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El índice de protección de la superficie oceánica está muy por detrás de la terrestre, pero la ciencia puede ayudar a revertirlo

  • Un nuevo estudio informa que sólo el 3,6 % de los océanos del mundo están protegidos, pero que el índice de protección está en aumento.
  • Los autores describen distintos tipos de áreas marinas protegidas y afirman que aquellas que no admiten ningún tipo de pesca son las más exitosas.
  • Además, enumeran algunos puntos importantes para crear reservas eficaces, como por ejemplo, involucrar a los usuarios de los océanos al principio de la planificación.

Existe un conjunto diverso de leyes que protege alrededor del 15 % de la superficie terrestre del planeta, pero para el agua, el porcentaje es mucho menor. Hoy en día, sólo el 3,6 % de la superficie azul del planeta está protegida por ley. Aun así, en un artículo de posición publicado en la revista Science se afirma que esa brecha está comenzando a achicarse.

Las áreas marinas protegidas han proliferado en la última década con el fin de frenar la sobrepesca y la caza, señala el informe. Los autores afirman que si los líderes mundiales siguieran los principios de la ciencia de la conservación, se podría acelerar mucho más la recuperación de los océanos.

Las autoridades internacionales trabajan para alcanzar la cifra de 10 % de superficie oceánica protegida para 2020, un objetivo que se fijó en la Convención de Diversidad Biológica de 2010. Más cerca en el tiempo, en octubre el presidente de Palau, Tommy Remengesau Jr., firmó una ley que establece que el del 83 % del territorio marino del país estará protegido. La medida coloca a la nación insular del Pacífico en el primer lugar mundial de países con aguas territoriales fuertemente o totalmente protegidas.

Ha habido iniciativas similares para crear más reservas marinas en otros lugares, un hecho que permitirá a los científicos estudiar cuáles son los mejores métodos para revitalizar las poblaciones silvestres.

A kelp forest off the California Coast, where pockets of full protection alternate with   zones allowing limited fishing. Photo by Greg Asner.
Bosque de algas cerca de la costa de California, en donde áreas totalmente protegidas se alternan con bolsones de zonas donde está permitida la pesca limitada.
Foto cortesía de Greg Asner, de
DivePhoto.org.

“Hay tantos tipos de áreas marinas protegidas como sabores de helado”, ejemplifica la autora principal del estudio, Jane Lubchenco, científica ambiental de la Universidad Estatal de Oregon y antigua administradora de la Administración Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos.

Lubchenco, junto con Kirsten Grorud-Colvert, también de la Universidad Estatal de Oregon, revisó la bibliografía existente sobre áreas marinas protegidas. Hicieron una lista de tratados mediante los cuales se crearon reservas marinas y otra lista de los que verdaderamente se tradujeron en directivas de políticas.

También clasificaron las áreas marinas protegidas en tres grupos: zonas poco protegidas, en donde la pesca comercial estaba permitida; zonas fuertemente protegidas, en donde se permitía la pesca no comercial; y zonas con protección total, en donde la pesca estaba prohibida. Los autores destacan las zonas con protección total porque ellas albergan más vida (medida en biomasa) que las zonas poco protegidas. El informe remarca que sólo el 1,8 % de los océanos cuentan con protección fuerte o total.

Lubchenco dijo que probablemente las autoridades no comprendan la distinción científica entre estos tipos de protección, pero hay un mar de diferencia. En una zona con protección total, por ejemplo, una trucha de coral de 40 centímetros de largo puede crecer hasta 60 centímetros, lo que aumenta su capacidad de producción de 350.000 a 3 millones de huevos.

A graph of coral trout (Plectropomus leopardus) productivity associated with size. Graphic from Partnership for Interdisciplinary Studies of Coastal Oceans.
Gráfico de productividad de la trucha de coral (Plectropomus leopardus) en relación con el tamaño del ejemplar. Cortesía de Partnership for Interdisciplinary Studies of Coastal Oceans.

“Al proteger estas áreas, se obtienen beneficios ambientales y también sociales y económicos”, comentó Lubchenco a Mongabay.com. Y señaló que tanto los países en desarrollo como aquellos desarrollados sacan provecho de esos beneficios. Después de Palau se ubican Chile, Gran Bretaña y Estados Unidos (en segundo, tercero y cuarto puesto, respectivamente) en la lista de países con mayor porcentaje de áreas marinas fuerte o completamente protegidas.

La noticia de que la protección oceánica va en aumento sorprendió gratamente a Mark Carr, un biólogo marino de la Universidad de California, Santa Cruz. Él menciona como factores negativos a una ineficiente conservación de los mares en zonas costeras sobrecargadas y a océanos abiertos que no tienen supervisión alguna.

El estudio aborda estas cuestiones. Sostienen los autores que las zonas protegidas deberían formar una cadena interconectada para así dar cabida a las migraciones de peces y revitalizar las poblaciones cuyo hábitat linda con zonas de pesca. Una planificación “de abajo hacia arriba” que involucre desde el principio a los usuarios de los océanos puede redundar en beneficios para la industria pesquera y la turística. Si bien el cambio climático también tiene gran impacto en las reservas, el estudio afirma que las áreas protegidas contribuyen a aumentar la diversidad genética y la resiliencia frente a desafíos ecológicos.

El llamado a la cooperación hizo eco en Dan Laffoley, asesor principal en ciencias marinas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). “La magnitud de la problemática es tal que ya no se trata de una cuestión de ‘ellos y nosotros’… Estamos todos juntos en esto”, comentó a Mongabay.com.

Green humphead parrotfish off Sipadan Island, Sabah, Malaysia. Photo by Rhett A. Butler
Ejemplares de Bolbometopon muricatum cerca de la isla Sipadan, Sabah, Malasia. Fotografía de Rhett A. Butler

Rod Moore, director ejecutivo de la Asociación de Procesadores de Pescados y Mariscos de la Costa Oeste, ubicada en Portland, Oregon (EE. UU.), también se pronunció a favor de la colaboración. Pero advirtió en contra de adoptar metas arbitrarias “de arriba hacia abajo” −como la que busca alcanzar un 10% de superficie marina del planeta protegida−, que según él fomentan entre los políticos la práctica de querer superarse y ser más que el otro. “Parece una subasta”, dijo. “¡Yo ofrezco otros diez!”.

Carr reconoce que las metas globales tienen valor político, pero enfatiza que las reservas marinas deben establecerse cuidadosamente y que cualquier plan debe involucrar a los usuarios locales del océano para que tenga éxito. Como ejemplo, Carr menciona el caso de la red de áreas marinas protegidas de California, cuyo éxito se vio acelerado por la planificación ascendente. Ahora viaja constantemente al exterior para dar a conocer el enfoque utilizado en California. “Comparado a lo normal, es excepcional el grado de colaboración entre la ciencia y las políticas implementadas. Todos miran a California como un modelo a seguir”.

Siete descubrimientos científicos de las áreas marinas protegidas

  1. Las áreas con protección total casi siempre logran el objetivo de albergar más especies de mayor tamaño y en mayor cantidad.
  2. Las reservas que están encadenadas entre sí más allá de las aguas costeras contribuyen a proteger a las especies que migran de un hábitat a otro.
  3. Las reservas que están encadenadas pueden albergar la suficiente cantidad de especies como para que se pueda permitir la pesca fuera de las áreas protegidas.
  4. Involucrar a los usuarios del océano (como los pescadores) contribuye a diseñar planes que impulsan la conservación y mejoran las pesquerías.
  5. Las reservas forman ecosistemas más resilientes frente a desafíos como el cambio climático.
  6. La planificación inteligente reduce los costos posteriores innecesarios y hasta puede. aumentar el valor económico final de una zona
  7. Adoptar enfoques cuidadosos hacia la pesca, la generación de energía y otros usos del territorio marino contribuye a proteger el océano más allá de las reservas.

Seis recomendaciones para diseñar políticas

  1. Combinar enfoques ascendentes y descendentes en la protección de los océanos.
  2. Involucrar a los usuarios de los océanos en todas las etapas de planificación.
  3. Crear fases de transición e incentivos que alienten a los usuarios a ayudar a proteger las reservas marinas (como por ejemplo, hacer que las reservas se parezcan a un negocio con inversores y accionistas).
  4. Utilizar nuevas tecnologías como seguimiento por satélite para identificar pescadores ilegales.
  5. Complementar el establecimiento de reservas marinas con políticas eficaces para así poder enfrentar desafíos tales como la acidificación de los océanos y el cambio climático.
  6. Monitorear el progreso y crear planes de contingencia para el caso de eventos no esperados.

Citas:

Lubchenco, Jane, and Kirsten Grorud-Colvert. “Making waves: The science and politics of ocean protection.” Science 350.6259 (2015): 382-383.

Natalie Jacewicz es estudiante de posgrado del Programa de Comunicación de Ciencias de la Universidad de California, Santa Cruz. Se pueden leer otras historias Mongabay producidas por estudiantes de la UCSC aquí

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