- El Parque Estatal Lázaro Cárdenas del Río “Flor del Bosque” y la zona forestal que lo rodea representan el último espacio boscoso que es posible encontrar dentro de la ciudad de Puebla. Su futuro está en riesgo ante el desdén gubernamental y el avance de las construcciones.
Desde hace cuatro años, el biólogo Edgar Cabrera Acatitla recorre el lugar conocido como Flor de Bosque. En cada una de sus visitas, completa el registro de aquellas especies de flora y fauna que es posible hallar aún en este Parque Estatal, el último espacio boscoso dentro de la ciudad de Puebla. El investigador realiza ese registro motivado por un interés científico, pero también lo hace para allegarse de más elementos que le permitan defender a esta zona forestal acosada por el avance de los desarrollos inmobiliarios.
El biólogo Cabrera ha documentado que, en las cerca de las mil 500 hectáreas forestales que se conocen como Flor del Bosque, es posible encontrar 120 de las 186 especies de hongos que se han reportado en todo el estado de Puebla, en la región centro de México. También ha registrado la presencia de flora y fauna que están sujetos a protección especial por las normas mexicanas, como el cedro mexicano (Cupressus lusitanica), el camaleón cornudo (Phrynosoma braconnieri) y la serpiente cascabel pigmea mexicana (Crotalus ravus); así como zorros, búhos, venados, pecaríes, halcones y otras especies.
Pese a estar a pocos metros del Periférico Ecológico, avenida de alta velocidad que rodea la ciudad de Puebla, el bosque “está bien conservado”, asegura Cabrera.
Una parte del área forestal —cerca de 700 hectáreas— se encuentra dentro del Parque Estatal Lázaro Cárdenas del Río “Flor del Bosque”; 800 hectáreas más esperan ser declaradas como área natural protegida desde finales de 2021 cuando el gobierno del estado anunció que se emitiría una declaratoria para ampliar la zona bajo una categoría de protección. Y mientras eso sucede, el bosque es una especie de isla que cada vez se hace más pequeña.
Para evitar que esta zona forestal termine siendo solo historia, a inicios del 2020, el biólogo Cabrera y decenas de ciudadanos crearon el colectivo “Defensores del último pulmón de Puebla”. Ellos solicitan al gobierno de Puebla que se agilice la ampliación del parque estatal y, sobre todo, que se detenga la expansión de los desarrollos inmobiliarios en el área boscosa.
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Fraccionar un bosque
Una parte de la zona forestal que hoy se conoce como Flor del bosque se encuentra en la comunidad de Chachapa, en el municipio de Amozoc, y otra parte está en el municipio de Puebla.
Desde hace décadas, este bosque ha sido el centro de disputas por la posesión de la tierra. En 1951, el gobierno mexicano publicó un decreto con el que se intentó poner fin a esos problemas: parte de los terrenos boscosos se entregaron a la familia Feldmann que aseguraba tener documentos de su propiedad; otra parte se otorgó a la comunidad de Chachapa y, alrededor de 700 hectáreas se consideraron como propiedad del gobierno del Puebla y se declararon como área natural protegida, bajo la categoría de Parque Estatal.
La familia Feldmann vendió sus terrenos forestales a la familia Hagenbeck, la cual construyó uno de los primeros desarrollos inmobiliarios que se levantaron, hace 22 años, dentro del bosque: Haras Ciudad Ecológica.
De las 1500 hectáreas que eran propiedad de la familia Hagenbeck, el proyecto solo contemplaba fraccionar 500 para construir Haras Ciudad Ecológica. Las otras mil hectáreas se consideraron como un área de protección ecológica, de acuerdo con el Programa Parcial de Ordenamiento Urbano y Protección Ecológica de la Zona de Regulación 2, del sur del Municipio de Amozoc.
En ese entonces, el proyecto de Haras Ciudad Ecológica tenía un estricto reglamento de construcción para evitar la tala de árboles; además se tenía que respetar el paso de fauna y no romper los corredores ecológicos. Además, todas las casas debían tener fosa séptica. “Había mucha regulación”, explica Pame Tajonar, vecina de la zona e integrante del colectivo “Defensores del último pulmón”.
En 2015, el panorama en esa zona del bosque comenzó a cambiar. En forma discreta se empezó a tener cambios de uso de suelo forestal en el lugar; casas y bardas tomaban el lugar que antes habían ocupado los árboles.
Lizbeth Díaz, estudiante de licenciatura e integrante del colectivo, explica que la disminución del área forestal no solo significa una pérdida a la biodiversidad, también representa quedarse sin un bosque que ayude a mejorar la calidad del aire de la ciudad y que proporciona otros servicios ecológicos como el mantenimiento y recarga de cuerpos de agua.
Flor del Bosque, recuerda Díaz, es el último pulmón para la metrópoli y la calidad de aire que respiran cerca de cuatro millones de personas depende en buena parte de estas reservas arbóreas. Además de eso, es importante conservar el hábitat de las más de 300 especies de flora y fauna que ahí se encuentran.
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Zona forestal a la deriva
En 2018, el entonces gobernador de Puebla, Antonio Gali Fayad, aseguró que al parque estatal se le sumarían 42 hectáreas más, mediante una permuta de tierras. El anuncio no se concretó, pero sí provocó que se conocieran diversas irregularidades cometidas en la zona forestal.
Integrantes del colectivo recuerdan que al investigar cómo se haría la ampliación del área natural protegida encontraron que, en los hechos, las autoridades municipales estaban autorizando cambios de uso de suelo en las mil hectáreas que, en teoría, tenían una protección ecológica en el programa de ordenamiento urbano municipal.
Fue por ello que en 2020, quienes se oponen a la urbanización de la zona forestal Flor del Bosque, decidieron formar el colectivo. Desde entonces, han documentado que los nuevos fraccionamientos se han construido sin contar con una autorización de cambio de uso de suelo forestal por parte de las autoridades estatales o federales; solo cuentan con licencias de construcción otorgadas por los cabildos municipales. Aun así, los nuevos desarrollos no han recibido sanciones.
Desde hace cuatro años se han construido, al menos, 15 nuevos fraccionamientos dentro de la zona conocida como Haras, los cuales tienen un concepto muy distinto al original: a simple vista se pueden ver las altas bardas y casas angostas. Poco a poco los cerros van perdiendo la vegetación y se llenan de caminos.
El biólogo Cabrera comenta que ninguna autoridad estatal o federal está protegiendo la biodiversidad, pese a que algunas especies están bajo estatus de protección. Al día de hoy no hay claridad respecto a los permisos ni licencias de construcción, pues ninguna autoridad ha sido transparente al respecto.
El Ayuntamiento de Puebla no respondió cuántas licencias de construcción se han entregado en Haras, ni la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) respondió a la solicitud de entrevista para conocer el estatus de las denuncias en la zona protegida.
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Durante los dos últimos años, los ciudadanos que se han integrado al colectivo —20 personas que participan cotidianamente y alrededor de cien que están en forma intermitente— han insistido en preservar el bosque antes de que sea demasiado tarde.
“Conservar este bosque es muy importante porque ahí se concentra la biodiversidad nativa de nuestro municipio”, insiste el biólogo Cabrera.
El 4 de noviembre de 2021, el colectivo entregó una carta al gobierno de Puebla en la que piden que se revisen todos los permisos de construcción que se han dado para terrenos que se encuentran dentro de la zona forestal. Además, exigieron que se detengan las obras que entonces se realizaban y se tomaran acciones para proteger el bosque.
Ese mismo día, el actual gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, aseguró que se aumentaría la extensión del Parque Estatal a un total de 1500 hectáreas. El anuncio, que a simple vista parecería una buena noticia, ha tenido un efecto negativo para el bosque.
Los dueños de las áreas forestales que están alrededor del parque estatal, entre ellos empresas inmobiliarias y ejidatarios de Chachapa, en el municipio de Amozoc, se ampararon contra cualquier decreto de expropiación de los terrenos.
Si bien se hizo un estudio técnico para justificar la nueva superficie del parque estatal y se convocó a la ciudadanía a participar en una consulta pública sobre el tema, la iniciativa de ampliación del área natural sigue estancada, mientras que en la zona forestal avanza la construcción de bardas y la tala de árboles.
“Están vendiendo el bosque: lo están fraccionando… Están metiendo mallas ciclónicas, están haciendo camino”, lamenta Pame Tajonar, integrante del colectivo.
Desde 2020 el gobierno del estado de Puebla anunció el resguardo del área y el inicio del trámite de la ampliación del parque para hacerlo oficial ante la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), asegurando que esta declaratoria podría prevenir “las presiones de desarrolladores inmobiliarios que pretenden cambiar la flora y fauna”. La realidad ha sido otra, ya que los fraccionamientos no se han detenido.
Mongabay Latam solicitó a la Secretaría de Medio Ambiente, Desarrollo Sustentable y Ordenamiento Territorial del estado de Puebla información sobre el decreto para la ampliación del área natural protegida, pero hasta la publicación de este texto no se tuvo respuesta.
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Avance del cemento
En la zona forestal que rodea al parque estatal cada vez se miran más casas y menos árboles. El biólogo Cabrera explica que cuando se reduce el área de distribución para los animales silvestres, estos se desplazan. Llegará un punto en el que no tendrán a dónde ir ni recursos para seguir viviendo.
Pame Tajonar cuenta que, a principios de 2022, se registró un incendio cerca de Haras, y un zorro acabó metido en una casa.
No solo está en riesgo la fauna silvestre. Hay varias especies de flora y de hongos que también se están quedando sin espacio. Una de ellas es, por ejemplo, el Ganoderma lucidum, conocido como hongo reishi y famoso por sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.
El biólogo Cabrera explica que esta zona alberga un ecosistema conocido como encinar de selva baja caducifolia; uno de los más devastados en el país, pese a que también guarda una gran diversidad de especies.
En Flor del Bosque, asegura Cabrera, se tiene el ejemplo de uno de los ecosistemas nativos que tenía buena parte de la región en donde ahora se encuentra la ciudad de Puebla. “Aquí podemos ver cuáles son las hierbas nativas, árboles y arbustos”, dice mientras camina por la zona forestal.
Además de árboles como el ciprés mexicano, en esta área también es posible encontrar cinco especies de magueyes pulqueros y mezcaleros.
Para que este ecosistema tenga futuro, los integrantes del colectivo “Defensores del último pulmón de Puebla” siguen organizando jornadas de limpieza del bosque y recorridos para que la ciudadanía conozca la biodiversidad que está en peligro de perderse y se involucre en su defensa. Además, trabajan en una propuesta para crear un corredor biológico metropolitano que permita conectar otras zonas protegidas en la región.
Para Lizbeth Díaz y los miembros del colectivo es urgente y prioritario proteger esta zona forestal: “Los tiempos del bosque, los tiempos de la tierra, muchas veces son diferentes a los que como humanidad queremos marcar. Ya no tenemos tiempo, es un tema que necesita de nuestro actuar. Hay muchos intereses políticos y económicos atravesando el conflicto, pero también hay mucha capacidad de organización de la sociedad. Entonces, por eso es tan importante que se involucren, que se acerquen al bosque a conocerlo, pues porque muchas veces es más fácil defender lo que conocemos”.
Aunque el futuro de Flor del bosque es incierto, lo único seguro es que, este colectivo ciudadano no dejará de defenderlo.
* Imagen principal: Una de las zonas forestales que forman parte de Flor del Bosque. Foto: Olga Valeria Hernández
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