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¿El chocolate de sistemas agroforestales puede ayudar a salvar al bosque del Pacífico de Ecuador?

  • La Reserva Jama-Coaque de Ecuador, que alberga un vibrante ecosistema forestal nuboso, forma parte de lo que quizás sea la selva tropical en mayor peligro del mundo, de la cual solo queda el 2.23 %.
  • Third Millennium Alliance (TMA) gestiona la Reserva Jama-Coaque y protege una de las pocas zonas forestales que quedan, supervisando y restituyendo el bosque circundante y promoviendo la agricultura sostenible del cacao que sustenta a la economía local.
  • A través de su programa de cacao regenerativo, TMA les paga a las personas agricultoras locales para que realicen una transición de prácticas insostenibles al cultivo del cacao a la sombra, al tiempo que les proporciona acceso a mercados selectos donde vender su cacao.
  • TMA también está trabajando para construir el “corredor de los capuchinos”, una zona selvática de 43 kilómetros para conectar algunos fragmentos que quedan del bosque a través de adquisiciones de terrenos, agrosilvicultura y reforestación.

En la Reserva Jama-Coaque (RJC) de Ecuador prácticamente todas las superficies están revestidas de vida: musgo, helechos, epífitas y orquídeas… un círculo cromático de verde en tres dimensiones. Entre todos esos verdes, los nidos de la oropéndola cabecicastaña cuelgan como lágrimas tejidas desde los altísimos árboles, los ejércitos de monos aulladores gritan para marcar sus límites y los colibríes bombardean las flores.

La RJC, dirigida por la organización sin fines de lucro Third Millennium Alliance (TMA), con sede en Estados Unidos y Ecuador, protege aproximadamente el 2 % de lo que quizás sea la selva tropical en mayor peligro del mundo: el bosque del Pacífico de Ecuador.

Jerry Toth, cofundador de TMA y director del programa, describe la primera vez que visitó el bosque que luego se convertiría en la reserva. “Encontramos (…) una gran cantidad de palmeras exóticas con troncos espinosos, (…) rodales de bambú gigante y un sinnúmero de pequeños arroyos que caían por las laderas empinadas y alternaban entre cascadas y pozos de natación pequeñitos naturalmente abastecidos con camarones de agua dulce”.

Sin embargo, este trozo de paraíso estaba rodeado por todos lados de “un mar de deforestación”.

Los nidos de la oropéndola cabecicastaña (Psarocolius wagleri) cuelgan a apenas unos metros de la sede de TMA en la Reserva Jama-Coaque. Foto de Liz Kimbrough.

Alarmados e inspirados a la vez, Toth y otras dos personas conformaron TMA y recaudaron 16 000 dólares, principalmente de familiares y amistades, para comprar sus primeras 40 hectáreas y crear la reserva en 2007. Su misión: “Mantener viva esta selva”.

La RJC ahora protege 1024 hectáreas y, con ellas, muchísimas especies en peligro de extinción. De acuerdo con Ryan Lynch, director de TMA y biólogo de especies silvestres, han visto o fotografiado a muchas de estas, entre ellas, el capuchino blanco ecuatoriano (Cebus aequatorialis), la rana de cristal de Mache (Cochranella mache), el gavilán dorsigris (Leucopternis occidentalis) y la salamandra de Santo Domingo (Bolitoglossa chica).

El bosque del Pacífico de Ecuador es uno de los lugares con mayor biodiversidad del planeta. Sin embargo, según un estudio de 2021 realizado por TMA, sólo quedan 51 000 hectáreas del bosque original, esparcidas en pequeños fragmentos por toda la región. Esto es apenas el 2.23 %.

Como en gran parte del noroeste de Ecuador, los bosques aquí han sido talados principalmente mediante métodos de tala y quema para la ganadería, la palma aceitera, la teca, el maíz, el cacao y otros cultivos. TMA se dio cuenta de que, para evitar que continúe la deforestación y hacer que los bosques vuelvan a crecer, necesitaban generar diferentes fuentes de ingresos para la gente.

“Dado que la producción de alimentos es la principal amenaza, preguntamos: ‘¿Cómo podemos integrar la producción sostenible de alimentos con la conservación?’”, explica Toth.

La respuesta ya estaba en el bosque: Theobroma cacao, el árbol nativo que nos brinda el chocolate, el alimento de los dioses.

El programa de cacao regenerativo

Ecuador exportó 838 millones de dólares en cacao en 2021. La mayor parte se cultivó en plantaciones de una sola especie de cacao y sin sombra forestal, ubicadas en terrenos despejados. No obstante, la demanda de cacao cultivado a la sombra, más respetuoso con el medioambiente, está en aumento.

Entonces, en 2020, TMA lanzó su programa de cacao regenerativo, que apoya a los agricultores y agricultoras para que cultiven cacao junto con árboles de sombra y árboles frutales autóctonos, siguiendo principios orgánicos, como evitar herbicidas y pesticidas.

Para empezar, TMA paga a los agricultores y agricultoras 4500 dólares por hectárea, en efectivo y mensualmente, durante cinco años, un subsidio hasta que los cultivos se vuelven rentables. En promedio, estos pagos proporcionan aproximadamente la mitad de los ingresos mensuales de los agricultores.

Fruto maduro de cacao en Ecuador. Las semillas de la vaina se fermentan, se tuestan y se muelen para obtener cacao en polvo. Foto: Liz Kimbrough.

“TMA hizo un gran trabajo preliminar para determinar cuánto ganaban los agricultores y agricultoras locales con la ganadería insostenible”, le cuenta a Mongabay Scott Stone, director de Lookfar Conservation, una organización que asesora a fundaciones filantrópicas y ONG como TMA. “Luego [TMA] creó un programa agroforestal que (…) proporciona a estos agricultores más ingresos a largo plazo y, al mismo tiempo, aumenta la seguridad alimentaria”.

Una parte vital del programa es garantizar que los agricultores y agricultoras puedan vender lo que cultivan, por lo que TMA también les brinda acceso a mercados selectos donde pueden vender su cacao al mejor precio.

“Saber que puedo vender el cacao es la parte más importante de esto”, dice Wulvio Murillo, un agricultor local, en su galería en Camarones, el pequeño pueblo río abajo de la reserva. Murillo, exganadero, fue el primero en unirse al programa de cacao regenerativo en 2020. “El trabajo es mejor que criar ganado”, afirma.

To’ak fabrica unos de los chocolates más caros y preciados del mundo y compra sus granos a los agricultores de TMA. Foto: cortesía de To’ak.

Uno de esos compradores de cacao de precio elevado es To’ak, una marca de chocolate de lujo con sede en Ecuador creada conjuntamente por Jerry Toth en 2013 para generar ingresos y crear un mercado para el cacao regenerativo.

Entre las ofertas de To’ak se encuentra el chocolate más caro del mundo. (Su barra de chocolate añejado en barrica de coñac cuesta 280 dólares).

“Observamos que la gente trata el vino como un manjar epicúreo y considera la vinicultura como la más noble de las artesanías”, escribe Toth. “¿Por qué no se debería conceder al chocolate (y al cultivo del cacao) la misma reverencia y los mismos estándares de excelencia?”.

Todo el cacao cultivado en las fincas se considera cacao de alta calidad y “de fino aroma”. De eso, el 20 % corresponde a una variedad rara y tradicional conocida como cacao Antiguo Nacional, que TMA recuperó del borde de la extinción.

Este año, 38 familias participaron en el programa de cacao regenerativo, pero TMA espera que esta cantidad aumente a 100 familias en los próximos dos años.

Alinda Murillo y Wulvio Murillo, agricultores locales que estuvieron entre los primeros en convertir sus tierras al cacao agroforestal. Foto: Liz Kimbrough.

“Ahora todo el mundo quiere entrar”, dice Alinda Murillo, agricultora local y hermana de Wulvio Murillo. Ella y su hermano también se llevan mejor ahora, agrega, porque trabajan juntos en la explotación agrícola y ganan más dinero.

Por ahora, el cacao de TMA se vende sólo en Ecuador, pero buscan más compradores dentro y fuera del país. Encontrar empresas dispuestas a comprar cacao a precios más altos hace posible el programa de cultivo, explica Toth, pero las empresas lo hacen sólo “porque hay clientes que están dispuestos y pueden pagarlo y que se preocupan lo suficiente como para leer la etiqueta y asegurarse de que es bueno para el medioambiente”.

Para las personas que quieren ayudar a proteger estos bosques, una forma sencilla de hacerlo, afirma, es “simplemente comiendo buen chocolate”.

Liderazgo local

Dany Murillo dirige el programa de cacao regenerativo. Él creció cerca de la RJC en Camarones y comenzó a trabajar para TMA en 2013 cuando solo tenía 16 años. Durante la pandemia, cuando los demás integrantes de TMA estaban confinados en la ciudad, “Dany se mantuvo firme”, dice Toth. “Es todo un jefe”.

La entrevista a Dany Murillo se realizó desde el asiento de acompañante de la camioneta Chevy verde de TMA, mientras circulaba a toda velocidad por la autopista de la costa. Aquí, junto al océano Pacífico, el envasado de camarones es una industria básica. Un empacador de camarones calificado gana 450 dólares al mes, trabajando largas jornadas, pero un empleado a tiempo completo de TMA gana más.

Dany Murillo, gerente del programa de cacao regenerativo, cosechando cacao. Foto cortesía de TMA.

Como parte de su trabajo, Dany Murillo visita las explotaciones agrícolas para asegurarse de que tengan lo que necesitan y sigan las normas del programa. En una ronda de visitas sorpresa a las explotaciones en 2021, descubrió que cuatro agricultores estaban usando herbicidas, lo que va en contra de las normas. TMA penalizó a los agricultores reduciéndoles a la mitad sus pagos durante un año y trabajó con ellos para encontrar mejores soluciones.

Esto envió un mensaje contundente, afirma Toth, y no han presenciado más transgresiones. “Queremos que sepan que pueden pedir ayuda y que estamos aquí para apoyarlos”.

Dany Murillo camina por una de las parcelas de cacao regenerativo. Foto: Liz Kimbrough.

Además de supervisar, Dany Murillo dice que estas visitas regulares a las explotaciones también constituyen una buena oportunidad para conocer el terreno y hablar sobre conservación. Dice que para los agricultores es fácil relacionar los bosques y el agua.

“La mayoría de los agricultores y agricultoras y muchas otras personas ahora se dan cuenta de que, si no fuera por las reservas, la situación del agua sería mucho peor”, dice Dany Murillo, “como ocurre en otros lugares donde se han destruido los bosques”.

En el camino que lleva al Cerro Pata de Pájaro se pasa por largos tramos de estos bosques destruidos, talados para pastos, plantaciones y urbanizaciones, que venden la imagen de familias felices y acomodadas que viven junto al mar.

El Cerro Pata de Pájaro es un bosque protegido a unos 5 kilómetros tierra adentro desde la costa. En su cima hay 400 hectáreas de bosque nuboso primario llamado “el remanente más prístino del bosque del Pacífico que queda en Ecuador”.

Pata de Pájaro, paraíso de agua y biodiversidad

Donde termina la carretera y comienza el sendero, los guías dan la bienvenida: Carlos Robles y Pablo Bermúdez, naturalistas y guardabosques en Pata de Pájaro (PDP).

Carlos Robles, Yorgi Bermúdez y Pablo Bermúdez se encuentran en el límite oficial de la selva protegida de Pata de Pájaro. A lo lejos se ve la deforestación para pastos de ganado. Foto: Liz Kimbrough.

“Todos obtienen el agua de aquí”, dice Carlos Robles.

La selva obtiene el agua del océano. El vapor de agua del Pacífico viaja con el viento, se acumula en el follaje y cae en los suelos y arroyos que suministran agua dulce a los 75 000 residentes de Pedernales y las comunidades circundantes.

“Esta selva es una esponja y un filtro de agua”, dice Carlos Robles. “Sin ella, estamos kaput”.

La caminata hacia la esponja de agua comienza en pastizales de menor elevación. Luego de unos kilómetros bajo el sol, se ingresa al refugio oscuro y frío del bosque.

Carlos Robles señala un gran árbol de hojas caducas. Una tala de 1 kilómetro (0.6 millas) eliminaría todos los ejemplares conocidos de esta especie de árboles en Peligro crítico, explica. El árbol Bauhinia haughtii sólo habita aquí y en ningún otro lugar de la Tierra. Despliega sus vistosas flores rosa flamenco en ramas delgadas cerca del suelo, como si desafiara su rareza.

Flores rosadas brotan del árbol Bauhinia haughtii en peligro crítico de extinción. La tala de 0.4 hectáreas (1 acre) eliminaría todos los ejemplares conocidos de este raro árbol. Foto: Liz Kimbrough.

Aquí crecen varias plantas que se encuentran en tiendas exclusivas de plantas de interior en las principales ciudades de Estados Unidos. El follaje a lo largo de solo un metro de este sendero costaría unos cuantos miles de dólares en San Francisco o Los Ángeles. En PDP hay cuatro zonas botánicas características en su superficie de 4333 hectáreas y decenas de miles de especies vegetales.

Tras pasar las plantas de élite y los árboles difíciles de encontrar, la caminata asciende al bosque nuboso primario. Se trata de un caleidoscopio de verdes cubiertos de niebla, y cada paso se vuelve una embestida agitada y fangosa.

“El bosque está protegido por sus pendientes”, comenta Carlos Robles.

El mismo camino que hace que el visitante se deslice sobre manos y rodillas es intransitable para las mulas y los vehículos de los aspirantes a leñadores. En consecuencia, este bosque superior, con su fortaleza de pendientes, sigue siendo un baluarte de diversidad en medio de un paisaje de destrucción.

Los senderos empinados y fangosos de Pata de Pájaro ayudan a mantenerlo protegido. Foto: Liz Kimbrough.

Los bosques nubosos tropicales, como este y la RJC, han sido llamados “arrecifes de coral terrestres” y están entre los ecosistemas con mayor biodiversidad del planeta.

Según John Clark, botánico investigador de Marie Selby Botanical Gardens en Florida, la diversidad vegetal de los bosques del Pacífico de Ecuador es asombrosa. “Cada vez que establecíamos una parcela de 1 hectárea, encontrábamos árboles tan singulares que no se veían en otras parcelas. (…) Cuando documentamos la diversidad, siempre encontramos algo que nos sorprende”.

TMA asumió la gestión de PDP en 2022, pero está trabajando con la organización local que fundó la reserva en 1995, Fundación Ecológica Tercer Mundo, para salvaguardar toda la zona protegida mediante vigilancia y patrullas. La cima de la montaña está a salvo, pero hay zonas más accesibles a menores elevaciones que en las últimas décadas han sufrido deforestación y los daños del ganado itinerante.

Agricultura de tala y quema cerca de la RJC en 2022. Foto: Jerry Toth.

La región se enfrenta a varios problemas de conservación, tales como amenazas a las parcelas de bosque restantes a causa de la deforestación ilegal cerca de caminos accesibles, poca aplicación de la ley en áreas protegidas, y una atención inadecuada en comparación con otras regiones de Ecuador.

Luego de la excursión, el grupo sale atropelladamente del bosque, empapado de la cabeza a los pies. Dany Murillo se ríe cuando llega con la camioneta. De nuevo en la carretera, Dany Murillo comenta que espera que esta zona se conozca en todo el mundo por recuperar la selva y cultivar el mejor chocolate del mundo.

Además, quiere completar el corredor de los capuchinos.

El corredor de los capuchinos: la conexión de bosques costeros a largo plazo

El corredor de los capuchinos es la visión a largo plazo de TMA de conectar la Reserva de Jama-Coaque y Pata de Pájaro, creando un largo corredor de 43 kilómetros que proteja una zona de selva de la mitad del tamaño de la ciudad de Nueva York.

El nombre proviene del capuchino blanco ecuatoriano, un mono en Peligro crítico de extinción que vive en estos bosques. Esta especie, como muchas otras, necesita hábitats extensos y contiguos para prosperar.


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Video de un capuchino blanco ecuatoriano captado con una cámara trampa, filmado en la RJC por TMA.

Para crear el corredor, TMA tiene previsto proteger todos los bosques primarios que quedan y conectar esos fragmentos mediante agrosilvicultura y reforestación comunitarias. Aún hay obstáculos, pero el progreso es real.

El obstáculo más significativo quizás sea el financiero. TMA ha dependido de las subvenciones de fundaciones y donaciones privadas, entre ellas el patrocinio directo de agricultores, para mantenerse a flote. Sin embargo, necesitarán inversiones continuas e importantes para que el corredor se concrete.

TMA estima que crear el corredor costará 17.5 millones de dólares durante los próximos seis años y otros 6 millones de dólares durante los siguientes 25 años. Estas cifras incluyen la adquisición de terrenos forestales de propietarios privados, la expansión del cacao regenerativo, programas de reforestación y el pago del personal.

“Es un buen negocio para salvar a un ecosistema”, dice Toth. “Un apartamento en Manhattan se vende por esa cantidad”, se ríe. Sin embargo, el corredor proporcionará agua dulce a unas 80 000 personas, algo que no se consigue con un condominio en la ciudad.

Mapa del corredor de los capuchinos propuesto. La zona verde es PDP, la azul, la RJC y, en amarillo, aparecen las zonas que TMA quiere proteger mediante adquisiciones, agrosilvicultura y reforestación. Mapa: cortesía de TMA.

“Este es un verdadero frente de conservación”, le dice a Mongabay Marc Hoogeslag, experto sénior en conservación de la naturaleza del Comité Nacional de Países Bajos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), quien no está vinculado a TMA. Comenta que los donantes suelen dar la espalda a lugares como este para favorecer a regiones más conocidas y bien conservadas, como la Amazonía. “A las ONG más pequeñas, como TMA, les cuesta mucho sobrevivir. Realmente admiro a TMA por eso”.

Dany Murillo sueña con completar el corredor y poder caminar por él de un extremo al otro algún día. “Sé que me tomará días”, dice, “pero estaré contento”.

Cuenta que este sueño parece posible gracias a los cambios y éxitos que ha visto y de los que ha participado durante la última década. Fue testigo directo de cómo las personas agricultoras se sumaban a la plantación de árboles y de lo rápido que un pastizal puede empezar a parecer de nuevo un bosque, y devolver así la vida a la tierra.

Fruto del cacao cosechado junto al sendero hacia PDP. La parte blanca de la fruta es un aperitivo agridulce. Foto: Liz Kimbrough.

La recuperación del bosque

En el camino de Camarones a la Reserva Jama-Coaque, Toth indica: “Este es el bosque que plantamos”.

Hace diez años, esto era un pastizal, hasta que TMA plantó unos 15 000 árboles. Todavía estaban descubriendo cómo reforestar, de modo que cerca de la mitad de aquellos árboles no prosperaron. Sin embargo, miles de otros crecieron independientemente: sus semillas se depositaban en los excrementos de aves y mamíferos que visitaban este nuevo hábitat.

En las últimas décadas, TMA ha estado experimentando con algunos métodos de reforestación para decidir cuál es el más eficaz. Entre ellos se encuentran plantar árboles activamente, dejar que los bosques crezcan por su cuenta (una técnica llamada “regeneración natural”) y simplemente plantar algunos árboles o grupos de árboles y dejar que la naturaleza se encargue del resto.

Dany Murillo y Jerry Toth de pie en un bosque que ayudaron a plantar hace diez años. Foto: Liz Kimbrough.

TMA registra cada árbol que planta y mide el crecimiento (biomasa) de un conjunto de esos árboles para estimar cuánto dióxido de carbono captura el bosque. Hasta el momento, hay reforestadas cerca de 149 hectáreas de terreno, y hay planes de que esta cantidad se incremente en los próximos años.

“El trabajo de TMA nos ha impresionado mucho dada su óptica holística de la conservación y la restauración, así como su enfoque riguroso hacia la cuantificación de los resultados de su trabajo”, le dice a Mongabay Leland Werden, ecologista de restauración de Crowther Lab en ETH Zürich, en Suiza. TMA ahora está trabajando con Crowther Lab en el marco de un estudio mundial más amplio sobre métodos de reforestación.

Pastos para el ganado vacuno convertidos en bosque en zona adyacente a la Reserva Jama-Coaque entre 2013-2018. Foto: TMA.

Cultivar cacao a la sombra de otros árboles también forma parte de la labor de reforestación y representa cerca de 31 hectáreas del bosque.

“La agrosilvicultura del cacao es un método muy válido y complementario [para la reforestación]”, explica Xavier Haro-Carrión, profesor adjunto de Macalester College en Minnesota, que estudia los bosques de la región. “Las pruebas apuntan a que los sistemas agroforestales pueden ayudar a conservar componentes importantes de la biodiversidad original de un lugar (…) [y] ayudar a mejorar la conectividad forestal”.

Resiliencia a largo plazo

Con los programas de cacao y reforestación en curso, Carla Rizzo, gerente general de TMA, dice que está entusiasmada por sus nuevos programas para la comunidad. Estos incluyen una serie de talleres para diseñar y construir un parque infantil en Camarones con la ayuda de profesionales de la arquitectura de renombre, provenientes de Quito.

Veintiún mujeres, niñas y niños acudieron a la primera reunión de diseño, dijo Rizzo, una amplia convocatoria para un pueblo de apenas 217 habitantes. A lo largo de los talleres, las lugareñas comentaron que, además de espacios seguros y bonitos para que jueguen las niñas y niños, necesitaban lugares cómodos para que las personas adultas pasen tiempo juntas. Quieren que este lugar sea un refugio para mujeres y menores, a salvo de los carteles, la violencia, el alcoholismo y las agresiones sexuales que amenazan a esta y a muchas otras comunidades.

La comunidad y el equipo de arquitectura mantuvieron largas charlas sobre lo que sería una “arquitectura segura”, dice Rizzo, y están trabajando para incorporar tantas de las ideas de las mujeres como se pueda. Los talleres futuros se centrarán en el diseño y la construcción, la logística y las finanzas, y los planes de TMA para involucrar a la comunidad en cada etapa.

Integrantes de la comunidad se suman a TMA y al equipo de arquitectura para diseñar un parque infantil y lugar de reunión. Foto: cortesía de Carla Rizzo.

“La Reserva [Jama-Coaque] y el corredor de los capuchinos no nos pertenecerán por siempre”, dice Rizzo. “En este momento, somos los guardianes de este lugar (…) pero nuestra misión mayor es que la comunidad local sea la guardiana. (…) Noto que algunos niños y niñas son muy conscientes. Sí que se preocupan por este lugar”.

Clark, el botánico, dice que ha observado a las organizaciones de conservación trabajar en la región por 30 años, y tener buenas relaciones con las comunidades es la clave del éxito. “Lo que sé sobre TMA es que tienen una buena relación con sus vecinos, y creo que eso probablemente tenga más peso a la larga que cualquier otra cosa”.

Integrantes de la comunidad de Camarones muestran algunos camarones de agua dulce que cosecharon río abajo de la reserva. Foto: Liz Kimbrough.

Velitas

De nuevo en la RJC, junto a una cascada que desemboca en el claro y fresco arroyo, se mira cómo una familia de Camarones camina sin prisa río arriba, cargada de los crustáceos homónimos del pueblo en una pequeña red. Es la cena para esta noche, dicen, sosteniendo unos cuantos kilos de camarones recién pescados. Este bosque pertenece a todos, dice Toth.

“A veces, me siento aquí y pienso que proteger sólo esta reserva es suficiente”, cuenta. “Pero luego pienso en el corredor completo y me imagino todos los lugares como este que podemos proteger, y sé que tenemos que seguir. Estas parcelas de bosque son como velitas en la noche”, dice. “No podemos dejar que se apaguen”.

*Imagen principal: Una cría de mono aullador en la Reserva de Jama-Coaque, cortesía de Scott Trageser.

Artículo original: https://news.mongabay.com/2023/09/can-agroforestry-chocolate-help-save-the-worlds-most-endangered-rainforest/

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