Noticias ambientales

Perú: comunidades envenenadas por la minería en Cerro de Pasco exigen que se les atienda

  • Las comunidades de Cerro de Pasco, Perú, llevan décadas viviendo con la contaminación de la producción minera con graves consecuencias para la salud, que van desde enfermedades crónicas hasta enfermedades mortales.
  • Repetidas muestras ambientales han mostrado que los niveles de metales pesados sobrepasan en cientos de veces los límites de seguridad nacionales y de la Organización Mundial de la Salud; el estudio más reciente llevado a cabo por la ONG Source International revela niveles persistentemente altos de contaminación en el agua y el suelo de Cerro de Pasco.
  • Los niveles de coeficiente intelectual de los niños que viven en Cerro de Pasco se han visto afectados significativamente por la exposición a metales pesados.
  • Tanto el gobierno peruano como Volcan, la empresa minera que opera en Cerro de Pasco, han hecho entre poco y nada para remediar la contaminación y responder a las peticiones de ayuda de las comunidades.

El cráter a cielo abierto parece estar a punto de tragarse la ciudad entera. Casas de adobe con tejados de chapa ondulada se tambalean al borde del inmenso pozo minero Raúl Rojas, ahora recubierto con alambre de espino, que se extiende casi 2 kilómetros a lo largo y tiene 300 metros de profundidad. Este es el centro de Cerro de Pasco, una metrópoli en el centro de Perú, que se encuentra a una altura de más de 4300 metros sobre el nivel del mar.

Para los habitantes, lo que es más alarmante incluso que la misma mina que domina esta autoproclamada capital minera de Perú no es tan visible. Durante décadas, las 80 000 personas que residen en Cerro de Pasco han estado viviendo en lo que los expertos denominan uno de los lugares más contaminados del mundo, donde los niveles desorbitados de metales pesados han dañado la salud y el futuro de las personas. Sin embargo, la empresa minera continúa eludiendo su responsabilidad, mientras que las autoridades siguen en gran medida sin responder.

cerro de pasco
La mayoría de las actividades extractivas en el pozo minero Raúl Rojas se han parado, pero su legado todavía afecta profundamente a Cerro de Pasco. Imagen de Romi Castagnino.

Una historia envenenada

En febrero de 2022, un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) identificó a Cerro de Pasco como una de las cuatro “zonas de sacrificio” en América Latina y el Caribe; lo describe como una “inmensa mina a cielo abierto adyacente a una comunidad empobrecida expuesta a elevados niveles de metales pesados”.

Según el mismo informe, cada año la contaminación derivada de la minería mata, aproximadamente, a 9 millones de personas en el mundo. Los trabajadores mineros en particular tienden a tener esperanzas de vida más cortas, pero los metales pesados liberados al medio ambiente afectan a personas más allá de la industria.

En Perú, la minería representa alrededor del 10 % del Producto Interno Bruto (PIB), con las exportaciones mineras valoradas en 66 mil millones de dólares en 2022, o aproximadamente el 57 % del valor total de las exportaciones.

Cerro de Pasco ha sido explotado industrialmente desde principios del siglo XX, pero su historia minera se remonta al siglo XVII, cuando su abundancia de plata, zinc y plomo atrajo a buscadores de oro que la convirtieron en la segunda ciudad más grande de Perú, que en aquella época formaba parte del virreinato español. Galeones llenos de plata y oro de sus montañas llegaron a Europa. Para los años cincuenta, la mayoría de las minas subterráneas a pequeña escala diseminadas por debajo de la ciudad fueron reemplazadas por grandes minas a cielo abierto, incluida la mina Raúl Rojas.

La mina fue comprada en 1999 por Volcan Compañía Minera S.A.A., el mayor productor de zinc y plata de Perú, que adquirió la empresa minera Paragsha de la estatal Centromín Perú; ahora tiene siete unidades mineras, siete plantas concentradoras y una planta de lixiviación en Cerro de Pasco. Volcan, cuyo mayor accionista es el operador de materias primas suizo Glencore, presentó en junio un total de 1,9 mil millones de dólares en activos y un valor neto de 366,5 millones de dólares, Glencore Perú tiene una participación del 23 % en Volcan.

En 2013, la extracción se suspendió en Raúl Rojas, y en 2018 se reinició parte de la actividad en su lado sur.

Desde 2009, la ONG Source International analiza muestras ambientales de Cerro de Pasco, que miden la contaminación del agua y el suelo en los barrios de Paragsha y Champamarca. También ha estado tomando muestras del río Ragra, una fuente de agua para la ciudad y los lagos Quiulacocha y Yanamate, que ahora son, en efecto, balsas de estériles para residuos mineros. Su estudio más reciente, publicado en agosto, encontró concentraciones extremadamente altas de metales pesados como plomo, arsénico, mercurio y cadmio en el agua, el suelo y el aire, así como en la comida y en los espacios públicos que son usados principalmente por niños. Las concentraciones de todos estos elementos excedían el límite máximo de seguridad permitido por los estándares peruanos e internacionales.

Muchos de los metales pesados que afligen a Cerro de Pasco son conocidos por provocar cáncer y otras enfermedades. El envenenamiento por plomo, por ejemplo, puede provocar problemas de comportamiento y aprendizaje, sobre todo en niños, además de tener el potencial de provocar anemia, lesiones nerviosas, cerebrales y renales e infertilidad. Cuando se respira en altas dosis, el cadmio puede dañar los pulmones y puede ser mortal; el manganeso puede desencadenar enfermedades neurológicas similares al Parkinson.

Los ríos y arroyos que corren por la dura meseta de Cerro de Pasco, sobre todo aquellos cercanos a las plantas procesadoras, las zonas mineras o los emplazamientos de residuos, están altamente contaminados. Una muestra de agua del arroyo Quiulacocha, que recibe aguas residuales de la extracción minera en Paragsha, uno de los lugares más contaminados de la ciudad, tenía 3200 veces más cadmio que el límite máximo permitido en Perú.

El embalse de residuos Quiulococha a las afueras de Cerro de Pasco. Foto: Cristina Hara.

En el aire enrarecido por encima del límite de la vegetación arbórea en los Andes Centrales de Perú, una laguna de color naranja ilumina el paisaje. El embalse de residuos Quiulacocha, que en su día fue un lago antes de ser ahogado por el barro contaminado que rebosa de las minas, es una de varias lagunas contaminadas alrededor de la ciudad. Las ovejas beben de sus márgenes y el ganado se alimenta en los pastizales vecinos. Aquí los niveles de hierro, manganeso y zinc exceden los límites de seguridad determinados por el Banco Mundial y el gobierno peruano en 6 000, 200 y 197 veces, respectivamente.

La ubicación de Cerro de Pasco y las principales fuentes de agua afectadas por la minería. Información cortesía de Source International.

No hay un plan de cierre de la minería por responsabilidad medioambiental para los embalses de residuos aprobado por la autoridad competente, lo que significa que no pueden ser inspeccionados por el Ministerio de Ambiente de Perú, confirmó el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA). Según información de OEFA compartida con Mongabay, uno de los embalses está en riesgo de desbordamiento, lo cual podría expandir la contaminación.

En el río Ragra, los niveles de manganeso están 350 veces por encima de los límites nacionales; el hierro y el plomo están 13 y 3,8 veces por encima, respectivamente. Esa agua entra en la cuenca del río San Juan, que a su vez entra en el lago Junín, la segunda masa de agua interior más grande de Perú (después del lago Titicaca) y un ecosistema montañoso único para el zambullidor de Junín (Podiceps taczanowskii), una ave no voladora que es una especie endémica amenazada.

Una evaluación realizada en 2020 por el OEFA confirmó que el río Ragra estaba contaminado por metales pesados y desechos humanos, y dijo que un plan de recuperación para el río empezaría hacia finales de ese año; eso incluiría el cierre del depósito de aguas ácidas Yanamate, parcialmente responsable de la contaminación del río, aunque no especificaba cuando iba a tener lugar.

Según el OEFA, entre 2018 y 2023, Volcan recibió multas por un valor de unos 3,5 millones de soles (unos 910 000 dólares), principalmente por violaciones ambientales, exceder los límites de contaminación y no supervisar los planes correctivos.

Source International ha trabajado durante más de diez años en Cerro de Pasco, recolectando y analizando muestras de agua y tierra, que revelan niveles disparados de metales pesados, que a menudo provocan daños irreversibles a la salud de las personas. Aquí Laura Grassi de Source International está analizando el agua en la escuela primaria de Champamarca. “Esto no es agua potable”, dijo a Mongabay. Foto: Cristina Hara.

Source International encontró un total de 140 violaciones de concentraciones de metales pesados —115 de fuentes de agua y 25 de suelo— por encima de los límites nacionales permitidos, que ya de por sí son más indulgentes que las directrices de la Organización Mundial de la Salud. A lo largo de los 13 años de realizar monitoreos en el área, los resultados no han cambiado mucho.

“Estas cifras son sorprendentes ante la pasividad de las autoridades”, dijo a Mongabay Jaime Silva, subdirector de Centro Labor, una ONG de los derechos humanos en Cerro de Pasco. “Se prioriza la actividad minera nacional por encima de los derechos fundamentales de las personas”.

Sin ningún cambio a la vista

Hasta la fecha, la acción del gobierno para abordar la contaminación en Cerro de Pasco ha sido inconsistente. En 2011, Gloria Ramos Prudencio, nativa de la ciudad y legisladora nacional en ese momento, exigió la reubicación de la población, pero el traslado nunca tuvo lugar, y el mandato de Ramos Prudencio en el congreso acabó ese mismo año.

En septiembre de 2015, el Ministerio de Salud lanzó una campaña en Cerro de Pasco, envió pediatras especializados en neurología, endocrinología y oftalmología para tratar unos 40 niños del distrito Simón Bolívar.

En febrero de 2017, el ministerio recogió muestras de sangre de niños en las comunidades afectadas, que mostraron niveles de plomo por encima del límite de seguridad; para junio de 2017, se declaró un estado de emergencia en Cerro de Pasco. El ministro de salud también anunció planes para cerrar vertederos mineros y el lanzamiento de un plan de mitigación ambiental y de atención médica para monitorizar los niveles de metales pesados en los niños.

En marzo de 2018, el gobierno de Perú declaró otra emergencia sanitaria en los distritos más afectados de Simón Bolívar, Yanacancha y Chaupimarca y después envió doctores para monitorear los impactos de los metales pesados.

Los campos deportivos adyacentes a la mina incrementan la exposición de los niños a metales pesados, que puede tener serias implicaciones en su desarrollo y niveles de coeficiente intelectual. Foto: Cristina Hara.

En diciembre de 2021, el presidente firmó un decreto para un plan multisectorial para ayudar a los peruanos que habían sido expuestos a metales pesados y otras sustancias tóxicas. Ahí se incluía a la población de Cerro de Pasco.

Aun así, en 2023, después de repetidos cambios de gobierno y debilitamiento institucional, todavía hay mucha ignorancia alrededor de la situación sanitaria de Cerro de Pasco, dijo el doctor Percy Herrera-Añasco, de la Dirección General de Intervenciones Estratégicas en Salud Pública del Ministerio de Salud. “No solo en el caso de los médicos… de todos los trabajadores en el ministerio de salud con respecto a metales pesados”, dijo en un foro en Lima en agosto sobre la situación en Cerro de Pasco. “No es que no haya dinero, es que no está siendo gastado adecuadamente”.

Ni Volcan ni Glencore respondieron a repetidas solicitudes de comentarios por parte de Mongabay. Previamente las empresas han culpado de la contaminación en la zona a antiguas operaciones mineras.

“Vida sí, plomo no”

En Cerro de Pasco, bajo el lema “Vida sí, plomo no”, el arte callejero es un recordatorio constante de los peligros invisibles. Lourdes Mendoza, de 40 años y con tres hijos de 19, 12 y 8 años, respectivamente, ha sido testigo de primera mano de sus devastadores efectos para la salud.

Su hijo mediano, Noah Benjamín, ha estado gravemente enfermo durante casi toda su vida. Ha perdido un ojo, debido al retinoblastoma, un cáncer del ojo que padeció cuándo tenía solo dos años.

El arte callejero de Cerro de Pasco es un recordatorio constante de la contaminación a la que la comunidad lleva décadas haciendo frente. Imagen de Cristina Hara.

“Luego padeció hemorragias nasales constantes cuándo tenía seis o siete años. Podían durar horas, no podíamos pararlas”, dijo Mendoza a Mongabay en un pequeño apartamento de planta baja donde vive con sus hijos.

Según los expertos, las hemorragias nasales crónicas, o epistaxis, son una señal característica de la exposición al plomo, una afección común entre los niños del lugar. Noah Benjamín también sufre de náuseas, diarrea, dolores de cabeza y desvanecimientos.

Lourdes Mendoza, oriunda de Cerro de Pasco, ha visto de primera mano los efectos para la salud de la mina. Su hijo mediano, que ahora tiene 12 años, lleva sufriendo las consecuencias de la contaminación por metales pesados casi toda su vida. Los médicos en Lima han dicho a Lourdes que no hay cura. Foto: Cristina Hara.

Mendoza, hija de un minero, nació en la comunidad minera cercana de Paragsha. Recuerda que cuando era una niña hacía bolas con los residuos mineros para jugar con ellos. Su padre, Amador, que ya falleció, sufrió de silicosis como consecuencia de su trabajo, lo que le obligó a jubilarse de manera anticipada.

Mongabay se encontró con Mendoza cuando volvía de hacer el turno de noche limpiando el almacén de Volcan. Madre soltera, vive en un edificio de la empresa, donde no tiene que pagar por la electricidad y que le permite mantener a sus hijos con un salario de solo 1200 soles (314 dólares) al mes.

Dice que solía llevar a su hijo a Lima para que recibiese tratamiento médico, pero encontró que los médicos eran insensibles; en vez de ofrecer algún tratamiento, la culpaban de la condición de su hijo porque vivía en Cerro de Pasco.

Según Mendoza, las autoridades peruanas en su mayor parte se han olvidado de Cerro de Pasco. La contaminación por metales pesados sigue siendo extremadamente alta para los niños locales, que los condena a una vida con pocas oportunidades o incluso a vidas más cortas. Mendoza quiere justicia para sus hijos. Foto: Cristina Hara.

“El doctor me dijo que lo único que yo podía darle a mi hijo era calidad de vida porque se va a morir. ¡Como si estuviese preparada para dejarlo morir!”, dijo a Mongabay. “El estado ha sido tan cruel al abandonarnos que no descansaré hasta que se haga justicia”, lloró Mendoza.

La minería pasa factura a los jóvenes

“Poco o nada se ha hecho”, dijo Carolina Caqui Calixto, concejala de la región de Pasco. “Así lo demuestra la cantidad de niños contaminados que tenemos en nuestra región debido a la pasividad y tolerancia de las autoridades que no han exigido que la empresa minera asuma su papel de responsabilidad social”, dijo a Mongabay. “Es urgente que el gobierno central asuma la responsabilidad porque está afectando la vida y la salud de nuestros hijos”.

Estefen Hidalgo, de 30 años, alcalde de Paragsha, uno de los puntos críticos de contaminación de la ciudad, dijo que sentía “una gran tristeza” por las conclusiones del último informe de Source International. “¿Qué hago como padre para proteger a mis hijos?”, dijo, “Nadie está en contra de la economía, pero [la minería] tiene que hacerse de manera responsable”.

La exposición a altos niveles de metales tóxicos como el plomo y el mercurio, sobre todo durante los tres primeros años de vida, puede provocar un retraso en el desarrollo del cerebro, reducir las habilidades motrices y disminuir los conocimientos lingüísticos y sociales. Padres en Cerro de Pasco están acostumbrados a detectar las señales reveladoras, como la presencia de líneas blancas en las uñas de sus hijos. El informe de Source International mostraba que las muestras de pelo de 82 niños en Paragsha, de entre 5 y 14 años, tenían niveles de plomo 43 veces superiores a los niveles máximos aceptables para niños. Los niveles de hierro y aluminio eran cuatro veces más altos, mientras que los valores de manganeso estaban siete veces por encima del límite aceptable.

Niños en Cerro de Pasco juegan cada día justo al lado del gigantesco pozo minero que se ha apoderado de la ciudad. Foto: Cristina Hara.

El estudio también encontró que el coeficiente intelectual de los niños en Paragsha era de una media de 82,5, un nivel en sí mismo muy bajo, y 12,3 puntos más bajo que el de los niños en Carhuamayo, una ciudad montañosa a 43 kilómetros de Cerro de Pasco en la que no hay minería.

Un estudio previo concluyó que las “actividades mineras de Cerro de Pasco constituían una amenaza constante para el medio ambiente y para la salud de los niños que viven cerca de la mina”, y que estas actividades estaban “asociadas con un riesgo hasta 15 veces mayor de desarrollar varios problemas de salud”.

“[Estos] niños nunca tendrán autonomía y nunca se sentirán realizados profesionalmente, y las autoridades no han hecho nada”, dijo Laura Grassi, científica medioambiental y jefa de proyecto de Source International, durante la presentación del estudio de la ONG en Cerro de Pasco en agosto de 2023.

“Están condenando a toda una generación a no ser capaces de alcanzar [su potencial]”, dijo a los miembros de la comunidad local durante la presentación, a la que no asistió ninguna autoridad local.

Oportunidades limitadas

“Esto no es agua potable”, exclamó Grassi, que señalaba partículas en el agua del grifo en una escuela primaria en Champamarca, un barrio periférico de Cerro de Pasco, al lado de una pila como una montaña de residuos mineros, ahora cubiertos en su mayor parte por láminas de plástico.

La pequeña escuela, pintada de azul y rosa, solo tiene 48 estudiantes. La directora Herminia Villanueva, de 62 años, vertió el agua del grifo de cubo en cubo, dejó que el sedimento se asentase; luego mezcló un poco de lejía y lo puso en otro envase para que los niños lo usasen para lavarse las manos.

Villanueva dijo que las capacidades cognitivas de los niños han mejorado gracias a una mejor higiene y uso del agua. “Hace años a los niños les costaba más aprender, aprendían algo y al día siguiente lo habían olvidado”, dijo Villanueva, que lleva 30 años dando clases aquí.

El sedimento en el agua del grifo en la escuela primaria de Champamarca la hace inadecuada para el consumo humano. Foto: Cristina Hara.

Villanueva dijo que los padres y los profesores son también más conscientes acerca de una mejor higiene y filtración del agua, e insiste en que los niños beban agua embotellada potable tanto dentro como fuera de la escuela.

La escuela primaria de Champamarca usa un sistema de filtrado improvisado para el agua del gripo no potable; los niños usan esta agua para lavar las manos. Foto: Cristina Hara.

Sin embargo, parece que poco puede cambiar el lugar donde crecen los niños de Cerro de Pasco. Granos en polvo de plomo y otros metales se desprenden de los montones de residuos y se mezclan con la tierra que forma los campos deportivos locales. Aquí los niños de todas las edades juegan al futbol todos los días y respiran el polvo mortal mientras corren detrás del balón.

Las canchas de voleibol y de futbol en el parque recreativo José Carlos Mariátegui de la ciudad tenían 33 veces más plomo, 30 veces más cadmio, 10 veces más arsénico y dos veces más mercurio que un patio de escuela en Carhuamoyo, según un estudio de 2022 de Source International.

Los otros cuatro parques infantiles analizados tenían niveles de metales pesados que excedían los límites de seguridad peruanos, lo que representa un “grave riesgo a la salud humana”, según el informe.

“Estos datos son realmente aterradores porque son lugares a los que los niños no deberían de tener acceso”, dijo Grassi en la presentación del informe en Cerro de Pasco.

Las autoridades han sido inconsistentes a la hora de tomar medidas para proteger la salud de las comunidades en Cerro de Pasco, sin ningún plan decisivo sobre la mesa. Foto: Cristina Hara.

“Vemos a niños que juegan en estos parques, así que, ¿saben los habitantes de Cerro [de Pasco] lo que sucede? ¿Está el Estado protegiendo a sus ciudadanos o está protegiendo los intereses vinculados a las multinacionales?”, dijo Grassi.

“El estado no informa de lo que está sucediendo, no tienen políticas de acción, prevención y comunicación. Y a la gente se le está acabando el tiempo”.

Referencias:

Piñeiro, X. F., Ave, M. T., Mallah, N., Caamaño-Isorna, F., Jiménez, A. N., Vieira, D. N., … Muñoz-Barús, J. I. (2021). Heavy metal contamination in Peru: Implications on children’s health. Scientific Reports11(1). doi:10.1038/s41598-021-02163-9

* Imagen principal: La mina de Raúl Rojas se extiende casi 2 kilómetros de largo y tiene 300 metros de profundidad y domina el centro de Cerro de Pasco. Imagen de Romi Castagnino.

Artículo original: https://news.mongabay.com/2023/11/poisoned-for-decades-by-a-peruvian-mine-communities-say-they-feel-forgotten/

———

Videos | Yaku Raymi: el ritual quechua para salvar un nevado

Si quieres conocer más sobre la situación ambiental en Latinoamérica, puedes revisar nuestra colección de artículos aquí.

YouTube video player

Facebook | A estas personas las desaparecieron por defender el ambiente y el territorio en México

Si quieres estar al tanto de las mejores historias de Mongabay Latam, puedes suscribirte al boletín aquí o seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, LinkedIn, WhatsApp, Telegram, Spotify, TikTok y Flipboard

 

Salir de la versión móvil