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#ExpediciónVirtual: una visita a Cerro de Arcos, la casa de un colibrí único en Ecuador

Colibrí estrella de garganta azul (Oreotrochilus cyanolaemus). Foto: Byron Puglla

  • La reserva Cerro de Arcos se fundó en 2020, en el sur de Ecuador, para proteger a un ave endémica: el colibrí estrella de garganta azul (Oreotrochilus cyanolaemus), de la cual se estima que sólo existen entre 80 a 110 individuos maduros en el mundo.
  • La proliferación de monocultivos de pinos, ganadería y quemas frecuentes de arbustos que reducen las plantas con flores de las que depende el colibrí, así como la presencia de la minería en la zona, han puesto a la especie en riesgo de extinguirse.

Este páramo lleva el nombre de Cerro de Arcos por sus peculiares formaciones rocosas. Los arcos naturales que enmarcan este espacio en el sur de Ecuador son el resultado de cientos de miles de años de reacomodos geológicos. El lugar tiene una relación con un habitante especial: el colibrí estrella de garganta azul, una especie en riesgo de extinguirse y que se resguarda en estas rocas.

La reserva Cerro de Arcos fue creada en el año 2020 por la Fundación Jocotoco —con poco más de 387 hectáreas, en la provincia de Loja— para proteger el páramo andino, ecosistema clave para la supervivencia de la especie también llamada como Oreotrochilus cyanolaemus, colibrí descubierto en 2017 por el ornitólogo Francisco Sornoza y descrito como nuevo para la ciencia en 2018.

Formaciones rocosas de la Reserva Cerro de Arcos, formadas por la acción erosiva de la lluvia y el viento. Foto: James Muchmore

“Este descubrimiento fue atípico porque, si bien hay ciertos colibríes que se encuentran en alturas mayores a los 3 000 metros, son muy pocos. No se creía que podía haber otro colibrí de altura, hasta que este fue descubierto durante el año 2017”, explica José León, biólogo y coordinador de proyectos de conservación e investigación de la Fundación Jocotoco.

Esta ave es endémica de Ecuador y tiene un rango muy restringido. Su población, sólo presente en Cerro de Arcos, se estima entre 80 a 110 individuos maduros, por lo que fue catalogada como Críticamente amenazada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Colibrí estrella de garganta azul (Oreotrochilus cyanolaemus), especie Críticamente amenazada. Foto: Byron Puglla

Cerro de Arcos es un páramo con presencia de pajonal y algunos parches de chuquiragua (Chuquiraga jussieui), conocida como “la flor de los Andes”, planta en donde se descubre a la especie y que ha sido clave para su supervivencia. Sin embargo, estos ecosistemas han ido desapareciendo debido a la pérdida y degradación del hábitat del que depende estrictamente, poniendo al colibrí en esta riesgosa situación.

Este es un recorrido por los curiosos espacios que guarda la reserva.

Primera parada: la fauna

La estrella de garganta azul, que enfrenta amenazas graves e inminentes, es una especie paraguas de los últimos pastizales de páramo de gran altitud que quedan en la cordillera Chilla-Tioloma-Fierro Urco, en las provincias de El Oro y Loja.

Los especialistas de Fundación Jocotoco infieren que su población, extremadamente pequeña, está en declive por la proliferación de plantaciones de pinos, ganadería y quemas frecuentes de arbustos que reducen las plantas con flores de las que depende la especie.

El colibrí estrella de garganta azul sólo está presente en la zona de Cerro de Arcos y se estima que únicamente existen entre 80 a 110 individuos maduros. Foto: Byron Puglla

Además, señalan que las concesiones mineras cubren aproximadamente el 25 % del área de distribución del ave, lo que añade un nivel de amenaza adicional.

“Luego del descubrimiento y descripción del colibrí, lo primero que hicimos fue establecer la reserva en 2020 como una acción de emergencia para salvar a la especie de la extinción. Comenzamos a expandir la reserva desde la creación, con la idea de que cubra el mayor rango de distribución del colibrí”, explica el biólogo José León.

El colibrí ha sido nombrado de esa forma por el plumaje azul eléctrico que viste su pequeño cuello. “Es un colibrí que, cuando tú le ves levantar la garganta, es completamente azul. Lo que hacen las plumas de los colibríes es básicamente reflejar la luz, entonces su característica principal es esta garganta azul que es inconfundible, que sólo la presenta esta especie”, describe León.

Colibrí estrella de garganta azul (Oreotrochilus cyanolaemus), especie Críticamente amenazada. Foto: Byron Puglla

Además del colibrí, en Cerro de Arcos ya se ha podido evidenciar la presencia de aves migratorias como el playero de Baird (Calidris bairdii) y mamíferos grandes como el lobo de páramo (Lycalopex culpaeus).

Playero de Baird (Calidris bairdii). Foto: René Rivas
Lobo de páramo (Lycalopex culpaeus). Foto: René Rivas
Cernícalo americano (Falco sparverius). Foto: Mario Pilataxi
Pinchaflor satinado (Diglossa lafresnayii). Foto: Byron Puglla
Gralaria leonada (Grallaria quitensis). Foto: Byron Puglla

Dada la importancia de esta zona, los especialistas se han concentrado en estudiarla. En abril de 2023, publicaron un artículo científico en la Universidad de Cambridge en donde, a través de numerosas expediciones y estudios realizados entre los años 2019 y 2021, obtuvieron la información sobre distribución, ecología y biología reproductiva de la especie.

“Ahora tenemos mucho más claro en dónde se encuentra la especie, cómo es que se reproduce, de qué flores o plantas se alimenta. Toda esta información nos sirve para tomar mejores acciones de conservación en un futuro. Estamos muy orgullosos de que nuestro guardaparques de la reserva, Nolberto Ordóñez, es coautor dentro de esta publicación”, agrega León.

La proliferación de monocultivos de pinos, ganadería y quemas frecuentes de arbustos han reducido las plantas con flores de las que depende el colibrí estrella de garganta azul (Oreotrochilus cyanolaemus). Foto: Michael Moens

Segunda parada: el paisaje

La Reserva Cerro de Arcos ha sido nombrada así por las formaciones rocosas que la caracterizan. La cadena montañosa de la que forma parte está separada de los Andes principales por valles secos y, de acuerdo con los especialistas, potencialmente alberga otras especies de distribución restringida.

Formaciones rocosas vistas desde la reserva Cerro de Arcos de la Fundación Jocotoco. Foto: Meinlof Pues
Puya (planta en el medio) y pajonal de fondo, en la Reserva Cerro de Arcos de la Fundación Jocotoco. Foto: Michael Moens

Las cuevas que forman parte de estos arcos naturales son el espacio que el colibrí usa para anidar. Cuando el equipo hizo las expediciones, se contrató a un escalador profesional —porque había nidos ubicados a cinco o seis metros de altura— que ayudó a instalar las medidas de seguridad para que los guardaparques puedan subir a monitorear al ave.

Formaciones rocosas del páramo de Cerro de Arcos. Foto: Documencia
Formaciones rocosas de la Reserva Cerro de Arcos, formadas por la acción erosiva de la lluvia y el viento. Foto: Byron Puglla
Paisaje de páramo visto desde la reserva Cerro de Arcos de la Fundación Jocotoco. Foto: Michael Moens

“Descubrimos, con las investigaciones que hicimos junto a los expertos, que les gusta anidar no sólo en la roca, sino en una parte bien alta. Es decir, si la cueva fuera como una letra ‘L’ invertida, el colibrí estuviera en plena esquina, o sea, lo más metido y arriba posible. Eso tal vez le dé algún tipo de ventaja con algún depredador”, dice León.

Pajonal del páramo y Cerro de Arcos en el fondo. Foto: Documencia
Paisaje de páramo. Foto: Documencia
El paisaje de Cerro de Arcos. Foto: Documencia

Tercera parada: la vegetación

En la zona, quedan muy pocos parches de hábitat para el colibrí estrella de garganta azul, espacios que apenas albergan entre uno y tres individuos. Las investigaciones recientes evidencian que el área de distribución geográfica de la especie es de 62.7 kilómetros cuadrados, lo que podría ser menor de lo que se pensaba anteriormente.

En el páramo andino que forma parte de la reserva, además de pajonal y los parches de chuquiraguas —que son esenciales para el colibrí—, pueden encontrarse otros tipos de flores andinas o plantas como las puyas (Bromeliaceae) y la joyapa (Macleania rupestris).

Parche de chuquiragua (Chuquiraga jussieui). Foto: James Muchmore
Un ave posa sobre una planta de chuquiragua (Chuquiraga jussieui). Foto: Documencia

“La chuquiragua —con sus flores color rojo tomate— juega un rol muy importante: es el alimento clave para el colibrí de garganta azul. A su vez, el colibrí le ayuda a polinizar otras plantas. Tienen una relación simbiótica, los dos se encuentran en Peligro de extinción y los dos dependen de ambos para su supervivencia”, dice León.

Por ello, ante la pérdida de estos ecosistemas, los expertos trabajan también en la reforestación con plantas nativas, especialmente, con la chuquiragua. La conservación y restauración de estos espacios, tendrá un efecto beneficioso sobre otras especies que dependen del páramo —tanto en la fauna, como el cóndor andino (Vultur gryphus), categorizado como Vulnerable por la UICN— y varias especies de plantas endémicas o amenazadas como Gynoxys validifolia y varias especies de Polylepis.

Flor de chuquiragua (Chuquiraga jussieui). Foto: Documencia
La chuquiragua es una especie vital para la supervivecia del colibrí estrella de garganta azul, ya que le brinda alimento. Foto: Documencia

“Hemos llevado a cabo un programa de reforestación con plantas nativas, especialmente la chuquiragua. Hasta la fecha hemos plantado 4 750 plantas dentro de la reserva y en la parte cercana a la comunidad de Guambusari. Al mismo tiempo, estamos haciendo un estudio de las plantas nativas de la zona, para saber de su fenología, es decir, cuándo están en flor o fruto y para tener una combinación de plantas en el programa de reforestación que nos garantice que el colibrí va a tener alimentación todo el año”, explica José León.

Para el biólogo, visitar la Reserva Cerro de Arcos es casi como visitar otro mundo. Por ello es del interés de la Fundación Jocotoco que la población se interese por conocerla —está abierta al público— y apoyar sus proyectos de conservación.

Puya (Bromeliaceae). Foto: Byron Puglla
La vegetación de Cerro de Arcos está amenazada por actividades como la ganadería y los monocultivos. Foto: Byron Puglla

“La primera vez que estuve allí, me quedé maravillado. Es un sitio completamente diferente. Tienes una vista de pajonal interminable, del que salen estas formaciones rocosas que se sienten como de otro planeta. Dentro de toda esta mezcla, están los pequeños parches de chuquiragua, de puyas, en donde encuentras al colibrí. Es una reserva súper especial, diferente, muy fácil de caminar y recorrerla”, describe León.

Arbustos y árboles pequeños de la reserva Cerro de Arcos. Foto: Byron Puglla
Parche de Chuquiraga jussieui. Foto: Documencia

*Imagen principal:Colibrí estrella de garganta azul (Oreotrochilus cyanolaemus). Foto: Byron Puglla

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