- Los pueblos guaraníes en Bolivia se han declarado en estado de emergencia contra el proyecto estatal de fracking en el corazón del Chaco.
- La escasez de agua es el principal problema que enfrentan las 10 comunidades indígenas presentes en la zona. Allí está la Reserva Municipal Histórica y de Vida Silvestre “Héroes del Chaco”.
*Este artículo es una colaboración periodística entre Mongabay Latam y el diario Página Siete de Bolivia.
El Gobierno boliviano de transición retomará los estudios de fracking en Miraflores, área situada entre el Chaco de Chuquisaca y Santa Cruz, al sur del país. En la zona hay 10 comunidades indígenas que se han declarado en estado de emergencia por la posible contaminación de la única fuente de agua a la que tienen acceso. Allí también está la Reserva Natural Municipal ‘Héroes del Chaco’, que alberga bosques y gran variedad de vida silvestre.
La medida es cuestionada por organizaciones que defienden el medio ambiente; mientras que expertos en hidrocarburos la consideran una acción “desesperada” tras 14 años de fracasos en la exploración de gas y petróleo en la zona.
Los pueblos guaraníes que habitan en el municipio boliviano de Macharetí —ubicado en la provincia Luis Calvo del departamento de Chuquisaca— carecen de servicios básicos y solo pueden acceder al agua a través de pozos. Allí, en pleno Chaco, a 40 grados de temperatura, la sequía es un fantasma eterno. Por eso los comunarios temen que su tierra se vuelva páramo si el Gobierno insiste en la búsqueda no convencional de gas por medio del fracking, la técnica de fracturación de la roca que utiliza grandes cantidades de agua para extraer mediante la presión gas y petróleo.
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Fracking en el corazón del Chaco
El temor creció entre los indígenas guaraníes luego que el 18 de febrero de este año, el presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Herland Soliz, anunciará que se volvería a impulsar la búsqueda no convencional de gas en el área Miraflores, donde calculan que hay al menos 400 trillones de pies cúbicos (TCF, por sus siglas en inglés) de gas natural. Como antecedente, en la década de los 90, en la zona de Miraflores se ejecutaron dos proyectos de búsqueda de recursos hidrocarburíferos cuyos resultados no fueron los esperados.
Sin embargo, en un acto reciente de rendición de cuentas de YPFB —de fines de 2019 a inicio 2020— que se realizó en Tarija, departamento considerado como el mayor productor de hidrocarburos del territorio boliviano, Soliz resaltó los “buenos resultados del fracking” en Vaca Muerta, Argentina, donde se calcula certificar 800 TCF, y en Canadá, que tiene una de las mayores reservas del mundo en recursos no convencionales. No habló, sin embargo, de las denuncias de daño ambiental en estos sitios.
“De la misma forma vamos a potenciar esos trabajos en Bolivia, debe haber tranquilidad porque de ninguna manera estamos entrando a áreas protegidas. Nosotros respetamos el medio ambiente, pero sí debemos buscar una nueva forma de explotar los hidrocarburos y si lo podemos hacer y encontrar la potencialidad de esta zona, lo vamos a hacer. El ministro de Hidrocarburos [Víctor Hugo Zamora] ha dado su aprobación para que ya comencemos esta práctica y a futuro recibamos los frutos correspondientes”, anunció Soliz.
El presidente del Consejo de Capitanes Guaraníes de Chuquisaca, Fermín Romero, fue enfático: “Con esa técnica del fracking van a envenenar el agua que consumimos”. Y agregó que se mantendrán unidos para decirle “no” a la fractura hidráulica, una decisión que, además, están incluyendo en uno de los capítulos de su estatuto autonómico indígena por decisión colectiva tomada en una asamblea del 22 de febrero último.
Ese mismo día se acordó que el 7 de marzo se definirán las medidas de presión que adoptarán. Para ello se ha convocado a las comunidades de los tres chacos (Chuquisaca, Santa Cruz y Tarija), regiones que podrían verse afectadas con las exploraciones.
El exministro de Hidrocarburos, Álvaro Ríos, explicó que para el fracking se requieren componentes como arena, agua y químicos. La cantidad de estos componentes dependerá del tipo de pozo que se vaya a perforar y de su extensión, ya sea en vertical u horizontal.
“Mientras no se determine qué tipo de pozo será ni se tengan los pozos pilotos, no se puede determinar qué cantidad de agua se usará. Además los que encaren el proyecto tienen que analizar si es económicamente viable, es decir, si la arena donde perforarán es productiva y si será comercial, porque puede ser productivo pero no lo suficiente como para su comercialización”, indicó Ríos.
Además hace falta también analizar las diferentes características del área de Miraflores, pues, según Ríos, mientras no se cambie el sistema fiscal que se tiene para las operaciones petroleras, en el que la retención fiscal llega al 50 %, no se puede decir que el proyecto es factible. En países como Estados Unidos, mayor productor de gas no convencional, se considera el 12 % y en Argentina, donde se desarrolla Vaca Muerta mediante el fracking, el 18 %.
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Más de mil hectáreas de bosque en peligro
La zona de Miraflores está ubicada en la llanura chaqueña, dentro de la Reserva Municipal Histórica y de Vida Silvestre “Héroes del Chaco”, un territorio de 268 913 hectáreas que abarca desde la Organización Territorio y Base (OTB) Miraflores hasta la frontera con Paraguay. Fue área protegida por la Alcaldía de Macharetí, mediante la ley municipal 39/2016.
El nombre de la reserva, “Héroes del Chaco”, responde a la historia de Macharetí, escenario de batallas durante la Guerra del Chaco (1932-1935) que enfrentó a Bolivia con Paraguay. Ahora su objetivo es conservar el valor histórico y cultural del municipio, según señala una nota de prensa de la Capitanía Macharetí.
El municipio de Macharetí y la región del Chaco se caracterizan por la escasez de recursos hídricos, por lo que entre las tareas ambientales de la reserva están el conservar al menos las 1630 hectáreas bosque que regulan el clima local y sirven de refugio para la fauna. En el sector se han registrado unas 800 especies de flora y 300 de fauna.
Entre las primeras destacan el quebracho colorado (Schinopsis quebracho-colorado), el soto negro (Schinopsis cornuta), Guayacán negro (Izozogia nelly), el cuchi (Astronium urundeuva), el guayacán morado (Bulnesia sarmientoi), soto de arenales (Schinopsis corneta), el cupesí (Prosopis chilensis) o el toborochi (Chorisia speciosa). Y entre las especies endémicas de fauna, el pecarí tropero del Chaco conocido como tagua o chancho quilimero (Catagonus wagneri), el armadillo o corechi (Tolypeutes matacus), la liebre-mara (Dolichotis salinicola), el anta (Tapirus terrestris), estas últimas en riesgo de extinción.
“Vamos a defender el agua con nuestras vidas”
Alrededor del bloque Miraflores se levantan una decena de comunidades indígenas, entre ellas: Caraití, Macharetí, Quebracho, Miraflores o Algodonal. Los lugareños se dedican principalmente a la ganadería vacuna (carne y leche) y a la apicultura. Su mayor anhelo —coinciden— es contar con agua potable. Llevan años dependiendo de los pozos, los que además deben compartir entre las distintas familias. Si una de ellas quiere tener uno propio, debe invertir alrededor de 20 000 dólares que se irán en comprar un motor y una bomba.
Tampoco tienen electricidad; por lo que es común el uso de mechero, aunque en algunas zonas ya hay paneles solares. Todos cocinan con leña. Otra de sus demandas es contar con el servicio de alcantarillado y de gas domiciliario.
La presidenta de la OTB Miraflores, Amelia Montenegro, cuenta que en su comunidad viven 30 familias y que su prioridad es el agua. “Nos oponemos al fracking porque requiere mucha agua y nos va a contaminar los pozos subterráneos cuando se haga la mezcla con los químicos. El Chaco es seco, tenemos precipitaciones pluviales unas dos veces por año, luego todo el tiempo es seco. Entonces, ¿con qué agua vamos a sobrevivir? El agua es lo que defendemos y lo vamos a defender con nuestras vidas”, advierte Montenegro.
Recordó que en la década de los noventa se realizaron dos pruebas para evaluar el potencial hidrocarburífero de la zona y que a la fecha no recibieron ningún tipo de compensación. “Nunca hubo desarrollo ni construcción de caminos ni nada que nos beneficie”, lamentó.
“Es lamentable que siendo el tercer departamento productor de hidrocarburos no contemos con el gas domiciliario, así como lo tienen ustedes en La Paz. Me sorprende que en la región del Chaco, que es proveedora de gas, no contemos con esos servicios que son de primera necesidad”, coincidió Romero, líder del Consejo de Capitanes Guaraníes.
El representante guaraní ya no cree en promesas. “Cuando nos dicen que el fracking traerá desarrollo —señala— es pura mentira”. Por eso —recalcó— los indígenas cuestionan que ni el Gobierno Central, a través del Ministerio de Hidrocarburos o YPFB, ni la Gobernación de Chuquisaca, los hayan convocado para hablar del tema y mucho menos para implementar la consulta previa.
Según la Ley de Medio Ambiente, la consulta previa debe ser realizada en todas las comunidades que habitan alrededor del área influencia del proyecto extractivo.
Los cuestionamientos
Tras el anuncio de YPFB, surgieron voces a favor y en contra. Mientras unas alertan sobre los riesgos del proyecto, otras lo califican como una “medida desesperada” ante la caída de la producción de gas en Bolivia y la reducción de las reservas.
El investigador del Centro de Documentación e Información Bolivia (Cedib), Oscar Campanini, experto en agua y extractivismo, sostuvo que la extracción de hidrocarburos, a partir de la fractura hidráulica o fracking, es una técnica que ha sido cuestionada en todo nivel, justamente por el riesgo ambiental que implica su ejecución. “Por tanto, no existe ningún lugar factible para realizarla y menos en Bolivia, por las características socioambientales de nuestra tierra y porque tenemos la debilidad normativa e institucional más sobresaliente de la región”, recalcó.
Según el investigador, el método de extracción trae consigo varias consecuencias de diversos tipos. Los más recurrentes tienen que ver con la contaminación de cuerpos de aguas subterráneas y superficiales, la emisión de gases de efecto invernadero, la toxicidad de sus componentes de inyección, desplazamientos y la desaparición de economías.
“Últimamente se está probando que su aplicación sería responsable de la generación de sismicidad, como sucede en Estados Unidos o Argentina. A esto se suman efectos como los desplazamientos, la pérdida de actividades económicas sostenibles, impactos en la salud, dependencia de paquetes tecnológicos, entre otros”, enumeró.
Para el experto en hidrocarburos, Hugo del Granado, resulta lógico que tras el fracaso exploratorio por descubrir reservas de hidrocarburos convencionales se vuelque la mirada hacia los no convencionales.
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Recordó las publicaciones que hizo la Energy Information Administration (EIA, por sus siglas en inglés) que coinciden en señalar que dentro de los estudios del potencial de recursos no convencionales en Sudamérica, Bolivia tendría un potencial de 36 TCF de gas y 600 mil barriles de petróleo, muy por debajo de los recursos de Argentina, Paraguay e incluso Chile.
“Se debe tener cuidado —sostiene el experto— con hacer anuncios sin bases ciertas de la realidad. La existencia de estos yacimientos en Bolivia sería en el Chaco, en las formaciones devónicas Icla y Los Monos”.
Según sus datos, “en el caso de Miraflores se tienen que hacer estudios de la densidad poblacional próxima y de los grados de aprovechamiento de las aguas de los ríos cercanos, porque el consumo de agua estimado del fracking por cada pozo es de 2000 metros cúbicos por año”.
Desde la otra orilla, el expresidente de la Cámara Boliviana de Hidrocarburos (CBHE), Carlos Delius, dijo que “si los bolivianos decidimos no hacerlo seguiremos en la pobreza en la que vivimos. La pobreza tampoco es amigable con el medio ambiente. Cuando no está regulado y supervisado, como en toda actividad, se pueden tener consecuencias ambientales. Hay estructuras que están identificadas en Bolivia, hay que hacer el trabajo de determinar cuáles son las más aptas para la extracción de hidrocarburos”.
Toda esta polémica se da en medio de un panorama adverso para la producción de gas natural en Bolivia. En el 2015, la producción de gas natural en el país fue en descenso cuando registró 58,9 millones de metros cúbicos por día (MMmcd), volumen inferior a los 59,3 MMmcd registrados en 2014. En 2019 se cerró con 45,1 MMmcd de gas, según datos de YPFB. Los expertos señalan que la caída se dio a causa de que en los últimos años no se descubrieron nuevos reservorios que reemplacen el agotamiento de los megacampos como San Alberto, Sábalo o Margarita, todos en el departamento de Tarija. Todo indica que el fracking seguirá en el ojo de la tormenta de Bolivia.
*Imagen principal: Asamblea de habitantes de Macharetí, en diciembre. Foto: Cortesía Aclo.
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