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La Unesco declara la primera reserva de la biosfera del Pacífico colombiano

Vida marina en el golfo de Tribugá. Foto: Tomada del trailer del documental Expedición Tribugá.

Vida marina en el golfo de Tribugá. Foto: Tomada del trailer del documental Expedición Tribugá.

  • La reserva de la biosfera Tribugá-Cupica-Baudó abarca 596 000 hectáreas de ecosistemas de arrecifes, manglares y bosque tropical en los municipios de Nuquí y Bahía Solano, en el departamento de Chocó.
  • La propuesta de declaratoria incluyó la participación de entidades públicas y privadas, instituciones académicas y comunidades afro e indígenas emberá. Los expertos consideran que la creación de la reserva significará mayores compromisos sociales y ambientales para megaproyectos que quieran instalarse en la zona y le pondrá freno definitivo a la idea de construir un puerto de aguas profundas en el golfo de Tribugá.

El pasado 15 de junio, Colombia recibió la buena noticia: la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró a Tribugá-Cupica-Baudó, en el departamento de Chocó, como una nueva reserva de la biosfera. Se trata de la sexta para el país y la primera que se declara en el Pacífico colombiano.

La reserva de 596 000 hectáreas cuenta con acantilados, estuarios, costas, golfos, ensenadas y bahías, y busca proteger ecosistemas de arrecifes, manglares y bosque tropical. Al ubicarse en la región del Chocó biogeográfico cuenta con una gran cantidad de especies, muchas de ellas endémicas (que solo habitan en esta región) y algunas bajo amenaza de extinción, por lo que están entre las prioridades globales para la conservación.

Esta nueva zona de importancia natural para el planeta se extiende por ecosistemas marinos y terrestres desde Cabo Corrientes, en el municipio de Nuquí, hasta Punta Cruces en el municipio de Bahía Solano, en el departamento del Chocó. El nombre de Tribugá-Cupica-Baudó hace referencia a una serie de accidentes geográficos de gran relevancia ecológica y socioeconómica para la zona: los golfos de Tribugá y Cupica, así como la Serranía del Baudó, que llega hasta Panamá y se encuentra separada de la cordillera occidental de los Andes por el río Atrato.

“Una reserva de la biosfera no tiene las restricciones de un área protegida, pero lo que garantiza es que todo lo que se haga en el territorio tenga una orientación de manejo y aprovechamiento sostenible. A partir de ahora, todas las actividades productivas y el desarrollo de infraestructura deben tener criterios ambientales mucho más rigurosos”, asegura William Klinger, director general del Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico John von Neumann (IIAP), entidad pública que desarrolla investigación sobre el Chocó Biogeográfico y una de las que lideró el proceso de declaratoria ante la Unesco.

Residentes de Tribugá se reúnen para debatir sobre un proyecto de ecoturismo. Foto: Kimberley J. Brown.
Residentes de Tribugá se reúnen para debatir sobre un proyecto de ecoturismo. Foto: Kimberley J. Brown.

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Una reserva de la biosfera que protege la riqueza ambiental del Pacífico

Poco antes de que terminara el gobierno del presidente Iván Duque, en agosto de 2022, el Ministerio de Ambiente, en ese entonces a cargo de Carlos Eduardo Correa, postuló a Tribugá-Cupica-Baudó como reserva de la biosfera en la Unesco. La propuesta tuvo como sustento la investigación de los componentes bióticos, socioeconómicos y culturales realizada por el IIAP, así como el conocimiento tradicional de las comunidades indígenas, negras y locales que habitan en los municipios de Nuquí y Bahía Solano.

La documentación presentada por el entonces ministro Correa fue evaluada en la sesión 35 del Consejo Internacional de Coordinación del Programa sobre el Hombre y la Biosfera (CIC-MAB), que se realizó entre el 12 y el 15 de junio de 2023 en París. Al finalizar el consejo se decidió incluir a Tribugá-Cupica-Baudó dentro de la Red Mundial de Reservas de la Biosfera de la Unesco.

Uno de los principales argumentos que el gobierno colombiano presentó a la Unesco es que, lo que hoy es la Reserva de la Biosfera Tribugá-Cupica-Baudó, es uno de los 35 hotspots a nivel global, conocidos por ser regiones que albergan, al menos, 1500 especies de plantas endémicas que han perdido más del 70 % de su hábitat natural. “Si bien estos espacios cubren sólo el 2.3 % de la superficie terrestre, cuentan con gran cantidad de especies, algunas bajo amenaza de extinción y actúan como prioridades globales para la conservación”, manifestó el Ministerio de Ambiente el año pasado en un comunicado.

Golfo de Tribugá. Foto: Tomada del trailer del documental Expedición Tribugá.
Selvas del Chocó. Foto: Tomada del trailer del documental Expedición Tribugá.

El trabajo para lograr esta declaratoria se remonta a más de cuatro años atrás, tiempo en el que se enfrentaron varios altibajos, según indica William Klinger, director del IIAP.

“En una etapa del proceso todo quedó quieto, tal vez por falta de interés o por falta de articulación. Pienso que lo hubiésemos podido lograr más rápido pero, al final, el momento fue perfecto porque hoy la gente [comunidades indígenas y afro] está mucho más involucrada con el tema. Ahora es necesario hacer del Plan de Manejo una realidad”, le dijo Klinger a Mongabay Latam y agregó que el dossier que le entregaron a la Unesco era tan sólido que no solo presentaron los argumentos para la declaratoria de la reserva sino que ya incluía el plan de manejo.

En la integración de la propuesta, labor liderada principalmente por el Ministerio de Ambiente y el IIAP, también participaron  las comunidades negras e indígenas de los municipios de Bahía Solano, Nuquí y Juradó, alcaldías, la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap), el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Invemar), varias organizaciones no gubernamentales y Codechocó, que es la autoridad ambiental regional en el departamento de Chocó.

“El anuncio de que se haya declarado una sexta reserva de la biosfera y que esta sea la primera en el Pacífico colombiano ratifica que la biodiversidad de esta zona es de gran importancia no solo para nuestro país sino para el mundo y, por ende, debe ser protegida”, asegura Arnold Alexander Rincón, director de Codechocó.

Para el exministro Correa, la decisión de la Unesco es resultado de muchas acciones previas de conservación en la zona, como la de tener más del 30 % del mar colombiano protegido antes del 2030. “Para el año 2022 ya teníamos bajo protección cerca del 37.5 % del área marina. Codechocó también tuvo listo el plan de manejo del Distrito Regional de Manejo Integrado Golfo de Tribugá-Cabo Corrientes [área protegida que permite el aprovechamiento de recursos de manera sostenible] y que incluye a toda la zona de Tribugá. También se anunció el Corredor Marino del Pacífico Este Tropical que involucra a Ecuador, Colombia, Panamá y Costa Rica. Fueron un conjunto de acciones que pusieron a la región en el escenario global”.

Correa agrega que esta es una noticia muy importante para el país, ya que desde hace más de 20 años —con la declaratoria de Seaflower— no se tenía una nueva reserva de la biosfera en Colombia.

Un canal estrecho para botes traza un camino a través de parte de las 5000 ha de manglares alrededor de Nuquí. Foto: Kimberley J. Brown.
Un canal estrecho para botes traza un camino a través de las 5000 hectáreas de manglares alrededor de Nuquí. Foto: Kimberley J. Brown.

Los sectores ambientalistas colombianos también se mostraron emocionados con la declaratoria, sobre todo porque desde hace varios años existen intenciones de construir en la zona un puerto de aguas profundas, carreteras y grandes obras de infraestructura.

Mongabay Latam reportó cómo el Golfo de Tribugá era objeto de discordia entre empresarios y comunidades afro e indígenas desde hace varias décadas. La idea de un puerto de aguas profundas se remonta, incluso, hasta 1953. En ese entonces, el presidente Gustavo Rojas Pinilla planteó la necesidad de otro puerto en la costa del Pacífico para estimular el comercio internacional y el desarrollo local, y como una alternativa al que ya existía en el municipio de Buenaventura, en el departamento de Valle del Cauca.

Muchos habitantes de la zona no están de acuerdo con esos proyectos de infraestructura no solo porque afectan el ecoturismo y la pesca, sino que megaobras como los puertos abren la puerta a la violencia y la pobreza, tal como sucedió con Buenaventura.

Klinger considera que la nueva reserva de biosfera será un factor clave para que cualquier proyecto que se proponga en Nuquí y Bahía Solano sea planteado con rigor socioambiental. “Yo siempre pongo como ejemplo la carretera que une a Quibdó con Medellín. Esa vía agrede la montaña, rompe acuíferos y la zona se volvió muy propensa a derrumbes. En cambio, la que va de Bolombolo a La Pintada [en el departamento de Antioquia] va por un viaducto casi al mismo nivel de la montaña y no la agrede. Ese tipo de criterios van a tener que estar vigentes cuando se quiera desarrollar una obra de infraestructura en áreas dentro de la reserva de la biosfera”.

Golfo de Tribugá. Foto: MarViva.
Golfo de Tribugá. Foto: MarViva.

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Cercanía a áreas protegidas y oportunidades para las comunidades

La Reserva de Biosfera Tribugá-Cupica-Baudó se conecta con dos áreas del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP): el Parque Nacional Natural Utría y el Distrito Regional de Manejo Integrado Golfo de Tribugá-Cabo Corrientes. El primero está dedicado exclusivamente a la conservación, por lo que no se autorizan las actividades productivas en su interior. El segundo permite actividades sostenibles que sean compatibles con el objetivo de conservación.

El parque Utría y el área de conservación exclusiva del distrito Golfo de Tribugá-Cabo Corrientes forman la zona núcleo de la reserva de la biosfera, mientras que el resto del distrito es la zona de transición de la reserva, donde se permiten actividades como la pesca artesanal.

William Klinger comenta que otro de los aspectos que se destacan en esta declaratoria es la amplia participación social. En la zona viven más de 18 000 personas, en su mayoría indígenas embera y afrocolombianos, y toda la propuesta se creó de la mano con sus líderes y representantes.

Una familia lleva plátanos desde su parcela comunitaria, justo a las afueras de Nuquí. Foto: Kimberley J. Brown.
Una familia lleva plátanos desde su parcela comunitaria, justo a las afueras de Nuquí. Foto: Kimberley J. Brown.

“Hubo dos cosas clave. Lo primero es que hicimos por lo menos 24 talleres y el 100 % de las personas que nos acompañó durante el proceso estuvo de acuerdo con la creación de la reserva. Lo segundo es que entre todos propusimos un modelo de gobernanza que no dejara a nadie por fuera; eso nos permitirá tomar las decisiones basadas en el conocimiento y donde todos tendrán el mismo poder de decisión: Ministerio de Ambiente, Codechocó, institutos científicos, alcaldías, sector productivo y comunidades étnicas”, explica Klinger y añade que el éxito de la gestión estuvo en demostrarle a la Unesco que es posible generar un escenario donde se complementa el conocimiento tradicional de las comunidades con el conocimiento académico.

Los niños se sientan en el agua del océano, frente a sus hogares, en el golfo de Tribugá. Foto: Kimberley J. Brown.
Los niños se sientan en el agua del océano, frente a sus hogares, en el golfo de Tribugá. Foto: Kimberley J. Brown.

Para el exministro Correa, la nueva reserva de la biosfera crea oportunidades para las comunidades de esta región chocoana. “Las comunidades entienden el poder de la biodiversidad y de la naturaleza para su desarrollo presente y futuro, y hay una cohesión social muy fuerte alrededor de la conservación. Al conocerse más la riqueza ambiental del Pacífico colombiano también se abren más oportunidades para el turismo sostenible, para la visibilidad de la diversidad cultural de la región y para impulsar temas como la bioeconomía, a través de los decretos que se han firmado para el uso sostenible de los recursos no maderables del bosque”.

Para el director del IIAP, uno de los principales retos que enfrenta la reserva de la biosfera Tribugá-Cupica-Baudó es que esas oportunidades finalmente se materialicen pues “se trata de poblaciones con hasta tres desplazamientos [debido al conflicto armado], con gente apenas retornando y en situación de pobreza”. Espera que se generen nuevas propuestas para la financiación del área y para obtener recursos de cooperación internacional que permitan enfrentar amenazas como la sobrepesca, que viene principalmente de barcos extranjeros que llegan a la zona exclusiva de pesca artesanal. “Tenemos que garantizar que el territorio sea manejado de manera sostenible”, concluye.

*Imagen principal: Vida marina en el Golfo de Tribugá. Imagen tomada del trailer del documental Expedición Tribugá.

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