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“La tierra le ha permitido al pueblo de Mezcala reconstruirse después de la pérdida lingüística” | ENTREVISTA

Rocío Moreno, lideresa e historiadora coca. Fotografía: Antonieta de la Puente

  • Después de más de 20 años de litigio, los pobladores de Mezcala, una comunidad indígena del occidente de México, recuperaron una parte de su territorio que había sido invadido.
  • En el territorio recuperado en octubre de 2022, los habitantes de Mezcala construirán una universidad donde se impartirán tres carreras que buscan fortalecer a la comunidad: derecho, agroecología y pedagogía.
  • En esta entrevista con Mongabay Latam, Moreno cuenta cómo la universidad viene a coronar un largo trabajo realizando talleres de historia comunitaria en el pueblo de Mezcala a partir de los cuáles los habitantes de este pueblo lograron organizarse y reconstruir su identidad colectiva.

En un pueblo a la orilla del Lago de Chapala, el más grande de México, creció una niña que subía cerros para observar los petrograbados dejados por las antiguas culturas y buscaba entre las fotografías de su madre el hilo que la llevara a otros tiempos. Su nombre es Rocío Moreno, una mujer indígena coca que ahora, ya adulta, es historiadora y defensora territorial de Mezcala, Jalisco, la comunidad donde nació pero que no ha sido incluida en el padrón federal ni estatal de pueblos indígenas y que por veinte años ha enfrentado la invasión de su territorio.

La lucha de Moreno por la defensa del territorio está íntimamente relacionada con su labor como historiadora. Desde 2007, coordina talleres de historia comunitaria en Mezcala donde se han producido materiales didácticos para niños y jóvenes que fortalecen su identidad como pueblo indígena.

Desde 2007, Moreno coordina talleres de historia comunitaria en Mezcala, donde enseña sobre los acontecimientos más importantes de la comunidad. Fotografía: pobladores de Mezcala.

Los talleres beben de los trabajos académicos de licenciatura, maestría y doctorado de Moreno, particularmente los que profundizan sobre la cuestión territorial y la participación de las mujeres coca. En su tesis doctoral “Relatos de vida, historias de la tierra” entrevista a trece mujeres de Mezcala quienes explican las razones por las que son defensoras del territorio.

El próximo proyecto de la comunidad es una universidad donde se impartirán las licenciaturas de derecho, agroecología y pedagogía para los jóvenes de toda la región. Se construirá en un terreno que Moreno y otros pobladores de Mezcala recuperaron el 4 de octubre de 2022, mediante una sentencia ejecutoria, luego de más de 20 años de litigio. Dicha sentencia, concluyó que el empresario Guillermo Moreno Ibarra se había apoderado ilegalmente en 2002 de aproximadamente 10 hectáreas donde construyó una casa y deforestó para construir una represa que desviaba los ríos de la zona.

Dibujo de Mezcala: ¡Se Querían Llevar La Isla!, libro elaborado por los niños de Mezcala, coordinado por Elisa Cárdenas.

Mongabay Latam habló con la historiadora sobre su identidad como mujer indígena coca y lo que significa la historia en el crecimiento y defensa de los pueblos.

—¿Qué significa para usted ser mujer coca?

—Soy una mujer con un pasado común, con una comunidad que la respalda; una mujer que está arraigada a las raíces de nuestro pueblo. Desde pequeña, a través de mi madre, tuve ese fortalecimiento de mi identidad, del territorio. Me tomó tiempo pero pude comprender el origen y la historia de mi comunidad. Al comprenderlo eso también me definió: supe qué estudiar, a qué dedicarme, cómo replantear mi vida.

—¿Por qué decidió estudiar historia?

—Siempre me gustó escuchar las historias de la familia. Mi bisabuelo fue Tomás Moreno, él fue en la memoria de la comunidad una de las personas que recuperaron tierras después de la Revolución Mexicana. Mi mamá se quedó con cartas de él, con fotografías y siempre me gustó buscar los hilos que me conducían al pasado. Me gustaba mucho ir a la isla (Mezcala), caminar el cerro que siempre estaba lleno de petrograbados y escuchar las historias familiares; creía importante adentrarme en eso. Yo quería dedicarme a la arqueología, pero no había esa carrera en la Universidad de Guadalajara que es donde estudié y lo más cercano a ello era la historia. Cuando ingresé me gustó muchísimo trabajar con archivos, con documentos históricos. Cuando terminé la carrera regresé a mi comunidad.

El 4 de octubre del año pasado, luego de más de 20 años de litigio, los pobladores de Mezcala ocuparon unas tierras que les pertenecen para construir una universidad. Fotografía: pobladores de Mezcala

—¿Cuál fue el primer trabajo que hizo allí?

—Fue el momento más enriquecedor como historiadora. Hicimos entrevistas y realizamos muchísima historia oral. También íbamos a los archivos a trabajar o a recuperar los documentos históricos que hubiera del pueblo. Luego escribíamos boletines muy simples de divulgación general. El tener investigaciones, escritura y difusión fue lo que más me fortaleció porque le hallaba un sentido útil a mi carrera. A veces muchos de los historiadores hacemos libros para las bibliotecas, no para la gente. La comunidad me ha enseñado que uno tiene que escribir con un lenguaje sencillo cosas muy pequeñas en contenido, pero profundas y necesarias para una población.

—¿Por qué decide dar los talleres de historia comunitaria en Mezcala?

—En 2006, realizamos el Foro Nacional en Defensa de la Madre Tierra; el primero como Congreso Nacional Indígena. Acudieron muchísimas comunidades de todo el país, estuvieron dos comandantes zapatistas (del Ejército Zapatista de Liberación Nacional EZLN) y cuando ellos se fueron, empezaron a moverse muchas cosas al interior de la comunidad. Lo primero que nos quedaba claro era que teníamos que fortalecer a la asamblea de comuneros porque ya estaba muy débil. Se comenzó a construir un estatuto comunal —son las leyes internas del pueblo desde la cuestión territorial— y ahí fue donde empezó todo, pues vimos que teníamos que incluir en ese estatuto gran parte de la historia. Fuimos con las personas mayores a hacer pequeñas entrevistas y después la gente nos decía que quería conocer documentos, como el título primordial que es un documento virreinal, entonces lo empezamos a leer en los barrios.

Dibujo de Mezcala: ¡Se Querían Llevar La Isla!, libro elaborado por los niños de Mezcala, coordinado por Elisa Cárdenas

Ya después se convocó a los familiares de los comuneros que habían fallecido para que mandaran un reemplazante a la asamblea. A veces nos mandaban a menores de edad para que ocuparan el puesto del papá o del abuelo. Las nuevas generaciones no tenían información sobre la historia del pueblo y fue donde me dijeron: ¿por qué no haces unos talleres de historia para los nuevos comuneros? Junto con las personas mayores diseñamos algo muy simple de momentos importantes en la historia de la comunidad: el origen del pueblo coca, la Independencia en la isla de Mezcala, todo el movimiento insurgente, el movimiento revolucionario, luego la certificación de las tierras comunales en el siglo XIX y la actualidad.

“A veces muchos de los historiadores hacemos libros para las bibliotecas, no para la gente. La comunidad me ha enseñado que uno tiene que escribir con un lenguaje sencillo cosas muy pequeñas en contenido, pero profundas y necesarias para una población”.

Rocío Moreno

—¿Y cuál fue el resultado?

—La realidad es que en esos espacios yo nunca di clases porque se convertían en diálogos. Siempre alguien tenía algo que decir, siempre alguien llevaba algún objeto de su casa, una bala de cañón, un petrograbado, algún fósil, fotografías del tiempo posrevolucionario y así fue como fuimos construyendo. La gente con una mirada externa dice que es un pueblo que sabe su historia. Por ejemplo, uno de los primeros proyectos que hicimos en colectivo fue el librito Mezcala ¡se querían llevar la isla!, que es hecho por niños donde narran el movimiento insurgente. Los niños siempre escucharon esa historia en sus casas porque son historias con las que uno crece.

Dibujo de Mezcala: ¡Se Querían Llevar La Isla!, libro elaborado por los niños de Mezcala, coordinado por Elisa Cárdenas

Fueron momentos muy importantes para la comunidad y se fue consolidando un grupo de 12 personas con adultos, jóvenes y niños. Fue suficiente para producir material didáctico sobre nuestra historia, hacer talleres y diálogos. Poco a poco y sin pensarlo, fuimos creando un espacio. Solo nos convocó esta necesidad de hablar de nuestra historia. Ya después muchos vimos la necesidad de escribirla y así fue cómo se consolidó ese espacio y ya de ahí se dio forma a lo que ahora llamamos talleres de historia comunitaria.

—¿Cuál es la situación de la denominación de Mezcala como pueblo indígena?

—Aún no se determina, pero los últimos dos años ha habido un avance significativo. Se ingresó documentación al padrón de la Comisión Estatal Indígena (CEI) que todavía no publica, pero ya se hizo toda la entrega de los estudios de la comunidad para dar fe que existen estructuras comunitarias que funcionan en el día a día del pueblo. A nivel federal también se ingresó un levantamiento del padrón de pueblos originarios. Eso lo entregamos en el mes de diciembre y también estamos en espera de que ingrese el pueblo coca en el padrón nacional. Ambas situaciones se dieron gracias a que se lleva más de una década diciendo que desde la creación de la ley estatal indígena en Jalisco, en 2008, el comité creador tuvo falta de sensibilidad porque el padrón no solo dejó fuera a Mezcala sino alrededor de 25 comunidades. Nos dijeron informalmente que nuestra comunidad es el caso que está abriendo este padrón y que ya también están buscando a otros pueblos, por ejemplo, a San Pedro Itzicán que es la comunidad vecina a nosotros. No es solamente porque ahora hay voluntad de parte del Estado, sino que esto se da gracias a la presión que se ha generado en los últimos diez años.

La relación de los habitantes de Mezcala con su historia es total. No se trata de chicos o grandes; con todos es igual. Fotografía: pobladores de Mezcala

—¿Por qué considera que no fueron incluidos en el padrón?

Fue ignorancia. Lo que sabemos es que acudieron a la cabecera municipal de Poncitlán y ahí preguntaron si existían pueblos indígenas en ese municipio y la respuesta fue que no. Fue ignorancia total de las autoridades que estaban en ese momento e ignorancia de la CEI por no hacer recorridos en las comunidades, no solo en las cabeceras municipales. Fue una ley que se hizo a quemarropa, eso está muy documentado.

—Si fue una ley que se promulgó en 2008, ¿cuál fue el argumento para no incluirlos durante todos estos años?

—El principal motivo que mencionaban era que no había lengua ni vestimenta tradicional.

—¿Cómo se dio la pérdida de la lengua coca en Mezcala?

—La fuente más importante sobre el registro de cómo se perdió la lengua es del historiador José Ignacio Dávila Garibi. Esta persona hizo un inventario lingüístico que rescató sobre todo de la parte de Cocula. El pueblo coca tenía dos grandes señoríos. Uno era el de Cocula y luego el señorío de Coinan, en la Ciénega desde La Barca hasta San Martín de las Flores, con los límites de Tonalá. Ellos quedan un poco más aislados y se conserva más la lengua. En cambio, cuando llegan los conquistadores a la región donde nosotros estamos ubicados, ellos comienzan a someter a la gente de esta zona por dos razones. La primera fue la guerra: tomaron a los comuneros como prisioneros para poderlos llevar y comenzar a fundar ciudades. La segunda fue la unificación del idioma. Los españoles conquistadores mencionan que en toda esta región había una diversidad lingüística impresionante entre una aldea y otra. Este autor tiene la teoría de que obligaron a la gente de toda esta región a unificarse en la lengua náhuatl o directamente ya en castellano.

En Mezcala, el último registro de un hablante de la lengua coca se tiene en 1700 y eso nos dice que tenemos 300 años sin utilizar la lengua. A diferencia de otras lenguas que todavía se pueden rescatar, en este caso es tan poquito el vocabulario que es imposible reconstruirla. Una lengua debe estar compuesta de un vocabulario más amplio y nosotros tenemos alrededor de 150 palabras que algunas se han resguardado en los archivos, en documentos, y otras que están asociadas con nombres de animales, cerros u objetos.

—¿Qué problemas han enfrentado por no estar dentro del padrón de pueblos indígenas a nivel federal y estatal?

—No podíamos acceder a muchos de los apoyos, proyectos y becas que son para jóvenes, mujeres y campesinos indígenas. Esto era probablemente lo que más le afectaba a la gente. Tuvimos que acudir algunas veces a lo que antes era Sedesol (hoy la Secretaría de Bienestar), que manejaba ese tipo de becas, con las firmas de toda la asamblea de comuneros para un solo joven. Así fue como empezamos a reeducar a esa gente y a sensibilizarlos sobre el hecho de que se trataba de un pueblo originario y que aunque había una pérdida lingüística, eso no significaba que ya no existiéramos como pueblo originario.

Los pobladores de Mezcala quieren fundar una universidad en el territorio recuperado. Fotografía: pobladores de Mezcala

—El 4 de octubre del año pasado, luego de más de 20 años de litigio, recuperaron unas tierras para construir una universidad. ¿Cómo fue ese proceso?

—Fueron muchísimos años donde no solo esperamos, sino que nos criminalizaron. Yo estuve en la cárcel en 2011. Me incriminaron de manera injusta y arbitraria. Me sembraron todo un expediente junto con otras 11 personas que procesaron por siete años. En 2004 también apresaron a cinco comuneros, todos mayores de 65 años. Esto dividió muchísimo a la comunidad con el argumento de que iba a dar trabajo (en las construcciones que el empresario había hecho en los territorios) y a quienes estábamos luchando por conservar las tierras comunales se nos decía que estábamos en contra del progreso. Hubo muchísima intimidación; asambleas en las que mandaban gente armada. Todo eso nosotros lo estuvimos denunciando.

“…estos juicios están diseñados para que los pueblos se cansen. Están diseñados para que los pueblos desistan de la recuperación de sus tierras, porque no es fácil esperar ni salir enteros de estos procesos”

Rocío Moreno 

El empresario se involucró muchísimo en los procesos de elecciones de autoridades, manipuló a dos comisariados. Al final del día lo único que puedo decir es que estos juicios están diseñados para que los pueblos se cansen. Están diseñados para que los pueblos desistan de la recuperación de sus tierras, porque no es fácil esperar ni salir enteros de estos procesos. Golpean las estructuras comunitarias y eso es lo más difícil de haber soportado estos años.

—¿Cómo se sintieron cuando el fallo salió a su favor?

— Recuperar ese predio fue, no solamente para mí sino para la gran mayoría de la comunidad, un dulce-amargo porque por un lado lográbamos hacer la toma efectiva de las tierras y eso nos daba mucha satisfacción, pero fueron más de 20 años de esperar y estar en un juicio injusto.

Fotografía del fallo que condena a Santana Sánchez y Guillermo Moreno Ibarra por la expropiación de un terreno de la etnia coca.

—¿Por qué decidieron construir ahí una universidad?

—Durante los talleres de historia comunitaria se empezó a abrir la discusión sobre qué fin iban a tener las tierras. Fue ahí que se empezó a hablar de que fuera una universidad. En Mezcala la educación solo va desde preescolar hasta preparatoria. Muchos jóvenes no pueden ingresar a una universidad para estudiar una licenciatura porque eso implica trasladarse y eso es un esfuerzo muy grande que tienen que hacer las familias. Veíamos que este espacio de educación que estábamos ya pensando y practicando desde los talleres de historia podría ser un buen proyecto para materializar en la zona recuperada.

Se está pensando en tener tres carreras: pedagogía, agroecología y derecho. Las tres tienen un fin muy concreto: la cuestión del territorio, la historia, el anticolonialismo y cuestionar las prácticas patriarcales. Queremos hacer una verdadera crítica desde estas tres carreras que están completamente relacionadas con la vida de los pueblos. La de derecho porque hay una necesidad de los pueblos de tener una defensa con una perspectiva más territorial, del derecho ambiental, del derecho agrario. La de agroecología porque afortunadamente la gente le sigue apostando al trabajo y a la tierra y creemos que es una de las carreras que puede generar cambios significativos en los pueblos de estos jóvenes. Y pedagogía que es una de las más esperanzadoras porque es el semillero de los futuros profesores de las comunidades.

Dibujo de Mezcala: ¡Se Querían Llevar La Isla!, libro elaborado por los niños de Mezcala, coordinado por Elisa Cárdenas

Es un proyecto que no solo está pensado para jóvenes de Mezcala sino de otras comunidades y pueblos de la región. Es la manera más digna de hacer esta toma de tierra. Esperemos que cuando empiece a funcionar este proyecto de la universidad ya podamos sentir una alegría distinta que la que sentimos el año pasado con la toma de tierra.

—¿Cuál es la importancia que los pobladores de Mezcala le dan al territorio?

—La pérdida lingüística en Mezcala fue una pérdida terrible y desde la invasión europea lo que hizo este pueblo fue fortalecerse en lo que le quedaba, que es el territorio.

Los pueblos originarios son pueblos mutilados. Algunos solo mantienen su territorio, otros no tienen territorio pero tienen su lengua. Pregúntale a alguien de Chapala, Poncitlán u Ocotlán cuál es una de las características de la gente de Mezcala y lo primero que te van a decir es que son celosos de sus tierras. Hay una razón histórica de ese apego al territorio y desde mi punto de vista es por esta pérdida lingüística. Mezcala sin isla, sin lago, sin bosque, sin fiestas comunitarias, sin sus oficios tradicionales que es la tierra y la pesca, sin la Nola sin la Vieja (piedras que bañan para atraer el agua) deja de ser Mezcala.

Lago de Chapala
Mezcala es un pueblo que se encuentra a la orilla del Lago de Chapala, el más grande de México. Fotografía: Antonieta de la Puente.

Ahora podemos explicar lo que es Mezcala y la cultura de nosotros a través del territorio, no hay otra forma en la que se pueda explicar. Por eso su vínculo con el lago, su vínculo con la tierra, con los ritos, con la siembra, con la pesca son fundamentales para nuestro pueblo. Si Mezcala pierde la tierra, ya no va a tener otro elemento que le permita reconstruirse.

* Imagen principal: Rocío Moreno, lideresa e historiadora coca. Fotografía: Antonieta de la Puente.
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