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Chiparo, el árbol que salvó a un barrio de la tragedia en Mocoa

  • ¿Es la conservación de bosques la salida para reducir el impacto de los deslizamientos?
  • ¿Qué características deben tener las especies de árboles que se siembren en las zonas más vulnerables?

(Colaboración de Semana Sostenible de Colombia)

El amanecer del 1 de abril del 2017 marcó un antes y después para los habitantes de Mocoa. La capital del departamento de Putumayo fue testigo de cómo una inmensa masa de piedras, escombros y lodo se llevaba por delante a varios barrios en horas de la madrugada. Esto después de días de intensas lluvias que trajeron 600 milímetros de agua que terminaron cayendo sobre la ciudad y sus alrededores. El alud arrasó con todo lo que encontró a su paso y después de unas horas el gobierno del presidente Juan Manuel Santos no dudó en declarar a la ciudad en estado de calamidad pública. Según las cifras oficiales más recientes, hasta este miércoles el número de víctimas mortales llegaba a 293 y los heridos a 332, además de las 2700 personas que tuvieron que ser reubicadas en siete albergues de la capital putumayense.

Sin embargo, una de las pocas noticias positivas que arrojó la tragedia fue el caso del barrio El Carmen, que quedó en pie gracias a la conservación de un bosque primario compuesto principalmente por una especie de árbol llamada Chiparos (Zygia longifolia), pero en el que también había especies de cedros, cachimbos, palo negros, chontas y hasta algunas ceibas que evitaron un desastre de mayores proporciones en el norte de la ciudad.

Vista aérea del barrio El Carmen y de los bosques que lo rodean. Foto: Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

El bosque, de apenas tres hectáreas, se conserva desde la construcción del barrio, según recuerda Bertha Solarte, residente del lugar desde hace 22 años. Antes de la construcción del barrio, los pobladores disponían de seis hectáreas para construir, “pero quienes íbamos a vivir en el barrio decidimos conservar la mitad del terreno para la vegetación, esa misma que nos salvó la vida a la mayoría de residentes”. Por su parte, Grasse Vargas, otra residente de El Carmen, afirma que “el bosque impidió que la avalancha se llevara todo y a todos”, algo que fue confirmado por el ministro de Medio Ambiente, Luis Gilberto Murillo quien aseguró que “el barrio tiene una reserva de árboles y eso realmente evitó que la avalancha arrasara con él”.

En Colombia, si bien existen esfuerzos por combatir la deforestación, en lo concerniente a la conservación de bosques y ecosistemas vegetales en los cascos urbanos la situación no es tan clara. El último censo oficial de arbolado urbano es de 2007, y los estudios publicados más recientes son de 2010, los cuales indican que tan solo en la capital del país hay más de 18 habitantes por árbol cuando los estándares internacionales dicen que en las ciudades la población de árboles debe ser mayor que la de habitantes.

El año pasado a nivel nacional se reportaron 124 035 hectáreas perdidas de bosque natural según el Sistema de Monitoreo de Bosques y Carbono, si bien el anuncio se tradujo en un 12 % menos respecto al 2014, el 60 % de la deforestación estuvo concentrada en 5 departamentos: Guaviare, Meta, Antioquia, Caquetá y Putumayo, epicentro de la reciente tragedia.

Así quedó Mocoa vista desde el aire el martes 4 de abril de 2017, luego que la noche del 31 de marzo una avalancha provocada por el desbordamiento de tres ríos (el Mocoa, Mulato y Sangoyaco), arrasó con todo lo que encontró a su paso. Hasta el momento la cifra de muertos se eleva a por lo menos 280 victimas, entre ellas 144 niños. Foto: Carlos Julio Martínez / Enviado Especial de Semana

Un experto de la Corporación Autónoma Regional de la Amazonía (Corpoamazonía) aseguró “que este bosque primario fue primordial para que las pérdidas humanas y materiales no fueran mayores. El Chiparo logró, al ser sus raíces muy fuertes,  no sucumbir al alud”, de hecho si se mira una de las fotos del sobrevuelo realizado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible estos fueron los únicos árboles que quedaron en pie.

“Gracias a los árboles existe mi barrio”

El barrio El Carmen, según doña Bertha, recibió hace 10 años un auxilio de 1800 árboles, casi todos maderables, como parte de un programa de reforestación de una ONG. La gran mayoría fueron sembrados a orillas de la quebrada que pasa por detrás del barrio, permitiendo la conservación de la vegetación en la montaña y el mantenimiento del bosque. Además, sus habitantes acondicionaron los caminos en piedra para no destruir el ecosistema.

Pero no solo este bosque es importante en situaciones como esta. Según Jairo Solorza, coordinador de la línea de biodiversidad y servicios ecosistémicos del Jardín Botánico de Bogotá, este tipo de árboles son imprescindibles porque “tienen una gran capacidad para absorber y retener agua, sus raíces le dan soporte y estabilidad al suelo lo que permite compactar la composición del mismo para que no se genere erosión”.

Un hombre camina junto a un carro sepultado por el lodo en Mocoa, Putumayo, el domingo 2 de abril de 2017, luego que la noche del 31 de marzo una avalancha provocada por el desbordamiento de tres ríos (el Mocoa, Mulato y Sancoyaco), arrasó con todo lo que encontró a su paso. Hasta el momento la cifra de muertos se eleva a por lo menos 250 victimas fatales y un indeterminado numero de desaparecidos. Foto: Carlos Julio Martínez / Enviado Especial de Semana

Según Solorza, la vegetación generó una estructura de soporte al suelo, sirvió como barrera y evitó que las viviendas sufrieran el impacto. Para él lo importante es que después de que la población se recupere de las pérdidas humanas y materiales se “reforeste lo antes posible porque los árboles son necesarios, en este caso si hubiera existido una mayor cobertura de bosque, se hubiera dado tiempo para generar una alerta y tomar medidas de contingencia”.

Sin embargo, Bertha Solarte, al igual que el resto de habitantes de El Carmen, aún no tienen certeza del futuro, pues la orden es evacuar debido a que no hay abastecimiento de servicios públicos y lo único que tienen son las ayudas que han llegado de otros lugares como agua, alimentos y ropa. Entre tanto, Grasse Vargas lamenta la pérdida de ese lugar verde en el que creció y del que asegura todos los habitantes del barrio estaban pendientes.

Foto de portada: Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

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