Los científicos han sabido desde hace tiempo que la acidez del océano está llevando a un descenso de la ostra japonesa (Crassostrea gigas) en la región noroeste del Pacífico de Estados Unidos, pero un nuevo estudio del American Geophysical Union muestra exactamente como el cambio esta disminuyendo la población de estos moluscos económicamente importantes. Debido a las emisiones del dióxido de carbono, la acidez del océano cambia la química de las aguas marinas disminuyendo los niveles de pH; esto tiene numerosas consecuencias que incluye el descenso de disponibilidad de carbonato cálcico, que es usado por las ostras y otros moluscos para construir sus conchas.
Los científicos han encontrado que, mientras que la acidez del océano en la región no ha alcanzado, todavía, niveles que podrían disolver la concha de la ostra adulta, los niveles actuales están incrementando la dificultad de construir su concha a las más vulnerables larvas de ostra.
Las ostras japonesas comienzan sus vidas cuando las hembras liberan los huevos y estos son fertilizados por los machos. Una vez fertilizados, la ostra se transforma en una larva sin concha. Sin embargo, estas larvas de ostra -que viven de los nutrientes de sus huevos durante las primeras semanas- deben construir rápidamente sus conchas antes de adherirse al suelo del mar. Durante el proceso de construcción de la concha, los alevines desarrollan nuevos elementos de alimentación.
“Comienza una carrera mortal de clasificación,” explica George Waldbusser, autor principal junto con la Universidad del Estado de Oregon, Corvallis. “¿Puede la ostra construir su concha lo suficientemente rápido que permita desarrollar sus mecanismos de nutrición antes de agotar su energía procedente del huevo?”
Pero al haber más dióxido de carbono en los océanos ha hecho que aumente la posibilidad de perder esta “carrera mortal” de las ostras jóvenes. Las larvas de ostra están obligadas a usar más energía para construir sus conchas. Por el contrario, las ostras adultas son capaces de continuar produciendo material de concha una vez superada la etapa de larva, aunque más despacio que en el pasado.
“El fracaso de la producción de semilla de ostra en las aguas costeras del noroeste del Pacífico es uno de los ejemplos más gráficos de los efectos de la acidez del océano en el importante comercio de crustáceos” dice Dave Garrison, director del programa junto con la División de Ciencias Oceanográficas de la Fundación Nacional Estadounidense de las Ciencias (NSF). “La investigación está entre las primeras en identificar la relación entre fisiología del organismo, química del carbonato del océano y mortalidad de la semilla de ostra.”
Las noticias de la investigación, sin embargo, no son tan malas para los amantes de las ostras. Los criaderos artificiales de ostras tienen intención de mitigar el impacto de la acidez del océano en sus nidadas, aunque se puede decir lo mismo para las ostras salvajes.
Mientras que, en un principio, las emisiones de carbón de los combustibles fósiles entran en la atmósfera, un porcentaje importante es capturado por los océanos, lo que conlleva a la acidez. En algunos lugares, los niveles de pH han caído tanto que las conchas han empezado a disolverse. Aunque se ha obtenido menos apoyo que el calentamiento global, la acidez del océano podría tener efectos devastadores en los ecosistemas marinos mundiales, incluso diezmando los arrecifes de coral. Jane Lubchenco, responsable de la Administración Atmosférica y Oceánica Nacional Estadounidense (NOAA, siglas en inglés), denominó a la acidez del océano como “el gemelo, igualmente malvado, del cambio climático”. Sin embargo, estas advertencias no han tenido éxito a la hora de minimizar las emisiones globales de carbón que han alcanzado un nuevo récord en el último año, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA).
El estudio ha sido financiado por la NSF.
Embrión de ostra japonesa, vista bajo un microscopio óptico. La formación de la primer concha está comenzando. Fotografía de G. Waldbusser, OSU.
CITA: Waldbusser, G. G., E. L. Brunner, B. A. Haley, B. Hales, C. J. Langdon, and F. G. Prahl (2013), A developmental and energetic basis linking larval oyster shell formation to acidification sensitivity, Geophys. Res. Lett., 40, doi:10.1002/grl.50449.