Noticias ambientales

Colombia: Pesca ilegal de caracol pala pone en peligro a la pesca artesanal y la salud de los ecosistemas

La libra de caracol pala para 2024, está en $25.000 pesos colombianos (6 USD) y los platos preparados con su carne hacen parte de la tradición culinaria de la región. Crédito: Coralina.

  • Aunque existen medidas estrictas de protección para el caracol pala, incluyendo una época de veda, tallas mínimas de captura y regulaciones sobre el tipo de pesca permitida, la pesca ilegal sigue siendo una amenaza significativa para la especie y las comunidades pesqueras locales.
  • Los pescadores artesanales que cumplen con la normativa se enfrentan a dificultades económicas debido a los pescadores ilegales.
  • El caracol pala desempeña un papel crucial en el ecosistema marino al consumir materia en descomposición y proporcionar alimento para otras especies. La disminución de sus poblaciones podría tener efectos devastadores en la biodiversidad marina.

Una tonelada de caracol pala (Lobatus gigas) fue incautada por la Armada Nacional de Colombia en la Isla Cayo Roncador, ubicada al interior del Área Marina Protegida de la Reserva de Biosfera Seaflower en el archipiélago de San Andrés, en el caribe colombiano. Durante la operación, realizada el 27 de marzo pasado, fueron detenidas 12 personas que transportaban los animales en tres embarcaciones distintas.

El Capitán de Navío, Carlos Urbano Montes, jefe del comando específico de San Andrés y Providencia que realizó la operación, explicó a Mongabay Latam que la incautación se dio cuando la Armada interceptó las embarcaciones y comprobó que existían inconsistencias en el cumplimiento de la norma. “No tenían zarpe autorizado, se encontraban sobre una zona protegida donde no está permitida la pesca de caracol pala y cuando les solicitamos la documentación necesaria no nos la pudieron proporcionar”, afirmó.

Con “la documentación”, Urbano Montes se refiere a la establecida por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible en 2018, cuando se actualizaron las condiciones en las que estos moluscos pueden ser capturados, pues se trata de una especie catalogada por esta entidad como vulnerable en su estado de conservación desde 2010.

Lee más | El sueño que se expandió en los Andes: la lucha del biólogo Constantino Aucca por salvar los bosques altoandinos

Pescadores artesanales afectados por la pesca ilegal

Las personas que quieran capturar estos moluscos para comercializarlos deben solicitar una patente de pesca, registrarse en el batallón de Infantería de Marina, pasar por una inspección de la Secretaría de Agricultura y Pesca y asegurarse de pescar solamente en el Cayo Serrana, pues es el único lugar donde está permitida esta actividad.

Además, deben tener el conocimiento suficiente para asegurarse de que los individuos que capturan, sean adultos. “El labio del caracol pala debe ser grueso y consistente. Con la uña (caparazón) deben pesar alrededor de 250 gramos y la carne limpia alrededor de 100 gramos. Por lo menos cuatro individuos deben hacer una libra de peso”, son algunas de las especificaciones para este fin, dispuestas en la página web de la Gobernación del Archipiélago.

La concha del caracol pala puede medir 30 centímetros y los expertos advierten que es de vital importancia para los ecosistemas, por lo que no deben ser sustaidas del mar. Crédito: Departamento de Pesca y Acuicultura de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

Una de las medidas más importantes para asegurar la conservación de esta especie, al mismo tiempo que se garantiza la continuidad de las tradiciones culinarias de las islas, es establecer una cantidad anual de toneladas de caracol que pueden ser pescadas de forma artesanal, es decir, por medio de buceo a pulmón.

Dicha cantidad autorizada, ha disminuido significativamente con el pasar de los años, así como las zonas donde se puede realizar la pesca de este molusco. En 1997 se estableció una cuota de pesca anual de 203 toneladas, que posteriormente, en 2002, se redujo a 96 toneladas y a 75 toneladas en 2007. En 2014, la cuota se redujo drásticamente a 16 toneladas y el decreto más reciente de 2019 fijó la cifra en tan solo nueve toneladas, la cantidad más baja hasta la fecha.

Rubén Azcárate, biólogo marino y subdirector de mares y costas de la Corporación Coralina, máxima autoridad ambiental en el archipiélago de San Andrés y Providencia, explicó a este medio que, según la ley, cuando se decomisa carne de estos animales obtenida de manera ilegal, se dona a instituciones para garantizar que los caracoles incautados sean aprovechados. Sin embargo, esos caracoles son restados de la cuota de pesca autorizada, asegura Azcárate. Ello implica, por ejemplo, que la reciente incautación de la Armada ya cumpla con el 12.5% de toda la cuota establecida para 2024.

Personal de la Armada Nacional de Colombia revisa más de una tonelada de caracol pala, producto de la pesca ilegal, en el archipiélago de San Andrés el 27 de marzo de 2024. Crédito: Armada Nacional de Colombia.

Esto representa un impacto negativo para aquellos pescadores que se han preparado para realizar la pesca de manera correcta, cumpliendo con todos los requerimientos de la ley. Danny Mosquera, pescador artesanal con más de 20 años de experiencia en el archipiélago y quien además trabaja en restauración de corales para su conservación, aseguró a Mongabay Latam que la pesca ilegal representa un problema grave para los pescadores como él. “El caracol pala es uno de los productos más demandados en las islas, y si las cuotas las cumplen los ilegales, nosotros perdemos la oportunidad de extraerlos de manera legal y nuestros ingresos se ven muy afectados”, indicó.

La libra de caracol pala en el mercado está en $25 000 pesos (unos seis dólares).  Mensualmente, los pescadores logran hacerse cerca de un salario mínimo (1 300 000 pesos o 325 dólares) con la venta de este producto, según cuenta el pescador Danny Mosquera. Pero la pesca ilegal está reduciendo, cada vez más, su posibilidad de subsistir con su trabajo. “El año pasado, siete de las nueve toneladas permitidas de caracol pala fueron producto de incautaciones ilegales”, asegura Azcárate.

Aunque entidades como la Armada, Coralina y la Secretaría de Pesca y Agricultura del archipiélago cuentan con campañas y estrategias para concientizar a la población y prevenir este delito, hay un factor que agudiza la problemática: no todas las personas que pescan de forma ilegal son colombianos. “En los cayos del norte llega mucha gente de otros países como Nicaragua, Honduras y Jamaica a sacar los recursos. Ellos usan compresores y tanques, no hacen pesca artesanal como nosotros”, denuncia Mosquera.

Caracol Pala (Lobatus gigas) en su habitat natural en la Reserva de Biosfera Seaflower. Crédito: Rubén Azcárate, Coralina.

Esto complica las cosas no solo a la hora de realizar acciones de prevención, sino también de perseguir el delito. En el caso del 27 de marzo, las 12 personas capturadas fueron llevadas a San Andrés y, según explicó el Capitán Urbano, se encuentran en este momento en un proceso judicial porque eran todos colombianos, pero si fueran extranjeros, el protocolo sería más complejo. “Cuando los infractores son extranjeros, solo se puede actuar cuando están en la zona colombiana y el proceso implica otras entidades como la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales de Colombia (DIAN) y, por supuesto, Migración Colombia”, asegura Azcárate.

Sobre este conflicto se han pronunciado numerosas veces organizaciones de pescadores del archipiélago, como la Federación de Pescadores Artesanales de Providencia y Santa Catalina, que en su comunicación más reciente al respecto, el pasado 28 de diciembre, anunciaban el apoyo a la resolución 1972 del 5 de septiembre de 2023 de la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (AUNAP) por la cual se exige la tarjeta de residencia permanente en San Andrés, Providencia y Santa Catalina para ejercer la actividad pesquera y acuícola.

Lee más | Lo que hay detrás del desabastecimiento de agua y la sequía en Colombia

El impacto ambiental de la posible extinción de la especie

Azcárate, quien ha participado en numerosas iniciativas para investigar y proteger esta especie, advierte sobre las consecuencias devastadoras de la posible desaparición de estos moluscos en el ecosistema marino.

“Estos caracoles se encargan naturalmente de consumir la materia en descomposición o la materia vegetal y reasignan nutrientes dentro de la arena que se vuelven alimento de otros animales. Si no los tenemos podríamos tener problemas de contaminación que afectarían el desarrollo de las comunidades alrededor de la costa. Se deteriorarían los pastos marinos que producen servicios tan fundamentales como la producción de oxígeno a partir de CO2. Además, otros animales como los tiburones nodriza, los pulpos y uno que otro cangrejo perderían una fuente importante de alimentación y podrían empezar también a correr riesgo de desaparecer”, explicó.

Cargamento de caracol pala, decomisado en zona protegida del archipiélago de San Andrés el 27 de marzo de 2024. Crédito: Coralina.

El Caracol Pala puede alcanzar los 30 centímetros en su etapa adulta y no sólo es apetecido por su carne. Sobre su concha existen muchos mitos también. “Las conchas son elementos arraigados en la cultura local. Algunos las utilizan para trancar las puertas y aseguran que al acercarlas al oído se puede escuchar el sonido del mar. Existe la creencia de que al arrojar las conchas de vuelta al mar, los caracoles no regresarán, por lo que muchos las llevan a la costa para crear artesanías”, cuenta el biólogo.

El experto asegura que la importancia de este animal es tal, que hasta su concha es crucial para el ecosistema que habita. “Cuando estos caracoles mueren, la concha se desgasta y produce arena y el hecho de que desaparezcan puede inhibir ese ciclo”, dice.

Según Azcárate, estos moluscos son una de las pocas especies en Colombia que tiene un protocolo riguroso para su protección: una época de veda que va entre junio y octubre cada año, tallas mínimas de captura, especificaciones sobre el tipo de pesca —que solo puede ser artesanal— y una regulación que impide la exportación de su carne.

Mongabay Latam consultó a Coralina sobre la cantidad de decomisos de caracol pala realizados en los últimos años. La entidad, sin embargo, aseguró no tener los datos consolidados. “Las cifras de los decomisos no son oficiales, no existe ese dato depurado así de primera fuente. Desafortunadamente, no existe el manejo de datos en términos de cifras”, aseguró Azcárate.

Aunque el biólogo reconoce que saber la dimensión de la problemática podría a ayudarles en el trabajo que realizan como máxima autoridad ambiental del archipiélago, explica que múltiples variables burocráticas, como las plataformas donde se recopila la información y la voluntad política de los gobernantes de la zona, les ha impedido conocer la magnitud del impacto de la pesca ilegal de caracol pala. Con todo,  coincide con los pescadores en que esta práctica ilegal representa un riesgo para la especie y las comunidades pesqueras que se han preparado para cumplir con las reglas de protección.

*Imagen Principal: La libra de caracol pala para 2024, está en $25.000 pesos colombianos (6 USD) y los platos preparados con su carne hacen parte de la tradición culinaria de la región. Foto: Coralina.

Lo más leído | Revisa nuestra cobertura periodística sobre soluciones ambientales

Podcast Ambiental | Esperanza en tiempo de crisis climática: cuatro iniciativas que luchan contra la inminente escasez de agua dulce

Síguenos en nuestro canal de Spotify y encuentra más podcast sobre actualidad ambiental

Salir de la versión móvil