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Tráfico de totoaba: un problema de conservación y de seguridad

Greenpeace activists investigate the habitat of the endangered vaquita marina in the upper Gulf of California and locate illegal gillnets, which are contributing to the rapidly declining numbers of vaquita. This is despite the establishment of a marine reserve on April 10, 2015 by President Enrique Peña Nieto to protect the species, while securing the future of local fishermen in San Felipe and Santa Clara.

  • La ONG C4ADS informa que el comercio de vejigas natatorias de totoaba para alimentar los mercados asiáticos es un problema también de seguridad y no solo de conservación.
  • Los pescadores en el golfo de California siguen buscando este pez en peligro crítico a pesar de la prohibición sobre las redes de enmalle, que también han diezmado la población de vaquitas.
  • Según los científicos, quedan menos de 30 vaquitas en la naturaleza.
  • C4ADS ha publicado los resultados de su investigación con pruebas del solapamiento entre los comerciantes de totoaba y los traficantes de droga en una nueva web, y han publicado su reciente informe en español.

Cuando Samuel “El Sammy” Gallardo Catro murió tras recibir disparos en una playa mexicana en 2014, podría haberse debido a un caso más de asesinato de un narcotraficante del famoso cartel  de Sinaloa. Sin embargo, informes locales apuntan a una disputa por el comercio de vejigas natatorias de totoaba (Totoaba macdonaldi), un pez en peligro crítico que vive en el golfo de California. Hay una alta demanda de estos órganos, también conocidos como buches, en China y Hong Kong por sus supuestas propiedades medicinales.

Una persona confesó el asesinato y dijo que Gallardo le debía más de un millón de dólares de un cargamento de totoaba. Otras pruebas indicaron que otro traficante de narcóticos quería suplantar a Gallardo y hacerse con el control del intercambio para sí mismo.

El fallecimiento de Gallardo es uno de los casos sobre los que se deja constancia en un informe reciente de la ONG C4ADS con sede en Washington D.C. Mary Utermholen, directora de programa de C4ADS, dijo que es fácil ver por qué pasarse de las drogas a la vejiga de totoaba puede ser tentador.

El buche de totoaba exhibido en una rueda de prensa celebrada por Greenpeace. Foto y pie de © Greenpeace / Sudhanshu Malhotra.

“Si fueras narcotraficante y te dieras cuenta de que hay algo más caro, más fácil de traficar y más fácil de esconder”, dijo Utermohlen en una entrevista. “Si te pillaran, no sería para tanto. Probablemente te dejarían seguir adelante”.

El comercio de buche de totoaba no solo está diezmando la población de totoaba, que no se había recuperado aún del pico de sobrepesca de los 70 para cuando los pescadores empezaron a buscarla de verdad por sus buches a principios de la década del 2010. Las redes de enmalle que se utilizan para pescar totoabas también atrapan y hunden a las pequeñas marsopas llamadas vaquita (Phocoena sinus) con una eficacia despiadada. Los científicos calculan que quedan menos de 30 vaquitas en la naturaleza.

El gobierno mexicano ha gastado millones de dólares en librar al mar norteño de Cortés de las redes de enmalle, acabar con el uso de las esas redes, ahora ilegales, y proteger a la vaquita.

Investigaciones de otras ONG se han centrado en la parte del comercio que concierne al “destino”, dijo Utermholen, es decir, las tiendas y mercados en Asia que sirven a consumidores que van tras los buches dispuestos a desembolsar cantidades desorbitadas. Un informe reciente descubrió que un kilo de buche de totoaba puede alcanzar los 20 000 dólares en China.

Lo que C4ADS se propuso hacer fue observar el problema de forma más “holística” incluyendo datos e información que detallen el comercio y sus efectos desestabilizantes en las comunidades pesqueras locales, dijo Utermohlen. También han creado una web para los datos y otra información que han recopilado para dar la oportunidad a otras organizaciones de detectar tendencias que podrían haberles pasado desapercibidas, y además publicaron el informe en español el 8 de noviembre.

Activistas de Greenpeace investigan el hábitat de las amenazadas vaquitas en la parte alta del golfo de California y localizan redes de enmalle ilegales, que contribuyen al rápido descenso del número de vaquitas. Foto y pie de © Carlos Aguilera / Greenpeace.

Su conclusión es que el tráfico de vejigas natatorias es un problema de seguridad, no solo de conservación. Inicialmente, dijo Utermholen, no sabían hasta qué punto los comerciantes de totoaba se entrecruzarían con los grupos de crimen organizado en México. Sin embargo, a medida que el equipo se adentró en la investigación, salieron a flote más conexiones como la de Samuel Gallardo. La tentación para los traficantes de drogas está clara, aunque sea más difícil detectar pruebas sólidas de un solapamiento continuado.

El valor de un cargamento de vejiga seca de totoaba de 16,5 kg incautado en 2013 de un traficante de Caléxico, México, valía aproximadamente 361 500 dólares según el informe. La misma cantidad de dinero que comprar 29 kilógramos de cocaína, o más de 4,5 toneladas métricas de marihuana.

La porción que se lleva un pescador puede cambiarle la vida, según C4ADS. Entrevistas de Greenpeace en 2015 revelaron que los pescadores dijeron que podían ganar 8000 dólares por kilo de vejiga de totoaba. Y que corromper a los agentes es una tarea más fácil. Aunque todo el mundo busque pruebas de tráfico de drogas, sobre todo en sitios como la frontera de México con Estados Unidos, es posible que los inspectores piensen que un montón de buche no es más que un producto legal de pesca.

Hasta ahora, parece que las sanciones son menos probables, o por lo menos, menos severas que en el caso de narcóticos, dijo Utermholen.

Redes de enmalle y barcos confiscados por la Oficina Federal de Protección Ambiental de México en San Felipe, Baja California. Photo y pie de © Lein de León Yong / Greenpeace.

Si los agentes descubren una panga, o bote de pesca, con totoaba capturada de forma ilegal, o a traficantes que esconden el producto en las ruedas de repuesto de un coche o pegado a su cuerpo, podrían decir que “no es para tanto” si se compara con las drogas, añadió. Podrían justificar su comportamiento diciendo, “no pasa nada si acepto un soborno y dejo a este tipo marcharse”.

Esa es un área en la que Utermohlen y sus colegas defienden que haya más presión sobre los traficantes con la aplicación de la ley.

“Lo que de verdad nos gustaría ver es que si se descubre una panga con totoaba o con redes de enmalle para totoaba, hay una investigación real después”, dijo.

Pero está por ver si eso pasa. La Elephant Action League (EAL), una ONG que investiga delitos ambientales y recientemente produjo su propio informe sobre el tráfico de totoaba dijo en una declaración el 1 de noviembre que los pescadores podrán obtener permisos del gobierno mexicano para capturar totoaba de nuevo a partir de febrero.

“El comercio de totoaba debe seguir siendo ilegal tanto en México como en China y se deben desarrollar equipos de pesca alternativos cuanto antes para ayudar a los pescadores con la pesca legal y evitar que las especies protegidas sean capturadas, como la vaquita y otras especies marinas que siguen muriendo atrapadas en redes de enmalle”, escribió la EAL en la declaración.

Imagen de cabecera: activistas de Greenpeace localizan redes de enmalle ilegales © Carlos Aguilera / Greenpeace© Carlos Aguilera / Greenpeace.

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