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“Un 25 % de los ecosistemas en Colombia se encuentra en un estado crítico”: Andrés Etter | ENTREVISTA

Grandes lotes talados y quemados en enero de 2022 en la Amazonía norte de Colombia. Foto: FCDS.

Grandes lotes talados y quemados en enero de 2022 en la Amazonía norte de Colombia. Foto: FCDS.

  • Andrés Etter, pionero en Colombia en ecología del paisaje, habla en entrevista con Mongabay Latam sobre la importancia de estudiar los paisajes para comprender la relación entre los seres humanos y la transformación de los ecosistemas.
  • Uno de sus estudios más recientes, realizado con la metodología de la Lista Roja de Ecosistemas desarrollado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), indica que el 25 % de los ecosistemas colombianos presentan niveles críticos de riesgo.

El primer trabajo de Andrés Etter, luego de terminar sus estudios de biología, fue analizar los procesos de regeneración natural en la selva amazónica. El mensaje recurrente para los biólogos de su generación, en la década de los ochenta, era: “Aléjate lo más posible de los humanos para que puedas entender la perfección de los ecosistemas”. Pero cuando Etter se encontraba explorando en aquellos sitios remotos, se dio cuenta de que la presencia del ser humano era siempre visible.

“Por cualquier parte que andaba yo veía que había huellas del hombre (…) En la selva están las comunidades tradicionales habitando e interactuando con los ecosistemas”, explica.

Los bosques secos tropicales de la región Caribe forman parte de los ecosistemas en riesgo crítico en Colombia. Foto: Conservation International / Colombian Ecosystems Threats and Risks.

Así fue que llegó a la ecología del paisaje, un campo de estudio que se aleja de la idea de separar al hombre de la naturaleza. Dicha tendencia, explica, hacía más difícil comprender cómo las actividades humanas interactúan y transforman el entorno. La ecología del paisaje busca abordar la compleja relación entre las sociedades humanas y los espacios que habitan, para así estudiar y entender los ecosistemas naturales y sus diversos grados de transformación antropogénica que se extienden cada día.

En aquella época, se encontró con una institución en Bogotá, Colombia, llamada Centro Interamericano de Fotointerpretación, dirigida por profesores holandeses y colombianos. Era un instituto dedicado al estudio del territorio desde una visión aeroespacial, con imágenes satelitales y fotografías aéreas.

Su interés en el tema y en la utilización de esas herramientas continuó creciendo hasta que decidió realizar una maestría en ecología del paisaje en Holanda, para convertirse luego en un pionero de este campo de estudio en Colombia.

Andrés Etter (derecha) con sus colegas durante un inventario botánico en la selva sur de la Amazonía colombiana. Foto: Archivo Andrés Etter.

Durante 32 años estuvo vinculado a la Universidad Javeriana, ahí fue profesor titular de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales. Hoy es profesor retirado y emérito.

Sus estudios más recientes lo han llevado a descubrir que Colombia cuenta con un 25 % de sus ecosistemas en grave peligro. “Quiere decir que son ecosistemas que, si siguen la trayectoria actual, posiblemente en un tiempo muy corto entren en una condición de colapso ecológico, que es un poco el equivalente a lo que sería la extinción de especies”, dice el experto.

Mongabay Latam conversó con Andrés Etter sobre estos hallazgos, las posibilidades de revertir el problema y la importancia de estudiar los paisajes para analizar la relación entre los seres humanos y la transformación de los ecosistemas.

Andrés Etter, experto en ecología del paisaje. Foto: Archivo Andrés Etter.

—Una de sus publicaciones más recientes señala que cerca del 25 % de los ecosistemas colombianos presentan niveles críticos de riesgo, ¿cómo llegó a esta conclusión?

—Este marco analítico del riesgo ecológico fue desarrollado por la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), con las clasificaciones de la Lista Roja de especies, pero en este caso aplicado a ecosistemas; un poquito bajo la misma lógica, pero obviamente con indicadores y mediciones diferentes. Lo que nosotros hicimos fue aplicar esa metodología a Colombia y logramos determinar precisamente eso, que básicamente un 25 % de los ecosistemas se encuentran en estado crítico. Es decir, pueden entrar en una condición de colapso ecológico.

Es necesario decir que los ecosistemas no se extinguen, pero sí se transforman. Pierden gran parte de su identidad, de sus componentes, de sus procesos y por ende su capacidad de soportar y proveer servicios.

Para poder aplicar este tipo de análisis necesitamos contar con un referente, algo que llamamos “ecosistemas originales”, contra el cual analizar la situación actual.

La primera aplicación de la Lista Roja de Ecosistemas a los ecosistemas terrestres continentales en Colombia indica que alrededor del 25 % de estos (20 tipos de ecosistemas) presentan niveles de riesgo críticos, impactando seriamente la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que proveen. Ilustración: Lisa Anzellini / Colombian Ecosystems Threats and Risks.

—¿Qué ecosistemas son los más afectados y podrían estar cerca de un colapso ecológico?

—Están los bosques secos y arbustales de los valles interandinos, y todos los bosques secos tropicales de la región Caribe. Son ecosistemas que no eran tan extensos y, tal vez por eso mismo y por la presión, han perdido gran parte de su área.

En Colombia, los procesos de transformación actuales están muy concentrados en la Amazonía y en el Pacífico, en donde recientemente ha habido una devastación muy grande. Pero si uno analiza el nivel de riesgo, medido con estos criterios, todavía no están en un nivel como puede estar la región andina o la región del Caribe, donde están esos ecosistemas que han sido históricamente mucho más afectados.

Algunos ecosistemas del altiplano, donde está ubicado Bogotá, están prácticamente en una condición de colapso por presiones como la agricultura y la expansión urbana.

—¿Qué llevó al país a esta situación?

—Por una parte la falta de visión de país, de qué es lo que se quiere. Eso está acompañado por una falta de planificación territorial que sea debidamente ejecutada. También habría que mirar las actividades principales en términos de extensión.

Los bosques secos y arbustales de los valles interandinos son los ecosistemas con mayores impactos en Colombia, categorizados en riesgo crítico. Foto: Andrés Etter /Colombian Ecosystems Threats and Risks.

—¿Cuáles son esas actividades?

—Los procesos de agricultura y ganadería —cambios en el uso de la tierra por usos agropecuarios— han sido los mayores causantes de pérdida de extensión de ecosistemas. En el caso colombiano, la ganadería es el uso predominante que más ha afectado a los ecosistemas nativos.

Hay otras cosas que son importantes, como aspectos de la minería y la urbanización —que es un proceso creciente—, pero comparativamente son mucho menores en términos de área. Sin embargo, sabemos que en un tiempo no muy lejano la gran mayoría de la población va a estar concentrada en las ciudades. Hoy en día ya más del 55 % de la población mundial está en la ciudad y pronto, en 20 o 30 años, será entre el 70 y 75 %.

—¿Qué consecuencias tiene para el país perder estos ecosistemas?

—Aparte de la biodiversidad estamos perdiendo los servicios que proveen estos ecosistemas, como la capacidad de regulación de las cuencas, la estabilidad de regeneración de los suelos, todos los procesos bióticos asociados con la pérdida de especies y de fragmentación.

Ampliación de la frontera agrícola, con la ganadería como actor principal. Foto: Anita Austvika in unsplash.com / Colombian Ecosystems Threats and Risks.

—Si el 25 % de los ecosistemas colombianos están en riesgo crítico, ¿cómo se encuentra el porcentaje restante?

—A nivel de riesgo, más o menos, la mitad están en proceso subcrítico. La otra mitad, con un manejo y una planeación adecuada es posible evitar que se incrementen los niveles de riesgo.

Hay que tomar en cuenta que cuando decimos que el 25 % de los ecosistemas están en nivel de riesgo crítico, no quiere decir que el 25 % del área del país está en riesgo crítico. Estamos diciendo que si en el país tenemos cien ecosistemas identificados, 25 de ellos están catalogados como tal.

Además, no todos los ecosistemas tienen la misma área y, de los que señalamos, ya no queda prácticamente nada; de cada uno se ha perdido desde el 50 y hasta el 80 % o más.

—¿Es posible recuperar estos ecosistemas y revertir su condición actual?

—Sí, de hecho, una cosa interesante es que si uno usa este tipo de información del nivel de riesgo en los ecosistemas, se pueden identificar áreas con una mayor prioridad para su restauración, es decir, ecosistemas que son realmente restaurables. Allí lo que toca es empezar por eliminar las amenazas y los factores de deterioro y de generación de riesgo. En muchos casos una restauración pasiva puede ser perfectamente el mecanismo viable para poder recuperar estos ecosistemas, es decir, simplemente regeneración natural con aislamiento y eliminación de las amenazas y procesos amenazantes.

Salida de campo en la Amazonía colombiana hace más de tres décadas. Foto: Archivo Andrés Etter.

—¿Entonces, hay esperanza para estos espacios?

—Creo que la voluntad existe en muchos sectores. Hay una conciencia bastante grande en la población y en los gobernantes. El problema es que, como suele ocurrir en muchos de estos países, hay una descoordinación política muy grande. Se requiere de un enfoque de largo plazo y en donde las prioridades de manejo y de inversión ambiental no estén cambiando de gobierno a gobierno.

—¿Los resultados del estudio han tenido algún impacto respecto al cumplimiento de acuerdos o políticas?

—Son procesos que se mueven relativamente lento, pero sí, ya se está adoptando a nivel del Ministerio del Medio Ambiente. La Autoridad Nacional de Licencias Ambientales, por ejemplo, está empezando a tener en cuenta ese tipo de datos. Está sucediendo lentamente, porque no puede suceder de un día para otro, pero pienso que esto nos empieza a mostrar caminos interesantes.

Tenemos que seguir profundizando en este tipo de análisis. Este trabajo que hicimos es una primera versión. Es un indicador que se tiene que estar actualizando, por lo menos, cada cinco años porque sabemos que todos estos procesos son altamente dinámicos.

Es muy importante que se siga aplicando este tipo de análisis y que sigamos construyendo una mejor base de información que nos permita hacer estos análisis de una manera más precisa.

Ojalá que las mismas entidades, comunidades y demás, empiecen a manejar este tipo de conceptos y realmente se los apropien de la mejor manera, que esto no se quede solo en la academia. Falta todavía un paso importante: que la misma sociedad tiene que empezar a apropiarse de todas estas cosas, si no eso nunca va a funcionar.

La minería legal e ilegal en Colombia es una de las causas de pérdida de extensión de ecosistemas. Foto: Dominik Vanyi in unsplash.com / Colombian Ecosystems Threats and Risks.

¿Cómo socializar la información para llegar a la sociedad y lograr que se interesen en la ecología del paisaje?

—Hay múltiples maneras de hacer eso. Una es en los centros de enseñanza, divulgando entre las personas jóvenes estas nuevas ideas, procedimientos, procesos y posibilidades de usar información. También tiene que ser un trabajo a nivel de las instituciones, a través de proyectos de investigación, cuyos resultados se lleven al campo y a los pobladores, a la gente de las ciudades y demás. De hecho, creo que en la medida en que aprendamos un poco el efecto o las respuestas que tengan este tipo de ideas allá en las comunidades, en las instituciones, podemos también aprender para hacerlas mejores. Esto no es un proceso de una sola vía.

Mi experiencia es que uno puede hablar de una manera muy natural con un campesino, con un indígena o con un poblador urbano sobre estos conceptos porque se entienden relativamente fácil. Inclusive, si uno le muestra el concepto a un niño puede intuitivamente darse cuenta de que tienen sentido este tipo herramientas. Lo mismo pasa con los análisis de riesgo que, a través de los indicadores que están montados en esa metodología, no es una cuestión demasiado abstracta y difícil de entender.

Los corredores de infraestructura vial también afectan a los ecosistemas colombianos. Foto: Shutterstock.com / Colombian Ecosystems Threats and Risks

—¿La tecnología puede ayudar en ese proceso?

—Inicialmente uno se valía de las fotografías aéreas para construir unidades de paisaje con un sentido un poquito más integrador y holístico. Era un trabajo, hasta cierto punto, muy artesanal. Se usaban pantógrafos ópticos y toda clase de aparatos para poder tener control sobre la espacialidad de las escalas.

Hoy en día, con las imágenes de satélite se puede analizar de manera mucho más precisa las dinámicas de la cobertura vegetal y otros aspectos de la superficie terrestre, porque no son solamente cuestiones de la superficie de la Tierra. Podemos ver otras cosas como los procesos del agua, la nubosidad y una cantidad de información pertinente para el estudio de los ecosistemas.

Las nuevas tecnologías y fuentes de información que tenemos son impresionantes, pero para poder aplicarlas de una manera realmente integradora se necesita de una visión integradora. Si nos concentramos demasiado en la herramienta y en la tecnología, perdemos el norte y el sentido de estas cosas.

Bosques subhúmedos del altiplano Cundinamarca-Boyacá. Foto:Google Earth / Colombian Ecosystems Threats and Risks.

*Imagen principal: Grandes lotes talados y quemados en enero de 2022 en la Amazonía norte de Colombia. Foto: FCDS.

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