- En territorio de la reserva se han llevado a cabo procesos de reforestación, conservación y caracterización de especies.
- Más de 320 niños y jóvenes han participado de programas de educación socioambiental
La conciencia ambiental de Oriana Bonilla Pérez despertó hace dos décadas en la Reserva Natural de la Sociedad Civil Semillas de Tibasosa, creada en 1997 por la Asociación para el Desarrollo Sostenible Semillas con el objetivo de proteger el ecosistema del páramo seco.
Cuando tenía 8 años, Oriana participó en Herederos del Planeta, un programa de la Asociación Red Colombiana de Reservas de la Sociedad Civil (Resnatur) para vincular a los menores en la conservación a través de la educación ambiental y promover una cultura del respeto por todas las formas de vida.
Los miembros de la Asociación Semillas se sintieron identificados con el programa de Resnatur y decidieron sumarse a la iniciativa. “El proceso de educación ambiental es algo que desde los orígenes de Semillas ha estado presente”, recuerda Sonia Pérez, directora ejecutiva de Semillas y madre de Oriana.
Oriana es una de las aproximadamente 320 personas -entre niños y jóvenes- que desde entonces han participado de este programa en Tibasosa, un municipio ubicado en el departamento de Boyacá, en el centro-oriente de Colombia.
En el terreno de la reserva los participantes realizaban educación ambiental a través elementos teóricos, conversatorios y juegos. Después pasaban a la parte práctica de recolección de semillas, reconocimiento botánico y de fauna, trabajos de cuencas hídricas y sensibilización para la protección animal.
Oriana Bonilla recuerda con nostalgia aquellos recorridos: “En ese tiempo influyeron las salidas de campo, ir a la reserva, conocer animales y plantas, el contacto con los estudiantes de la universidad, quienes potenciaron en mí el amor por la naturaleza”.
Gracias a los estudiantes ella supo que existía una carrera profesional llamada ecología. Ahora Oriana transmite a niños y jóvenes ese amor por la naturaleza que nació en los parajes de Semillas. Ella hace parte de CASA Jóvenes, movimiento juvenil de los asentamientos sustentables de América Latina que trabaja con reservas, escuelas alternativas, parques comunitarios y huertos urbanos.
Mariana Silva fue heredera del planeta durante cuatro años. Ella no olvida las clases que recibió sobre las especies que habitan en la reserva. Tampoco las dinámicas de siembra de árboles que luego los mismos participantes cuidaban. “Durante el tiempo que estuve aprendí la importancia de la naturaleza, a cuidar los ecosistemas y las plantas. Subir a la reserva me gustaba mucho porque uno se entendía con la naturaleza. Aunque ya no esté en ese grupo, me gusta el senderismo y estar en contacto con esos ambientes”, cuenta.
Claudia Vargas también recuerda con cariño su experiencia. Ella fue miembro de la Asociación Semillas durante ocho años y también perteneció al grupo de herederos del planeta. Para ella la reserva es un aula viva. “Teníamos como eje de trabajo la ecología y cuidar el ambiente. Lo hacíamos con diferentes actividades, programas de radio, a través de nuestra emisora comunitaria de Radio Semillas, tratando temas de ecología con nuestra visión de jóvenes, la danza, y el mensaje diario en nuestras familias y colegios”, indica.
Con estas actividades los jóvenes participantes adquirieron más conocimientos y asumieron roles como coordinadores y facilitadores de procesos educativos ambientales para garantizar un relevo generacional. Una vez que los herederos del planeta del grupo ingresaron a la universidad, contribuyeron a la formación de otros menores.
“La Reserva Natural Semillas para mí fue muy importante. Estudié Derecho y esto ha hecho que mis intereses estén dirigidos a la protección y defensa del ambiente (…) Pude acompañar a otros jóvenes que decidieron aportar a la caracterización e identificación de las especies de la reserva, de manera particular en aves. También a voluntarios de Boyacá que hicieron la reserva más visible para que sirva de aula viva para motivar el conocimiento de ecosistemas ignorados y abandonados”, indica Claudia.
Haber recibido esa formación, pertenecer a Herederos del Planeta y pasar tiempo en la reserva contribuyó a que Oriana, Mariana y Claudia afianzaran su rol como cuidadoras de los ecosistemas. En Tibasosa, los miembros de Semillas que las vieron crecer siguen trabajando en pro de la conservación.
Semillas es una de las cinco reservas de la sociedad civil en el departamento de Boyacá y una de las 160 que hay en el país. Las reservas de la sociedad civil son una categoría de áreas protegidas consagrada en la Ley 99 de 1993, y reglamentada en el decreto 1996 de 1999 como estrategia de conservación in situ. “Lo que se quiere y necesita conservar no solo se puede hacer en grandes extensiones de áreas protegidas, sino que se puede complementar con territorios más pequeños, representados en las reservas de la sociedad civil”, explica Heidi Pohl, directora ejecutiva encargada de Resnatur.
Diversidad de especies
La reserva Semillas es un relicto de bosque altoandino y páramo seco donde aún se observan especies propias de estos ecosistemas. Del páramo seco hay, por ejemplo, los frailejones Espeleptiopsis muiska y Espeletia tunjana.
En cuanto a la fauna existen mamíferos como la comadreja, el cusumbo y el curí. También aves como el colibrí, águila paramuna, el paramero esmeraldino y el guardacaminos andino.
Además del valor que tiene como hogar para especies de bosque altoandino y páramo seco, ¿por qué son importante conservar estos ecosistemas de la reserva? La bióloga Claudia Rivera lo explica así: “Semillas es una reserva de germoplasma, es decir, protege y mantiene una variedad de especies junto con su diversidad genética, la cual estará disponible en cualquiera de sus formas reproductivas (semillas, esquejes, tubérculos) para propagarlas y mantener la especie, e incluso darles un uso en beneficio de la ecología”.
Ese es el caso de las semillas de plantas nativas que en la vereda Esterillal, vecina de la Reserva Natural Semillas, se han usado en el vivero comunitario.
Los habitantes sembraron algunas especies y luego las usaron para restaurar, por ejemplo mortiño, laurel de montaña, siete cueros, raque, ají de páramo, y uva camarera. Todas estas especies han permitido recuperar la cobertura vegetal y con ello aportar a captación y regulación del agua proveniente de las lluvias y disminuir los efectos de los veranos intensos.
Gloria Garavito, tesorera de la Asociación Semillas, quien participó activamente en el diseño del plan de manejo, recuerda que gracias a la constitución de la reserva se recuperó una zona que antes fue usada para la agricultura con cultivos de habas y trigo.
En los viveros comunitarios sembraron y trasplantaron especies utilizando abonos orgánicos como el bocashí, que la comunidad preparó gracias a lo aprendido en capacitaciones y talleres.
La reserva ubicada en el cerro Guática, que hace parte de la cuenca alta del río Chicamocha, sirve como zona de recarga hídrica, pues la lluvia se infiltra en el suelo y llega a las capas internas de los acuíferos en las partes bajas.
Conservación y conectividad
Claudia Rivera dice que los pajonales son las huellas que ha dejado la acción humana en la reserva. Estos pajonales indican que en alguna época la zona fue usada para cultivo y su cobertura vegetal fue transformada.
En otras áreas de esta reserva de 14.18 hectáreas, la cobertura natural de páramos se cambió por zonas de pastos, lo que ocasionó que varias fuentes de agua se secaran. Hoy en día, después del tiempo que lleva la reserva encargándose de la zona, la vegetación se recuperó.
Por fortuna, indica Claudia Rivera, Semillas es ya un relicto y los habitantes de la comunidad saben que si no apoyan la conservación se podría poner en peligro el recurso hídrico.
Hugo Díaz, coordinador de páramos y áreas protegidas de la Corporación Autónoma de Boyacá (Corpoboyacá), autoridad ambiental del departamento, explica que con las reservas se pretende lograr conectividad ecosistémica.
“En la jurisdicción de Corpoboyacá tenemos 538 330 hectáreas en siete complejos de páramo. Cuatro de ellos con bajas precipitaciones, entre ellos el complejo del páramo Guantiva- La Rusia, altiplano cundiboyacense, Iguaque-Merchán y Tota-Bijagual.-Mampacha al que pertenece esta reserva”, indica Díaz.
Semillas ha sido reconocida por Corpoboyacá como líder de la zona por la restauración la recuperación de los suelos y su contribución para mantener el páramo seco y el bosque altoandino.
Presente y futuro
La directora ejecutiva de Semillas describe el trabajo actual: “En nuestra sede tenemos una pequeña infraestructura donde niños y niñas fortalecen su sensibilidad en torno a los cultivos orgánicos. Además, aprenden acerca de la importancia de la agricultura familiar y la solidaridad en torno al desarrollo rural, socioeconómico de las familias campesinas”.
Bajo la dirección de un ingeniero, los pequeños ayudan en una parcela demostrativa a cuidar las verduras que se siembran. También se les enseña a optimizar la fuente hídrica, sembrando árboles alrededor de las fuentes de agua. Además, niños del grupo de música componen canciones alusivas a la protección del agua y de la naturaleza.
El trabajo con los chicos, indica Gloria Garavito, se hace por ejemplo aprovechando las vacaciones, con jornadas de reforestación apoyadas por entidades como Corpoboyacá, Confiar y Holcim S.A.
La Asociación Semillas planear actualizar la caracterización de fauna y flora registrada en el plan de manejo de la reserva del año 2013.
Adicionalmente, espera aprovechar las especies que tienen usos medicinales, los frutos de las especies que pueden ser procesadas para producir mermeladas y vinos, y el potencial paisajístico para ecoturismo. Esto último previa señalización de los senderos.
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