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Brasil: la supervivencia de los indígenas venezolanos Warao que hoy están refugiados en Belém

  • Se estima que 700 indígenas del pueblo Warao, originarios del Delta del Río Orinoco, ahora viven en la capital del estado de Pará, en Brasil; han buscado refugio en la ciudad después de sufrir los impactos de la crisis económica en Venezuela.
  • En Belém, los Warao habitan viviendas precarias, tienen dificultades de comunicación y sufren prejuicios en la búsqueda de empleo; sin acceso a los recursos naturales, la mayoría pide dinero en las calles para sobrevivir.
  • En 2023, se firmó en tiempo récord una ley sobre políticas migratorias en Belém, creada con la participación activa de los Warao; la ciudad es la única en Brasil con legislación que protege las especificidades de quienes son refugiados indígenas.

Los indígenas Warao, originarios del Delta del Río Orinoco en Venezuela, vivían de la naturaleza, de la pesca y la agricultura. Sin embargo, en los últimos años, como todos los venezolanos, han sufrido directamente los impactos de la crisis económica dependiente del precio del petróleo, además del embargo por parte de Estados Unidos. Sufriendo de miseria y hambre, miles de Warao emigraron a Brasil en busca de refugio y mejores condiciones de vida. Belém do Pará fue uno de los principales destinos.

Johnny Riva, de 41 años, es uno de ellos. Vivía en Tucupita, ciudad a orillas del Orinoco, con su esposa, Mariluz Mariano, y tres hijos, hermanos, tíos y padre. En el camino hacia Belém, cruzando la frontera en Roraima, la familia recorrió unos 3600 kilómetros, entre ríos y carreteras. Ellos se encuentran entre los aproximadamente 6800 refugiados Warao que viven actualmente en Brasil, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

“Las mayores dificultades para nosotros eran la salud, la comida, el combustible para nuestro barco”, cuenta Johnny Riva. “Allí éramos pescadores y nos manteníamos vendiendo pescado, pero se hizo muy difícil. Lo llevábamos a la ciudad para venderlo, pero la gente ya no tenía dinero para comprar. Fue entonces cuando decidimos irnos, porque ya no funcionaba”.

Hoy en día, Johnny y su familia viven en Outeiro, al norte de la ciudad de Belém, en un pueblo urbano con viviendas precarias frente a la Bahía de Guajará. Los indígenas, sin embargo, no saben pescar en las aguas de Belém y les robaron su única canoa. “Nos donaron un barco, pero el dinero para el diésel no es suficiente”, se lamenta Johnny.

Johnny Riva, indígena Warao refugiado en Belém. Foto: João Paulo Guimarãe.
Casa donde vive Johnny Riva con su familia, en el distrito de Outeiro, al norte de Belém. Foto: João Paulo Guimarães.

Los Warao, tradicionalmente agricultores y pescadores, se alimentan de lo que siembran, cosechan y cocinan. Hacen su propio pan, cultivan yuca, calabaza, patata y pescado para su alimentación. En la capital del estado de Pará, el sustento diario es el pan que hacen en casa y el pescado, que se compra cuando queda dinero. Parte de sus ingresos provienen de la “recolecta”, que es como llaman el acto de pedir dinero en las calles. Mariluz, la esposa de Johnny, recibe aún la ayuda del programa de bienestar del gobierno de Brasil, Bolsa Família, ingreso que también se utiliza para alimentar a toda la familia.

La recolecta y la ayuda del gobierno son a menudo la única salida para una población que tiene que superar numerosos obstáculos para sobrevivir en la ciudad. Como si la falta de infraestructura adecuada y la escasez de recursos para satisfacer las necesidades básicas no fueran suficientes, también existe la barrera del idioma —el idioma y la cultura diferentes dificultan la integración y la comunicación con la sociedad local.

Además, los Warao se enfrentan a prejuicios y racismo impulsados por el discurso de odio y la xenofobia de la extrema derecha. Mariluz destaca la discriminación en el momento de la búsqueda de empleo: “Repartimos currículum en varias empresas, pero desde 2019 no hemos podido conseguir trabajo. Sólo promesas de trabajo en las entrevistas, pero la llamada nunca llega”. Cuenta que trabajó durante un año en una iglesia adventista que tenía un programa para inmigrantes venezolanos, pero tras un año y cuatro meses de servicio perdió su empleo.

Según Janaina Galvão, jefa de la oficina del ACNUR en Belém, “los principales desafíos para la población Warao son el acceso a políticas diferenciadas que aborden sus especificidades como pueblo indígena, como la salud, la educación y la generación de ingresos. Además, el acceso a la tierra y a una vivienda digna ha sido un obstáculo importante, aunque las comunidades indígenas de Belém y Ananindeua hayan dado pasos importantes en esta área con la compra colectiva de tierras”.

Indígenas Warao pidiendo dinero en las calles de Belém. Foto: João Paulo Guimarães.
El pescado que alguna vez pescaron los Warao en el río Orinoco ahora tienen que comprarlo en los mercados de Belém. Foto: João Paulo Guimarães.

Una ley sin precedentes

La llegada de los indígenas Warao a Belém puso de relieve una brecha en las políticas de refugiados. Aunque la ciudad es conocida por su hospitalidad y su historia de acogida de refugiados, la falta de un sistema coordinado para manejar este flujo migratorio específico ha expuesto a estas poblaciones a la vulnerabilidad.

La ACNUR estima que unos 700 Warao se concentran entre Belén y Ananindeua. En Pará hay registros de Warao viviendo en Santarém, Parauapebas, Marabá, Altamira, Itaituba, Salinópolis y Benevides. Datos recogidos con gobiernos locales muestran, sin embargo, que los números pueden variar más o menos dependiendo de la época del año, si se considera la intensa movilidad de este grupo étnico en el territorio.

La ausencia de estrategias conjuntas para hacer frente a los desafíos causados por estos movimientos migratorios llamó la atención de un grupo en Belém que logró avanzar la legislación municipal en una acción conjunta.

El concejal Fernando Carneiro, presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara, a través de un esfuerzo conjunto entre el Colegio de Abogados de Brasil (OAB, por su nombre en portugués) y ACNUR, logró la aprobación de la Ley No 9.897/2023 en un tiempo récord.

Indígenas Warao en el distrito Outeiro, en Belém. Foto: João Paulo Guimarães.
Bahía del Guajará, que baña el borde del distrito donde viven los Warao. Foto: João Paulo Guimarães.

La idea surgió durante una marcha en Belém en repudio al asesinato de Moïse Kabagambe, un refugiado congoleño asesinado en Río de Janeiro en 2022. En ese momento, Carneiro se reunió con Samuel Medeiros, abogado y presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales de la OAB, quien le sugirió a Carneiro la creación de una ley que trataría el tema de las políticas migratorias para Belém.

El concejal abrazó la idea, pero explicó que, de acuerdo con los estatutos del Ayuntamiento, había muchas limitaciones y que sería necesario pensar en un proyecto de ley que pudiera ser aprobado sin el riesgo de inconstitucionalidad y que trabajara en los lineamientos migratorios con la participación activa de parte de la comunidad Warao.

“Hemos estado diseñando los artículos de la ley con la ayuda de los Warao en varias audiencias de la OAB. Leímos los ítems uno a uno con la ayuda de un intérprete, y fueron opinando según sus necesidades”, explica Carneiro. “Después de que se redactó la ley, presentamos el proyecto y la ley fue aprobada en un tiempo récord. En un año, presentamos y fue sancionada. Para aquellos que conocen y siguen los procesos legislativos, saben que esto no es ni fácil ni común”.

La segunda etapa fue la creación del Comité Municipal para la Población Migrante, Apátrida, Solicitante de Refugio y Refugiada, creado el mismo día que la ley fue sancionada y presidido por el vicealcalde. El comité está compuesto por varios departamentos municipales, incluidos Educación, Ciudadanía y Derechos Humanos, Economía y Salud, y está representado por diez miembros de la sociedad civil.

“Hoy, con la legislación migratoria sancionada, podemos decir que Belém está en una etapa muy avanzada desde el punto de vista legislativo”, dice el abogado Samuel Medeiros. “Lo nuevo de Belém es que somos los únicos, hasta donde he podido investigar, que hemos creado dispositivos con el propósito de proteger las especificidades de quienes son refugiados indígenas”.

Artesanía Warao. Foto: João Paulo Guimarães.
Mariluz Garcia, residente de la comunidad Warao en Outeiro, Belém. Foto: João Paulo Guimarães.

* Imagen principal: Mariluz Garcia, residente de la comunidad Warao en Outeiro, Belém. Foto: João Paulo Guimarães.

Artículo original: https://brasil.mongabay.com/2023/09/a-jornada-de-sobrevivencia-dos-indigenas-venezuelanos-refugiados-em-belem/

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