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#EnCorto: tres datos para entender cómo el narcotráfico amenaza al Parque Nacional Otishi

En algunos sectores, el Parque Nacional Otishi está formado por montañas de vegetación tupida que llegan a los 4.000 metros de altura. Foto: Max Cabello

  • El Parque Nacional Otishi y la Reserva Comunal Asháninka son dos áreas protegidas en la Amazonía peruana que están amenazadas por la presencia de cultivos ilegales de coca y el narcotráfico.
  • Cinco comunidades en el área de amortiguamiento de estas reservas forman parte de un programa de protección del parque nacional.

Un sobrevuelo en el Parque Nacional Otishi y la Reserva Comunal Asháninka confirmó lo que las imágenes satelitales mostraban en estos bosques de la Amazonía peruana: zonas deforestadas y, por lo menos, una pista de aterrizaje ilegal en cada una de las áreas protegidas. Este panorama se observó en el recorrido aéreo que hizo un equipo de Mongabay Latam junto con  el Comando Especial del Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) y la organización ambiental Global Conservation.

El Parque Nacional Otishi, la Reserva Comunal Asháninka y la Reserva Comunal Machiguenga son parte del Corredor de Áreas Naturales Protegidas de Vilcabamba que se extiende a lo largo de las regiones de Cusco y Junín. Las reservas comunales rodean al parque Otishi, con 305 973 hectáreas de extensión que alberga más de 120 especies de aves y mamíferos en peligro de extinción.

Esta zona biodiversa está rodeada por 24 comunidades nativas del pueblo asháninka, que además forman parte de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), zona que alberga la mayor superficie de hoja de coca en el Perú, casi 36 000 hectáreas, de acuerdo con las nuevas mediciones oficiales. Esta área, por lo tanto, se ha convertido en una ruta para el transporte de la droga que allí se elabora.

En tres datos explicamos la situación que se vive en el Parque Nacional Otishi.

Casas rústicas y cultivos de familias en aislamiento voluntario también están dispersos a lo largo del Parque Nacional Otishi y la Reserva Comunal Asháninka. Foto: Max Cabello

Presión en las áreas protegidas

Tanto el Parque Nacional Otishi como la Reserva Comunal Asháninka presentan un buen estado de conservación, sin embargo, en la zona de amortiguamiento de ambas áreas protegidas los cultivos ilícitos de coca están en aumento.  En consecuencia, las comunidades indígenas que rodean a estos espacios naturales son las que enfrentan mayor riesgo.

Aunque la deforestación por cultivos ilegales no ha afectado a la reserva y al parque, sí se ha reportado una pérdida de bosque en ambos casos. La Reserva Comunal Asháninka ha perdido 921 hectáreas de las 184 468 hectáreas que tiene su superficie; mientas que en el Parque Nacional Otishi, la deforestación llegó a 20 hectáreas para fines de 2022, a lo que se suma 22 hectáreas en lo que va de 2023.

Además, las investigaciones sobre las pistas clandestinas detectadas en estas áreas protegidas indican que grupos de “mochileros” (jóvenes al servicio del narcotráfico) trasladan hasta ahí la droga procesada en paquetes de entre 10 y 15 kilos desde las comunidades nativas limítrofes.

“El problema más grande es que los colonos (pobladores no indígenas asentados en las comunidades nativas) siembran coca cada vez más cerca de la reserva asháninka. Es muy crítico todo esto”, señala Jeff Morgan, director ejecutivo de Global Conservation.

Mongabay Latam sobrevoló el Parque Nacional Otishi y constató varios puntos de deforestación. Son más de 20 hectáreas de desbosque, según el Sernanp. Foto: Max Cabello

El avance de los cultivos ilegales de coca

Según el último reporte de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), de las 95 008 hectáreas de sembradíos de hoja de coca que hay en el Perú,  35 709 hectáreas (38 %) están en el Vraem. El más alto porcentaje de coca sobre un territorio peruano, que aumenta cada año. Entre 2018 y 2022 se incrementó en 11 597 hectáreas.

De acuerdo con las cifras oficiales, en la zona de amortiguamiento de la Reserva Comunal Asháninka se han detectado 1592 hectáreas de cultivos ilegales de hoja de coca, casi el triple de lo que había en 2020. Las comunidades que encabezan la concentración de cocales son Gran Shinongari (902 hectáreas) y Pitirinquini (501 hectáreas).

“Estas comunidades vendieron casi toda su madera y empezaron con el alquiler de terrenos”, detalla Virgilio Pizarro, presidente de la Organización Asháninka Machiguenga del Río Apurímac (OARA).

El Comando Especial del Vraem ha puesto en marcha el Programa de Defensa Global del Parque Nacional Otishi. Para ello, se ha coordinado con cinco comunidades nativas de la zona de amortiguamiento de la Reserva Comunal Asháninka que serán capacitadas en el uso de tecnologías de última generación.

Julián Tivito, exlíder de Marontoari, sabe que el peligro crece en comunidades cercanas donde se ha alquilado territorio para cultivos de coca. Foto: Max Cabello

El trabajo de las comunidades

Marontoari es una de las cinco comunidades que participa del proyecto para proteger el parque Otishi. Su territorio es de 4865 hectáreas y una población de unos 130 comuneros asháninkas.

La población asegura que actualmente no hay amenaza del narcotráfico, sin embargo, se mantienen alertas ante lo que sucede en otras comunidades asháninkas, como Gran Shinongari o Pitirinquini, situadas a dos horas de camino por carretera.

“Tenemos una población joven, dedicada también al cultivo de frutas y a conservar nuestra madera”, dice Julián Tivito, ex líder de la comunidad y actual vicepresidente de la Organización Asháninka Machiguenga del Río Apurímac (OARA).

La densidad poblacional y la cantidad de jóvenes en cada comunidad fueron características que Global Conservation tomó en cuenta para seleccionar a las comunidades que participarán en el proyecto que incluye  manejo de drones y del Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en inglés).

Lee la investigación completa aquí.

* Imagen principal: Algunos sectores del Parque Nacional Otishi está formado por montañas de vegetación tupida que llegan a los 4 000 metros de altura. Foto: Max Cabello.

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