Noticias ambientales

Etiopía: mujeres y la fe lideran esfuerzos para restaurar la biodiversidad

  • En Adís Abeba, aproximadamente el 35 % de la madera para combustible utilizada en los hogares (en su mayoría, eucalipto) se extrae de manera sistemática de las montañas Entoto, en las afueras de la ciudad.
  • Históricamente, Etiopía plantaba grandes extensiones con eucaliptos de rápido crecimiento, una especie no nativa, para cubrir la demanda de madera para combustible. Pero el gran consumo de agua de estos árboles tuvo un impacto destructivo en la tierra.

ENTOTO, Etiopía – En una casa minúscula, no lejos de la embajada estadounidense en Adís Abeba, Aragash Boka, de ochenta años, por fin descansa después de un día largo de trabajo acarreando una carga extraña y pesada. Boka vive y trabaja en un rincón del mundo donde, en su mayor parte, la madera para combustible ha sido importante para la vida diaria durante siglos.

Etiopía es un remolino de cultura y humanidad, comenzando por el hecho de que alberga tres de las cosas que los seres humanos más valoran: fe, fuego y café. En un día cualquiera, Boka es una de los miles de mujeres que caminan desde la parte inferior de los valles periféricos de su ciudad hasta el costado de las montañas Entoto para ganarse la vida recogiendo madera para combustible.

Lee más | Fracking en Bolivia: comunidades indígenas y reserva natural en peligro

Las mujeres recorren hasta 16 km en busca de madera, corteza, ramas, hojas secas de eucaliptos (Eucalyptus globulus) y las llevan en sus espaldas para venderlas como madera para combustible (leña y carbón) en el mercado. El ingreso promedio varía entre $1 y $3 por día.

Aragash Boka, 80, used to carry fuelwood now she packs twigs, leaves and bark in bags to sell as stove fire-starter. Photo by Christopher Lett/Mongabay.
Aragash Boka, 80, solía acarrear madera desde el bosque Entoto, pero ahora empaqueta ramitas, hojas y corteza en bolsas para vender como iniciador de fuego de cocina. Foto: Christopher Lett/Mongabay.

Desde la introducción y plantación inicial de eucaliptos en esta zona, a principios de 1900, hasta el establecimiento de arboledas extensas plantadas antes de 1970, cada parte del árbol se cosecha, principalmente, para combustible o para construcción. Aunque el árbol no es endémico de África, se adaptó tan bien en su corta historia a los climas variables de Etiopía que estableció una colonia propia dentro de la economía y ecología de todo el país.

Los recolectores de madera para combustible de Entoto, como Boka, se encuentran hoy atrapados en el medio: son los causantes y a la vez las víctimas del daño ambiental generado por una planta tan esencial para ellos. Con solo el 2 % de bosques nativos que quedan en el país, la dependencia del eucalipto es clave para casi el 90 % de las casas que aún utilizan la madera como medio principal para cocinar, limpiar y calentar la vivienda.

Larga historia

Generaciones de mujeres han transportado madera desde el monte Entoto para alimentar las cocinas de Adís Abeba, Etiopía. Foto: Christopher Lett/Mongabay.

La importancia de Entoto atraviesa tres siglos y está muy relacionada con el papel integral de los bosques en la sociedad humana. Después de que el emperador Menelik II y su esposa, Taytu Betul, llegaron al trono en la década de 1880, se establecieron en la zona y la nombraron capital de Etiopía por un tiempo.

El establecimiento de una capital permanente fue considerado un movimiento inusual porque, antes del reinado de Menelik II, la sede del poder se trasladaba de bosque en bosque en busca de recursos naturales, en especial de madera para combustible.

Menelik II y Taytu Betul son reconocidos por haber guiado el ejército etíope a la victoria contra Italia en 1896, incluida la batalla de Adua. La victoria consolidó a Etiopía como una espina en el costado de los poderes colonizadores europeos, que peleaban por el control en África.

A petición de la emperatriz Betul, con el tiempo, la capital se trasladó de Entoto a la actual Adís Abeba, pero se mantuvo la conexión con el bosque. Aunque los historiadores discuten sobre la línea temporal de los sucesos, las razones principales para el traslado eran simples: fuego y agua.

Cubrir las necesidades básicas, como madera para combustible, para un ejército de casi 100 000 hombres y para sus familias era un desafío abrumador. La necesidad de madera para combustible era clara, y los valles inferiores de Adís Abeba eran más acogedores que las montañas azotadas por el viento en Entoto; incluso tenían fuentes termales que la emperatriz frecuentaba.

While fuel is one main reason for the proliferation of the fast-growing eucalyptus, it is also used in building construction often as scaffolding. Photo by Christopher Lett/Mongabay.
Si bien el combustible es una razón importante de la proliferación de los eucaliptos de rápido crecimiento, también se los utiliza para la construcción, a menudo como andamios. Foto: Christopher Lett/Mongabay.

Pero el traslado fue costoso para el ecosistema de Acacia-Commiphora de Adís Abeba, que ofrecía una fuente regular de agua, pero cuyos bosques dispersos producían madera para combustible limitada. Según los historiadores, el emperador Menelik II era muy consciente de la necesidad de forestación y de conservación de la madera cuando se trataba de mantener grandes asentamientos permanentes de personas.

Varias especies de árboles no nativos ayudaron en los esfuerzos del emperador por forestar la zona. Una de estas fue el eucalipto, que se convirtió en un claro favorito.




La historia en 1 minuto: Yanayacu: el pueblo amazónico de la pesca milagrosa. Video: Mongabay Latam.

La plantación artificial de bosques de eucalipto en tierras no forestales, cerca de Adís Abeba, ha tenido desde entonces un impacto duradero. Los árboles cubren las montañas y valles de Entoto donde, cien años atrás, solo crecían unas arboledas nativas dispersas por la sabana. Las misiones europeas de la época afirmaron que las nuevas arboledas de eucaliptos dentro de Adís Abeba y alrededores transformaron la zona de un lugar “sin árboles” a la “Ciudad de los Eucaliptos”. Esa transformación sucedió porque el eucalipto australiano crece mucho más rápido que los árboles originarios, y eso parecía ser la solución necesaria para el imperio creciente.

Una persona que carga madera se toma un descanso en un camino hacia el monte Entoto. Foto: Christopher Lett/Mongabay.

El fuego continúa ardiendo

Mientras Boka, la recolectora de madera para combustible, recoge paquetes de ramas, comenta con calma cómo fue que dejó de acarrear madera y ahora se conforma con cargas más ligeras de ramitas de eucalipto y hojas caídas.

En busca de un ingreso sustentable, las mujeres más jóvenes pasan junto a ella con una especie de uniforme: sandalias de plástico, falda larga reforzada con tiras de tela atadas a la cintura y una bufanda envuelta en la cabeza. Una vez que acuerdan un buen lugar para trabajar, se adentran más en el bosque para recolectar madera. Parecen enanas cuando desaparecen entre la arboleda encantada de eucaliptos, que se yerguen delgados y altos a unos sesenta metros del piso (casi doscientos pies). Una mujer se queda para llevar a cabo la importante tarea de quitarles la corteza a las ramas para transformarlas en una especie de cuerda que se utilizará para atar la madera, la corteza y las ramas que se recolecten.

Aproximadamente el 90 % de la mano de obra en este negocio agotador de transportar madera son mujeres. Foto: Christopher Lett/Mongabay.

Cada una de las mujeres reaparece con los brazos llenos; luego, regresa velozmente al bosque mientras varias pilas comienzan a formarse. Finalmente, la transportadora ata el cóctel inflamable de restos de bosque, de unos 90 kg de peso. Las demás la ayudan a subirlo a su espalda para el viaje montaña abajo hasta el mercado.

La madera es su única fuente de sustento.

“Solía transportar madera, pero se volvió demasiado pesada con la edad —explica Boka mientras coloca una brazada de hojas y ramitas de eucalipto dentro de una bolsa arpillera. Enviudó recientemente y se queja del trabajo manual—: Si tuviera hijos, ¡no tendría que hacer esto!”.

El conjunto de mujeres que transportan madera para combustible y que se mueven a lo largo de las montañas Entoto tiene la misma historia de trabajo duro. Cada una habla sobre tener que soportar algún tipo de dolor físico para evitar la angustia emocional de la otra alternativa: ver que sus hijos tengan hambre. Algunas llevan madera a tiempo completo, y otras solo lo hacen por un tiempo.

Lee más | Jaguares: se eleva nivel de protección para la especie emblemática de América

“Mi esposo no siempre puede trabajar, así que a veces únicamente yo puedo mantener a mis hijos[…]Y no tengo otra manera más que esta”, afirma una mujer que no quiere hacer pública su identidad. Señala el paquete grueso que apoyó sobre una pequeña pasarela en el bosque.

El trabajo puede ser peligroso. Boka muestra una sonrisa ocurrente mientras cuenta historias desgarradoras de cuando era joven y lo suficientemente fuerte como para cargar madera como sus compañeras. Sus tobillos gruesos y musculosos y las palmas ásperas son pruebas de que anduvo por esos terrenos durante décadas. En lugares como Adís Abeba, una estimación de 1999 descubrió que un cuarto de los ingresos de los habitantes se destinaba a comprar madera para combustible y carbón. En las dos décadas siguientes, la población y la demanda de madera para combustible aumentaron. A la par de ese aumento, también aumentó la demanda por el servicio que brindan Boka y miles de mujeres como ella.

¿Por qué el eucalipto es tan destructivo?

Se instalaron muros de contención en zonas alrededor del monte Entoto en un intento por detener la erosión causada por las extensas plantaciones de eucaliptos Foto: Christopher Lett/Mongabay.

En lo más profundo de las montañas rocosas y valles de Entoto, el paisaje está salpicado de obsidiana antigua. De color negro brilloso y afilada al tacto, este vidrio volcánico de millones de años está por todas partes en la ladera; emerge de la tierra junto con las raíces de los eucaliptos plantados en grupos décadas atrás. Estos árboles son la especie predominante en la zona y, en la actualidad, conforman la mayoría del combustible forestal disponible en la montaña, lo que le da a la plantación una apariencia monolítica.

A medida que la ladera se hace más empinada, el valle se abre en una fisura erosionada de dos o tres metros de ancho (entre seis y diez pies), que se mantiene estable en el medio a través de un muro de contención poco sofisticado, hecho con piedras envueltas en malla de alambre como si fuera una red llena de peces. Montaña abajo, existe un contraste fuerte de frondosas arboledas de eucaliptos hacia el este, que descienden hasta una arcilla oscura y polvorienta hacia la pendiente ascendente occidental, con refugios para pequeños retoños de acacias originarias (Acacia seyal) en el medio.

Un letrero de metal viejo y oxidado explica que la zona es un proyecto gubernamental de reforestación.

The primary reason for large plantations of Eucalyptus is for cooking. Here a woman makes a traditional non-alcoholic beer served at Islamic celebrations. Photo by Christopher Lett/Mongabay.
El uso principal de las grandes plantaciones de eucalipto es la cocina. Aquí una mujer prepara una cerveza tradicional sin alcohol, que se sirve en las celebraciones islámicas. Foto: Christopher Lett/Mongabay.

Debissa Lemessa, ecologista del paisaje y director del Instituto Etíope de Biodiversidad, confirma que existen continuos esfuerzos de replantación a lo largo del país, como el de Entoto. Él afirma que la proliferación del eucalipto se debe, en parte, a lo sediento que es el árbol. Sus raíces son notablemente eficientes para absorber el agua del suelo, con una raíz primaria que puede hundirse hasta cinco veces más profundo que la altura del árbol. Durante un tiempo, se plantaron en los humedales de Etiopía, ya que el suelo que dejaba era ideal para cultivo, según explica Lemessa.

Sin embargo, había una dificultad: la fertilidad del suelo no duró mucho y, en la actualidad, muchos de esos antiguos humedales son inhóspitos para todo, excepto para los eucaliptos.




La historia en 1 minuto: Operación jaguar: la carrera por proteger el hábitat del felino en México. Video: Mongabay Latam.

“Cambia la estructura del suelo[…]También deteriora el contenido de nutrientes y la humedad del suelo —explica Lemessa—. Entonces, una vez que se plantan eucaliptos en masa, eso significa que se pierde la fertilidad del suelo”.

Hoy en día, con una población en rápido crecimiento de más de cien millones de personas, la presión por quemar madera para obtener energía es enorme. Lemessa destaca la compensación económica del eucalipto en el mercado de la madera para combustible. El eucalipto, una madera fácil de reponer, crece diez veces más rápido que la mayoría de las especies arbóreas nativas. Cubre las necesidades de las personas del país africano más poblado sin salida al mar, donde uno de los gastos más altos de una casa es la madera para combustible. Quemar la madera de eucalipto también evita que los consumidores quemen lo que los investigadores llaman “deshechos de ganado” o estiércol seco de vaca, que puede emitir concentraciones más altas de toxinas cuando se le prende fuego.

Aragash Boka recoge ramitas, hojas y corteza y las empaqueta en bolsas para vender como iniciador de fuego de cocina. Boka gana, en promedio, el equivalente a $1,50 diarios por su trabajo. Foto: Christopher Lett/Mongabay.

Conexión forestal cultural

Una vez que Boka, la recolectora de madera para combustible, encuentra un buen lugar para barrer el suelo en busca de partes de árboles caídas, se aleja de la ruta hacia los bosques densos de las montañas Entoto, y los eucaliptos se cierran detrás de ella como una cortina. Las ramas altas y derechas de los árboles perforan el cielo lleno de niebla tóxica y empequeñecen su silueta mientras ella se agacha para recoger sus productos.

A pesar del trabajo agotador que Boka soporta, una sonrisa orgullosa se dibuja con facilidad en su rostro, y detalla varios encuentros de vida o muerte que tuvo mientras hacía su trabajo. Muchas de las mujeres que cargan madera enfrentan amenazas de la vida silvestre, y Boka no es una excepción. Cuenta que, una vez, la acosaron unas hienas mientras trabajaba, y logró salvarla un sacerdote ortodoxo etíope.

Aragash Boka, 80, used to carry fuelwood now she packs twigs, leaves and bark in bags to sell as stove fire-starter. Photo by Christopher Lett/Mongabay.
Boka solía transportar madera para combustible, pero ahora empaqueta ramitas, hojas y corteza en bolsas para vender como iniciador de fuego de cocina. Foto: Christopher Lett/Mongabay.

Sigue conmocionada por el encuentro, aún años después y, desde entonces, cambió la manera en que recoge su parte así como el lugar donde lo hace.

También tuvo varias caídas mientras trabajaba y perdió varios dientes en el proceso. Una vez estaba de camino al mercado con una carga de ramas sobre sus anchos hombros. Un camión que bajaba a toda velocidad por la colina golpeó la carga de 70 kg y la derribó montaña abajo. Cada diente que le falta es un recuerdo desagradable de los tumbos que dio en nombre de la supervivencia.

Hoy en día la carga es un poco más ligera, ya que ella no carga más paquetes grandes de madera para combustible. En su lugar, lleva yesca o combustible para encender fuego, en forma de corteza, hojas y ramitas. Eso significa que gana menos dinero que cuando solía recoger trozos de madera más grandes.

Lee más | Colombia: campesinos del sur del Huila instalan cámaras trampa y registran osos, dantas y pumas

Cuando las ramitas de Boka llegan al mercado, se venden para calentar cafeteras y para encender hornos que cocinan el plato típico de Etiopía: injera, un crepe ligeramente fermentado que se utiliza para mojar en platos de sopa y de verduras condimentadas. En Adís Abeba, alrededor del 35 % del combustible para las casas es provisto por mujeres como Boka.

Los eucaliptos se han cultivado durante casi cuarenta años a lo largo de Etiopía, y Entoto alberga algunas de las arboledas más antiguas del país. Pero el bioservicio de torre de agua que una cadena montañosa como Entoto suele ofrecer ha quedado drásticamente reducido en la zona, y los científicos apuntan a la gran cantidad de eucaliptos plantados en el área como el principal factor contribuyente.




La historia en 1 minuto: Así salvaron de la extinción a un ave endémica de Ecuador. Video: Mongabay Latam.

Es por eso que Tibebwa Selassie Heckett, una autoproclamada “sanadora de la Tierra”, ha pasado veinte años trabajando para repoblar Etiopía con sus especies arbóreas nativas y endémicas. Su silueta alta y atlética ocupa el asiento del conductor en su camioneta Toyota verde mientras conduce por la sabana al sur de Adís Abeba, que protege el Gran Valle del Rift.

Habla con la seguridad de un médico que diagnostica el problema y prescribe la receta de una sola vez. Así sucede cuando habla del desequilibrio que los ecosistemas de Etiopía han soportado debido al uso disparejo de los recursos forestales. También reconoce el impacto adverso de las plantaciones de eucaliptos, que han convertido al suelo en tierra ácida, según afirma. Esto inhibe el crecimiento de matorrales, que es importante para la retención del suelo.

Una hermana con una misión

Tibebwa Selassie Heckett ha trabajado durante veinte años para organizar diversos grupos a lo largo de la región, preocupados por preservar la biodiversidad forestal. Foto: Christopher Lett/Mongabay.

Desde su mudanza de Irlanda a Etiopía, dos décadas atrás, Selassie Heckett se ha concentrado en la misión de plantar, por su cuenta, miles de árboles originarios a lo largo del país. Quiere ayudar a reconstruir los paisajes de bosque nativo devastados por el eucalipto, la sequía y la expansión urbana e industrial.

“Los elefantes solían pastar hasta Adís cuando tenían los bosques que a ellos les gustaban”, señala Selassie Heckett.

Lee más | Venezuela: la científica que estudia a los jaguares en medio de un conflicto armado

Sostiene que también quiere causar un impacto en la seguridad alimentaria, por lo que planta lo que ella denomina “árboles frutales con propósito”: especies originarias plantadas en tierras públicas, que brindan una fuente constante de nutrición para aquellos que lo necesitan.

Mucho de su trabajo en conservación y reforestación lo realiza junto con la iglesia ortodoxa etíope. Ella dice que el clero “está más abierto a mantener vivos los árboles”. La iglesia ortodoxa local es conocida por sus jardines de árboles majestuosos, aunque íntimos, afuera de cada iglesia, utilizados por feligreses y otros como lugares para la oración y la meditación. Eso le da a la iglesia una participación importante en la supervivencia de plantas nativas, incluidos los olivos (olea europaea ssp. africana), que abundan en los jardines por su relevancia en la Biblia.

Eucalyptus wood chopped bound and ready for sale at a roadside market in Addis Ababa. Photo by Christopher Lett/Mongabay.
Madera de eucalipto cortada, atada y lista para la venta en un mercado al costado del camino, en Adís Abeba. Foto: Christopher Lett/Mongabay.

“Plantar árboles es fácil, pero mantenerlos[…]Allí es donde está el desafío”, explica Selassie Heckett, una cristiana ortodoxa devota.

Su amor por reconstruir bosques en Etiopía evolucionó con el tiempo. En el 2003, organizó una comisión de líderes de la Iglesia y del Estado, incluido el presidente ya fallecido Girma Wolde-Giorgis, para restablecer el Día del Árbol como punto principal de reforestación. La fecha celebra la importancia de los árboles y fue establecida como día festivo por el emperador Haile Selassie I en 1955.

Heckett dice que comparte la visión de Wolde-Giorgis, un precursor en el movimiento moderno de biodiversidad del país, de tomar en cuenta el mensaje profético del emperador Selassie sobre el equilibrio creado por un bosque saludable. El líder visionario se concentró en el nexo de sustentabilidad y el vínculo inquebrantable entre la salud ecológica y la riqueza económica de un país. “La existencia o inexistencia de riqueza forestal en el país es uno de los factores más importantes que influyen en su desarrollo y progreso”, declaró el emperador durante la tercera celebración del Día del Árbol el 19 de julio de 1958.

Hacer frente al cambio climático

Vista de Adís Abeba, Etiopía, desde el monte Entoto. Foto: Christopher Lett/Mongabay.

Los intentos por esta clase de progreso son evidentes en el Instituto Etíope de Biodiversidad, conducido por el Gobierno, donde Lemessa y su equipo de investigadores exploran el país en busca de especies endémicas, raras y en peligro de extinción para protegerlas. Si bien sus metas incluyen la conservación de los recursos genéticos únicos, endémicos de los bosques de Etiopía, así como también la educación sobre la importancia de la biodiversidad, Lemessa tiene planes aún más grandes.

“El beneficio de este recurso natural, el bosque, trasciende las fronteras —señala él—. Cuando cultivamos una planta aquí, tiene un impacto positivo en Estados Unidos en términos de regulación climática[…]Y, como no se puede producir oxígeno para las personas en un laboratorio, ¡debemos conservar los bosques!”.

Aunque Lemessa bromea con cosas sobre su campo de trabajo, la labor que hacen él y su equipo es seria. El instituto de biodiversidad alberga una red de casi cuatro docenas de sitios en todo el país, que sirven como laboratorios, incubadoras dentro del hábitat y bancos de semillas para la protección y proliferación de especies de plantas originarias, claves para hacer frente al cambio climático. Estos esfuerzos tienen por objeto mantener la frágil amplitud ecológica que viene con la administración de una topografía que varía tanto como la de Etiopía.




La historia en 1 minuto: El biólogo colombiano que observa aves con exguerrilleros de las FARC. Video: Mongabay Latam.

Desde las profundidades del Gran Valle del Rift, a 126 m bajo el nivel del mar, hasta las elevaciones de las tierras altas a 4620 m, es fácil imaginar la magnitud del desafío que enfrenta Lemessa. Selassie Heckett está de acuerdo en que es una batalla difícil.

Los intereses de Selassie Heckett, una mujer dedicada a evitar más experimentos de forestación como Entoto, y de Boka, una mujer que depende de que ese mismo modelo continúe para poder sobrevivir, pueden parecer opuestos. Sin embargo, están conectados por la fe y por su dependencia en la fortaleza de los diversos paisajes de Etiopía. Al preguntarles cuál es la parte más dura del trabajo que hacen, responden lo mismo: “La vida”.

*Imagen principal: el uso principal de las grandes plantaciones de eucalipto es la cocina. Aquí una mujer prepara una cerveza tradicional sin alcohol, que se sirve en las celebraciones islámicas. Foto: Christopher Lett/Mongabay.

Christopher Lett es fotógrafo y fue productor e investigador para CNN. En 2018-2019 obtuvo la beca Ted Scripps en Periodismo Ambiental en la Universidad de Colorado en Boulder. Puedes encontrarlo en Twitter en @kolmec.

Videos Mongabay Latam | Historia positivas de conservación



Conoce más sobre exitosas e innovadores estrategias de conservación a lo largo de América Latina.

Si quieres conocer más sobre las más destacadas estrategias de conservación en Latinoamérica, puedes revisar nuestra colección de artículos. Y si quieres estar al tanto de las mejores historias de Mongabay Latam, puedes suscribirte al boletín aquí o seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

Referencias:

1.) Menelik and the Foundation of Addis Ababa
Author(s): Richard Pankhurst
Source: The Journal of African History, Vol. 2, No. 1 (1961), pp. 103-117 Published by: Cambridge University Press

2.) Women Fuelwood Carriers and the Supply of Household Energy in Addis Ababa Author(s): Fekerte Haile
Source: Canadian Journal of African Studies / Revue Canadienne des Études Africaines, Vol. 23, No. 3 (1989), pp. 442-451

3.) A Spatio-Temporal Analysis of Deforestation in Ethiopia: With Particular Reference to the Environs of Addis Ababa
Author(s): Mekete Belachew
Source: Journal of Ethiopian Studies, Vol. 32, No. 1 (June 1999), pp. 89-131

Artículo original publicado por Mongabay.com el 20 de marzo de 2019.

Salir de la versión móvil