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Huella humana: grandes parques y reservas del mundo tienen “cicatrices” de degradación

  • Según una investigación publicada en la revista Science, una tercera parte de las zonas protegidas del mundo —aproximadamente 6 millones de kilómetros cuadrados— lleva las cicatrices de una importante degradación a manos de los humanos.
  • Los investigadores encontraron que los grandes parques y reservas sujetos a los estándares más exigentes presentan unos resultados significativamente mejores que aquellos con controles más permisivos.

Carreteras, fincas, minas y ciudades se están expandiendo dentro de muchos de los parques, reservas y santuarios naturales del mundo, lo que deja a una tercera parte de las zonas protegidas del mundo —casi tres veces y medio el tamaño de Alaska— con las marcas de una degradación intensa.

Esta es una de las conclusiones en un nuevo estudio del ecologista James Watson y sus colegas, publicado el 17 de mayo en la revista Science.

“Lo que estamos mostrando es que al menos una tercera parte del patrimonio de zonas protegidas es relativamente inútil”, dijo Watson, de la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS, por sus siglas en inglés) y la Universidad de Queensland en Brisbane, en una entrevista.

Jirafas pasan al lado de los preparativos para la extracción de petróleo en Uganda. Imagen de Paul Mulondo/WCS.

Los científicos saben que las zonas protegidas forman una línea de defensa fundamental contra la extinción de las especies. Eso ha llevado a gobiernos de todo el mundo a reservar casi el 15 % de la superficie de la Tierra para la conservación, lo cual dobla el área de terreno protegido desde la aprobación del Convenio sobre la Diversidad Biológica en la cumbre de 1992 en Río de Janeiro. La comunidad conservacionista ha aplaudido estos logros, defienden que el mundo va por buen camino para alcanzar el objetivo de proteger el 17 % de la superficie del planeta para el 2020, uno de los Objetivos Aichi para la Biodiversidad establecidos en Japón en el 2010.

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“Muchas zonas protegidas se han hecho añicos”

Pero en el trabajo de campo de Watson por todo el planeta, ha notado que muchas de estas zonas protegidas no están “dando a la biodiversidad un descanso de la humanidad” como estaba previsto, dijo.

“Vi muchas, muchas zonas protegidas hacerse añicos”, dijo.

Así que Watson y sus colegas se dispusieron a analizar el problema a escala mundial. Examinaron un subconjunto de más de 200 000 zonas protegidas por todo el mundo y compararon los límites con los mapas de la “Huella Humana”. Estos mapas trazan la magnitud del impacto humano con la información sobre las variables como las ubicaciones de las carreteras, las zonas de cultivos y los núcleos de población.

Una fotografía aérea muestra la limpieza de tierras para la agricultura cerca de la Reserva Nacional de Niassa en Mozambique. Imagen de James Allan/WCS.

El equipo encontró que los parques y las reservas sujetos a los estándares más fuertes presentan unos resultados significativamente mejores que aquellos con unos controles más permisivos. Señaló la Reserva Nacional de Niassa en Mozambique, la Reserva Natural de Keo Seima en Camboya y el Parque Nacional Madidi en Bolivia como lugares donde los gobiernos están trabajando con las ONG como WCS para mantener los espacios silvestres relativamente impolutos.

Globalmente solo un 10 % de las zonas protegidas examinadas en el estudio no muestran ninguna señal de lo que los autores denominan “intensa presión humana”. En cambio, unos 6 millones de kilómetros cuadrados (2,3 millones de millas cuadradas), o casi el 33 % de la superficie de la Tierra que está protegida, han sido degradados como consecuencia de esa presión.

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Extracción y explotación en áreas protegidas

A menudo, estas influencias son más pronunciadas países en desarrollo con poblaciones humanas en crecimiento. Pero incluso en la Australia nativa de Watson, los impactos humanos se han infiltrado en los santuarios de conservación: en la actualidad, una empresa minera está extrayendo uranio del Parque Nacional de Kakadu, dijo Watson. Y en la Reserva Natural de la Isla de Barrow, repleta de especies endémicas y descrita como las Galápagos de Australia, Chevron ha explotado las reservas de petróleo y de gas natural.

Según algunas estimaciones, las consecuencias de la presencia humana podrían desencadenar la extinción de hasta la mitad de las especies en la Tierra en los próximos 50 años, dijo Watson.

La extracción de uranio en el Parque Nacional de Kakadu en Australia. Imagen cortesía de IAEA Imagebank/Flickr.

“Eso no es solo triste para esas especies”, dijo. “Va a tener consecuencias importantísimas para la humanidad en términos de la degradación de los ecosistemas y los servicios que proporcionan”, sobre todo para las poblaciones más pobres del mundo que dependen fuertemente de los servicios de esos ecosistemas.

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Iniciativas poderosas

Las iniciativas para proteger grandes áreas del planeta para la naturaleza como Nature Needs Half (La Mitad para la Naturaleza) y Half Earth (La Mitad del Planeta), son “poderosas y ambiciosas y realmente valientes”, dijo Watson. Pero también dijo que le preocupaba que estos llamamientos pudieran llevar a algunos países a tergiversar el tamaño de su territorio dedicado a la conservación, ya que este estudio muestra que algunas zonas protegidas carecen de la aplicación y vigilancia efectivas necesarias para preservar hábitats para la biodiversidad.

“Probablemente, esto no sea bueno para la conservación”, dijo Watson. “Preferiría una evaluación honesta de cuánta superficie está protegida y consiguiendo buenos resultados”.

Desarrollar ese tipo de evaluación es lo que él y sus colegas están intentando hacer. Así se podría usar ese análisis para identificar lugares donde invertir en una aplicación de leyes de protección más intensas y un aumento de la vigilancia pueda dar frutos: zonas con una alta densidad de especies, por ejemplo, o que son refugios para la fauna silvestre amenazada.

La expansión de la agricultura de la roza y quema cerca de la Reserva Nacional de Niassa en Mozambique. Imagen de James Allan/WCS.

“Realmente tenemos que empezar a identificar a las joyas de la corona que son zonas protegidas y financiarlas y hacer que se respeten”, dijo Watson, que añadió que este tipo de análisis ayudaría a definir las zonas que deberían ser prioritarias para los fondos limitados.

“No podemos simplemente ir y salvar todo en todas partes”, añadió. “Eso no va a funcionar”.

Imagen principal: Una iguana enana de O´Shaughnessy en el Parque Nacional de Yasuní en Ecuador. Imagen de Jaime Palacios/WCSUna iguana enana de O´Shaughnessy en el Parque Nacional de Yasuní en Ecuador. Imagen de Jaime Palacios/WCS.

John Cannon es un redactor de la plantilla de Mongabay que reside en Oriente Medio. Pueden encontrarlo en Twiter: @johnccannon

Referencias

Jones, K. R., Venter, O., Fuller, R. A., Allan, J. R., Maxwell, S. L., Negret, P. J., & Watson, J. E. M. (2018). One-third of global protected land is under intense human pressure. Science, 360(6390), 2–5.

Venter, O., Sanderson, E. W., Magrach, A., Allan, J. R., Beher, J., Jones, K. R., … & Levy, M. A. (2016). Sixteen years of change in the global terrestrial human footprint and implications for biodiversity conservation. Nature Communications7, 12558.

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