Noticias ambientales

La lucha contra los Barones de la Arena de la India

  • La industria causa grandes daños a la extensa red de ríos de los estados indios. Los beneficios y la corrupción son elevados, la extracción ilegal está generalizada y los ataques a aquellos que se oponen a la industria son frecuentes, según S. Mugilan.
  • Mugilan ha estado persiguiendo a los que contaminan en Tamil Nadu durante más de dos décadas y ha sido atacado, arrestado y llevado a prisión por su trabajo.
  • Actualmente está en el hospital en huelga de hambre en protesta porque la policía le ha impedido distribuir folletos en contra de dos candidatos políticos importantes entre los votantes.

En noviembre de 2008, una banda de unos 70 asaltantes atacaron a S. Mugilan y sus nueve compañeros con kadaparais (palancas) y aruvals (machetes curvos). El asalto tuvo lugar alrededor de las tres de la mañana cuando regresaban a casa después de haber pegado carteles por toda la ciudad de Namakkal en el estado del sur Tamil Nadu. Los carteles pedían a las autoridades que cerraran la fábrica de papel que había contaminado 10 000 acres de tierra en el distrito –la fábrica pertenecía a un influyente funcionario del partido político líder. Mugilan y sus compañeros habían organizado numerosas protestas en contra de la fábrica.

Los asaltantes nunca fueron identificados o retenidos, pero Mugilan cree que eran matones contratados por el dueño de la fábrica. Él y sus compañeros cartelistas pasaron muchas semanas en el hospital recuperándose de las heridas. Pero, al final, ganaron. Continuaron con las protestas y justo a los cuatro meses del ataque, la fábrica cerró. Desde entonces, todas las grandes fábricas que se instalan en el distrito implementan estrictos controles de contaminación por miedo a la ira de la gente. Durante más de dos décadas Mugilan, que ahora tiene 49 años, ha perseguido a los que contaminan por todo su estado. En la actualidad ha regresado al hospital. Esta vez, la policía le ha llevado allí por hacer huelga de hambre por no dejarle distribuir panfletos instando a los votantes a derrotar a un importante candidato político del partido actual.

S. Mugilan at home in Chennimalai, Tamil Nadu. Photo by Sibi Arasu.
S. Mugilan en su casa en Chennimalai, Tamil Nadu. Fotografía de Sibi Arasu

Mugilan ha tenido algunas victorias a lo largo de los años: ha cerrado una fábrica de Coca-Cola en Perundurai, una fábrica de tinte textil muy contaminante en Erode, ha evitado que una colina cerca de su ciudad en Chennimalai cayera en el olvido por convertirla en una mina de arena, ha ayudado a organizar la oposición popular contra una planta de energía nuclear en la línea costera del estado; y, en un caso especialmente impactante, ha ayudado a descubrir que mineros de granito fueran ofrecidos en narabali (sacrificio humano) para mejorar el negocio.

Mugilan también ha tenido muchos fracasos e incluso más batallas que están aún en marcha. La más extenuante de ellas es la lucha contra la mafia de la mina de arena de Tamil Nadu.

A local man takes his load of sand on a bullock cart to be sold in the nearby town of Kanchipuram, Tamil Nadu. Photo by Sibi Arasu.
Un hombre de la zona recoge su parte de arena en un carro de bueyes para ser vendida cerca de la ciudad de Kanchipuram, Tamil Nadu. Fotografía de Sibi Arasu.

De ingeniero a activista

“Nunca tomamos decisiones por nuestra cuenta, siempre contamos con el apoyo de la gente”, dice Mugilan a Mongabay en su humilde hogar en la pequeña ciudad de Chennimalai, a casi 450 kilómetros (280 millas) de la capital del estado Chennai. Chennimalai está repleta de pequeñas y medianas fábricas de telares y muchos de sus habitantes hilan algodón en sus casas. Un templo del dios hindú Muruga, situado en el centro de la ciudad, es un destino popular de los turistas religiosos. Por otro lado, la ciudad es el paisaje típico del sur de la India, con arrozales tan extensos hasta donde la vista permite ver y con el transcurso del río Noyyal cerca.

Mugilan creció en esa casa, que ahora comparte con su mujer M. Poongkodi y hasta hace poco con su hijo M. Karmugil, que cursa sus estudios de zoología en la ciudad cercana de Coimbatore.

Mugilan siempre ha cultivado una ideología de extrema izquierda, la cual inspira su trabajo. “Para mí un tema ambiental no es solo salvar el medio ambiente”, dice. “Creo que la explotación de Tamil Nadu o hacer daño a sus tierras y recursos naturales es un ataque a la gente de Tamil tanto como lo es a los ecosistemas de la región”.

A truck driver washes his hands in a water catchment alongside the sand mining area in Kanchipuram, Tamil Nadu. Photo by Sibi Arasu.
Un conductor de camiones lava sus manos en el cauce del agua a lo largo de la zona de la mina de arena in Kanchipuram, Tamil Nadu. Fotografía de: Sibi Arasu.

El padre de Mugilan, agrónomo, le animaba a que continuara con su educación. Él llego a graduarse como ingeniero y trabajó con el departamento de obras públicas estatal durante cuatro años. “Ese trabajo no era para mí, así es que me tomé el activismo más en serio y dirigí toda mi energía hacia esto”, dice.

Su primera incursión en la ecología se remonta a 1995 con la campaña para cerrar la fábrica de tinte textil en Erode. La fábrica estaba contaminando el río Noyyal, un afluente de 173 kilómetros (107 millas) del río Kaveri, llamado la línea de la vida del estado. La coloración de la ropa es una industria tradicional en esta zona, pero no fue hasta los años 90 cuando se empezó la producción a gran escala con tintes químicos.

“El punto crítico fue cuando una niña en edad escolar fue a bañarse al río y salió con quemaduras en la piel”, dice Mugilan. “Reunimos 10 lakh [un millón] de firmas para pedir a la fábrica que cerrara y recolectamos una rupia [menos de dos centavos] de cada persona que firmó. Organizamos también grandes protestas en la ciudad de Erode. Finalmente las autoridades despertaron y cerraron la fábrica. Esta victoria tras tres años de constantes esfuerzos fue una gran y enriquecedora experiencia”.

Fue sobre esa fecha cuando Mugilan tuvo sus primeras confrontaciones con la mafia de la extracción de arena.

A local woman sells food to truck drivers waiting in line to collect a load of sand, in Kanchipuram, Tamil Nadu. Photo by Sibi Arasu.
Una mujer de la zona vende comida a los conductores de camiones que esperan a cargar arena, en Kanchipuram, Tamil Nadu. Fotografía de Sibi Arasu.

Preguntas de arena

Con 130 000 kilómetros cuadrados (50 200 millas cuadradas), el estado de Tamil Nadu, es casi del mismo tamaño que Nicaragua. Lo cruzan noventa y cinco ríos y al menos diecisiete son cuencas de ríos principales. También tiene la segunda línea costera más larga de la India, extendiéndose unos 1076 kilómetros (670 millas).

Map shows approximate location of Chennimalai in Tamil Nadu, India. Map courtesy of Google Maps.
El mapa muestra la localización aproximada de Chennimalai en Tamil Nadu, India. Mapa cortesía de Google Maps.

Ni que decir tiene la abundancia de arena de playa y de río en la zona. Históricamente, la arena nunca fue excesivamente explotada. No obstante, al comenzar el boom inmobiliario de los 90, la demanda de arena de Tamil Nadu fue creciendo exponencialmente, tanto en las mayores ciudades de Chennai, Coimbatore, Madurai y Salem, como en las inmediaciones de los estados de Kerala y Karnataka.

El gobierno estatal calcula que entre 5500 y 6000 cargamentos de 200 pies cúbicos de arena son extraídos cada día en Tamil Nadu. Sin embargo, Mugilan eleva mucho más ese número, hasta 90 000 cargamentos o más. También pone en duda la afirmación del departamento de obras públicas estatal que indica que el precio del mercado de la arena está entre 105 $ y 120 $ por cargamento, diciendo que en realidad alcanza entre los 300 $ y los 600 $, incluso más si sale del estado.

An enormous queue of trucks waits to be loaded with mined sand in Kanchipuram, Tamil Nadu. Photo by Sibi Arasu.
Una enorme fila de camiones que esperan a ser cargados con arena extraída en Kanchipuram, Tamil Nadu. Fotografía de Sibi Arasu.

Dice que esto da unos tremendos beneficios a la industria y fomenta una extracción de arena desenfrenada. Los grandes ríos, como el Thamirabarani y el Palar, han caído 30 pies por debajo del nivel debido a la extracción excesiva.

Gran parte de esta extracción es ilegal. La ley estatal prohíbe la extracción de más de cinco pies verticales de arena, pero los mineros normalmente excavan mucho más profundo y el Ministerio de Medio Ambiente, Forestal y de Cambio Climático estipula que la extracción en canteras de zonas concedidas de entre 5 y 25 hectáreas puede ser realizada solo manualmente. Muchas de las minas de arena de Tamil Nadu están dentro de eses medidas pero el uso de maquinaria pesada, tales como las dragas, es común.

“La triste realidad es que la extracción para solo cuando la arena ha sido completamente sustraída. De esa manera, cuando los monzones llegan, no hay arena que retenga el agua en los ríos y van directos al mar, como si fuera una manguera de agua,” dice Mugilan. “Los niveles de agua subterránea están constantemente bajando y los sistemas fluviales que en el pasado fueron gloriosos, y que eran la línea de la vida para la industria agrícola estatal, ahora están en unas condiciones patéticas”.

Truck drivers have lunch on the banks of the Palar River while they wait for sand to be loaded in Kanchipuram, Tamil Nadu. It can take up to three days for a truck to reach the front of the queue, load sand, and take off. Photo by Sibi Arasu.
Conductores de camiones tomando el almuerzo en la ribera del río Palar mientas esperan que la arena sea cargada en Kanchipuram, Tamil Nadu. Puede llevar hasta tres días que un camión alcance el principio de la fila, cargue la arena y se marche. Fotografía de Sibi Arasu.

Órdenes de arriba

Mugilan alega que la razón de que la extracción ilegal desenfrenada de arena continúe es por la complicidad de los líderes políticos estatales. “Por cada carga de camión que se extrae, legal o ilegal, calculamos que 200 rupias [3 $] van a un colaborador cercano al jefe de gobierno”, dice. Si es así, ascendería a más de 160 000 $ para ese colaborador solo cada día. Impresionante cifra, por decir algo.

En su libro de 2014, Thathu Manal Kollai (El robo de la arena de la playa) Mugilan relata que el mayor extractor de arena de playa del estado es un prominente empresario llamado S. Vaikundarajan, que es presidente de VV Minerals, principal exportador de la India de minerales industriales. A Vaikundarajan también le pertenece el canal de noticias Tamil, entre otros intereses, y tiene buenas relaciones con ministros dirigentes del partido All India Anna Dravida Munnetra Kazhagam. En 2013, el nombre del empresario apareció en una investigación estatal de extracción de arena ilegal por valor de 14,3 mil millones de dólares en el distrito Tuticorin de Tamil Nadu, según el periódico The Economic Times.

An earth mover prepares to load sand in Kanchipuram, Tamil Nadu. Photo by Sibi Arasu.
Una grúa de arena prepara la carga de arena en Kanchipuram, Tamil Nadu. Fotografía de Sibi Arasu.

Mugilan dice que hay tanto dinero en el negocio de la arena que la regulación es prácticamente inútil. Los mineros ilegales tienen la influencia y el dinero para negociar directamente con los políticos en el poder y los altos funcionarios. Sin embargo, hay oficiales en el tercer o cuarto nivel dentro de la burocracia de los servicios civiles indios, como los oficiales administrativos de la ciudad (VAOs) y los funcionarios del Departamento de Hacienda (RD), a quienes se les ha encomendado impedir la minería ilegal. Sin el respaldo de los altos funcionarios, esta tarea es casi imposible de cumplir, según Mugilan.

“El problema es que los VAO y los funcionarios de Hacienda que se supone que actúan contra los mineros ilegales, o bien están comprados o, si resulta que son honestos, serán atacados de otra forma”, dice Mugilan.

Añadió que mientras que los pobres mineros son arrestados por rutina, a los “peces gordos” se les permite practicar su negocio con toda libertad e incluso son ayudados por funcionarios del gobierno. “Porque oponerse a ellos significaría un suicido profesional y en casos extremos una amenaza personal”, dice.

Amenaza por la arena

Además del grave ataque del 2008, Mugilan ha sido amenazado en numerosas ocasiones, así como arrestado por sedición y encarcelado con sus compañeros por su oposición a la central nuclear, situada en la ciudad costera de Koodankulam.

Otros han sido menos afortunados. Aunque no está muy documentado, los casos anecdóticos e informes de noticias difusos indican que numerosos activistas y funcionarios del gobierno han sido heridos o asesinados por oponerse a las mafias de la minería de granito y arena de Tamil Nadu.

A truck driver loads sand onto his truck in Kanchipuram, Tamil Nadu. Photo by Sibi Arasu.
Un conductor de camión carga la arena en su vehículo en Kanchipuram, Tamil Nadu. Fotografía de Sibi Arasu.

Un informe de la revista progresista de noticias Frontline detalla algunos incidentes. Entre otros: un profesor retirado de 81 años de edad, Sam Devasagayam, quien cuando estaba haciendo campaña contra la extracción ilegal de arena en el río Thamirabarani, fue atacado hasta la muerte en 2014. El mismo año, un policía de 43 años llamado G. Kanakaraj fue arrollado por un camión que llevaba arena ilegalmente; y un funcionario del gobierno y cuatro compañeros lograron escapar cuando un camión cargado de arena aplastó su coche. Dos años antes, Satheesh Kumar, de veinticuatro años, fue asesinado por un camión a toda velocidad mientras hacía guardia en contra de la extracción de arena en el río Nambiyar. A un granjero le cortaron la mano en el distrito de Madurai cuando se negó a colaborar con su tierra en la extracción de granito. Estos casos aparecidos en Frontline son solo unos pocos entre otras muchas muertes y ataques registrados y sin registrar.

“Me vienen a la mente al menos cuatro funcionarios del gobierno que han sido asesinados por sus estrictas posturas contra la extracción de arena en la última década más o menos”, le dice un activista contra la extracción de arena llamado S. Amudhan a Mongabay. “La mayoría de los ataques son atribuidos a conducción negligente o accidentes de tráfico y la conexión entre los esfuerzos por reducir extracción de arena y sus muertes apenas se ha expuesto”.

Mugilan dijo que conoce al menos a 20 personas, incluyendo activistas, ciudadanos y funcionarios del gobierno que han perdido sus vidas por la extracción de arena y granito, e innumerables casos en los que han sido atacados. “Estas muertes apenas son mencionadas en los medios dado que los periodistas de la zona también son objetivo si declaran estos incidentes. Cuando todo el sistema está en sus manos, a veces es difícil darlo a conocer”, dice.

A truck driver waits at the Palar River in Kanchipuram, Tamil Nadu. Photo by Sibi Arasu.
Un conductor de camión espera en el río Palar en Kanchipuram, Tamil Nadu. Fotografía de Sibi Arasu.

Sin embargo, no son solo activistas o funcionarios los que pierden sus vidas por interponerse en el camino de los intereses mineros. El año pasado un sondeo del gobierno estatal descubrió que por lo menos 12 personas se habían ofrecido como narabali en una cantera de granito en el distrito de Madurai. Las víctimas parece que eran discapacitados mentales elegidos de diversas regiones de Tamil Nadu y Andhra Pradesh, y ofrecidas como sacrificios humanos entre 1999 y 2003. Los esqueletos exhumados incluían un bebé. La investigación descubrió que un barón local del granito llamado P.R. Palanichamy ordenó los sacrificios, alegando que mejoraría el negocio. Palanichamy es propietario de PRP Granites, la compañía responsable de la cantera donde se encontraron los restos.

Unos años antes, en 2012, el Recaudador del Distrito a cargo de la recaudación y administración fiscal del distrito de Madurai, un hombre llamado U. Sagayam, con la ayuda de Mugilan y otros activistas destapó 175 canteras de granito que Palanichamy y PRP Granites estaban explotando ilegalmente. La investigación de Sagayam calculó que PRP Granitos había extraído ilegalmente piedras de granito por valor de 2,4 millones de dólares en el distrito de Madurai.

Sagayam fue transferido fuera del distrito en los días siguientes a la presentación del informe sobre la minería ilegal. Ahora, colabora como vicepresidente de una iniciativa estatal que promueve la investigación en ciencia y tecnología, una gran degradación tras el poderoso puesto de Recaudador del Distrito de Madurai. Sin embargo, en septiembre de 2014, el Tribunal Superior de Madrás nombró a Sagayam funcionario especial para la investigación de actividades mineras en el estado. Fue esta investigación la que descubrió los sacrificios humanos.

S. Mugilan and his wife, M. Poongkodi, at their home in Chennimalai, Tamil Nadu. Photo by Sibi Arasu.
S. Mugilan y su esposa, M. Poongkodi, en su casa de Chennimalai, Tamil Nadu. Fotografía de Sibi Arasu.

Tras haber sido testigo de situaciones como esas, Mugilan se ha acostumbrado a las amenazas que recibe y señala que también su familia. “Mi esposa solo dice ‘haz lo que quieras’ cuando alguien llama a nuestra casa para amenazarnos. Tanto mi mujer como mi hijo aceptan que lo que estamos intentando hacer es importante y va más allá de nuestra familia”, dice. “Estamos luchando contra grandes monopolios e instigadores poderosos en nuestra región. Por lo tanto, las amenazas son inevitables. La cuestión es seguir adelante”.

Después de las protestas populares contra la planta nuclear de la costa, el encarcelamiento de cuatro meses por cargos de sedición de Mugilan le ha ayudado a ser un personaje relevante de los movimientos medioambientales de Tamil Nadu. Ahora, dice, cualquier ataque contra él no pasaría desapercibido en los medios del estado y los grupos de la sociedad civil.

“Por lo tanto, lo que yo veo es que la única razón de que gente como Vaikundarajan me deje es porque sería considerado responsable directo si me ocurre algo. No puede ser de otra manera”, dice Mugilan.

Ahora se encuentra forzosamente hospitalizado, Mugilan está en el segundo día de su ayuno. Lo que le mantiene luchando es una visión optimista del futuro.

“Cuando era niño, podíamos coger agua directamente del río Noyyal y beber. Solíamos jugar en el río durante horas, pasábamos mucho tiempo allí. Mi hijo nunca pudo tener esa experiencia”, dice. “Quizá con nuestro esfuerzo, podemos devolver a la región la apariencia que tenía o algo parecido”.

The environmental activist S. Mugilan near his home in Chennimalai, Tamil Nadu. Photo by Sibi Arasu.
El activista S. Mugilan cerca de su casa en Chennimalai, Tamil Nadu. Fotografía de Sibi Arasu.
Salir de la versión móvil