- A nivel global, estamos gastando menos de un tercio de lo que costaría proteger la biodiversidad y cumplir con los objetivos de la biodiversidad adoptados por la ONU.
- Se calcula que el cumplimiento de los objetivos de reducción de emisiones globales costaría entre cientos de miles de millones de dólares a billones de dólares.
- Los investigadores argumentan que las reservas de carbono en los suelos podrían ayudar a determinar como se podrían usar los fondos de conservación de especies salvajes y de hábitats.
Nuevas investigaciones muestran cómo las reservas de carbono de los suelos podrían ser esenciales para la protección de especies amenazadas y, al mismo tiempo, para disminuir las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
A nivel global, estamos gastando menos de un tercio de lo que costaría proteger la biodiversidad y cumplir con los objetivos por la ONU, de acuerdo a un estudio del año 2012.
Si a eso se añade el costo de cumplir con los objetivos de reducción de emisiones globales ─lo cual podría costar entre cientos de miles de millones de dólares a billones de dólares─ es evidente que cualquier solución menos costosa sería un cambio positivo.
No queda duda de que las reservas de carbono en los suelos podrían ayudarnos a cumplir con los objetivos de reducción de emisiones. Se calcula que el monto total de carbono que se encuentra bajo los suelos es mucho mayor que el de toda la vegetación a nivel global y la atmósfera, combinadas.
Los autores de un artículo publicado el año pasado en la revista Environmental Conservation argumentan que, además de ayudar a reducir emisiones a nivel global, el carbono de los suelos podría ayudar también a determinar exactamente dónde deberían ir los fondos para la conservación de especies salvajes y de hábitats naturales.
A pesar de que los autores describen “faltas en los datos disponibles”, se descubrió que los hábitats naturales con mayores reservas de carbono tienden a ser el hogar del mayor número de especies grandes, incluyendo a muchas especies amenazadas ─mucho más que otros hábitats con menos reservas de carbono.
Los investigadores observaron dos regiones tropicales que han sido extensamente estudiadas: el paisaje de Virunga en África Central y el Distrito Federal en Brasil. Ellos descubrieron que 15 de 21 especies de animales de importancia para la conservación en Virunga, y nueve de las 10 especies en el Distrito Federal, dependen de hábitats ricos en carbono como por ejemplo, sitios aluviales o humedales.
El equipo también examinó los datos disponibles de 1048 especies amenazadas en 37 naciones tropicales diferentes, y descubrió que el 85 por ciento dependen “en gran parte” de hábitats como humedales o sitios aluviales ricos en carbono ─una tendencia que fue observada en plantas, mamíferos, reptiles, anfibios, y crustáceos, aunque no en las aves.
“Nuestros resultados indican que los hábitats más húmedos, con mayores reservas de carbono, tienen más especies de importancia para la conservación que los hábitats más secos y con menos carbono”, escribieron los investigadores en Environmental Conservation.
“Estos hábitats ricos en carbono, y su biota, se encuentran también bajo mayores amenazas por las actividades humanas, lo que significa que tienen gran importancia para la conservación en estas áreas y para las especies”.
Los esfuerzos de conservación de la actualidad rara vez toman en cuenta las reservas de carbono de los suelos de forma sistemática, dijo el Dr. Douglas Sheil de la Universidad Noruega de Ciencias de la Vida, un autor principal del artículo.
“Pocos programas de conservación toman en cuenta a las reservas de carbono de los suelos de forma significativa, aunque se está dando cada vez más atención a los bosques de turba y a los manglares, en gran parte, por sus reservas de carbono”, dijo Sheil a Mongabay.
El concepto es relativamente simple. “Al proteger los hábitats naturales estamos asegurándonos de que menos dióxido de carbono sea liberado a la atmósfera, de esa forma reduciendo el cambio climático y la acidificación de los océanos”, dijo Sheil.
“Al tener más fondos podemos proteger áreas más grandes y quizás podríamos protegerlas mejor. Esto sería particularmente valioso para las muchas especies que hacen buen uso de los hábitats como las tierras bajas y los humedales. En el artículo mencionamos que estas parecen ser la mayoría de las especies”.
Como un ejemplo, Sheil dijo que si uno quisiera extender el hábitat del gorila de montaña, tendría sentido incluir las áreas bajas de los valles, ya que estas son áreas preferidas por los animales. Estos territorios podrían tener un precio más alto en el mercado, ya que también podrian ser apropiados para la agricultura y serían preferidos para la conversión de suelos.
Esto también significa que tienen un valor de carbono más grande. A través de la protección del hábitat de los gorilas se disminurían las emisiones por parte de las actividades humanas. Y gracias a la inclusión del programa de la ONU, REDD+, en el acuerdo climático de París, posiblemente habrá mucho más dinero disponible para la protección de hábitats naturales ricos en carbono en un futuro próximo.
“El beneficio más importante sería que tal proyecto podría atraer más pagos de carbono, lo que permitiría que se protejan un mayor número de hábitats”, dijo Sheil.
Sin embargo, por supuesto que quedan muchos misterios al respecto. Para empezar, no se sabe cuántos fondos habrá para el apoyo de estas clases de iniciativas.
También existe una falta de datos suficientes. “La información disponible es inadecuada para evaluar todas las relaciones importantes con seguridad”, escribieron Sheil y su equipo.
Los datos precisos son esenciales porque “la correlación entre el carbono de los suelos y los valores de conservación forman un patrón general, una dispersión de puntos en lugar de una relación lineal ajustada”, explicaron. “Habrá lugares con suelos con altos niveles de carbono y bajos valores de biodiversidad, y lugares con suelos con bajos niveles de carbono y altos valores de conservación”.
“Otra incertidumbre que se debe considerar es la profundidad del suelo”, dijo Sheil. “Mientras se observa a más profundidad, se encuentra más carbono, pero los nuevos cálculos tienden a sólamente considerar 30 centímetros desde la superficie —aunque sabemos que el drenaje de turbas puede impactar al carbono de los suelos a profundidades mucho mayores”.
Sheil y su equipo también advierten que es importante que el financiamiento de carbono sea utilizado junto a los fondos convencionales para la conservación, en vez de convertirse en un substituto de aquellos fondos.
“Las especies amenazadas que se encuentran fuera de lugares ricos en carbono (como, por ejemplo, muchas aves) también dependen de la conservación y se necesitarán recursos para abordar la caza, la sobrecosecha, las especies invasoras y otras amenazas a la biodiversidad”, escribieron los autores.
CITACIONES
Houghton, R. A. (2007). Balancing the global carbon budget. Annual Review of Earth and Planetary Sciences 35: 313–347. doi:10.1146/annurev.earth.35.031306.14005
McCarthy, D. P., Donald, P. F., Scharlemann, J. P., Buchanan, G. M., Balmford, A., Green, J. M., Bennun, L. A., Burgess, N. D., Fishpool, L. D. & Garnett, S. T. (2012). Financial costs of meeting global biodiversity conservation targets: current spending and unmet needs. Science 338 (6109): 946–949. doi:10.1126/science.1229803
Sheil, D., Ladd, B., Silva, L.C.R., Laffan, S.W., & Van Heist, M. (2016). How are soil carbon and tropical biodiversity related? Environmental Conservation. doi:10.1017/S0376892916000011