- Muchos lugareños le dicen a Mongabay que les preocupa que el puerto de aguas profundas propuesto para Tribugá lleve violencia y pobreza, tal como sucedió con la ciudad portuaria de Buenaventura, 200 km hacia el sur.
- Los ambientalistas sostienen que el puerto destruirá la economía del ecoturismo local de las comunidades, las zonas únicas de reproducción de ballenas y tiburones, y miles de hectáreas de manglares, así como también arrasará con la selva del Chocó.
Aida Leides Palacios Moreno camina por las estrechas calles de Nuquí, rodeadas de palmeras y plátanos que susurran con la brisa costera. Intenta convocar a sus vecinos para una reunión donde debatir sobre otro proyecto de ecoturismo.
Es una mañana tranquila de febrero. La mayoría de los hombres de la ciudad ya se fue a trabajar en jardines comunitarios o a recoger moluscos en las más de 1600 ha (4000 acres) de manglares que bordean la costa que rodea la ciudad. Los manglares, que crecen en el lodo de agua salobre, son una característica única de esta parte de la costa pacífica colombiana en la selva del Chocó. Es una de las áreas más diversas biológicamente, con algunas de las cifras más altas de plantas endémicas en Sudamérica.
Alrededor de veinte personas participan en la reunión y expresan su optimismo frente a la posibilidad de crecimiento de una economía basada en el turismo, que funcione como una alternativa al puerto de aguas profundas que desde hace años se planea construir en el lugar. Muchos lugareños temen que el puerto acabe por completo con sus planes.
“No tenemos dinero, pero vivimos tranquilos —comenta Palacios, madre de tres hijos, que nació y se crió en la zona del Golfo de Tribugá—. Pero ahora volvemos a vernos amenazados por el puerto”.
La idea de este megaproyecto de infraestructura en el golfo de Tribugá ha sido debatida durante décadas, a lo largo de generaciones. Palacios, de 27 años, dice que su abuelo era un niño cuando comenzaron a circular comentarios sobre un puerto en la ciudad. Desde entonces, el tema ha resurgido de manera periódica, pero siempre desaparecía.
Muchos remontan la idea hasta 1953, cuando el entonces presidente Gustavo Rojas Pinilla planteó la necesidad de otro puerto en la costa del Pacífico, como una alternativa para Buenaventura, a solo 200 km al sur, para estimular el comercio internacional y el desarrollo local.