- La construcción de barcos artesanales está prohibida en Perú desde febrero de 2015.
- Sin embargo, esta decisión, sumada a los bajos controles, derivó en un enorme mercado negro de venta de barcos, matrículas y permisos ilegales.
- Conseguir un barco y sus permisos termina siendo fácil, ya que sólo basta con encontrar las ofertas adecuadas que están publicadas en internet.
- Así funciona el mercado negro de embarcaciones en La Tortuga, una localidad y caleta, ubicada en Piura.
El exceso de barcos pesqueros representa una amenaza a la sostenibilidad de los recursos marinos en Perú y es por eso que desde 2015 solamente está permitida la sustitución de embarcaciones inservibles por otras con las mismas medidas, con lo que el Gobierno pretende que el número de barcos no crezca.
En la práctica, esto no ocurre. En La Tortuga, una caleta de pescadores situada en la costa norte del Perú, además de la pesca, el armado ilegal de barcos es prácticamente la actividad principal. En este lugar hay múltiples puntos de construcción, donde, según el testimonio de carpinteros y ayudantes, existe demanda todos los meses.

Estas son las cuatro problemáticas que conforman este mercado negro:
1. La construcción ilegal
En La Tortuga hay embarcaciones nuevas y en construcción a solo 400 metros del mar. Lucen nuevas, pintadas y cubiertas con telas o esteras cosidas entre sí por los bordes. El contacto con los vendedores es sencillo, es posible llegar a ellos luego de hacer el contacto previo por teléfono o redes sociales. Sin ningún reparo, ofertan diversos precios, dependiendo del tamaño y el modelo requeridos.
En los astilleros ilegales es posible comprar un barco pesquero, con capacidad para 32 toneladas, hecho desde cero, por una cifra que ronda entre los 40 000 y 64 000 dólares.

2. La venta de documentos
La construcción ilegal de embarcaciones forma parte de un engranaje en que también se mueve la venta ilícita de matrículas y permisos para la operación de los barcos. Pueden costar de 2670 a 5340 dólares para un barco de 20 toneladas, mientras que el costo para uno de 27 toneladas o más está en un rango de 10 600 a 32 000 dólares.
La abogada Carmen Heck, directora de Políticas de la organización internacional Oceana, en Perú, explica que “los certificados de matrícula y los permisos de pesca son inseparables de la embarcación para la que se emitieron”.
Cada uno de estos documentos debería ser emitido por el Ministerio de la Producción y la Dirección General de Capitanías y Guardacostas (Dicapi), pero eso es algo que está prohibido por ley. Sin embargo, la oferta informal en redes sociales de estos y de los mismos astilleros ilegales es enorme.
Muchos certificados ofrecidos en internet corresponden a barcos que se hundieron en el mar o que están varados por obsoletos, y cuyos dueños han descartado hacer la sustitución.
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3. “Clonación” de barcos
En la zona del norte del mar peruano, los pescadores denuncian que hay muchas embarcaciones idénticas en color, nombre y matrícula. En realidad son barcos clonados que pueden estar operando a cientos de kilómetros de distancia o que, con el mayor desparpajo, son encallados uno al lado del otro.
Esta sería la prueba de la irreprimible construcción ilegal de barcos artesanales. La estrategia parece muy sencilla: armadores pesqueros (dueños de embarcaciones) tienen un barco con matrícula registrada, mandan a hacer otro y lo pintan igual que el primero. Luego, le ponen el mismo nombre y matrícula. De esa manera, cuentan con dos naves, y a veces con tres, que hacen pasar por una sola.

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4. El bajo control
Si el presupuesto no alcanza para la construcción de un barco nuevo, el interesado puede comprar una embarcación de segunda mano, incluso de dimensiones mayores a las inscritas en los documentos.
La cadena de delitos navega al amparo de una débil fiscalización y presuntos actos de corrupción. Edwin Houghton, presidente de la Asociación de Armadores Pesqueros Artesanales Mar de Paita (Apamarpa), sostiene que la Dicapi no ha ejercido nunca un trabajo de control efectivo. Los pescadores y cada uno de los vendedores de licencias aseguran que “todo es manejable” con las autoridades encargadas de contener el aumento de barcos en Perú.

Y una de las consecuencias irreparables es la presión a los recursos marinos del país, causadas por el sobreesfuerzo pesquero a partir de naves con capacidades mayores a las registradas en los documentos que llevan.
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Imagen principal: el armado ilegal de barcos es prácticamente la actividad principal en La Tortuga, una localidad y caleta, ubicada en Piura, Perú. Foto: Sebastián Castaneda