- La situación del sistema Chingaza, que brinda cerca del 70 % del agua a Bogotá, es tan crítica que los embalses están a niveles de tan sólo 16 %.
- El desabastecimiento no es sólo por el Fenómeno de El Niño. Según los expertos, variables como el aumento de la población, la deforestación y el poco crecimiento en la oferta de agua contribuyen a la crisis de Bogotá.
- 293 municipios del país están en alerta roja por incendios forestales.
Los incendios forestales, que marcaron el inicio del año en Colombia, volvieron a causar estragos en marzo y abril. A esto se sumó la situación crítica por el agua y el nivel de los embalses en Bogotá y otras ciudades. En el caso de la capital, la escasez de agua ha llevado a que se tomen fuertes medidas de restricción en el uso del líquido.
La ministra de Ambiente, Susana Muhamad, señaló que más de la mitad del territorio nacional está bajo alerta por las altas temperaturas. Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) hay 746 municipios con algún tipo de alerta por incendios forestales: 293 están en alerta roja, 261 en alerta naranja y 192 en alerta amarilla. Una de las zonas más afectadas ha sido la región Andina, con 487 municipios, seguida por el Caribe con 186 municipios y el Pacífico con 96 municipios.
Ghisliane Echeverry, director del Ideam, asegura que el Fenómeno del Niño no fue la única variable para haber tenido un marzo y abril muy secos, que repercutieron en mayores probabilidades de incendios y en bajos niveles de agua en los embalses que surten a Bogotá y pueblos aledaños. “Entre los factores están el debilitamiento de los vientos debido a una anomalía térmica en el océano Atlántico”, resalta la directora. Se esperaba que la temporada de lluvias en el país empezara en la segunda quincena de marzo, pero la zona de convergencia intertropical, en la que confluyen los vientos alisios del hemisferio norte con los del hemisferio del sur, ha estado bastante débil, lo que no permitió la llegada usual de las precipitaciones para esa época del año. Ese factor tomó por sorpresa al Ministerio de Ambiente y a la Alcaldía de Bogotá, que sólo tomaron la decisión de acudir a un racionamiento de agua hasta la segunda semana de abril. Esta decisión ha sido calificada como tardía por los expertos.
Los incendios tampoco han dado tregua. Tan sólo el 15 de abril se presentaron cinco conflagraciones. “Se han controlado y liquidado 1 436 incendios y, se han presentado en toda la temporada del Fenómeno del niño 1 446 incendios”, afirmó la ministra Muhamad. Uno de los más graves ocurrió en el norte del país, en San Onofre, Sucre, el pasado 30 de marzo. Allí se quemaron más de 1 000 hectáreas de bosque y cultivos de árbol de teca. En el departamento de Córdoba, también en la zona norte, el humedal Berlín sufrió por las llamas a comienzos de abril y murieron al menos 70 animales en esta área protegida regional. La Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge (CVS) —autoridad ambiental de la zona— declaró que el incendio fue provocado y que afectó la vida de iguanas, hicoteas, galápagos, serpientes y un oso hormiguero. Además, el 10 de abril, se presentó un incendio forestal en el departamento de Santander que acabó con más de una decena de hectáreas y afectó el acueducto que surte de agua potable a más de cuatro veredas en el municipio de la Mesa de Los Santos.
Según datos de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), en menos de tres meses se han destruido más de 2 131 hectáreas de bosque y más de 1 023 personas han sido afectadas por los recortes de agua, el daño a cultivos y viviendas.
Desabastecimiento en un país rico en agua
Según los datos presentados por el Ministerio de Ambiente el pasado 15 de abril, durante el trimestre enero-marzo de 2024 se ha presentado desabastecimiento de agua en 277 municipios y 24 departamentos del país. Esto quiere decir que la fuente principal de donde se capta el agua potable está por debajo de los niveles normales. “De un 20 a un 25 % de los municipios del país ha tenido algún tipo de desabastecimiento de agua. Hemos tenido 82 municipios en racionamiento para manejar el nivel de caudales y proveer agua potable en todo el país”, aseguró la ministra de Ambiente, Susana Muhamad.
Por ejemplo, el departamento de Boyacá entró en racionamiento del servicio de agua potable para tres de sus municipios, debido a la disminución del caudal del río Tejar. En el departamento de Risaralda, 213 acueductos comunitarios fueron reportados con racionamiento o en desabastecimiento. El Valle de Aburrá, que incluye a Medellín y otros municipios del departamento de Antioquia, se encuentra en alerta amarilla por el bajo caudal en las quebradas La López y El Viento, que abastecen la planta de potabilización del municipio de Barbosa.
La capital de Colombia no ha estado exenta al racionamiento de agua potable y su situación es preocupante. El pasado 11 de abril, Bogotá comenzó las jornadas de racionamiento tras la situación crítica en los niveles de los embalses, a las condiciones climáticas adversas y otras variables alertadas por varios expertos consultados por Mongabay Latam, entre las que se incluyen el crecimiento poblacional de la ciudad y sus alrededores, la demanda de nuevas fuentes de agua potable y el aumento de la deforestación.
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La escasez de agua en Bogotá va más allá del Fenómeno de El Niño
Los embalses que abastecen a Bogotá y a sus municipios aledaños están divididos en tres: El sistema norte, que proporciona el 25 % del suministro de agua potable con los embalses Tominé y Neusa; El sistema Chingaza, compuesto por los embalses de Chuza y San Rafael que aportan el 70% de agua, y el sistema Sur, que incluye los embalses Tunjos, Chisacá y La Regadera, que contribuyen con el abastecimiento del 5 % restante. Tanto para el meteorólogo Max Henríquez como para Leonardo Donado, ingeniero civil y coordinador del Laboratorio de Hidráulica de la Universidad Nacional, la crisis de abastecimiento de agua no solo se debe al fenómeno de El Niño, sino también al crecimiento de la ciudad, la limitada oferta de agua potable y la deforestación.
En 1984, la capital colombiana vivió una de las peores sequías y los niveles de los embalses descendieron en un 71 %. La ciudad se vio obligada a aplicar un racionamiento. Después de ese año, aunque se había contemplado la idea, nunca se había materializado. Eso explica la gran preocupación de que la ciudad haya tenido que aplicar esta medida desde el pasado 11 de abril. A pesar de esto, Henríquez explica que la situación que está viviendo Bogotá con respecto al Fenómeno del Niño es la misma que se ha vivido en años anteriores y que el racionamiento no se debe exclusivamente a este fenómeno.
“En los últimos fenómenos de El Niño, no sólo el de 2015 —uno de los más fuertes—, comenzó a vislumbrarse la posibilidad de un racionamiento, porque se empezó a ver la falta de oferta [de agua]”, afirma el meteorólogo, al referirse a que la oferta hídrica de los embalses y los reservorios de agua está siendo insuficiente para abastecer el crecimiento poblacional de los últimos años.
Donado asegura que para comparar el Fenómeno del Niño actual con los anteriores se tiene que tener en cuenta no solo la variable temporal sino espacial. “En el 2010, el sistema de agua no estaba tan crítico porque no venía de una época de mínimos en los embalses y no se consumía tanta agua como se consume hoy, Ahora, a pesar de que el Fenómeno del Niño no tuvo la misma intensidad, los embalses estaban más vacíos. No es lo mismo la población de 2010 a la de 2024”, comenta.
De hecho, la ministra de Ambiente afirmó que los bajos niveles de los embalses del complejo Chingaza no son un tema nuevo. “Desde hace tres años sabíamos que habían empezado a bajar. Cuando tienes varios años con un déficit, ya no es una situación que, al pasar un año, pueda volver a la normalidad. Ya no estamos en normalidad, es un patrón más estructural que hay que seguir estudiando, junto al cambio climático”, declaró Susana Muhamad.
Según las proyecciones del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), se estima que en 2023 la ciudad ya tenía una población de 7 968 095 habitantes, lo que significa un aumento del 6,5 % con relación al censo realizado el 2018. Tanto para Donado como para Henríquez, uno de los mayores problemas que enfrenta la ciudad es que a medida que ha crecido su población, no se han ampliado los embalses para responder a la demanda de la ciudadanía. “No es solo mirar cómo crece Bogotá, sino cómo la empresa de acueducto abastece la expansión de la ciudad y de todos los municipios de la Sabana”, asegura Donado.
Cuando se debatió el Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá (POT) en el año 2021, varios expertos y analistas se opusieron a la expansión de la ciudad ya que, se proyectaban más de un millón de viviendas adicionales en la Sabana de Bogotá y no habría espacio para manejar algún tipo de contingencia, como las épocas de sequía.
Para Donado, el sistema de acueducto no tiene un backup para situaciones coyunturales como una época de sequía que se junta con un Fenómeno de El Niño. Donado y Henríquez coinciden en que construir otro embalse podría ser una solución, pero debe enfrentarse a una tarea titánica por el debate que implica sustraer zonas de área protegida en ecosistemas estratégicos como lo es el Parque Nacional Natural Chingaza.
Otra posibilidad es ampliar los embalses existentes, pero eso significa enfrentarse a otros retos. Donado menciona que la planta de Tibitoc, en la zona norte, es muy costosa porque el agua que se descarga allí es del río Bogotá y llega muy sucia. Asegura que para potabilizarla, y surtir a todo el norte de la capital, se requiere mucha más agua y químicos.
“Con las condiciones climáticas de esta temporada, las cargas de agua son menores y llegan con muchos más contaminantes. Entonces, al acueducto le tocaría tomar agua del embalse de San Rafael, agua que antes no gastaba la ciudad, para enviarla a la planta de Tibitoc”, menciona Donado.
La deforestación amazónica impacta a Bogotá
La pérdida de bosque amazónico sigue avanzando. El pasado 8 de abril, el Ministerio de Ambiente presentó las cifras parciales de deforestación en el 2023. Aunque la pérdida de bosque disminuyó entre un 25 % y un 35 % a nivel nacional en comparación con el 2022, en el primer trimestre de 2024 ha aumentado cerca de un 40 % respecto al mismo periodo del 2023. Los expertos consultados por Mongabay Latam afirman que esta es una variable a tener en cuenta en el análisis del desabastecimiento de agua en Bogotá.
Una investigación publicada en octubre de 2023 en la revista Science Advances, explica que la pérdida de bosques de la Amazonía podría causar la disminución de las lluvias hasta en un 40 % en las zonas más afectadas, reduciendo la disponibilidad de agua en los Andes y acercando la región al punto de no retorno.
En el caso de Bogotá, según el Plan de Acción Climática de la ciudad, se pronostica que entre el 2011 y 2040 habrá un descenso del 15 % de las lluvias. “El agua que llega a Bogotá y a medio país, es por las lluvias dadas por la evapotranspiración de los millones de árboles que hay en la Amazonía. Entonces, la deforestación hace que se reduzca la humedad que la selva le proporciona a la atmósfera, y que es arrastrada por los vientos estacionales que la traen hasta la Cordillera Oriental”, explica el meteorólogo Max Henríquez.
Donado es enfático en resaltar que si no se cuida y se conserva la región amazónica, Bogotá no tendrá agua por lluvia en los próximos años. “El agua de Bogotá viene de la Amazonía. Esa agua se evapora, va contra la montaña y, la humedad que logra pasar la Cordillera, llega a Bogotá”.
El Acueducto de Bogotá, en un estudio que hizo en 2022 junto con la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito, mostró que el 35 % de la humedad que recibe Chingaza viene de la Amazonía. La preocupación se sustenta en que se está perdiendo la conexión andino-amazónica. Además, la ministra Muhamad también refirió que la situación es más preocupante si se considera que “se ha deforestado el 80 % de bosque Alto andino, que es la otra fuente de humedad en la región”.
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Bogotá emprende otras medidas
Tras el balance de cortes de agua programados en la ciudad, el alcalde Carlos Fernando Galán afirmó, en el reporte diario del 16 de abril, que no se ha llegado a la meta de consumir máximo 15 metros cúbicos por segundo. Por ello, las medidas ahora incluyen sanciones monetarias para los ciudadanos que consuman más de 22 metros cúbicos de agua por hogar.
Para Donado, esta es una medida “que debe tomarse con pinzas”, pues es necesario evaluar otros aspectos más allá del consumo. “Las multas serán por medidor, entonces no se puede comparar. Si vives solo te cuenta como un usuario, pero también cuenta como un usuario a una casa con 10 personas porque todos están bajo el mismo contador de agua. Se debería tener en cuenta el censo de cuántas personas habitan cada vivienda para saber, en el caso de las multas, qué sería lo justo”, afirma. Además, comenta que esta decisión tiene un aspecto de “estratificación social”, pues se afectan las casas de los estratos más bajos porque allí suelen vivir más personas que en los estratos más altos de la ciudad.
Según el reporte de la Alcaldía para el 17 de abril, el consumo fue de 16,02 metros cúbicos de agua por segundo, mientras que los niveles del sistema Chingaza siguen bajando: pasaron de 15,28 % el 16 de abril a 15,07 % el 17 de abril. La esperanza está en que el nivel de Chingaza alcance el 20 % al finalizar abril, cuando se pronostican lluvias.
Sin embargo, según Henríquez, las lluvias que se esperan al finalizar abril no serán suficientes, pues se necesitan precipitaciones constantes y de largo tiempo para recuperar los niveles de los embalses. El Ideam espera que en el segundo semestre del año se presenten fuertes lluvias que alivianen la crisis de los embalses de la región Andina y Caribe.
“Cuando llegue el fenómeno de La Niña, con las lluvias excesivas, se van a llenar los embalses, se van a acabar los problemas de racionamiento y a la gente se le va a olvidar que tuvimos este problema hasta que vuelva a aparecer un nuevo Niño”, comenta Max Henríquez. Para los expertos, si no se atienden con prontitud las variables externas al Fenómeno del Niño, los racionamientos no dependerán sólo de la aparición de esta condición meteorológica.
*Este artículo es una alianza periodística entre Mongabay Latam y Rutas del Conflicto de Colombia.
**Imagen principal: La Alcaldía de Bogotá hizo un llamado a la ciudadanía a hacer uso razonable del agua para superar los efectos del Fenómeno de El Niño, luego de largas semanas sin lluvias y sequía en las zonas de influencia de los embalses. Foto: Alcaldía de Bogotá.
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