- El temor a que el dragón de Komodo desaparezca en Indonesia llevó al establecimiento del Parque Nacional de Komodo en 1980.
- Hoy, 2500 dragones —la mayor parte de su población en estado salvaje— viven dentro del parque, con números más pequeños que habitan en unas cuantas islas.
El dragón de Komodo —el lagarto gigante que habita algunas islas en el este de Indonesia— es una excepción. Biológicamente hablando, por supuesto, es el lagarto más grande del mundo, y el último sobreviviente de los lagartos gigantes (más grandes incluso que el Komodo) que una vez habitaron una buena parte de Indonesia y Australia. El dragón de Komodo (Varanus komodoensis) también es una excepción en la conservación tanto local como globalmente. Esto quedo muy claro cuando visité las islas de Flores y Komodo la primavera pasada. Al llegar al nuevo aeropuerto en Labuan Bajo, no pude evitar maravillarme con la gigantesca réplica de un dragón exhibida orgullosamente en el salón de llegada. Claramente, el gobierno local anunciaba la importancia de los dragones para la región.
Muchos de los depredadores superiores del mundo están en peligro de extinción y en declive. Además, la mayoría de los animales grandes de Indonesia (incluidos los orangutanes, elefantes, rinocerontes y tigres) parecen estar más cerca de la extinción con cada año que pasa. Pero, el dragón de Komodo no lo está. Es en gran parte una historia exitosa de conservación en un país donde tales ejemplos son prácticamente inexistentes en este momento, y en un mundo donde tales historias para los depredadores superiores son raras. Entonces, ¿qué diferencia al dragón de Komodo del resto de depredadores? ¿Y por qué los conservacionistas han tenido tanto éxito aquí cuando en otras partes del país luchan para proteger a otros grandes animales?
Un parque de clase mundial dedicado a un dragón
Durante mucho tiempo, el dragón de Komodo solo existió en rumores para el resto mundo. Luego, en 1912, un intrépido soldado holandés, el teniente van Steyn van Hensbroek, visitó la isla de Komodo, disparó y mató a un dragón y envió la piel al naturalista Peter Ouwens, quien escribió el primer reporte científico sobre el depredador.
Catorce años más tarde, una expedición dirigida por el estadounidense W. Douglas Burden sacó a los primeros dragones vivos de Indonesia. Los dragones murieron rápidamente después de llegar al zoológico del Bronx, pero la salvaje expedición de Burden —y su escritura aún más colorida— se convirtió en la inspiración para “King Kong”.
Aproximadamente cincuenta años más tarde, los expertos comenzaron a temer por la supervivencia a largo plazo del dragón. Esta preocupación llevó al establecimiento del Parque Nacional de Komodo en 1980 y a su nombramiento como patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1991.
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El experto indonesio en la especie, Achmad Ariefiandy, concuerda en que el Programa de Supervivencia de Komodo representa una historia exitosa de conservación.
“Especialmente en el Parque Nacional de Komodo”, señaló.
El parque cubre no solo la famosa isla de Komodo, sino otras 28 islas, incluyendo varias más donde viven dragones, como Rinca. Los expertos creen que alrededor de 2500 de los lagartos gigantes viven dentro del parque. La isla de Komodo y Rinca albergan a más de 1100 cada uno, mientras que otras dos islas —Montang y Kode— son el hogar de alrededor 50 lagartos cada uno.
“La autoridad gubernamental ha protegido exitosamente no solo [al dragón de Komodo], sino también… su hábitat y sus presas. También educaron a las personas que viven alrededor del parque”, dijo Ariefiandy, y agregó que “los investigadores contribuyen con información científica”.
Gracias a exitosas décadas de gestión en el Parque Nacional de Komodo (a diferencia de muchos otros llamados “parques de papel” en el sudeste de Asia) se pudo asegurar a una pequeña pero estable parte de la población de la especie, junto con la mayor parte de su hábitat actual.
Ariefiandy dice que actualmente la única amenaza real para el dragón en el Parque Nacional de Komodo es la caza furtiva de venados (una de las presas principales del dragón), pero agrega que los funcionarios de vida silvestre han hecho un buen trabajo para mantener esta amenaza al mínimo.
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Aunque el turismo tiene gran peso en la isla —el día que la visité un inmenso crucero dejó a sus pasajeros en la isla para un día de aventura — Ariefiandy dice que esto no amenaza a la vida silvestre, en gran parte porque menos del 10 % del parque está abierto a los visitantes.
Orgullo y turismo
Si quieren ver dragones de Komodo, tienen que empezar su viaje en Labuan Bajo en el oeste de Flores. Aquí, lo más probable es que tomen un bote a Komodo o Rinca. Apenas entren al pueblo, sabrán que están en el país del dragón. Ustedes verán dragones por todas partes: dragones tallados en madera, dragones en carteles, dragones en camisas. La gente aquí ama a sus dragones, en parte porque el enorme “comedor-de-hombres” se ha convertido en un gran atractivo turístico.
“El turismo se desarrolla ahora”, me escribió Arman Rikardus, nativo de Labuan Bajo y mi guía en la región. “Muchos hoteles [han sido] construidos y muchas agencias de viajes también han abierto… La industria del turismo ha creado oportunidades de trabajo. Anteriormente, muchos de nuestros talentos buscaban trabajo en Bali”.
Rikardus señaló que, si bien las oportunidades de trabajo en Flores son todavía “muy limitadas”, el aumento del turismo de dragones ciertamente ha ayudado a la economía de la isla. Por otra parte, dijo que los turistas que vienen a visitar a los dragones también participan en otras actividades, tales como visitar las comunidades locales, y así crean un beneficio económico adicional para Flores.
Pero para Rikardus, la conservación del dragón de Komodo no es solo para su propio sustento, sino algo más profundo.
“Honestamente, estoy agradecido de que los dragones todavía sobrevivan… de lo contrario yo [solo] escucharía historias de ese animal”, escribió.
Ariefiandy, que también vive en Labuan Bajo pero no es originario de allí, estuvo de acuerdo en que los lugareños ven al dragón como un “capital”.
Sin embargo, agregó que hay desventajas a un auge repentino en el turismo.
“La tasa de inflación es muy alta [en Labuan Bajo] y el costo de vida es muy caro hoy en día, especialmente si se compara con el de hace unos 10 años, cuando llegué”, dijo.
Sin embargo, a pesar de que no es fácil vivir con los dragones de Komodo —en promedio hay un ataque por año— los habitantes locales parecen apoyar en gran medida los esfuerzos de conservación.
“[Los locales han trabajado] duro para salvar a los dragones”, dijo Rikardus, quien añadió que los isleños locales tienen un mito de origen que dice que los dragones de Komodo y los seres humanos tienen la misma madre. “Eran gemelos. Creo que esto ayuda [con] su conservación”.
La locura por el dragón es quizás más evidente en la isla de Komodo. Antes de que pueda caminar hacia el interior primero tiene que hacer su camino a través de una avalancha de suvenires de dragón de Komodo. Los habitantes de la isla, alrededor de 2000 personas, viven, en parte, de la venta de suvenires que venden a la multitud de turistas que vienen a ver al lagarto más grande del mundo.
Los desafíos persisten
La Lista Roja de la UICN clasifica actualmente al dragón de Komodo como Vulnerable. Sin embargo, el listado fue realizado casi dos décadas atrás y probablemente necesita una actualización. Dicho esto, es probable que el dragón siempre se enfrente a algún nivel de amenaza, dado el hecho de que solo vive en una pequeña área, lo que lo que los científicos llaman una especie de rango geográfico restringido.
En este caso, sin embargo, su restricción podría ser vista como algo positivo y negativo a la vez. En el lado negativo, significa que los dragones de Komodo probablemente nunca serán muy numerosos. Pero en el lado positivo, es más sencillo proporcionar protección de hábitat para una especie que se encuentra solo en algunas islas. Su pequeño rango geográfico también le da a la especie un aura mística: solo hay un lugar en el mundo donde se puede ver un dragón salvaje de Komodo, lo que lo convierte en un emblema mundial de las Islas Menores de la Sonda.
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Pero solo porque el dragón está prosperando en algunas partes de su rango, no significa que le está yendo bien en todas partes. Ariefiandy dijo que los esfuerzos de conservación hoy se han trasladado de Komodo y Rinca a la población menos conocida en Flores. Los investigadores creen que los dragones de Komodo alguna vez habitaron todo Flores, una isla apenas un poco más pequeña que el estado estadounidense de Connecticut; sin embargo, durante miles de años la gente ha empujado a los dragones a áreas cada vez más pequeñas en el norte y el oeste de la isla. Esta población, genéticamente distinta de las demás, sigue amenazada.
“La mayoría de las áreas de distribución de dragones de Komodo en Flores no se encuentran [en] áreas protegidas como reservas naturales o parques nacionales”, explicó Ariefiandy. Flores tiene dos parques dedicados a la protección de dragones: las reservas Wae Wuul y Wolo Tado; sin embargo, estas no cubren la mayoría del rango de distribución de los dragones en Flores.
“Los dragones viven junto a los humanos (en Flores)”, dijo Ariefiandy, y agregó que “la competencia es inevitable”.
La competencia viene en formas diferentes. Los pobladores a veces cazan venados, el alimento principal de los dragones, o cortan y queman el hábitat del dragón. Los lugareños también a veces atacan a los dragones directamente, los culpan de comerse a su ganado, por ejemplo, cabras. Pero la violencia puede ir en ambos sentidos. Los dragones de Komodo son muy peligrosos y se sabe que atacan, y a veces incluso han atacado a la gente.
“Comprender su comportamiento me hace aún más cuidadoso al trabajar con este animal, porque cuanto más entiendes el peligro, trabajas con más cautela”, dijo Ariefiandy. “No sirve de nada convertirse en un experto y [después] comportarse como un presentador de televisión… acabarías siendo mordido por un dragón”.
Dado que el dragón parece, en gran medida, seguro en las islas alejadas la costa, Ariefiandy dijo que Flores necesita “más atención de las autoridades”.
Lecciones
Incluso con los desafíos actuales, la historia de conservación del dragón de Komodo es totalmente diferente de la demás megafauna en Indonesia (orangutanes, tigres, elefantes, rinocerontes de Sumatra), la mayoría de las cuales han sufrido una fuerte disminución poblacional en las últimas décadas. ¿Qué se puede aprender del éxito de los dragones?
Por un lado, la conservación del dragón de Komodo puede ser tan única como la propia especie. Dado su pequeño rango geográfico y notoriedad, el dragón ha probado ser, discutiblemente, más fácil de salvar que otras especies en la región.
Pero tal explicación puede ignorar las posibles lecciones. Después de todo, los elefantes y los orangutanes son discutiblemente igual de famosos —o más famosos— que los dragones de Komodo. Y los tigres pueden ser igual de problemáticos para las comunidades locales cuando se trata de conflictos entre humanos y vida silvestre.
Una lección del dragón de Komodo puede ser que para salvar a un depredador superior —y megafauna en general— uno debe hacer solo unas pocas cosas: proteger una buena parte de su hábitat, salvaguardar sus presas y tener la aceptación de las personas que viven cerca.
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“Estar cerca de este animal es una experiencia increíble y única en la vida”, dijo Ariefiandy, quien señaló que cuando se le ofreció la oportunidad de estudiar al dragón hace una década “no lo [pensó] dos veces”.
Quizás si las lecciones del dragón fueran aplicadas a otras especies en el extenso archipiélago de Indonesia la fauna de la nación no estaría en tales apuros —y el ecoturismo se podría incrementar. No hay duda de que el dragón de Komodo es una criatura excepcional, pero eso no significa que el éxito general de su conservación sea igualmente excepcional.
Esta historia fue publicada por primera vez en la web en inglés el 30 de diciembre de 2015.
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