Focos de depredación forestal y sembríos ilícitos aumentan sobre pueblos indígenas ubicados en la zona de amortiguamiento de la Reserva Comunal Asháninka, contigua al Parque Nacional Otishi, en la Amazonía peruana.El Parque Nacional Otishi registra 22 hectáreas de deforestación, según el Sernanp. En esta área protegida y la reserva asháninka también hay pistas de aterrizaje clandestinas. Mongabay Latam sobrevoló ambos sectores.Global Conservation capacitará en control forestal a cinco pueblos indígenas durante el 2023. El objetivo es que puedan monitorear si hay deforestación en sus bosques y alertar ante posibles avances sobre el parque nacional y la reserva comunal. Vistas desde lo alto, la Reserva Comunal Asháninka y el Parque Nacional Otishi agolpan todas las tonalidades del verde en uniformes llanuras y montañas empinadas que, a ratos, se interrumpen por parcelas de troncos caídos. Los parches de bosque devastado, dentro de este pedazo de la selva central peruana, enmarcan en algunos casos pequeñas viviendas construidas con madera y hojas. Se trata de amplias extensiones de depredación dispersas entre las cumbres. De sus contornos, a medida que el vuelo progresa, vuelve a surgir el mosaico inmenso de árboles, pastizales y ciertos sembríos imposibles de reconocer desde el aire. El helicóptero de las Fuerzas Armadas empezó a surcar la reserva comunal y el parque nacional a partir de sus extremos sur, y ahora sigue las coordenadas donde el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) identificó diversas zonas con huellas de deforestación. Sobre los puntos en que la nubosidad lo permite, el capitán de vuelo ensaya maniobras para acercarse al monte arrasado. Esta tarde de mayo no hay rastros de taladores ilegales. La evidencia más cercana al tránsito humano quizá sea una trocha que serpentea a un costado del bosque y se pierde entre el follaje. Por más de dos horas, la nave militar peina escenarios similares: selva predominante y cicatrices de pérdida forestal desperdigadas. Cruza también dos enormes trazos de tierra pedregosa en medio de la espesura, que los ocupantes del helicóptero saben bien lo que son. “Son pistas de aterrizaje clandestino y al parecer están inactivas”, dice Jeff Morgan, director ejecutivo de Global Conservation, organización internacional que trabaja en la protección de espacios silvestres en peligro. Un análisis de imágenes satelitales que desarrolló Mongabay Latam había alertado en torno a los sectores de deforestación y a, cuanto menos, una pista de aterrizaje clandestino dentro del Parque Nacional Otishi y otra en la Reserva Comunal Asháninka. La evaluación fue el punto de inicio para que Mongabay Latam, Global Conservation y el Comando Especial del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) concreten un sobrevuelo por las zonas en riesgo.