- Dos cóndores que nacieron en cautiverio y otros dos que habían sido rescatados fueron llevados hasta la Patagonia para que se reinserten a la vida silvestre.
- Las aves llevan monitores de rastreo satelital para que los investigadores puedan seguir sus movimientos.
Después de haber pasado dos años en un centro de rehabilitación, los cóndores Cuyén, Eclipse, Bagual y Chicoco alzaron vuelo para alcanzar su libertad. Dos de ellos, Cuyén y Eclipse, salieron por primera vez a un ecosistema en el que no dependen de los cuidados ni el apoyo de los humanos, mientras que Bagual y Chicocó regresaron al hábitat que ya conocían, pero en el que estuvieron a punto de morir.
Su liberación ocurrió el 13 de febrero en el Parque Nacional Patagonia, en Chile. Antes de ello, los cuatro cóndores estuvieron por dos años en el Centro de Rehabilitación de Aves Rapaces (CRAR), ubicado en Talagante, en Santiago de Chile. Luego fueron trasladados en un viaje de ocho horas a un centro de preliberación en el Parque Nacional Patagonia, donde pasaron los últimos dos meses en un proceso de aclimatación y familiarización con el entorno antes de ser liberados a la vida silvestre.
“Ninguno de los cuatro tiene experiencia de vuelo, por tanto, el proceso de liberación fue gradual. Ahora les estamos haciendo seguimiento mediante transmisores satelitales. Es importante saber dónde están, cómo están, y proveerles alimentos durante un tiempo hasta que ellos, gradualmente, vayan adquiriendo la capacidad de encontrar las carroñas. Así evitamos que durante este periodo bajen de peso”, explica Eduardo Pavez, director de Proyecto Manku de la Unión de Ornitólogos de Chile y experto del CRAR en el manejo de esta especie.
La liberación de estos cuatro cóndores (Vultur gryphus) forma parte de un proyecto más amplio que reúne a varias organizaciones públicas y privadas de Chile. “Es un proyecto inédito en el país en términos de colaboración de diferentes organizaciones. Un trabajo con cóndores tanto de investigación como de rehabilitación y liberación”, comenta Pavez.
La alianza entre organizaciones privadas e instituciones estatales de Chile la integran el Centro de Rehabilitación de Aves Rapaces (CRAR), Proyecto Manku de la Unión de Ornitólogos de Chile, Filantropía Cortés Solari, Fundación Rewilding Chile, Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), Zoológico Parquemet y la Corporación Nacional Forestal (CONAF).
La nueva vida de los cóndores
“Desde el año 1993 hemos atendido más de 200 cóndores, y de ellos aproximadamente 100 han sido liberados”, menciona Pavez sobre el trabajo que se realiza en el centro de rehabilitación. Las razones por las que llegan al CRAR son diversas, en algunos casos los cóndores han sido víctimas de intoxicación o envenenamiento, otros son rescatados porque presentan lesiones físicas y si éstas son severas, quizá ya no pueden retornar a la vida silvestre. “En el caso de los cóndores que no pueden reinsertarse a la vida natural, pero que son reproductivamente sanos, conformamos parejas reproductoras y son sus crías las que se insertan al ambiente natural”, explica el experto.
Dos de los cóndores que fueron liberados el 13 de febrero, Cuyén y Eclipse, son hijos de cóndores que llegaron al CRAR y que, por diversos motivos, deben permanecer en cautiverio el resto de sus vidas. Sin embargo sus hijos, si tienen la posibilidad de volar en libertad.
Los otros dos cóndores tienen una historia distinta. Chicocó, un macho de tres años, fue encontrado en la zona del Cajón del Maipo, con una intoxicación severa por cebos envenenados. Muchas veces los ganaderos colocan cebos con veneno con el fin de eliminar animales silvestres que puedan atacar su ganado. Los animales mueren por acción de este veneno y los cóndores, al consumir la carroña terminan intoxicados.
Bagual fue encontrado cuando era un pichón. Estaba fuera de su nido y, aparentemente, perdido. Sin embargo, dice Pavez, aunque los cóndores suelen salir temprano del nido sin haber terminado su desarrollo, siguen siendo supervisados por sus padres. “Hay personas que los encuentra y piensan que están abandonados, entonces los toman, cortando así el vínculo con los padres”.
Los nombres de los cóndores también tienen un significado especial. Cuyén es el nombre que se le dio a la hembra que nació en el centro de rehabilitación y significa luna en la lengua del pueblo Mapuche. Eclipse, es un macho, que lleva ese nombre porque nació el día que hubo un eclipse. Bagual es una palabra que se utiliza en la Patagonia para referirse a los animales bravíos, y así decidieron ponerle al pichón que se rescató fuera de su nido; mientras que Chicocó lleva un nombre compuesto por las dos localidades más cercanas al lugar de liberación: Chile Chico y Cochrane. El nombre lo eligieron las personas de la localidad, cuenta Pavez.
“El momento de la liberación es muy emocionante”, comenta Pavez sobre el día que los cuatro cóndores salieron de la inmensa jaula que se había instalado en el Parque Nacional Patagonia con el objetivo de prepararlos para la vida silvestre. En los videos registrados en el centro de rehabilitación se ve a los cuatro cóndores en el espacio de preliberación.
Siempre que sea posible, los cóndores son liberados en sus lugares de origen. De hecho, uno de los cuatro cóndores liberados proviene de la Patagonia, y en el caso de los que nacieron en cautiverio, sus padres también son de ahí.
Una vez instalados en la jaula de preliberación, los cóndores son supervisados a distancia, mediante telescopios. La provisión de alimento y agua se hace durante la noche, mientras duermen, de tal forma que no vinculen a las personas con la provisión de alimentos y no se establezca un vínculo con el ser humano.
El día de la liberación se abre una de las paredes de la jaula, para que los cóndores puedan salir volando o caminando. “Quienes asistimos a la liberación estamos a una distancia de 200 a 300 metros, con binoculares, para intervenir lo menos posible”. Después de ser liberados, normalmente se mantienen juntos y gradualmente aumentan su rango de desplazamiento.
Para el seguimiento de los cóndores, los investigadores les han instalado transmisores satelitales, de esa forma, pueden vigilar el desplazamiento de las aves y confirmar el éxito del proceso de inserción. “Los cóndores son muy sociales y en gran medida el éxito de su reinserción depende de la capacidad que tengan ellos de seguir a otros cóndores porque con ellos aprenderán sobre el territorio y los lugares de alimentación”, aclara Pavez.
Los dos núcleos más importantes de poblaciones de cóndores en Chile, explica el experto, están en la zona central, con un 20% y en la Patagonia, entre la Región de Aysén y la Región de Magallanes, donde habita el 70% de la población de cóndores.
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Un espacio para los cóndores
El cóndor es una especie Vulnerable —según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza— por tanto, todos los esfuerzos que se puedan hacer para reintegrar individuos en el medio silvestre son importantes, asegura Cristian Saucedo, director de Vida Silvestre de la Fundación Rewilding Chile.
El cóndor es una especie longeva, que vive entre 50 a 70 años, y es también un animal icónico que junto al huemul (Hippocamelus bisulcus), en el caso de Chile, está presente incluso en el escudo nacional. “Es una especie icónica que está en el inconsciente colectivo y tiene la virtud que no sólo está vinculado a un país en particular, sino que tiene una connotación amplia porque ocupa todos los Andes. Está presente en Argentina, Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador, sin embargo, la Patagonia es un refugio muy relevante de la especie”.
En ese sentido, Saucedo señala que la liberación de cóndores tiene varias aristas que se deben destacar. En primer lugar, la información que se puede generar a partir de los animales liberados, pues a partir de sus desplazamientos, de las rutas de vuelo que desempeñan, de los lugares donde se resguardan para dormir, se van revelando áreas que son importantes para la conservación del cóndor.
Un segundo factor importante es el componente educativo y de promoción hacia la comunidad. Y en tercer término está la colaboración público-privada de la red creada para la conservación del cóndor que también se puede extender hacia otras especies con problemas de conservación, como el caso del huemul.
El cóndor también enfrenta múltiples amenazas. Al ser un animal carroñero depende completamente de los restos que dejan otros animales. En la Patagonia, por ejemplo, se alimentan principalmente de los guanacos que dejan los pumas, pero también de ovejas o ganado bovino. El uso de veneno en estas carroñas se usa, lamentablemente, con el fin de controlar a pumas y zorros. En el camino, no solo estas especies terminan envenenadas, sino también los cóndores que consumen la carne contaminada.
La caza también es otra de sus amenazas, así como las colisiones con las líneas de transmisión eléctrica que se ubican en zonas de la cordillera que son rutas de vuelo de los cóndores. Lo mismo ha ocurrido ya con aerogeneradores de parques eólicos, un problema que se está tratando de resolver mediante tecnología como el establecimiento de radares.
Imagen principal: cóndores saliendo de la jaula de preliberación. Foto: Marcelo Mascareno.
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