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Las ciudades pueden salvar algunos animales de la extinción, pero ya no son los mismos

  • Algunas especies no solo pueden adaptarse a la vida en áreas urbanas sino que también prosperan y crecen en más abundancia de lo que podrían en su entorno natural.
  • Por lo tanto, algunas ciudades han sido declaradas hotspots de conservación urbana pero una publicación muestra que si bien esas ciudades pueden ayudar a preservar poblaciones robustas de especies amenazadas, no ayudan a preservar las funciones ecológicas cruciales de esas especies.

Las respuestas de las especies silvestres cuando su hábitat natural se convierte en áreas urbanas son muchas y variadas. La urbanización es una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en todo el mundo, mientras que, al mismo tiempo, algunas especies no solo pueden adaptarse a la vida en áreas urbanas sino que también prosperan y crecen en más abundancia de lo que podrían en su entorno natural.

Algunas ciudades han sido declaradas hotspots de conservación urbana, pero una investigación publicada el año pasado muestra que si bien esas ciudades pueden ayudar a preservar poblaciones robustas de especies amenazadas, no ayudan a preservar las funciones ecológicas cruciales de esas especies.

Esta es una distinción importante porque se espera que la población urbana crezca en 1.35 mil millones de personas para el 2030, lo que a su vez impulsará la expansión de las áreas urbanas en todo el mundo en aproximadamente 1.2 millones de kilómetros cuadrados, según un estudio del 2012. Eso significa que, para el 2030, podría haber tres veces la cantidad de cobertura urbana global de la que existía en el 2000.

De los animales que se adaptan a la vida en las áreas urbanas en crecimiento, algunos seguramente estarán amenazados con la extinción, lo que hace que los esfuerzos de conservación en las ciudades sean indispensables. Un estudio del 2014 que examinó 54 ciudades de todo el mundo, por ejemplo, encontró que aproximadamente un tercio de ellas alberga aves amenazadas.

La cotorra de La Española (Amazona ventralis). Crédito de la foto: Álvaro Luna

Los hotspots de conservación urbana pueden albergar poblaciones viables de especies amenazadas pero eso no significa que esas especies sigan realizando tareas como la dispersión de semillas de las que dependen los ecosistemas naturales para un funcionamiento saludable. “Las ciudades pueden constituir refugios para especies amenazadas y salvarlas de la extinción pero sus funciones ecológicas en la naturaleza pueden extinguirse”, dijo a Mongabay José Tella, profesor de investigación en la Estación Biológica de Doñana en Sevilla, España.

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Tella es coautor de un artículo publicado en la revista PeerJ el año pasado que detalla los hallazgos de dos estudios de caso de especies de loros amenazados a nivel mundial en la República Dominicana: la cotorra de La Española (Amazona ventralis) y la aratinga de La Española (Psittacara chloropterus).

La cotorra de La Española (amazona ventralis). Crédito de la foto: Pepe Tella

Álvaro Luna, también investigador de la Estación Biológica de Doñana, dirigió el equipo de investigación que realizó un monitoreo a gran escala a lo largo de carreteras y vías en el 2017 en toda la República Dominicana para estimar la abundancia relativa de las aves en tres tipos diferentes de hábitats: hábitats naturales, hábitats rurales, y zonas urbanas. Los investigadores realizaron entrevistas informales con personas locales para recopilar información sobre cómo los humanos han impactado a las poblaciones de loros en el pasado y en el presente. “También buscamos loros de forrajeo para evaluar su papel potencial como dispersores de semillas, una función ecológica que se ha pasado por alto hasta hace muy poco tiempo”, escribieron Luna y sus coautores en el documento.

El equipo descubrió que había un número bajo de cotorras de La Española y aratingas de La Española presentes en las áreas rurales y que la población de ambas especies era “muy baja” en los hábitats naturales restantes en la República Dominicana. “En general, fueron entre uno y dos órdenes de magnitud más bajos que los de las especies congénitas que habitan otros ecosistemas neotropicales”, escriben los investigadores. Pero la abundancia relativa en las ciudades era seis veces más alta que en los hábitats naturales para la aratinga de La Española y tres veces más alta para la cotorra de La Española.

Aratingas de La Española (Psittacara chloropterus). Crédito de la foto: Pepe Tella

“Las personas indicaron que la caza para conseguir alimento y represalias por el daño a los cultivos son una de las causas de la disminución de la población de loros. También es responsable el vigoroso comercio ilegal de loros (131 individuos registrados, 75 % de ellos extraídos muy recientemente), en su mayoría obtenidos de áreas protegidas donde las últimas pequeñas poblaciones silvestres permanecen”, escriben Luna y su equipo. “Observamos loros que se alimentaban de 19 especies de plantas de 11 familias, dispersando los frutos de 14 especies al cargarlos en sus picos y consumirlos en árboles percheros distantes. Descartaron semillas maduras no dañadas, con el potencial de germinar, en el 99.5 % de los casos, y las distancias de dispersión mínimas oscilaron entre 8 y 155 [metros]”.

Si las especies y las funciones ecológicas que brindan desaparecen totalmente de los hábitats naturales y solo persisten en las áreas urbanas, podría haber “efectos inesperados a largo plazo en los ecosistemas”, dicen los investigadores. “Nuestro ejemplo demuestra cómo dos ciudades pueden ser pronto los últimos refugios para dos loros endémicos si continúa la sobreexplotación, en cuyo caso su rol ignorado como dispersores de semillas se perdería completamente en la naturaleza. La extinción funcional de estas especies podría afectar fuertemente a las comunidades de vegetación en un entorno isleño donde las especies dispersoras de semillas son naturalmente escasas”.

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Luna y el equipo argumentan que, si bien los planes de conservación deben tener en cuenta las poblaciones urbanas de especies amenazadas, “se necesitan mayores esfuerzos para restaurar sus poblaciones en hábitats naturales para conservar las funciones ecológicas”. 

Aratingas de La Española (Psittacara chloropterus) en Santo Domingo, República Dominicana. Crédito de la foto: Álvaro Lunaq

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Referencias

Esta historia fue publicada por primera vez en la web en inglés el 19 de abril de 2019.

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