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Frutos amazónicos ofrecen alternativas para detener la deforestación en Colombia

  • Un proyecto del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas Sinchi en alianza con cooperativas de los departamentos del Guaviare y Caquetá, en pleno arco de deforestación, facilita el cultivo y transformación de frutos amazónicos como el copoazú (Theobroma grandiflorum), el sacha inchi (Plukenetia volubilis) y el moriche (Mauritia flexuosa) proveniente de la palma de ese nombre.
  • Los campesinos del Caquetá y el Guaviare que participan del programa, están recogiendo los frutos de su decisión de incluir sembríos sostenibles en sus fincas, en una apuesta por no depender de monocultivos, ganadería y cultivos ilícitos. Recientemente, en septiembre de 2023, una asociación campesina recibió la autorización sanitaria para comerciar el aceite de sacha inchi (Plukenetia volubilis).
  • En 2023, una segunda asociación exportó manteca de copoazú a una empresa cosmética brasileña aliada del Instituto Sinchi.

Entre los años 2001 y 2022, el departamento del Guaviare perdió 409 000 hectáreas de bosque, lo equivalente a 7.7 % de su cobertura forestal. Parte de esa deforestación la ocasionaron campesinos de la región con sus cultivos y ganadería, le contó a Mongabay Latam un líder agrario. Pero hay comunidades que están buscando cómo conservar sus terrenos forestales. Una alternativa que han encontrado es la producción sostenible de frutos amazónicos.

La Asociación de Productores Agropecuarios del Guaviare (Asoproagro) es una de las agrupaciones campesinas que hoy trabajan de la mano del Instituto Sinchi y que han desarrollado rutas para darle la vuelta a la deforestación.

Semilla de Sancha Inchi (Plukenetia Volubilis) – Foto: Julián Pulido.
Semilla de Sancha Inchi (Plukenetia Volubilis) – Foto: Julián Pulido.

Acá antes se deforestaba. A través de diálogos comunales, hicimos un análisis con el apoyo del Instituto Sinchi para ver qué podíamos cultivar cumpliendo tres objetivos. Primero, el tema de sustitución voluntaria de cultivos ilícitos. Segundo, la dinamización de la economía regional. Y tercero, contribuir a detener la deforestación”, dice José Ibáñez Ibáñez, representante de la Asoproagro, asociación que integra a 60 familias campesinas dedicadas al cultivo de copoazú, sacha inchi, entre otros frutos amazónicos, que les han permitido reducir sus actividades de ganadería que requerían derribar árboles.

El logro más reciente de Asoproagro y del Instituto Sinchi fue haber obtenido, en septiembre de 2023, el registro del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) para el aceite del sacha inchi. Esto les ha permitido comercializar el aceite en ferias de emprendimiento.

Jose Ibañez en la planta de procesamiento de frutos amazónicos de Asoproagro. Foto: Julián Pulido.
Jose Ibañez en la planta de procesamiento de frutos amazónicos de Asoproagro. Foto: Julián Pulido.

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Desde 2010, el Instituto Sinchi ha impulsado alternativas productivas para las comunidades campesinas de la Amazonía colombiana. Esta estrategia tuvo un punto de inflexión en 2019, ese año la entidad firmó convenios con comunidades campesinas y una empresa cosmética brasileña  para que, desde la Amazonía colombiana, le provean a la compañía manteca de copoazú, otro fruto amazónico. Esto permitió que en enero de 2023, otra agrupación campesina, la Asociación de Copoazú de Belén de los Andaquíes (ACBA) exportara 250 kilos de manteca de este fruto a Brasil.

Asoproagro también está trabajando en producir la manteca de copoazú y espera poder lograrlo con la cosecha esperada para marzo de 2024.

El copoazú es uno de los frutos amazónicos que sirven como alternativa productiva en Colombia. Crédito: Julián Blanco.
El copoazú es uno de los frutos amazónicos que sirven como alternativa productiva en Colombia. Foto: Julián Blanco.

Mongabay Latam conversó con una de las especialistas del proyecto del instituto, así como con dos miembros de asociaciones rurales, para conocer sus estrategias y cómo estos cultivos pueden contribuir a reducir la deforestación en algunas comunidades.

“Buena parte de estas comunidades antes deforestaban. En Caquetá, que es una cuenca lechera, cuentan con una práctica ganadera asociada con la expansión de la frontera agrícola y la deforestación. Pero cuando hallan que el uso del bosque es una alternativa real, dejan de enfocarse sólo en la ganadería y empiezan a hacer un uso sostenible del bosque en pie”, explica Juliana Cardona, investigadora y coordinadora del proyecto de empoderamiento de la cadena de valor de ingredientes naturales amazónicos en el Instituto Sinchi.

En los departamentos donde se realiza el proyecto, la deforestación ha tenido un alto impacto. Caquetá, por ejemplo, perdió 474 000 hectáreas de bosque húmedo primario entre el 2002 y el 2021, un 7 % de su cobertura forestal, según la herramienta de monitoreo satelital de bosques Global Forest Watch. El Guaviare, por su parte, perdió 381 000 hectáreas en el mismo período. Caquetá ocupó el infortunado primer lugar en deforestación del país, mientras que el Guaviare el cuarto entre 2001 y 2021.

 Frutos amazónicos para conservar los bosques

Asoproagro se ubica en el Guaviare, en la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Chiribiquete, un área protegida ubicada en municipios que tienen más de 495 286 reses, según la organización civil Parques Cómo Vamos, lo que la convierte en la quinta área protegida del país más impactada por la ganadería.

“En nuestro modelo, tres hectáreas sembradas con estos frutos amazónicos permiten que una familia viva dignamente. Es diferente al sistema tradicional de ganadería donde 60 cabezas de ganado necesitan 60 hectáreas de pasto limpio”, explica José Ibáñez, el representante de Asoproagro.

Fotografía de un taller sobre el sacha inchi en la planta de ASOPROAGRO en San José del Guaviare. Crédito: Julián Pulido.
Sacha inchi procesado en la planta de Asoproagro en San José del Guaviare. Foto: Julián Pulido.

En septiembre de 2023, Asoproagro obtuvo un logro que le permitirá vender su producto estrella: el aceite de sacha inchi. Se trata del registro sanitario que avala que su producto puede ser consumido, un permiso entregado por el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima). Según Ibáñez, poder aprobar el proceso fueron meses de preparación. “El Invima necesitaba que tuviéramos todos los requerimientos y documentos previos a su visita”, dice.

Para lograrlo, las 60 familias de Asoproagro se aliaron con el Instituto Sinchi —un organismo dedicado a la protección de la Amazonía que funciona con recursos estatales, pero que es autónomo— para aprender el cultivo, manejo y transformación de los frutos amazónicos. Este programa se ha realizado en Florencia, en Belén de los Andaquíes, ambos municipios del departamento de Caquetá. También en San José del Guaviare y El Retorno en el Guaviare.

En estos departamentos no sólo se practica la deforestación como medio de subsistencia. También las comunidades se han visto obligadas a sembrar hoja de coca. En 2022, el departamento del Guaviare tuvo 4934 hectáreas de cultivos de hoja, según datos del Ministerio de Justicia y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). Sin embargo, este proyecto podría traer un cambio que se ha notado a corto plazo y del que habrá que ver si es una alternativa sostenible a largo plazo. “Con los frutos amazónicos logran tener nuevas alternativas económicas para no depender, entre otros, de los cultivos ilícitos o de la deforestación”, resalta Juliana Cardona, del Instituto Sinchi.

“Parte de esta zona ha sido para la ganadería y la coca. La coca se da más en la parte selvática. La idea es que ambas (actividades) se disminuyan y que haya una sustitución temporizada de la coca”, dice una líder indígena puinave que forma parte de otra asociación campesina que trabaja con el Instituto Sinchi en alternativas productivas sostenibles y que, además, fue combatiente de la guerrilla Fuerzas Revolucionarias Armadas de Colombia (FARC) y que se reincorporó a la sociedad en 2016, con el Acuerdo de Paz firmado entre la exguerrilla y el gobierno colombiano. Para garantizar su seguridad, su nombre es protegido.

Jose Ibáñez ha liderado desde Asoproagro el paso a cultivos sostenibles. Crédito: Julián Pulido e Instituto Sinchi.
José Ibáñez ha liderado, desde Asoproagro, el paso a cultivos sostenibles. Foto: Julián Pulido e Instituto Sinchi.

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Una diversidad de frutos para aprovechar

Uno de los frutos amazónicos que el Instituto Sinchi busca promover en reemplazo de las actividades que han provocado la deforestación en El Guaviare y Caquetá, es el que se obtiene de la canangucha (Mauritia flexuosa), una palma que en otras partes de Colombia se conoce como moriche y que crece en el ecosistema de los morichales o cananguchales. “Para obtener su fruto no tienes que talar la palma y de este puedes sacar el aceite de canangucha que tiene alto valor para la industria cosmética”, explica Juliana Cardona, investigadora del Instituto Sinchi.

La Asociación de Mujeres Rurales de Colombia y el Caquetá (Asmucoca) trabaja la canangucha de la mano del Instituto Sinchi.

Hay más de 70 especies amazónicas, como “el azai, el sacha inchi, el sejé, el camu camu”, señala Juliana Cardona, con las que se puede trabajar en estos programas. Las comunidades, de la mano del Instituto Sinchi, han seleccionado al copoazú (Theobroma grandiflorum) y el sacha inchi (Plukenetia volubilis) como algunas de sus principales apuestas como alternativas productivas, debido a sus múltiples posibilidades de transformación en productos requeridos por industrias, principalmente la farmacéutica.

“El copoazú tiene una propiedad interesante, principalmente en su manteca que está siendo usada en la línea de los biocosméticos. Cuenta con mucha pulpa, que también se utiliza para jugos, postres”, explica José Ibáñez, representante de Asoproagro.

El sacha inchi, por su parte, tiene usos para diversas actividades comerciales. “Es una oleaginosa, un bejuco, similar a la maracuyá. Es una semilla de la que se extrae un aceite, que es similar al de oliva, con unas propiedades superiores a él. Tiene varios nichos de mercado, entre ellos, la cocina gourmet. También como medicina para regular triglicéridos”, cuenta José Ibáñez. Agrega que el aceite también sirve para la industria cosmética en la fabricación de jabones, champús, cremas, labiales, entre otros.

Los talleres a las comunidades otorgados por el Instituto Sinchi incluyen el aprendizaje en el cultivo, su cuidado, la cosecha y la etapa posterior a esta para que no aparezcan hongos. También les enseñan “cómo se despulpa, cómo se aprovechan las semillas”, agrega Juliana Cardona.

“Hacemos un diagnóstico, buscamos entender cuáles son las necesidades de las asociaciones. Algunas requieren infraestructura, otras necesitan capacitaciones en cómo administrar su negocio o cómo mejorar el aprovechamiento o manejo fitosanitario de los frutos amazónicos para tener un estándar de calidad bueno”, anota la investigadora del Instituto Sinchi.

Procesamiento de sacha inchi en la planta de ASOPROAGRO en San José del Guaviare. Crédito: Julián Pulido e Instituto Sinchi.
Procesamiento de sacha inchi en la planta de Asoproagro en San José del Guaviare. Foto: Julián Pulido e Instituto Sinchi.

La transformación es una etapa clave, ya que permite tener la calidad que requieren los compradores de la materia prima extraída de los frutos amazónicos. “Tenemos una prensa para transformar el sacha inchi, sirve también para elaborar la manteca de copoazú. Estamos pendientes de hacer unos talleres con el Instituto Sinchi para mejorar la técnica de elaboración de la manteca. Llevar el producto al nivel que requieren en Brasil toma tiempo”, explica el productor José Ibáñez.

En septiembre de 2023, la planta de procesamiento y producción de Asoproagro fue visitada por la cantante británica Ellie Goulding, en el marco de su representación como embajadora de la organización no gubernamental WWF para la Amazonía. La artista buscaba conocer las alternativas productivas en Colombia que tienen como meta proteger a la Amazonía.

Planta de sacha inchi en la finca de Don Olympo en San José del Guaviare. Crédito de foto: Julián Pulido.
Planta de sacha inchi en la finca de Don Olympo en San José del Guaviare. Foto: Julián Pulido.

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Arreglos forestales

Cambiar el uso de una finca destinada a la ganadería o los monocultivos a una enfocada en el cultivo de frutos amazónicos con sostenibilidad ambiental tiene su complejidad. Los productores de la zona hablan de arreglos agroforestales y planificación predial. En pocas palabras, se trata de distribuir su finca en zonas donde se practica de manera sostenible el cultivo de múltiples frutos amazónicos sin que se conviertan en monocultivos, combinarlos con algunos árboles maderables, así como tener una ganadería y cultivos de subsistencia.

“Practicamos la planificación predial. Es decir, planear la finca respetando las figuras de ordenamiento territorial junto con las de conservación. Se trata de los arreglos agroforestales, en una parte tengo la finca para cultivos como yuca, plátano y maíz. En otra zona mantengo el bosque en pie, del cual podría hacer negocio si nos dan una licencia”, cuenta José Ibáñez.

Fruto de copoazú. Crédito: Julián Pulido.
Fruto de copoazú. Crédito: Julián Pulido.

Los arreglos forestales además tienen una lógica en que las diversas especies cultivadas se complementan entre ellas. “Aquí resultó siendo un arreglo forestal entre especies bajas como el sacha inchi, con las de mediana altura, es decir, el copoazú y las altas, como son los maderables. Los maderables y el plátano dan sombra para los árboles de frutos. Se busca la simbiosis entre las especies, que se complementen en términos de sombra y otras funciones”, cuenta el representante de Asoproagro.

Desde el Instituto Sinchi también apoyan este enfoque de diversificar los cultivos. “No incentivamos el monocultivo, que puede ser dañino para el suelo”, dice Juliana Cardona. “No solo se trata de que cultiven copoazú, es bueno que también usen el caucho, plátano o azai”, agrega.

Además, esto tiene una lógica que garantiza ingresos al cultivador durante el año y que permite que la tierra descanse y se renueve cuando se finaliza un sembrío. “Es provechoso para el productor. La cosecha del copoazú es en marzo, pero si además tiene canangucha, esta se recolecta en agosto”, anota Juliana Cardona. El sacha inchi es un cultivo de producción continua, cuenta con unos picos, pero se da todo el año.

El sacha inchi es una alternativa sostenible en la Amazonía. Crédito: Instituto SINCHI.
El sacha inchi es una alternativa sostenible en la Amazonía. Crédito: Instituto SINCHI.

Otra ventaja de los frutos que provienen de árboles no maderables es que algunos, como el sacha inchi, permiten su producción en un tiempo relativamente corto. “Si usted lo siembra hoy, estará listo para la cosecha ocho meses después”, dice José Ibáñez, que agrega que se cultiva sin agroquímicos, solamente les aplican bioinsumos, es decir nutrientes o insecticidas orgánicos.

También hay apuestas a largo plazo. “El copoazú toma dos o tres años en darse después de sembrado. Hay otros frutos como el Inchicacai, otro producto amazónico, pero su árbol es más demorado en darse. Las palmas de moriche producen hasta el octavo año. Los maderables toman de 15 a 20 años para poder ser aprovechados”, comenta José Ibáñez.

El aprendizaje no termina. Para lograr mejores acuerdos comerciales deben tener un producto de la mejor calidad. “Nos seguiremos formando. Buscamos hacer negocios asociados al bosque sin necesidad de tumbar. No es suficiente con que nos digan ‘no tumben’, es necesario dar las alternativas”, explica José Ibáñez, quien asegura que su comunidad ha abandonado la ganadería extensiva y las quemas.

*Imagen principal: Fermentación de copoazú en la Finca Puramazonía, en Florencia, Caquetá. Foto: Instituto Sinchi y Julián Pulido.

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