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Lucha contra el tráfico de animales en Colombia: lanzan guía para detectar partes de félidos en el mercado ilegal

Félido víctima del tráfico ilegal en Colombia. Foto: Policía Nacional.

Félido víctima del tráfico ilegal en Colombia. Foto: Policía Nacional.

  • El jaguar sigue siendo “la joya de la corona” de los traficantes, pero el comercio ilegal de otros félidos, como pumas y ocelotes, también está en aumento.
  • La Guía de Identificación de Partes de Félidos de Colombia, elaborada por Panthera con Apoyo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), busca ayudar a las autoridades no sólo en la investigación y judicialización del tráfico de estos animales, sino también en la detección temprana por parte de las empresas del transporte y puertos aéreo, terrestres y marítimos.
  • Colmillos, pieles, garras y cráneos son las partes más traficadas. La triple frontera entre Colombia, Perú y Brasil sigue siendo una de las zonas más críticas para los félidos, mientras aumenta el interés de los mercados ilegales estadounidenses y europeos en estos animales.

El tráfico de fauna en Colombia sigue siendo un enorme problema para las autoridades.“Nos hemos dado cuenta que, sobre todo a los ocelotes (Leopardus pardalis) los están tratando de domesticar, extrayendo de su hábitat a los bebés o a los más pequeños, para luego comercializarlos como mascotas”, dice el mayor Christian Hair Mesa, jefe de la Unidad Investigativa de Delitos contra los Recursos Naturales y el Medioambiente de la Policía Nacional.

Entre el 1 de enero de 2023 y el 24 de marzo de 2024, la Policía Nacional de Colombia incautó 37 998 animales víctimas de tráfico ilegal. Los mamíferos, con 5763 animales decomisados, son el tercer grupo de animales más traficados en el país, sólo superados por los reptiles (23 418) y las aves (9 829). Los félidos son algunos de los mamíferos más apetecidos por las mafias dedicadas a este delito.

Mesa señala que el jaguar es “el premio mayor” de todas las estructuras criminales porque es visto como sinónimo de poder y de estatus, y sus partes más traficadas son las garras, los colmillos, los cráneos y las pieles. “También ha tomado fuerza el uso de los huesos del jaguar. Los pulverizan y los convierten en un líquido lechoso que se está vendiendo como afrodisíaco y para tratar problemas de salud”.

Félido víctima del tráfico ilegal en Colombia. Foto: Policía Nacional.
Félido víctima del tráfico ilegal en Colombia. Foto: Policía Nacional.

La Policía Nacional tiene una base de datos donde clasifica la fauna incautada en aves, anfibios, arácnidos, insectos, mamíferos y reptiles. Aún no tienen información desagregada para los félidos del país, pero esperan tener cifras para este año. “En este momento tenemos cinco investigaciones estructurales que vamos a ejecutar, para saber la cantidad de especies o productos derivados de félidos que se están traficando”, asegura Mesa.

La preocupación por esta situación llevó a que Panthera, en alianza con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito para la Región Andina y el Cono Sur (UNODC, por sus siglas en inglés) publicaran la Guía de Identificación de Partes de Félidos para Colombia en marzo de este año, cuyo principal objetivo es permitirle a las autoridades la caracterización de las especies de félidos a partir de sus partes corporales. “Esta etapa de identificación es un primer paso esencial en la lucha contra estos crímenes [del tráfico], no sólo para la investigación y judicialización del delito por las autoridades, también en la detección temprana por parte de las empresas del transporte y puertos tanto aéreos como terrestres y marítimos”, indica la guía.

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Identificar a los félidos manchados no es tarea fácil

El primer aporte de la guía es la descripción de las seis especies de félidos que habitan en Colombia y su estado de conservación a nivel nacional: jaguar (Panthera onca), en estado Vulnerable; puma (Puma concolor), en estado Casi Amenazado; yaguarundí (Herpailurus yagouaroundi), No Evaluado en el país; ocelote (Leopardus pardalis), ubicado como Casi Amenazado; margay (Leopardus wiedii), en condición Casi Amenazado y oncilla (Leopardus tigrinus), en estado Vulnerable. La guía incluyó una séptima especie: gato de pajonal (Leopardus garleppi), en estado No Evaluado. La decisión se sustenta en que, a noviembre de 2023, su presencia en Colombia se encuentra en estudio, pero hay un gran potencial de tráfico transfronterizo en el sur del país.

Cachorro víctima del tráfico ilegal. Foto: Policía Nacional.
Cachorro víctima del tráfico ilegal. Foto: Policía Nacional.

La publicación de Panthera también muestra una comparación entre ocelote, margay y oncilla, pues son tres de los félidos manchados que más se parecen y a los que las autoridades no identifican fácilmente. “Estas tres especies de gatos ‘pintados’ de Sudamérica, las cuales (junto al jaguar) sufrieron fuerte presión del mercado internacional de pieles en el siglo pasado, tienen varios rasgos en común: color de fondo del pelaje dorsal amarillento, marrón o hasta gris, y ventral blancuzco; rosetas o motas oscuras notables; líneas de puntos o franjas negras en la cara, cuello y cola. Casi todas estas especies pueden presentar algún individuo melánico (negro), lo cual complica aún más su identificación”, refiere la guía.

Sin embargo, presentan algunas diferencias y estas son algunas de las más notables: el ocelote es más grande, tanto en tamaño como en peso, que el margay y la oncilla; además es el único que es considerablemente más grande que un gato doméstico. El margay es el félido que tiene la cola más larga (aproximadamente el 70 % de su cuerpo) y la oncilla es el más pequeño de todos y la única de estas tres especies con el pelaje de su nuca hacia atrás.

A pesar de que estos rasgos ayudan a identificarlos, particularmente si el cuerpo del animal está completo, los expertos le sugieren a las autoridades enviar especímenes o fotografías, con información de medidas y procedencia, para confirmar la identidad.

Pieles de félidos en Colombia. Foto: Yina Serna - Panthera.
Pieles de félidos en Colombia. Foto: Yina Serna – Panthera.

“En Colombia hemos visto dos escenarios de tráfico. El primero es un tráfico organizado, donde tenemos vendedores que ofrecen los productos de felinos hacia el exterior, saben dónde están los animales y los cazan para abastecer ese mercado. También hay un tráfico más accidental, por así decirlo, y es cuando las comunidades comienzan a generar interacciones negativas con los felinos, realizan una cacería retaliativa, y al ver los animales muertos tratan de obtener un beneficio económico vendiendo las partes. No son traficantes organizados, más bien son traficantes oportunistas”, le dice a Mongabay Latam Yina Serna, coordinadora de Panthera en Colombia para la línea de Coexistencia Humano-Felino y Crímenes Contra la Fauna Silvestre.

El complejo panorama del tráfico de félidos y sus partes llevó a que UNODC decidiera apoyar a Panthera con la publicación de la guía. “El principal objetivo es que esta guía sea un referencia técnica para todo aquel que tiene un papel, una jurisdicción o una competencia en prevenir y detener el tráfico de félidos en el continente”, dice Diego Ricardo Quintero, coordinador regional de Crimen Organizado para la Región Andina y el Cono Sur de UNODC.

Si la identificación de especímenes enteros es compleja, reconocer las especies a las cuales pertenecen algunas partes como pieles, colmillos, cráneos y garras representa un reto aún mayor. Por ejemplo, los fragmentos de una piel de jaguar fácilmente pueden confundirse con los de otras especies.

Especialistas de Panthera capacitan a integrantes de la Policía de Colombia en la identificación de partes de félidos. Foto: Yina Serna - Panthera.
Especialistas de Panthera capacitan a integrantes de la Policía de Colombia en la identificación de partes de félidos. Foto: Yina Serna – Panthera.

La piel del jaguar es de fondo amarillo-ocre, con rosetas negras, grandes y huecas en los flancos; el ocelote tiene un pelaje corto, de fondo amarillo e incluso gris, rosetas de borde marrón oscuro y un interior más claro. El margay presenta un pelaje suave y largo con rosetas oscuras, alineadas y de forma alargada. La oncilla tiene un pelaje amarillo con rosetas circulares o alargadas, de borde muy oscuro e interior marrón. Finalmente, el gato de pajonal posee un pelaje espeso con un color de fondo gris parduzco o amarillento, sus rosetas son amarillas-rojizas y forman líneas oblicuas a los lados del cuerpo, mientras que sus patas tienen bandas de color pardo.

La guía indica que, en general, el cráneo de los félidos es corto y ancho comparado con el de otros carnívoros. En total tienen 30 dientes. Presentan dos molares, seis premolares, seis incisivos y dos caninos (colmillos) en la parte superior, mientras que en la parte inferior cuentan con seis incisivos, dos caninos, cuatro premolares y dos molares. La excepción es el gato de pajonal que tiene 28 dientes, pues le faltan dos premolares.

Los cráneos del jaguar y del puma son los más grandes. El del primero mide entre 20 y 30 centímetros y el del segundo entre 16 y 24. El ocelote es el félido intermedio pues su cráneo ronda entre los 11 y los 16 centímetros, mientras que el del yaguarundí se encuentra entre 9 y 12, el del gato de pajonal entre 9 y 11, y el del margay entre 9 y 10. El cráneo de la oncilla es el más pequeño entre los félidos que habitan en Colombia, pues sólo mide entre 8 y 10 centímetros.

Especialistas de Panthera capacitan a integrantes de la Policía de Colombia en la identificación de partes de félidos. Foto: Yina Serna - Panthera.
Especialistas de Panthera capacitan a integrantes de la Policía de Colombia en la identificación de partes de félidos. Foto: Yina Serna – Panthera.

Según los expertos, los colmillos, al ser los dientes más grandes, son los que alcanzan el mayor valor en el tráfico de partes. Su forma y estructura es similar en las distintas especies, pero no el tamaño. La corona, o parte visible del diente en la boca, está recubierta por el esmalte brillante y duro que acaba en el borde de la encía. La parte de la raíz, visible sólo en el diente extraído, es aún más larga que la corona y tiene expuesta la dentina que es opaca y dura como el hueso. En los félidos, el borde entre el esmalte y la dentina de los caninos inferiores tiene forma de “V” invertida en la cara interna y recta oblicua en la cara externa, mientras que en los caninos superiores el borde es casi recto y perpendicular.

La guía muestra la comparación entre las tres especies de mayor tamaño que habitan en el país. Los colmillos más grandes son los del jaguar, los cuales miden entre 5 y 9 centímetros, con una base de la raíz redonda, ancha y a menudo hueca en los adultos jóvenes. Los colmillos del puma miden entre 4 y 6 centímetros, con una base de la raíz redonda, pero más angosta que la del jaguar, y casi siempre sólida. El ocelote tiene unos colmillos visiblemente más pequeños, pues miden entre 3 y 4,5 centímetros. Los caninos de las otras especies tienen menores medidas, por lo que no suelen ser tan atractivos para los traficantes.

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Un delito conocido y muchos retos 

Yina Serna, investigadora de Panthera, comenta que el tráfico de partes en Colombia satisface principalmente mercados estadounidenses y europeos, mientras que el tráfico de animales vivos como mascotas, principalmente ocelotes, tiende a quedarse en las grandes ciudades del país.

En este momento, según información del mayor Mesa, la Policía Nacional adelanta una investigación alrededor de unas incautaciones en Estados Unidos de partes de jaguar provenientes del departamento de Putumayo. Entre las partes traficadas están garras, colmillos y cráneos.

Colmillo de félido. Foto: Yina Serna - Panthera.
Colmillo de félido. Foto: Yina Serna – Panthera.

“Entre las zonas de mayor tráfico en el país están el Pacífico y la Amazonía, sobre todo los departamentos de Putumayo y Caquetá, donde se ha identificado tráfico organizado. En la zona del Magdalena Medio y del Bajo Cauca se ven temas de asesinato de félidos por retaliación y la venta oportunista de las partes como consecuencia de esas retaliaciones. En la costa Caribe se ven las dos cosas, tráfico organizado de todas las especies, no sólo félidos, y tráfico oportunista”, dice Serna.

Con todo, una de las zonas más críticas, tanto para Serna como para Mesa, es la triple frontera entre Colombia, Perú y Brasil. “En la triple frontera no hay control de nada. Hay mucho tráfico y es muy difícil determinar si la procedencia de los animales es Perú, Colombia o Brasil”, dice Serna.

Mesa menciona que las zonas de frontera son puntos críticos debido a las diferencias entre las normativas de las naciones. “Se necesita una normatividad común en la que podamos trabajar en conjunto con otros países. Por ejemplo, se viene adelantando una investigación en Colombia pero cuando los delincuentes pasan el río Amazonas, en la triple frontera, todo ese esfuerzo se pierde. Además, ahí no sólo se da el tráfico de fauna sino que este confluye con el de madera, con el narcotráfico y con el contrabando”.

Piel de puma incautada por la Policía de Colombia. Foto: Policía Nacional.
Piel de puma incautada por la Policía de Colombia. Foto: Policía Nacional.

La estrategia actual de la Policía para combatir a las mafias del tráfico de félidos, y de fauna en general, consiste en atacar sus finanzas, trabajando de la mano con la Unidad de Información y Análisis Financiero (UIAF) —una entidad adscrita al Ministerio de Hacienda y creada con el fin de detectar prácticas asociadas con el lavado de activos—. Cruzando la investigación de la UIAF con las estructuras de tráfico ilegal de fauna y flora identificadas por la Policía, esta última entidad adelanta investigaciones contra personas en Bogotá, Medellín y Estados Unidos con las que se han confirmado transacciones económicas con presuntos traficantes en Putumayo, Caquetá y Guaviare. “Si atacamos las finanzas, las estructuras criminales no van a tener capacidad monetaria para comercializar las especies”, señala Mesa.

Las autoridades colombianas han detectado un aumento en la venta ilegal de fauna silvestre a través de internet, principalmente en redes sociales. Ahí han identificado otro eslabón de la cadena al que no se le ha prestado suficiente atención y que hoy representa uno de los mayores retos en la lucha contra el tráfico ilegal: las empresas de mensajería.

Especialistas de Panthera capacitan a integrantes de la Policía de Colombia en la identificación de partes de félidos. Foto: Yina Serna - Panthera.
Especialistas de Panthera capacitan a integrantes de la Policía de Colombia en la identificación de partes de félidos. Foto: Yina Serna – Panthera.

“Muchas empresas de mensajería no saben diferenciar vida silvestre de fauna doméstica y de esa forma están aportando al tráfico ilegal. Debemos articularnos con ellos y con el Ministerio de Transporte, porque a las empresas que vienen de zonas donde tenemos alto tráfico de vida silvestre, como Putumayo y Caquetá, sólo les interesa que los usuarios les paguen y no verifican los paquetes”, afirma el mayor Christian Hair Mesa.

Diego Ricardo Quintero, de UNODC, destaca que hay que seguir trabajando en todas las estrategias que permitan atacar el tráfico de fauna en Colombia. Uno de los principales obstáculos es el gran desconocimiento alrededor de este delito, por ello considera que la guía es un paso importante para superar ese reto. Para él, los otros grandes problemas que persisten, y que hay que seguir atacando, son el gran mercado internacional que existe y la baja capacidad que tienen las autoridades para disponer de los animales en caso de que los incauten con vida. “Se necesitan más recursos. Muchas veces las autoridades ambientales, la Policía Nacional o los organismos de control no incautan porque no tienen a dónde llevar los animales, muchos de los cuales no tendrán las condiciones adecuadas para regresar a su ambiente natural”.

*Imagen principal: Félido víctima del tráfico ilegal en Colombia. Foto: Policía Nacional.

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