En Costa Rica, el conflicto entre ganaderos y félidos generaba la cacería ilegal de jaguares y pumas. Se calcula que las incursiones de estos animales en las fincas dejaban pérdidas que alcanzaban alrededor de mil dólares por una cabeza de ganado.
Sin embargo, esta situación dio un giro en 2013 con la llegada de la Unidad de Atención de Conflictos con Felinos (UACFel), un proyecto colaborativo entre la ONG Panthera y las autoridades ambientales costarricenses.
Esta iniciativa destaca en América Latina porque se ha encargado tanto de la atención de denuncias por depredación como de la búsqueda de soluciones para las personas afectadas.
Desde 2013 y hasta julio de este año, su sistema de información ha registrado 507 denuncias de depredación, con pumas responsables de 201 ataques y jaguares de 156. Estos datos son cruciales para identificar las principales zonas ocupadas por estos félidos y diseñar programas de intervención.
La iniciativa promueve la convivencia pacífica entre ganaderos y félidos mediante la implementación de tecnologías avanzadas y políticas de mejoramiento productivo en las fincas. Además, ha logrado reducir los ataques y transformar la percepción que tienen de esas especies los ganaderos.
La principal intervención del proyecto consiste en la instalación de cercas eléctricas de cuatro cables para disuadir a los jaguares y pumas de entrar en los pastizales. Este tipo de medida se ha implementado en alrededor de 160 fincas.
“La efectividad de las intervenciones ha sido mayor al 95 % y en los casos en los que se han presentado depredaciones, ha sido por errores humanos”, dice el biólogo Daniel Corrales.
Se estima que ya se han invertido alrededor de 300 mil dólares en la mejora de más de 400 fincas y en tecnologías disuasorias, financiadas principalmente por fondos de cooperación internacional.
“Lo que nosotros intentamos es que el jaguar (principalmente) deje de ser el enemigo, y que sea ese personaje que les llevó progreso, felicidad, mejor manejo y más tecnología en su finca”, concluye Corrales.
Imagen principal: Jaguar capturado por una cámara trampa en una finca con problemas de depredación en el Área de Conservación La Amistad-Caribe 2014. Foto: Cortesía Panthera Costa Rica.
Un ave de belleza excepcional está en grave peligro de extinción debido a la pérdida de su hábitat y al tráfico ilegal de mascotas desde hace más de 100 años. Se trata del cardenalito. ¿Qué se está haciendo para recuperar a la especie?
“Es una especie que, en las evaluaciones nacionales de fauna, está evaluada como En Peligro Crítico”, dice Bibiana Sucre, bióloga y directora ejecutiva de Provita.
Para conservar a esta ave en peligro crítico de extinción, un proyecto busca rehabilitar y reproducir cardenalitos que han sido rescatados del tráfico ilegal o entregados voluntariamente. Los especialistas esperan que en el futuro las aves puedan ser regresadas a la naturaleza.
En el Centro de Conservación del Cardenalito en Venezuela, ubicado en el interior del Zoológico Leslie Pantin, los científicos crearon aviarios para la reproducción en cautiverio del cardenalito. Esta estrategia ha sido clave para salvar a la especie.
Los aviarios se diseñaron como un hábitat similar al que el cardenalito tuvo en vida silvestre. Cuentan con vegetación, temperatura e incluso insectos. Los expertos explican que estas condiciones eran importantes para lograr una reproducción con la menor intervención humana.
Lo que han logrado los especialistas es todo un hito. En 2022 se registró el nacimiento de 16 cardenalitos. En 2023, obtuvieron 15 aves. Para 2024, el número creció exponencialmente con 47 nuevos cardenalitos. En la actualidad, los aviarios cuentan con una población de 74 ejemplares totales, entre adultos y crías.
“Esperamos que 2025 continúe así, sin mayor intervención nuestra, donde ellos desarrollen las habilidades que tienen innatas para sobrevivir en la naturaleza y esto nos ayude a llegar a la reintroducción de una manera exitosa”, dice Enrique Azuaje, médico veterinario.
Los especialistas también trabajan en una acción que consideran vital antes de lograr el eventual regreso de los cardenalitos a la naturaleza: la educación ambiental con el objetivo de crear un sentido de solidaridad hacia esta especie.
«Me encantaría ver que estas reintroducciones funcionen y que las poblaciones crezcan. Como nosotros decimos: que haya cardenalito pa’ rato”, señala Enrique Azuaje.
Lee el artículo completo sobre la batalla de expertos en Venezuela para salvar al cardenalito
Imagen principal: Pichones de Cardenalito (Spinus cucullatus) nacidos en el Centro de Conservación del Cardenalito en Venezuela (CCCV). Foto: Samuel Beomon
En cámaras trampa quedaron registrados los saltos de un pequeño conejo que se creía extinto desde hace 120 años. Se trata del conejo de Omiltemi, una especie que se caracteriza por su pelaje pardo y cola negra. La especie es endémica de México
“Para nosotros fue una alegría total poder redescubrir la presencia de la especie, confirmar que sigue viva y que sigue teniendo pequeñas poblaciones en la sierra de Guerrero”, dice el biólogo Fernando Ruiz-Gutiérrez.
El redescubrimiento del conejo de Omiltemi se logró a través de entrevistas con campesinos, expediciones y el uso de cámaras trampa con las que se identificó a la especie en su hábitat natural.
El conejo es endémico del estado de Guerrero. Su distribución previamente conocida se restringía a los alrededores de la localidad de Omiltemi, en el municipio de Chilpancingo.
La especie se catalogó como en peligro de extinción según la normatividad mexicana debido a que se conoce muy poco sobre su distribución, ecología y biología, pues se trata de una especie elusiva, de hábitos nocturnos y con bajas densidades poblacionales.
El equipo del biólogo Ruiz-Gutiérrez señala que se trata del conejo más amenazado del mundo y recuerda que incluso, en 1999, esta especie fue considerada por los investigadores MacPhee y Fleming como un ejemplo de extinción moderna.
“Realmente no teníamos la certeza de que existiera este conejo. Podría haber sido una anomalía. Saber que está vivo y que hay poblaciones saludables fue un gran alivio”, celebra el mastozoólogo José Alberto Almazán-Catalán.
Imagen principal: Sylvilagus insonus fotografiado en octubre de 2021 por una cámara trampa. Foto: INMACOB
Un estudio revela la existencia de una nueva especie de nutria en América Latina. Los investigadores descubrieron que los ejemplares de nutria neotropical Lontra longicaudis en realidad pueden separarse en dos especies completamente diferenciadas.
Durante mucho tiempo se pensó que la nutria Lontra longicaudis habitaba entre el norte de México y el norte de Argentina. Sin embargo, el estudio publicado en Journal of Mammalogy comprobó que en ese rango de distribución viven dos especies.
El análisis señala que la especie Lontra longicaudis está presente en las cuencas del Amazonas, el Orinoco y el Paraná, mientras que la nueva especie Lontra annectens habita en México, América Central y América del Sur, hasta la cordillera de los Andes de Colombia y Ecuador.
“Nuestros resultados apoyan el reconocimiento de las poblaciones transandinas de L. longicaudis como una especie de nutria distinta, que debe ser reconocida como Lontra annectens”, indica el artículo científico.
El investigador Pablo César Hernández considera que la designación de Lontra annectens como una especie diferente a Lontra Longicaudis es importante para tomar decisiones respecto a la conservación de ambas nutrias.
Ahora la UICN deberá validar la propuesta hecha en el estudio. Todas las anteriores investigaciones consideraban una sóla especie y la mayoría se referían a las poblaciones de Brasil.
Lee el artículo completo sobre el descubrimiento de una nueva especie de nutria en América Latina
Imagen principal: Nutria neotropical (Lontra longicaudis enudris). Imagen tomada en Mato Grosso, Brasil. Foto: Carlos Sánchez – iNaturalist.
Desde hace más de 15 años los pescadores artesanales de la región Tumbes, en Perú, se enfrentan a graves ataques por parte de bandas criminales de piratas. Investigamos la situación y encontramos que más de 20 personas han sido asesinadas desde el 2003.
“A José Carrera Querevalu lo asaltaron y asesinaron en altamar. Tenía más de 45 años pescando y lo mataron. Llegaron en un yate disparando. Él se puso de pie y la bala le atravesó el corazón. Uno de los piratas dijo ‘ya mataron al hombre’, y se fugaron”, relata una fuente.
Las bandas de piratas, conformadas por ciudadanos ecuatorianos y peruanos, abordan a las embarcaciones artesanales mientras los pescadores trabajan mar adentro. Cuando inicia el abordaje disparan a quemarropa, maniatan a los tripulantes y luego roban los aparejos de pesca, los instrumentos de navegación y el motor.
Después huyen con el botín al otro lado de la frontera o, en algunas ocasiones, desembarcan en la caleta peruana de Puerto Pizarro.
Realizamos distintos pedidos de información a la Marina de Guerra y la Policía Nacional para determinar el avance de este delito en la región de Tumbes, pero ambas instituciones, aunque confirman que no hay detenidos, manejan información distinta y fragmentada.
Su subregistro de denuncias contiene cifras muy distantes: Entre el 2020 y 2024 la Marina registra 61 denuncias, mientras que la Policía sólo cuenta seis denuncias por delitos en altamar. Para los pescadores, las cifras se quedan cortas.
De acuerdo con un informe de la Fiscalía de Prevención del Delito de Tumbes, al que accedió Mongabay Latam, hasta el año 2021 se registraron en Puerto Pizarro 15 pescadores asesinados por piratas.
En Cancas, la cifra es de siete pescadores asesinados. A nivel regional no hay una cifra oficial exacta, sin embargo, tras sistematizar los reportes de la prensa local, Mongabay Latam pudo identificar al menos 20 asesinatos a pescadores de la región de Tumbes desde el 2003.
Hasta la fecha no hay condenas judiciales por estos crímenes. A pesar de que en el 2018 la Policía desarticuló una banda de piratería, la situación no ha mejorado significativamente y los pescadores deben pagar extorsiones para poder trabajar.
El director de Pesquerías de Oceana Perú, Juan Carlos Sueiro, explica que el Estado no tiene una estrategia sistematizada para combatir la piratería marítima. Sueiro añade que la filtración de información puede ser un punto de quiebre para que los operativos no obtengan resultados positivos.
Imagen principal: Cancas, capital de Canoas de Punta Sal, es una de las caletas más golpeadas por la piratería. Los pescadores denuncian que pagan cupos desde hace dos años para poder trabajar sin ser asaltados. Foto: Municipalidad Distrital Canoas de Punta Sal.
Durante siglos, el páramo del Antisana, al sureste de Quito, fue degradado por haciendas que se dedicaban a la crianza de ganado. En 2010, el Fondo de Agua para Quito y la Empresa de Agua de la ciudad completaron los fondos para adquirir una de las propiedades más problemáticas.
El Fondo de Agua para Quito es un mecanismo sostenible para la protección de zonas de importancia hídrica, que se sostiene con el aporte de los usuarios del agua potable.
El proyecto retiró los animales exóticos de la zona y comenzó un proceso de restauración del ecosistema. Los resultados han sido positivos: regresó la vegetación, los humedales y especies como venados, conejos, pumas y zorros. En la zona, una puma hembra con sus dos crías y una osa andina fueron registradas en cámaras trampa.
Los expertos explican que cuando quitaron las ovejas, el páramo comenzó a recuperarse. Sin sus desechos, mejoró la calidad del agua. Sin sus pezuñas amenazando el suelo, la vegetación renació.
“Este podría ser un caso referencial de cómo las redes tróficas se ensamblan y generan cambios paulatinos a nivel de paisaje”, dice Evelyn Araujo, bióloga de la Fundación Cóndor Andino, que monitorea los páramos del volcán Antisana, ubicado al sureste de Quito.
“Con eso también se recupera esa capacidad de proveer agua para la ciudad”, asegura Silvia Benítez, directora del programa Agua Dulce para América Latina de la organización no gubernamental The Nature Conservancy.
Lee el artículo completo sobre la asombrosa recuperación de un páramo en Ecuador
Imagen principal: Los pumas controlaron la población de perros asilvestrados en las zonas altas del Antisana. Foto: Cortesía Fundación Cóndor Andino
El atropellamiento de una vicuña en la Puna, de la provincia argentina de Catamarca, evidencia un largo conflicto entre una comunidad indígena y una minera que busca extraer litio de su territorio.
Todo comenzó cuando la empresa Arcadium Litium inició las obras para utilizar un camino que atraviesa tierras indígenas de Catamarca.
La vía atraviesa por campos de pastoreo vitales para la fauna del Salar del Hombre Muerto y pasa a pocos kilómetros de uno de los sitios sagrados del pueblo, donde yacen los restos del bisabuelo del cacique.
El propósito de la minera Arcadium Litium es transportar diariamente salmuera en camiones cisterna de 25 metros cuadrados de capacidad.
“Las empresas mineras nunca son transparentes en nada. Ni en el cuidado del medio ambiente, ni con el transporte de mineral”, señala el cacique de la comunidad Roman Guitián.
Líderes de Catamarca aseguran que las obras iniciaron sin el consentimiento de la comunidad y acusan a una camioneta de la empresa como responsable del atropellamiento de la vicuña.
Para los atacameños del Altiplano, la matanza de una vicuña impacta en su modo de subsistencia, pero también en las relaciones simbólicas que establecen con su entorno. “La Pachamama nos ha dado un aviso”, indica Guitián.
La comunidad exige la suspensión de las obras y el análisis de vías alternativas que no ocasionen daño ambiental y territorial. Mongabay Latam consultó a la minera, cuyos voceros sostuvieron que no están brindando ningún tipo de entrevista debido a que están atravesando un período de transición comercial.
“Nosotros no queremos que nos volteen la tumba con las vibraciones de los camiones, pero además queremos que se cuiden las ovejas, las llamas, las vicuñas. Lo que decimos es la verdad y aunque nos amenacen, no van a callarnos”, señala Guitián.
Imagen principal: Proyecto de litio y una vicuña, en el Salar del Hombre Muerto. Foto: cortesía de la Asamblea Pueblos Catamarqueños en Resistencia y Autodeterminación (Pucará)
El águila harpía, considerada la más poderosa de todas las águilas, escapa de la extinción en México. Un poblador fotografió a un ejemplar juvenil en la Selva Lacandona, en Chiapas. Este asombroso registro da esperanza a la conservación de la especie.
La fotografía del ejemplar fue realizada por un joven campesino en la Selva Lacandona, en Chiapas. El hallazgo sugiere la posible existencia de una pareja reproductiva en el sur del país.
«Lo interesante de este registro es que no estamos hablando sólo de un águila, sino de tres: esa joven águila y sus padres, lo que indica la presencia de un territorio reproductivo en el país”, dice Alan Monroy-Ojeda, ecólogo tropical.
Esta especie no se había documentado en México desde hacía más de 12 años. La UICN la cataloga como especie Vulnerable y el gobierno mexicano la considera en Peligro de Extinción en el país.
“El reciente registro en México abolió la creencia de que la arpía estaba extinta en el país. Tiene una importancia fundamental porque, como decimos, donde hay una, hay más”, dice Alexander Blanco, presidente de la Fundación Esfera.
Los expertos señalan que este hallazgo refuerza la urgencia de proteger la selva en la que habita la especie. La deforestación y pérdida de hábitat en la Selva Lacandona representan las principales amenazas para la supervivencia del águila harpía en México.
Imagen principal: Un águila harpía juvenil observa curioso perchado desde una rama del árbol del nido. Foto: Cortesía Alan Monroy-Ojeda