido para considerar seriamente el tráfico de especies salvajes

Tradicionalmente, los delitos ambientales no recibían mucha prioridad alrededor del mundo. Pero hoy existe un llamado global para luchar contra este mercado negro y lucrativo que les trae fondos a terroristas en África, y ganancias a sindicatos crimininales que trafican drogas. A nivel global, el tráfico de especies salvajes es un negocio que genera 19 mil millones de dólares anualmente.

Confiscated Brazilian snake, shoved into a plastic soda bottle. Photo by Juliana M Ferreira
Una serpiente brasileña confiscada, dentro de una botella de plástico. Foto de Juliana M Ferreira.

El verano pasado, la Asamblea General de las Naciones Unidas le rogó a los estados miembros a que tomen pasos decisivos para prevenir, combatir, y erradicar el tráfico ilegal en especies “tanto del lado del suministro, como de la demanda”. En septiembre, la ONU adoptó nuevas metas de sostenibilidad centradas en el mercado ilegal de especies.

Ya que cuentan con la atención del Consejo de Seguridad de la ONU, el Programa Ambiental de la ONU, la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Crimen y otras organizaciones, muchos países ahora están en alerta y cooperan con otras naciones con las cuales comparten fronteras.

“Estamos viendo cómo este comercio está llevando a muchas especies en peligro al borde de la extinción”, dijo Helen Clark, administradora del Programa de Desarrollo de la ONU en septiembre. “Vemos cómo el tráfico y la caza furtiva reducen la biodiversidad, destruyendo ecosistemas frágiles, amenazando vidas, llevándose vidas… Estimulan la corrupción y socavan a los gobiernos. Para superar algo de esta magnitud, necesitamos una respuesta global que sea aún mejor — y debemos dar todo el apoyo necesario a los países y a las comunidades que se encuentran en las líneas de fuego”.

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La bióloga conservacionista Juliana Machado Ferreira con un pájaro caatinga en la mano, el cual es muy explotado por el tráfico ilegal. Foto de Juliana M Ferreira.

Hasta hoy, las discusiones sobre el tráfico de especies se han centrado principalmente en los elefantes y los rinocerontes que están siendo sacrificados en gran escala a lo largo de África. Pero el tráfico de especies salvajes es un problema para una cantidad innumerable de animales en todo el planeta — y el mercado de América Latina ha sido ignorado por mucho tiempo.

Para hacer frente al problema, Freeland Brasil se ha unido a una nueva coalición, la Red Sudamericana de Control de la Vida Silvestre (SudWEN), la cual trabaja con la policía y fiscales en ocho países para luchar contra la caza furtiva y el mercado ilegal en animales salvajes, en especies marinas y plantas, incluyendo la tala ilegal.

En São Paulo, la oficina del fiscal judicial está organizando un grupo de trabajo nacional que unirá al ejército y a la policía nacional y a agencias ambientales en la lucha contra el tráfico de especies. La oficina del fiscal también está creando una base datos sobre delitos ambientales para ayudar a generar multas y cargos más serios para reincidentes.

La situación de los animales traficados del Brasil

La mayoría de los animales severamente traumados que son incautados por los agentes de la aduana y de la policía nunca volverán a caminar o a volar por la selva, pastizales o pantanales. Sólo de un cuarto a una mitad de los animales confiscados son devueltos a sus hábitats. El resto sigue sus vidas en cautiverio, a veces bajo condiciones muy precarias; algunos van a zoológicos, otros terminan donde criadores de animales en cautiverio, o con quien sea los recoja. Muchos de ellos no logran sobrevivir.

La repatriación de animales no es ni simple ni barata. Aunque algunos cazadores furtivos son atrapados con las manos en la masa, la mayoría de animales se confiscan lejos de donde fueron atrapados, así que resulta imposible saber de dónde vienen. Aún en casos cuando un animal en peligro se encuentra cerca de su hábitat, devolverlo resulta complicado.

Figuring out where to release confiscated animals is difficult. Genetic studies help identify where they may have come from and to identify poaching hotspots. Photo by Juliana M Ferreira
La decisión de como regresar los animales a su hábitat es difícil. Los estudios genéticos ayudan a identificar de donde vienen y como identificar las zonas de caza furtiva. Foto de Juliana M Ferreira.

Por ejemplo: En un puesto de control en Quadra, al oeste de São Paulo, la policía descubrió 192 polluelos de loros (Amazona aestiva) en la maleta de un carro. Un año después, gran parte de las 100 aves que se habían quedado con un veterinario murieron, y 20 otras en manos de otro veterianario fueron robadas. Tres de los pájaros que quedaron al cuidado de SOS Fauna murieron también, pero los 69 restantes se encontraban listos para ser puestos en libertad. Los pájaros eran originarios del estado de Mato Grosso do Sul, pero es un estado muy grande — los rescatadores tuvieron que decidir dónde podrían recuperarse los pájaros incautados y dónde podrían ser liberados sin el miedo a que volvieran a ser capturados. En este caso, la policía clandestina escogió una ubicación donde los loros fueron inicialmente capturados, y pudieron sobrevivir luego de haber sido liberados.

El trabajo de maestría de Machado Ferreira se centró en la genética de la conservación, y ahora utiliza ese conocimiento para determinar cuales son los territorios nativos de aves confiscadas. Mientras que los animales se adaptan a condiciones locales — generando plumas adicionales para sobrevivir en temperaturas más frías y con más altura, por ejemplo — también pueden desarrollar marcas genéticas particulares. Aquellas marcas ofrecen un método científico para inferir donde se originan las especies, y para determinar donde deben ser liberados para darles el mejor chance de sobrevivencia.

Actualmente, la mayoría de los animales confiscados en buena salud que son liberados por el gobierno brasileño se sueltan sin mucha consideración de su hábitat original. Machado Ferreira explica que soltar estos animales sin saber cuál es su origen geográfico puede ser fatal. Soltar un animal en un nuevo “barrio” puede exponerlo a nuevas enfermedades. También pueden traer gérmenes o parásitos que infecten a poblaciones salvajes — o pueden transmitirlos a los seres humanos; o su invasión de un nuevo hábitat podría destruir el equilibrio de una estructura social existente y afectar la cría de nuevas especies.

Confiscated Red-footed tortoise (Chelonoidis carbonaria). Most traded animals die before they can be sold to customers; most of those confiscated never return to the wild. Photo by Juliana M Ferreira
Tortugas de patas rojas confiscadas (Chelonoidis carbonaria). La mayoría de los animales traficados mueren antes de ser vendidos al consumidor; la mayoría de los confiscados nunca regresa a sus hábitats. Foto de Juliana M Ferreira.

Al tomar a miles de animales de sus ecosistemas se crean daños irreparables. Entre ellos, están el dolor y el trauma — pero también hay otros impactos. Las poblaciones salvajes a menor escala pueden tener limitaciones genéticas: se vuelven débiles y susceptibles a enfermedades hereditarias. Las iguanas, aves, tortugas y monos cazados en extremo pueden desaparecer por completo de una región, o efectivamente, del planeta.

El daño causado a una especie a causa del tráfico puede impactar el hábitat en el que vivía, creando un desequilibrio en el ecosistema. Por ejemplo, al perder una especie particular de ave que se come ciertas frutas — y dispersa sus semillas — esto puede amenazar la especie de árbol frutal y los animales que dependen de ella.

Lo que causa aún mayor preocupación es que muchas de estas relaciones ecológicas son sutiles y poco estudiadas por la ciencia, así que no sabemos cuáles de nuestras actividades pueden destruir más fácilmente la red delicada de la vida.

Todos los seres vivos, incluyendo los humanos, dependen de estos delicados sistemas de vida, de acuerdo a Machado Ferreira.“Nuestra agricultura, nuestra agua dependen de un ecosistema saludable”, dice. En Brasil estos sistemas naturales ya están sufriendo los impactos del cambio climático, de sequías, de bosques talados para sembrar plantaciones, y proyectos de infraestructura — además de que 38 millones de especies salvajes son cazadas furtivamente cada año a lo largo del país o del mundo.

Estos son animales salvajes, dice Machado Ferreira, animales que no deberíamos tener como mascotas. “Las especies salvajes deberían evolucionar a lo largo del tiempo como entidades dinámicas en un medio ambiente que tampoco para de cambiar”, explica. “No deben ser vistas como objetos de diversión”.

Cages and bags used to carry trafficked wild birds seized at the Vila Mara street market, Sao Paolo. “The mega business of illegal wildlife trafficking threatens Brazil’s mega biodiversity more every day,” says Machado Ferreira. “We must turn the tide now — before it’s too late.” Photo by Juliana M Ferreira
Jaulas y bolsas usadas para traficar pájaros incautados en el mercado de Vila Mara en São Paulo. Foto de Juliana M Ferreira.
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