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El biólogo que descubrió un refugio de crianza de ballenas jorobadas en Perú | ENTREVISTA

Aldo Pacheco preparándose para bucear. Foto: Aldo Pacheco

  • Durante años el biólogo documentó, junto al equipo de la empresa de turismo Pacifico Adventures del cual es parte, la rica diversidad de cetáceos que existe en el norte del Perú. Juntos demostraron, a través de la experiencia, el potencial que tiene el turismo en la generación de información científica.

Hace once años, Aldo Pacheco se unió a un grupo de amigos para realizar una alianza entre turismo y ciencia que entregaría, con el correr de los años, información inédita sobre las ballenas jorobadas que surcan el mar peruano.

Como buen limeño, desde pequeño su vida estuvo ligada al mar. Ir a la playa siempre fue algo que disfrutó mucho, pero fue después de observar por primera vez a una ballena saltar desde el agua y reconocer en él una emoción nueva y única, que Pacheco decidió dedicar su carrera a observar a estos animales y generar ciencia con el fin de conservarlos.

Estudió Biología en la Universidad Ricardo Palma, en Lima. Luego partió a Chile para estudiar un magister en ciencias del mar en la Universidad Católica del Norte y más tarde un doctorado que terminó en la Universität Bremen, en Alemania. Fue nuevamente en Chile, en la Universidad de Antofagasta, donde realizó un postdoctorado para luego quedar contratado como profesor entre los años 2012 y 2018.

Fue durante ese período que comenzó a avistar ballenas desde barcos turísticos de la empresa Pacifico Adventures para reunir información científica. Hoy, asentado en Lima donde es Profesor Principal en la Facultad de Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, recuerda los años en los que junto a sus amigos pudieron demostrar, por primera vez, que las aguas del norte del Perú son zona de reproducción y crianza para la ballena jorobada.

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¿Por qué decidiste trabajar con ballenas?

Honestamente nunca se me pasó por la cabeza estudiar ballenas y delfines como parte de mi carrera científica. Mi primer encuentro con una ballena fue en la bahía de Antofagasta, en Chile, donde prácticamente desde la orilla de la playa pude ver cómo emergió una enorme ballena de aleta. Eso generó una emoción muy profunda en mí, difícil de describir.

Sin embargo, el punto de quiebre sucedió cuando vi por primera vez a una ballena jorobada saltar fuera del agua proyectando totalmente su cuerpo de casi 25 toneladas. Eso me dejó pasmado y boquiabierto. Para mí es uno de los espectáculos más notables que la naturaleza nos puede regalar. Desde ese momento me enganché con la especie y en mi cabeza empezaron a generarse muchas preguntas.

Otra situación que me dejaba atónito es la siguiente: después de regresar de la navegación del tour, hacía un poco de snorkeling en los roqueríos de la playa Punta Veleros. Al llegar al fondo, me agarraba a las rocas y escuchaba los cantos de las ballenas. Eso también me dejó impresionado y hasta el día de hoy experimentar esas maravillas me genera la misma sensación de emoción. Cuando me embarco con los turistas y vemos a una jorobada saltar, el primero en gritar soy yo.

¿En qué consistió esa alianza turismo-ciencia en la que participaste?

Todo el trabajo de investigación en base a turismo fue una iniciativa de mis amigos Sebastián Silva, Belen Alcorta y Salvador Gubbins. Ellos formaron la empresa de turismo Pacifico Adventures, ubicada en Los Órganos, Piura, en el norte de Perú. Ellos, desde el año 2007 empezaron a ofrecer paseos en embarcaciones para conocer la historia, cultura y vida marina de la zona. Poco a poco empezaron a percatarse de la presencia de ballenas jorobadas en ciertos meses y comenzaron a ponerle más atención a esta especie.

Dada la formación de Sebastián (biólogo) y Belén (profesional del ecoturismo) siempre estuvo la intención de que el turismo no solo sea eso, sino que pueda aportar a la investigación y conservación. En el 2009 empecé a trabajar con ellos para hacer ciencia con lo que se podía observar. Entonces, la alianza fue que ellos ponían la logística turística y yo me encargué de recolectar datos y realizar los estudios científicos.

A la fecha tenemos 13 publicaciones en revistas científicas, dos reportes presentados en las reuniones anuales de la IWC (International Whaling Commission), organismo internacional que regula las medidas de conservación de ballenas y delfines. Estamos trabajando en dos publicaciones adicionales, y además hemos apoyado los trabajos de tesistas tanto de Perú, Chile y Colombia. Hicimos también un libro fotográfico titulado “Ballenas en el norte del Perú”, publicado por la editorial de la Universidad Científica del Sur (Lima, Perú).

¿En qué consistían las expediciones?

En el 2009, realmente eran unas aventuras. No existía flujo de turistas como el actual. Básicamente llegaban entre cinco a ocho personas y en ocasiones el tour salía en pérdida económica. Nos embarcábamos y navegábamos el área en busca de las ballenas. Salíamos del muelle de Los Órganos a las 7 am y el tour duraba algo de cuatro horas.

“Después de regresar de la navegación del tour, hacía un poco de snorkeling en los roquerío en playa Punta Veleros. Al llegar al fondo, me agarraba a las rocas y escuchaba los cantos de las ballenas”. Foto: Aldo Pacheco

En ese entonces no teníamos idea de dónde podíamos encontrar a las ballenas jorobadas, pero sí sabíamos que estaban en la zona. Eso implicaba en ciertas ocasiones adentrarnos al mar afuera hasta 14 km en una embarcación pequeña, pero era allí donde encontrábamos los grupos numerosos de jorobadas. Yo tomaba datos, particularmente de la ubicación GPS, pero tampoco podía descuidar a los turistas porque también era el guía del tour y para la gran mayoría era la primera vez que navegaban tan lejos de la costa. Hacia la zona costera la navegación era mucho más fácil y con viento a favor. Fue allí donde comenzamos a observar mamás con crías de jorobadas.

Los tours de ahora son otra cosa, con tres embarcaciones grandes para 25 pasajeros, totalmente equipadas de equipos de seguridad y los avistamientos son mucho más rápidos porque ya tenemos las zonas ubicadas.

Entiendo que pudieron ver por primera vez individuos vivos de especies que habían sido descritas a partir de varamientos. 

Es correcto. A medida que pasaban los años, la colecta de datos se amplió en términos de registrar todo lo que podíamos avistar en la zona. Desafortunadamente, mucho de lo que sabemos de las especies de cetáceos en el Perú proviene de estudios sobre captura incidental y/o individuos varados. Existen muy pocos reportes publicados sobre observación directa in situ. Al tener todos los registros in situ decidimos armar un estudio reportando la diversidad de estas especies.

zona de crianza de ballenas jorobadas
Ballena jorobada. Foto: Aldo Pacheco

En lo personal destaco el registro de la ballena picuda (Mesoplodon sp.), una especie que es poco frecuente observar. La ballena de aleta (Balaenoptera physalus) que también es difícil de registrar en latitudes bajas. La ballena azul (Balaenoptera musculus) puesto que sus poblaciones no son numerosas. El delfín oscuro (Lagenorhynchus obscurus) que también es poco frecuente en latitudes bajas y el delfín moteado pantropical (Stenella attenuata) que, por las características de la costa norte del Perú, que tiene aguas relativamente frías, es poco común observarlo.

¿Cuáles fueron los principales logros de esa investigación?

Han sido varios logros científicos y sería muy extenso listarlos aquí. Sin embargo, pienso que se pueden dividir en dos: desde el punto de vista de la ecología de las especies, hemos podido documentar que las aguas del norte del Perú realmente funcionan como una zona de reproducción y crianza para la ballena jorobada, algo vital para su supervivencia y conservación y que era desconocido antes de que empezáramos a estudiarlas; desde el punto de vista de la ciencia aplicada, hemos logrado comprobar que, a través del turismo, podemos acercar a las personas a la naturaleza, inculcarles que la valoren, que aprendan sobre las especies y de paso motivarlas a que realicen acciones para conservarlas. Se puso en valor un recurso de nuestra biodiversidad que años antes era simplemente ignorado.

zona de crianza de ballenas jorobadas
Ballena jorobada. Foto: Aldo Pacheco

Ambos logros están respaldados por estudios científicos publicados. No es nuestra percepción, es lo que hemos estudiado y concluido usando el método científico.

¿Qué es lo que te motiva de trabajar con cetáceos?

En un inicio fue mi hambre e interés natural de hacer ciencia en los ecosistemas marinos del Perú. Pasé mucho tiempo fuera del país y desde allí me daba cuenta que hay muchas cosas que no sabemos y que debemos estudiar. En la actualidad, me motiva seguir moviendo el tren de la investigación puesto que considero que tenemos que darle continuidad. Tenemos 10 años de avistamientos de jorobadas y un catálogo de colas foto identificadas de casi mil ballenas. A medida que tienes más datos puedes responder más preguntas científicas, pero también puedes sustentar tus argumentos para la conservación de las especies.

La pesca incidental es uno de las principales amenazas para estas especies. ¿Te ha tocado ver un enmallamiento? 

Lamentablemente sí y este es un tema extremadamente delicado porque sacarle la malla a una ballena también implica arriesgar la vida de las personas que lo realizan.

Si bien había estado muy cerca de ballenas, nunca con una enmallada a tal punto que el nudo en la cola del animal era tan ancho como la cola misma. No estábamos preparados. Varios botes nos acercamos a la ballena he intentamos sacarle la malla, pero poco se pudo lograr. No teníamos la capacidad ni entrenamiento para enfrentar ese tipo de situaciones. Días después la ballena fue avistada en Punta Sal, una localidad a 20 kilómetros al norte de los Órganos, y un grupo de personas, incluyendo Sebastián Silva, pudieron removerle parte de la malla, pero no toda. No sabemos cuál fue el destino final de esa ballena.

Ballena enredada en una red de pesca. Foto: Aldo Pacheco

Un año antes, el equipo de Pacífico Adventures junto a otras personas lograron quitarle la malla a otra ballena, pero estaba realmente en malas condiciones. El animal terminó muerto y varado en la misma playa de los Órganos. Cada año vemos entre cinco y hasta ocho ballenas enmalladas por temporada, entre julio y octubre.

En nuestra opinión, para enfrentar este problema hay que trabajar con los pescadores. El enmalle representa pérdidas económicas importantes para ellos. Son días sin trabajar, sin dar sustento a sus familias. Para no incurrir en estas pérdidas, se debe capacitar a los pescadores para que durante la temporada de ballenas jorobadas cambien de arte de pesca o de actividad. En la medida de lo posible, adecuar sus embarcaciones y ofrecer turismo. Hay mucho trabajo por hacer en ese aspecto, lo cual requiere de la participación urgente de las autoridades.

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Los retos del turismo

 

¿En qué consisten los protocolos de avistamientos?

Son una serie de pautas y lineamientos sobre cómo se debe hacer un avistamiento. Por lo general los protocolos dependen de la especie a observar y en el tipo de hábitat y tiempo en el que se encuentren. Es decir, si están en temporada de reproducción, de alimentación u otra. Esto varía de país en país. Los protocolos consideran tres aspectos claves: la distancia entre el bote y los animales, el tiempo de avistamiento y el número de embarcaciones. En el Perú, recién se ha formalizado un reglamento.

Turistas en tour de avivamiento de ballenas. Foto: PacíficoAdventures.

Básicamente se considera mantener una distancia de 100 metros entre el bote y la ballena. La aproximación debe ser cautelosa y lenta, se debe mantener la misma velocidad que la ballena y siempre se debe navegar al lado de ella, nunca por el frente. Tiene que haber como máximo de tres botes con las ballenas. El tiempo de avistamiento no debe ser mayor a 30 minutos. Cuando se trata de grupos que involucran crías, las medidas son más restrictivas. La distancia es de 400 metros y el tiempo de duración es menor. De hecho, en algunos países como Argentina está prohibido el acercamiento de madres ballena franca austral con crías.

Entiendo que la cantidad de embarcaciones turísticas en la zona ha aumentado. ¿Es correcto? 

Ha ido aumentando, el año pasado hubo hasta 16 embarcaciones.

¿Todos siguen los protocolos de avistamiento?

Lamentablemente no todos, pero eso tiene que ver también por la falta de información y por la informalidad con la que operan la mayoría de las embarcaciones.

Ballena Jorobada en el Parque Marino Francisco Coloane. Foto: Patagonia Photosafaris.

¿Cuál es el impacto que tiene el turismo en la fauna marina?

El acercamiento de botes de turismo sin seguir los protocolos correspondientes puede causar cambios en el comportamiento de las especies. Los botes de avistamiento pueden producir en las ballenas cambios en la dirección y velocidad de nado, en su tasa respiratoria e incluso en su repertorio acústico. Esto puede afectar las actividades de crianza considerando lo delicado de la etapa reproductiva de la especie.

El turismo suele ser un argumento que surge como una alternativa a la actividades económicas que tienen demostrados impactos sobre los ecosistemas marinos. ¿Te parece que la industria turística en una zona rica en biodiversidad marina puede ser tan grande como quiera?

No. Como mencionaba antes, nosotros mismos hemos estudiado el impacto de los botes sobre el comportamiento de las jorobadas y lamentablemente existen efectos negativos. Por lo tanto, la actividad tiene que limitarse a un cierto número de operadores turísticos. Sin embargo, puede existir una diversificación del turismo y no todo centrarse en las ballenas jorobadas. En mi opinión, este tipo de turismo en el norte de Perú aún puede ofrecer otras posibilidades que aún no han sido exploradas. Es cuestión de que el gobierno destine fondos que motiven proyectos de diversificación en el turismo de naturaleza.

Ballena Jorobada en el Parque Marino Francisco Coloane. Foto: Patagonia Photosafaris.

¿Hay suficiente control de la industria turística para evitar impactos sobre la fauna marina?

No. Definitivamente no hay fiscalización sobre todo cuando los botes están en el mar. Pero esto también responde al hecho de que la reglamentación es reciente.

¿En qué estás trabajando ahora? 

En estos momentos estamos trabajando en un artículo donde presentamos un modelo espacial predictivo del hábitat de las ballenas jorobadas. Esto quiere decir que el mapa que genera el modelo presenta las zonas más importantes de concentración de las ballenas.

¿Para qué puede ser utilizada esa información? 

Con este tipo de estudio podemos proponer límites espaciales para no superponer actividades humanas con las ballenas. Por ejemplo, esta herramienta nos permite recomendar dónde no poner mallas de pesca.

 

Imagen principal: Aldo Pacheco, junto al equipo de Pacifico Adventures se prepara para bucear. Foto: Aldo Pacheco

 

Referencias 

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Acevedo, J., Aguayo-Lobo, A., Allen, J., Botero-Acosta, N., Castro, C., Dalla Rosa, L., Denkinger, J., Félix, F., Flórez-González, L., Frank Garita, F., Guzmán, H. M., Haase, B, Kaufman, G., Llano, M., Olavarría, C., Pacheco, A. S., Plana, J., Rasmussen, K., Scheidat, M., Secchi, E. R., Silva, S., & Stevick, P.T. 2017. Migratory preferences of humpback whales between feeding and breeding grounds in the eastern South Pacific. Marine Mammal Science. 33(4): 1035-1052. doi: 10.111/mms.12423

Valdivia, C. Pacheco, A.S., Félix, F., Haase, B., Rasmussen, K., Santillan, L., Alcorta, B. & S. Silva. 2017. Movements and timing of humpback whales (Megaptera novaeangliae) within the breeding region of the Southeast Pacific. Aquatic Mammals 43(3): 324-330 doi: 10.1578/AM.43.3.2017.324

Suarez AP, Jaramillo V, Pacheco AS, Silva S, Alcorta B. 2018. Northernmost record of dusky dolphin (Lagenorhynchus obscurus) in coastal waters off Peru (4°S). Revista de Biología Marina y Oceanografía 53(3): 359-362. https://doi.org/10.22370/rbmo.2018.53.3.1365

García-Cegarra A. M. Villagra D, Gallardo D, Pacheco A. S. 2019. Statistical methods dependence for detecting whale-watching effects on humpback whales. Journal of Wildlife Management 83(2):467–477. DOI:10.1002/jwmg.21602

 

 

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