Planeamos centrar la investigación en los corales duros, esos que forman estructuras calcáreas y pueden dejar arañazos en la rodilla de un buceador. Los corales duros crean la arquitectura de un arrecife al generar el hábitat tridimensional para todos los otros organismos, como peces e invertebrados, que, a su vez, atraen a depredadores como los tiburones. Los corales duros son a los arrecifes lo que los árboles son a los bosques: creadores de hábitat.
Para hacer el recorrido de 27 horas desde nuestro punto de entrada en el atolón Kwajalein hacia el norte hasta el atolón Bikini, fletamos un barco arrastrero con una tripulación experimentada y el equipo técnico necesario para respaldar las operaciones de inmersión. El largo viaje nos dio tiempo para preparar el equipo, las cámaras y los protocolos para la exploración, y para conocer a nuestros anfitriones. Un miembro marshalés de la tripulación había sido uno de los primeros en bucear entre los barcos hundidos a finales de los 80, pero nunca antes se habían llevado a cabo estudios por parte de ecólogos para determinar si los barcos llevaban acumulando coral desde su hundimiento hacía 72 años. El viaje era una nueva exploración para mi equipo y para la tripulación del barco.
Llegamos a Bikini con la luz de la mañana reflejándose en las aguas picadas de la laguna. En la distancia, pequeñas islas repartidas por el borde del atolón se alzaban con palmeras de un verde brillante contra el cielo azul. A medida que nos acercábamos al cementerio de barcos, detectamos trazas de fuel oil o aceite combustible que subía desde el fondo en forma de largas cintas brillantes y serpenteantes, una señal de que nuestra limitada visión superficial del paraíso tropical tenía que cambiar.
Una vez atracamos, trabajamos en las últimas preparaciones de nuestro equipo. Las inmersiones profundas requieren largas paradas de descompresión a 80, 70, 60, 50… hasta 10 pies (24 a 3 metros) de profundidad cuando se sube de nuevo a la superficie, lo cual limita el valioso tiempo de inspección. La mayoría de miembros del equipo llevaban tres depósitos grandes en la espalda y las caderas, arreglados para conseguir un tiempo máximo de inmersión de 30 minutos en cada casco. Dos de nosotros utilizamos recicladores de aire de circuito cerrado con mezclas de helio, oxígeno y nitrógeno para maximizar el tiempo de fondo y llegar a las partes más profundas de cada barco. Los depósitos de emergencia estaban montados a diferentes profundidades por debajo del barco de buceo y una cámara de recompresión estaba lista en cubierta.
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Nuestras primeras inspecciones se centraron en el U.S.S. Saratoga, un portaaviones de 277 metros sumergido durante la prueba de la bomba Baker el 25 de julio de 1946. El barco está de pie en el suelo marino y da la sensación de que sigue en una guerra, con los cañones hacia fuera en la cubierta principal. Bajar al Saratoga fue una experiencia surrealista cuando divisamos lentamente la cubierta de vuelo en tonos de marrón oxidado contra un fondo azul. No se podía ver que había al otro lado del Saratoga desde ningún punto de acercamiento, la cubierta se adentraba en la zona oscura de lo desconocido.
En cada descenso al portaaviones, nos separábamos rápidamente por parejas: dos grupos que bajaban hasta babor y estribor en la cubierta de vuelo, mientras dos de nosotros trabajábamos en la parte más profunda del casco. Tomamos fotos y videos por arriba y por debajo del casco, la cubierta y los cañones, cualquier cosa que pudiera servir de anclaje al coral. Después nos reunimos en la superestructura del barco y la pasarela que se extendían 12 metros sobre la cubierta de vuelo. Cuando se acabó el tiempo, empezamos nuestro ascenso de 3 horas, parando en intervalos de 10 pies para descomprimir. En la marca de 30 pies, nos colocamos en fila en la barra de descompresión de seguridad suspendida bajo la popa de nuestro arrastrero. Compartimos notas en pizarras sumergibles, haciendo cálculos de cuántos tipos de coral podríamos tabular una vez estuviéramos a bordo para analizar las imágenes de las cámaras. Nuestros cálculos parecían implausibles.