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Agricultores españoles utilizan la agrosilvicultura (y unas cuantas ovejas) para combatir los incendios forestales

  • Galicia es una región seca y propensa a los incendios ubicada en el noroeste de España. Dicho país es el más afectado del continente en cuanto a incendios forestales, los que van en aumento: en 2020 se quemó más superficie que en los dos años anteriores juntos.
  • Sin embargo, una solución sería una forma de agrosilvicultura en la que el ganado pasta entre los árboles, dado que las ovejas y el ganado comen la maleza que suele prender en épocas de sequía. Este método agrícola se denomina silvopastoreo.

GALICIA, España — El incendio forestal se detuvo justo antes de llegar a la granja de Nieves Fernández Vidueira, pero ardió durante todo el día en los alrededores de Quintela do Pando, en Galicia, al noroeste de España.

“Nunca olvidaré el terror que sentí”, dijo Fernández. “Cuando nos despertamos, no podíamos ni respirar, todo estaba cubierto de humo, parecía de noche, trozos de corteza chamuscada caían del cielo”.

Fernández, pastora y poeta de cincuenta y nueve años, dice que siempre recordará el 16 de octubre de 2017, cuando todos los vecinos fueron al pueblo cercano de Fradelo para ayudar a los bomberos. “Los árboles hacían un ruido terrible y caían al suelo carbonizados. Vi conejos y corzos que escapaban del fuego, gente por todos lados llorando. Ahora mismo, todavía lloro cuando lo recuerdo”.

Durante esa época, Galicia vivió una inusual ola de calor, como ocurrió en otras partes de la Península Ibérica. “Muchas hectáreas fueron destruidas en un día de llamas y el fuego se detuvo en una zona de castaños pastoreada por ovejas que rodeaba mi campo. El ganado es una parte fundamental en la prevención de los incendios forestales, ya que se comen la hierba del sotobosque y los líquenes altamente combustibles de los árboles”, dijo Fernández.

Ese día, compuso un poema para expresar sus sentimientos de tristeza e impotencia luego de ver el bosque transformado en un oscuro desierto.

Nieves Fernández Vidueira entre sus cuatrocientas ovejas que pastan en el sistema agroforestal. Foto: Monica Pelliccia, para Mongabay.

Escribir poesía bajo los centenarios castaños

Fernández se convirtió en pastora a los diecinueve años, cuando esperaba su primer hijo. En ese momento, decidió dejar Madrid y volver a Quintela do Pando, lugar donde creció.

“Antes, prácticamente solo los hombres trabajaban como pastores: una mujer como yo rompía todos los patrones existentes. Si mientras las ovejas pastan llevas un cuchillo y tallas juguetes de madera para tus hijos (como yo estaba acostumbrada), rompes todos los moldes”, explica.

Todo empezó con las dieciocho ovejas que tenía su abuela. Ahora tiene cuatrocientas ovejas gallegas (u ovella galega), una raza clasificada en peligro de extinción, que pastan entre castaños (Castanea sativa), robles (Quercus robur), olmos (Ulmus spp.) y avellanos (Corylus spp.). Las ovejas se alimentan de líquenes y arbustos como el tojo (o aulaga, Ulex europaeus), el brezo (Erica ciliaris) y la xesta (escoba escocesa, Cytisus scoparius).

Se trata de un tipo de sistema agrícola llamado agrosilvicultura porque se realiza entre árboles, que refrescan el entorno, proporcionan un hábitat para la biodiversidad y promueven la humedad que ayuda a que cultivos como el heno y los cereales crezcan incluso en condiciones de sequedad. Los árboles de un sistema agroforestal también secuestran carbono de la atmósfera para enfriarla. En este caso, como el ganado pasta entre los árboles, también se lo llama silvopastoreo, que es un sistema agrícola ancestral típico de Galicia.

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La granja de Fernández es autosuficiente, ya que en ella se produce forraje sustentable para las ovejas y se vende carne y castañas. Todas las noches, mientras lleva a las ovejas a pastar y se sienta bajo los viejos castaños, Fernández también escribe poesía; diseña ropa hecha con líquenes y hojas inspirada en las mitologías celtas profundamente arraigadas en esta zona, y talla esculturas en las ramas de los árboles para retratar la vida a través del prisma de la naturaleza. En sus artesanías, también se encuentran historias de las meigas, brujas que el folklore local atribuye a estos bosques. Su obra se expone en un pequeño museo en el centro del pueblo.

“Ser pastora me inspira, me hace sentir libre, que soy parte de la naturaleza”, dice Fernández.

En 2017, un incendio forestal ardió durante todo el día en los alrededores de Quintela do Pando. Foto: cortesía de Nieves Fernández Vidueira.

La crisis climática aviva el fuego

Los sistemas de silvopastoreo prestan servicios fundamentales al ecosistema. “El ganado reduce el riesgo de incendios forestales, dado que elimina la biomasa de arbustos y líquenes del suelo”, dice María Rosa Mosquera-Losada, presidenta de la Federación Agroforestal Europea (EURAF, por sus siglas en inglés), quien está a cargo del Departamento de Producción de Cultivos de la Universidad de Santiago de Compostela (USC). “Los sistemas de silvopastoreo también prestan un importante servicio de sumidero de carbono, ya que el pastoreo aumenta el secuestro de carbono del suelo”, afirma.

En Galicia, los investigadores observaron un cambio significativo en los días de verano durante las últimas décadas. “En la región, al igual que en España, las temperaturas han aumentado 1,7 °C desde 1970. Están teniendo grandes oscilaciones, con períodos cálidos, seguidos de otros fríos”, explica Dominic Royé, investigador de geografía física de la USC.

Como explicó Royé en un artículo publicado en 2020, son muchas las variables que influyen en ello. “La variabilidad climática determina que haya años con más o menos actividad de incendios forestales debido a condiciones más favorables. Hay que entender que una sequía seguida de olas de calor aumenta mucho el riesgo”, dice Royé. “Los vientos del este de Portugal y Galicia son secos y cálidos en verano, lo que aumenta de forma drástica el riesgo de incendios forestales, y con unos pocos de ellos se podrían quemar enormes áreas”.

¿Cómo está el tiempo? “Depende”

Al norte de aquí, la sinuosa carretera atraviesa ríos y pueblos de pocos habitantes enclavados en colinas coloreadas por las flores violetas del brezo. Las noticias sobre los incendios forestales que asolan la costa oeste de EE.UU. dominan los informes periodísticos del estéreo del auto: historias de llamas agravadas por la variabilidad climática, un problema global que forma parte de la crisis del clima.

” ‘Depende’ es una palabra que es parte de nuestro carácter”, dice Mosquera-Losada. “Los gallegos somos conocidos como indecisos. Ahora mismo, ‘depende’ también es nuestra actitud ante la variabilidad climática. Tenemos más días de verano, pero nunca se sabe cómo estará el tiempo: extremadamente frío, lluvioso o ventoso”.

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Javier González Méndez cría ovejas en un sistema de silvopastoreo, además de trabajar como bombero (en la foto se lo ve con el uniforme, en el medio del bosque del Parque Natural de Ancares). Foto: Mónica Pelliccia, para Mongabay.

De hecho, los pastores locales han observado que el tiempo ha cambiado mucho durante las últimas décadas. ” ‘Depende’ es una buena respuesta para identificar nuestro clima”, dice Javier González Méndez, de cuarenta y tres años, quien trabaja de bombero durante el día y de pastor por la noche y cuida cuarenta y cinco reses rubia gallega, una raza autóctona de Galicia.

El menor de siete hermanos, Javier González se hizo bombero a los dieciocho años y es el único de ellos que sigue viviendo en la aldea de Robledo de Domiz, aquí, en el corazón de Galicia.

Después de quitarse el uniforme de bombero, lleva las vacas a los montes de Os Ancares. Suben hasta los 1600 metros, donde pastan en un sistema de silvopastoreo con robles, abedules (Betula pubescens), avellanos (Corylus avellana), acebos (Ilex aquifolium), cerezos (Prunus avium), teixo (o tejo, Taxus baccata) y arbustos como el brezo blanco (Erica arborea), la xesta (retama) y el cardo (Cirsium vulgare). También hay plantas medicinales como la árnica (Arnica montana) y la melisa (Melissa officinalis). Estos montes son también el último relicto de osos pardos (Ursus arctos) de Galicia, con los que González dice haberse encontrado varias veces.

Si solo queda uno, ¿quién cuidará de estos bosques?

“Rubia, ven acá”, llama González a sus vacas, la mayoría de color marrón claro o canela, para juntarlas. A cada una le pone un nombre propio, como Rubia o Marella.

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Cuando pastan en la cima de la montaña, las sigue con su teléfono móvil, ya que llevan un GPS en los collares. “A lo largo de los años”, comenta, “he visto incendios forestales cada vez más intensos, debido a que hay menos rebaños limpiando las montañas”, explica, mientras camina por una zona que fue arrasada por un incendio forestal. Eso ocurrió en octubre de 2017, cuando ardieron dos mil hectáreas en una semana. Todavía quedan esqueletos de robles y abedules como testimonio de las llamas.

“Antes éramos trece pastores en esta montaña”, dice González. “Ahora soy el único en más de cien hectáreas”.

Su rebaño hace el trabajo que es más necesario que nunca porque acaba de empezar la temporada de incendios forestales. De acuerdo con las últimas estadísticas gubernamentales, el año pasado ardieron, en Galicia, 14 805 hectáreas más que en 2018 y 2019 juntos.

Galicia tiene la mayor densidad de incendios forestales y la mayor superficie quemada de Europa, según la investigación de la USC coordinada por Mosquera-Losada. “Hay tres condiciones que hacen que se produzcan los incendios: una temperatura superior a 30 °C, una humedad superior al 30 % y una velocidad del viento superior a 30 km/h”, dice. “Estas condiciones son más frecuentes debido a la variabilidad del clima”.

Gemma San Pedro Jiménez abraza a sus border collies mientras las cabras pastan en el sistema de silvopastoreo bajo pinos y eucaliptos. Foto: Mónica Pelliccia, para Mongabay.

“No vas a durar mucho”. Pastora de cabras rompe con los estereotipos

A medida que avanzamos hacia el norte y el oeste en dirección a Lugo, el paisaje cambia. Los pinos negrales (Pinus pinaster) y los eucaliptos blancos (Eucalyptus globulus) emergen de un paisaje cubierto por una ligera niebla matinal.

“Cuando llegué aquí, tenía treinta años, acababa de divorciarme y era madre soltera de una niña de cuatro. Toda la gente decía que no duraría mucho con mis cabras”, cuenta Gemma San Pedro Jiménez, de cuarenta y dos años, pastora de cabras desde hace once. “Nadie tenía expectativas sobre mí. Decían: ‘¿qué haces aquí con las cabras?’. Pero yo sigo aquí y seguiré con mis cabras”.

Su casa está frente al corral que contiene un rebaño de cuatrocientos ejemplares. Originaria de Barcelona y graduada en Ingeniería Forestal en la Universidad de Lugo, San Pedro Jiménez decidió hacerse pastora cuando la madre heredó cincuenta hectáreas de pinar en los alrededores del pueblo de Borreiques.

Todas las tardes lleva las cabras al bosque; toman diferentes rutas entre los pinos, que filtran la luz y dibujan sombras caleidoscópicas en el sotobosque. Pastan en un sistema agroforestal entre eucaliptos y robles, conocidos localmente como carballos, que se ciernen sobre arbustos de tojo, brezos y xesta.

Según un informe de la WWF enfocado en el Mediterráneo, los jóvenes como ella están volviendo a estas zonas despobladas, y toman decisiones con implicaciones sociales y ecológicas, como también está ocurriendo en Cerdeña. “El abandono rural y el consiguiente abandono de los usos tradicionales, junto con el aumento de la superficie boscosa carente de gestión forestal, los bosques a la deriva por el cada vez más notorio cambio climático y la falta de medidas de protección en las viviendas rurales, son la chispa perfecta para iniciar todos los años el desastre de los incendios forestales”.

Cuidar este bosque es un reto diario para San Pedro Jiménez. “Los consumidores tienen que entender y apoyar el trabajo de los pastores mediante un cambio de hábitos y considerar que comer carne producida en estas condiciones tiene fuertes valores sociales y ecológicos. Los precios son los mismos desde hace treinta años y no es fácil sobrevivir”, comenta, mientras abraza a Chis y Jazz, sus perros border collie. “Me gustaría que fuéramos cada vez más los que trabajamos de esta manera, para hacer oír nuestra voz”.

Veinte mil euros ahorrados en pesticidas

Yendo hacia el oeste desde la finca de San Pedro Jiménez hacia Santiago de Compostela, aparecen algunos peregrinos. Las restricciones de COVID-19 obligaron anteriormente a suspender la peregrinación del Camino de Santiago, pero ahora se vuelve a recorrer.

En Boimorto, a treinta kilómetros de Santiago de Compostela, algunos peregrinos a pie y otros en bicicleta han encontrado sombra bajo los cerezos y nogales que componen el sistema de silvopastoreo de una empresa maderera local llamada Bosques Naturales.

Los investigadores de la USC estudian la resistencia al cambio climático de las especies arbóreas clonadas de la granja. A la sombra de los árboles también crece el maíz y los arbustos ofrecen forraje a las cuatrocientas ovejas que mantienen el sotobosque recortado.

La sustentabilidad económica del sistema agroforestal es crucial: los investigadores informan de un ahorro en pesticidas de más de veinte mil euros (veintitrés mil quinientos dólares) y costos relacionados gracias al forraje que crece bien a la sombra de los árboles. También están experimentando con otros cultivos para impulsar aún más la sustentabilidad económica de la granja, como el cáñamo para textiles.

El sistema agroforestal de Bosques Naturales en Galicia (España) se compone de nogales cultivados en callejones, arbustos y ovejas que mantienen el sotobosque recortado. Foto: Monica Pelliccia, para Mongabay.

Los pastores como solución a los incendios forestales

Los pastores de Galicia se esfuerzan por encontrar un equilibrio entre su trabajo con los sistemas de silvopastoreo y la sustentabilidad a largo plazo.

“Necesitan más apoyo administrativo para que se reconozca la importancia de su trabajo”, dice Mosquera-Losada, de la USC. “Una gestión adecuada de los montes a través del pastoreo podría ser parte de la solución para evitar los incendios. Ellos entienden la naturaleza y son ejemplos vivos de las soluciones”.

Esta opinión es compartida por los pastores, como Nieves Fernández Vidueira. “La administración local debería apoyar a la gente que trabaja con una finca y cuida los montes”, comenta. “Los incendios forestales se previenen con el ganado, eso es fundamental. Tienen que invertir en prevención”.

Sin embargo, en su pueblo solo viven dieciocho habitantes. Ninguno de ellos es joven. “Si la gente sigue marchándose”, se pregunta, “¿quién protegerá el bosque?”.

Monica Pelliccia es periodista multimedia independiente. Sigue su trabajo en Twitter a través de @monicapelliccia. Puedes ver todos sus reportajes para Mongabay aquí.

 

Audio relacionado del podcast de Mongabay: La agrosilvicultura es una solución ancestral al cambio climático que potencia la producción de alimentos y la biodiversidad, escúchalo aquí (en inglés):

Referencias:

Royé, D., Tedim, F., Martin‐Vide, J., Salis, M., Vendrell, J., Lovreglio, R., … Leone, V. (2019). Wildfire burnt area patterns and trends in western Mediterranean Europe via the application of a concentration index. Land Degradation & Development31(3), 311-324. doi:10.1002/ldr.3450

Damianidis, C., Santiago-Freijanes, J. J., Den Herder, M., Burgess, P., Mosquera-Losada, M. R., Graves, A., … Pantera, A. (2021). Agroforestry as a sustainable land use option to reduce wildfires risk in European Mediterranean areas. Agroforestry Systems95(5), 919-929. doi:10.1007/s10457-020-00482-w

Artículo original: https://news.mongabay.com/2021/07/spanish-farmers-fight-forest-fires-with-agroforestry-and-many-sheep/

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