- Los colombianos quedaron sorprendidos cuando una magistrada ordenó ejecutar el proyecto de la Alcaldía de Bogotá que pretende modificar la reserva y urbanizar amplios sectores del norte de la capital.
- Gran parte de la comunidad científica está preocupada. Sin la reserva se podría poner en riesgo la conexión entre los cerros orientales de la ciudad y el río Bogotá.
- En medio de acciones judiciales, ni la Alcaldía ni los defensores de la reserva dan su brazo a torcer.
En los últimos años la reserva Thomas Van der Hammen, ubicada en el norte de Bogotá, ha sido noticia recurrente en los medios de comunicación colombianos. Esta área protegida ha entrado en constante choque con la última propuesta de desarrollo para la zona que tiene el actual alcalde de la capital, Enrique Peñalosa, y que presentó en abril de este año.
Esta reserva está compuesta por territorios que necesitan restauración ecológica, pero que son indispensables para conectar los últimos relictos de bosques andinos de La Sabana con el Río Bogotá, los Cerros Orientales, pertenecientes a la capital, y los cerros de Cota (municipio vecino); atravesando humedales y quebradas. Durante 18 años ha sido constantemente cuestionada, entre otras razones, porque se ubica en una zona de gran interés de expansión urbana.
La más reciente polémica se dio por una orden judicial de la magistrada Nelly Yolanda Villamizar del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, donde declaró “conveniente y necesaria” la propuesta de recategorización, realinderación y sustracción de la Reserva Thomas Van der Hammen presentada por la Alcaldía. En esta decisión, Villamizar le ordena a la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) ─autoridad ambiental competente en los suelos rurales de Bogotá─ que acoja completamente el plan del distrito capital y realice los ajustes cartográficos, administrativos y logísticos correspondientes.
Esa determinación tomó por sorpresa a todos los bogotanos el pasado miércoles 10 de octubre, en especial a la veeduría de la reserva y a todos los grupos opositores al proyecto de la Alcaldía. Las críticas no se hicieron esperar. La decisión se tomó dentro de un proceso correspondiente al río Bogotá y por lo tanto la veeduría de la reserva nunca fue consultada ni informada sobre los trámites que se adelantaban. Otro punto que salió a relucir es que Villamizar presuntamente estaría usurpando competencias de autoridades ambientales y de infraestructura.
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Una decisión bastante cuestionada
“A la magistrada no le corresponde revisar estudios técnicos. Esa es una expresión más de su extralimitación de funciones. Lo que le correspondía era indicar si las órdenes para el saneamiento del río Bogotá se cumplieron o no. No se entiende por qué termina ordenando sobre la Reserva”, le dijo María Mercedes Maldonado, exsecretaria de Hábitat y Planeación de Bogotá, a Mongabay Latam.
El exministro de Ambiente, Manuel Rodríguez, también lanzó duros cuestionamientos. “La reserva Van der Hammen es ahora víctima de la extralimitación de funciones de la magistrada Villamizar que se autoproclama “la madre de la Cuenca del Río Bogotá”. Entre Peñalosa y la Magistrada están volviendo trizas la reserva”, dijo. Y añadió que de no revocarse el auto de la magistrada Villamizar, se produciría un daño enorme a la institucionalidad ambiental del país, un asunto que va mucho más allá de la Van der Hammen.
El experto ambiental Gustavo Wilches-Chaux, también se manifestó en contra de la decisión judicial y en su cuenta de Twitter se preguntó si “¿puede un fallo ordenarle a la autoridad ambiental que desconozca los múltiples estudios científicos que justificaron la constitución de la reserva y que recomiendan conservarla? ¿Existe antecedente de un fallo ordenándole a una autoridad que prevarique?”.
A pesar de las críticas, la magistrada continuó defendiendo su decisión en diferentes medios de comunicación. En una entrevista dada al diario El Tiempo, aseguró que “el auto analiza todos los aspectos técnicos, que son la necesidad de recuperar y restaurar la Van der Hammen, porque es que ahorita no existe como tal. Son 5,8 % de áreas de preservación de 1395 que fueron declaradas. El resto no es de reserva y lo que se pretende es convertirla de área productora a protectora, para que no vuelva a ser intervenida”.
Los argumentos de Villamizar siguen sin convencer a los críticos. Daniel Bernal, miembro de la Veeduría de la Reserva Thomas Van der Hammen, le dijo a este medio que la reserva tiene unos objetivos claros de conectividad y si en lugar de eso se urbaniza todo el norte con corredores ambientales tipo Park Way o Virrey ─grandes parques urbanos dentro de Bogotá─ “lo que construyes es una urbanización muy bonita en términos paisajísticos pero con muy poca funcionalidad”.
Pero el asunto no paró allí. El miércoles 17 de octubre la CAR interpuso recurso de reposición ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca y de apelación ante el Consejo de Estado al considerar que el Tribunal no tiene las facultades legales para hacer un control previo de legalidad frente a una propuesta que se encuentra en estudio por parte del Consejo Directivo de la Corporación, quien es el único órgano con competencia legal para decidir si la misma es viable o no.
“Esta decisión puede generar el mensaje equivocado en materia ambiental, pues según esto, no se requiere el rigor del criterio técnico y científico, ni participativo, para la toma de decisiones que afecten o impacten los recursos naturales renovables, sino que solo les basta acudir ante un Juez Constitucional para que se les autoricen los permisos ambientales que estén solicitando”, manifestó la CAR.
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Los estudios de la discordia
Hubo algo que causó malestar entre quienes defienden la Reserva Thomas Van der Hammen y es que la magistrada Villamizar dijera que su decisión de acoger la propuesta de la Alcaldía se sustentaba, en buena parte, en los argumentos técnicos brindados por el distrito, que a su vez, presuntamente, se basaban en estudios científicos. Sin embargo, dichos estudios fueron elaborados antes de que se declarara la reserva y muchos de sus autores han dicho que fueron malinterpretados, entre ellos el biólogo y geólogo Fernando Remolina.
En un video reciente, el científico afirma que cuando entregó su estudio (2007) la reserva Van der Hammen aún no había sido declarada y que los corredores ecológicos que propuso son una estrategia de conservación complementaria a las reservas. “Una reserva no se sustituye con corredores ecológicos, eso es muy importante tenerlo en cuenta. Lo que yo siento de esta Alcaldía es que tomaron el ejercicio y dijeron que esa red de corredores, o cualquier otra red de corredores, podía reemplazar la reserva… Es más, si uno quiere hacerlo realmente bien, primero debe restaurar el área protegida y después proponer corredores. Ese es el orden”.
Mongabay Latam habló con Juan Camilo González, gerente del proyecto Ciudad Norte ─que modifica la reserva Van der Hammen y plantea un plan urbanístico que se complementa con ella─. Este proyecto fue el que la magistrada Villamizar ordenó adoptar. González fue enfático al indicar que “nadie ha salido a decir directamente que se tergiversó la información”. Según dice, tanto Fernando Remolina como Loreta Roselli y Gary Stiles (científicos que también hicieron estudios para esta zona de Bogotá) han hecho comentarios diciendo que sus propuestas de corredores se hicieron con base en una matriz rural, “y eso es cierto. Hicieron una propuesta de corredores que se debe complementar y eso es justo lo que nosotros estamos haciendo con nuestra propuesta”, añadió.
Este medio contactó al profesor Gary Stiles de la Universidad Nacional, una de las mayores autoridades en estudio de aves en el país, para preguntarle sobre el tema y aseguró que la decisión de la magistrada ha sido bastante frustrante porque ignora cualquier cantidad de información y evidencias que se han presentado sobre los efectos que puede tener este proyecto sobre las aves y sobre el bienestar de la ciudad a largo plazo. “Mis estudios sobre aves se hicieron sobre una matriz rural y es válido hablar de ellos, pero se deben respetar las conclusiones a las que llegamos”.
Stiles afirma que usar un estudio para justificar algo cuando el contexto ambiental ya ha cambiado bruscamente hace que las conclusiones se tomen en un sentido muy diferente. “Es muy sencillo, el contexto no es el mismo”. El ornitólogo fue contundente al indicar, además, que la ciudad va a estar en problemas para suplir la demanda de alimentos si sigue pavimentando suelos rurales de primera calidad, que no son muchos en el país, y que “las conclusiones de nuestro estudio han sido claramente tergiversadas por no considerar este cambio bastante fuerte en la situación de alimentación, además de la contaminación y la presencia del cambio climático como factor perturbante” y añade que el estudio de la Alcaldía está partiendo, desde el inicio, de la idea de que el cambio que proponen va a ser beneficioso, “lo hacen sin considerar la situación actual y eso no es así”.
Argumentos como los de Remolina y Stiles son los que han servido de soporte a los críticos del proyecto del alcalde Peñalosa, entre los que se cuenta un amplio sector académico y científico. “La Alcaldía, de manera poco ética y sin soporte, tomó varios estudios y los ha usado como base para la realinderación de la reserva y su plan de manejo, asegurando que es mejor que el actual”, dice María Mercedes Maldonado. Para ella, todos los escenarios que hace el distrito y los estudios que retoma se hacen con una matriz rural pero la alternativa final que la Alcaldía escoge es la de urbanizar. “Interpretan los estudios a su gusto y tratan de quedar bien diciendo que los están usando. Pero los tergiversan, pues se hicieron para otra finalidad, con otra pregunta para el científico”.
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Mil y un obstáculos para la reserva Thomas Van der Hammen
La reserva se propuso en el año 2000 como parte fundamental de la Estructura Ecológica Principal (EEP) ─ red de ecosistemas que se destinan a la preservación de la naturaleza─ de Bogotá y la región. Precisamente, esto sucedió en el primer mandato de Peñalosa como alcalde de la ciudad.
Esta conectividad funcional se garantiza con el trazado de una franja suficientemente robusta (1395 hectáreas con un ancho mínimo de 800 metros), y permite que los ecosistemas actuales se recuperen por medio de la restauración ecológica. De esta manera, los ecosistemas pueden resistir las presiones del ser humano y facilitar procesos de adaptación a cambios climáticos.
La reserva alberga varios tipos de cuerpos de agua que se manifiestan de formas distintas, como humedales y quebradas y cada uno de ellos cumple una labor esencial en el complejo proceso de regulación hídrica. En la página de la Reserva, creada por las fundaciones Cerros de Bogotá y Humedales de Bogotá, se afirma que existen diversos estudios que demuestran una importante diversidad de especies endémicas de fauna, como el chamicero y la tingua, algunas especies nuevas para la ciencia, como es el caso de dos mariposas —aún sin descripción—, y especies amenazadas, como la “tingua pico verde”. El área de la Reserva tiene 514 especies de flora entre bosques, pastizales y humedales, y cuenta con el Bosque de Las Mercedes como último relicto de bosque en la parte plana de la Sabana, primordial para la conectividad y las posibilidades de restauración.
El punto crítico del asunto es que desde que se propuso la reserva, esta ha tenido que enfrentar innumerables obstáculos. A pesar de que se habló de su creación en el año 2000, solo hasta el 2011 la CAR la declaró. Luego, tuvieron que pasar tres años más para que quedara en firme su Plan de Manejo (2014). Sin embargo, ya han pasado cuatro años y el Plan sigue sin ejecutarse. Muchos aseguran que todo se debe a los grandes intereses económicos y políticos que hay sobre esta zona de Bogotá.
Daniel Bernal, de la veeduría de la Reserva Thomas Van der Hammen, asegura que “una de las primeras cosas que hizo Peñalosa cuando asumió como alcalde por segunda vez fue quitarle la utilidad pública a todos los terrenos de la reserva. Si se adquieren los predios ya no se pagarían como rurales sino al precio que quieran los constructores y los privados que tienen intereses allí”.
En cuanto al territorio, Bernal asegura que hay una parte forestada a orillas del río Bogotá, pero también se pueden encontrar potreros, cultivos de flores, algunas construcciones e incluso canchas de fútbol. “Lo que la gente no ha entendido, y que convenientemente la Alcaldía no dice, es que las reservas se hacen por dos causas: la primera, cuando es evidente su estado y valor de conservación, como por ejemplo el Parque Nacional Chiribiquete, y la segunda, cuando se trata de un territorio estratégico que debe protegerse y restaurarse. Este último es el caso de la reserva Van der Hammen”. Lo que muchos bogotanos a veces desconocen es que van 18 años de enredos jurídicos que no han permitido que se realicen acciones de restauración, con excepción del bosque de Las Mercedes.
Andrés Ángel, geólogo y magister en políticas públicas, asegura que la reserva tiene usos productivos que son compatibles con la conectividad pues se diseñó así, como reserva forestal productora. “Es una mezcla de usos de conservación, preservación, protección al paisaje y producción sostenible”.
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¿Qué pasa con la propuesta de la Alcaldía de Bogotá?
De acuerdo con Juan Camilo González, gerente del proyecto Ciudad Norte, de las 1395 hectáreas del Plan de Manejo Ambiental de la reserva hoy solo 634 están definidas como de restauración y preservación, lo que equivale al 45 % del área. “De esas 634 hectáreas nosotros, en nuestra propuesta, estamos dejando exactamente en el mismo lugar el 80 % y agregando áreas adicionales”.
Para él, lo que se debe comparar en todo momento son las 634 hectáreas de restauración y preservación actuales contra 1104 hectáreas públicas de restauración y preservación que ellos proponen y que se sumarían a 225 hectáreas de parques para completar 1329.
Sin embargo, varias de las fuentes consultadas por Mongabay Latam, aseguran que estas cifras no son tan ciertas pues estarían involucrando en su conteo otras zonas que ya cuentan con figuras de protección, como el cerro de La Conejera. “Quiero aclarar que la sumatoria del área no es la que la Alcaldía dice. Como geólogo analizo regularmente información geográfica y usando la cartografía presentada en la propuesta de la Alcaldía, hemos comprobado que se incluyen áreas de protección que ya existen. Es como si propusiéramos hacer un Parque dentro de Sumapaz. No tiene sentido porque ya Sumapaz está protegido”, comenta Andrés Ángel.
El geólogo tiene un argumento adicional y es que no es lo mismo tener un gran polígono robusto, como es actualmente la reserva Van der Hammen, a tener mucha más área pero distribuida en “parches”, pues esto impide la movilidad de los individuos de diferentes especies al interior de la reserva. Además, hay otros factores como las luminarias. Dentro del proyecto, según dice, se plantean senderos para el tránsito de personas, incluso dentro de los pasos de fauna que se harán sobre las vías, y estos necesariamente requieren iluminación. “Algunas especies no van a escoger ese corredor como paso”, enfatiza.
La polémica en torno a la Van der Hammen presenta muchas aristas y en medio del debate técnico queda una población cada vez más confundida entre un sinnúmero de argumentos. Juan Camilo González está convencido que Ciudad Norte es lo que Bogotá necesita pues hasta ahora no se ha avanzado en la implementación del Plan de Manejo Ambiental y el peor de los escenarios sería quedarse en la situación actual. “Hay tres caminos: el primero es seguir como vamos, es decir, no hacer nada. Segundo, ejecutar el Plan de Manejo, lo cual me parecería perfecto. Pero, por qué no un camino tres, donde dejamos lo bueno del Plan de Manejo y le agregamos más cosas. Eso es lo que estamos haciendo nosotros pero hay gente a la que no le gusta ninguna de las tres opciones. En dos años de debate nadie ha planteado algo diferente”.
Muchos otros, como Daniel Bernal de la Veeduría, creen que desdibujar el proyecto del profesor Thomas Van der Hammen ─la reserva lleva su nombre─ representaría un riesgo en varios sentidos: se eliminaría el límite norte de la ciudad, lo que favorecería su expansión y futura unión con el municipio de Chía, fomentando el concepto de megaciudad que ya no es recomendado. En segundo lugar, se perdería la última oportunidad que tiene la ciudad de unir los cerros orientales con el río Bogotá de manera que se permita un corredor biológico y ecológico. “Lógicamente el área de la reserva tiene que ser restaurada. Eso no se logra de un día para otro pero es necesario que se ejecute inmediatamente el Plan de Manejo Ambiental”.
El geólogo Andrés Ángel piensa que el tema no es tan sencillo como seleccionar los pocos estudios que soportan el proyecto de la Alcaldía e ignorar deliberadamente la inmensa mayoría que lo contradicen, que es lo que considera que considera que ha hecho hasta ahora el proyecto Ciudad Norte. Además, asegura que en la administración distrital se olvidaron de estudios como el ‘Proyecto Borde Norte Fase 2’, según él, uno de los más robustos que se ha hecho. “La Alcaldía lo cita para cosas completamente irrelevantes pero ignora por ejemplo resultados tan importantes como las tomografías eléctricas (método geofísico que consiste en medir la resistividad del subsuelo para determinar su estructura y si los estratos contienen o no agua) . Se hicieron más de 100, pero eso, por ejemplo, convenientemente se ignoró”.
Lo cierto es que en medio de toda la controversia, un amplio sector académico y científico defiende la Reserva Thomas Van der Hammen y no están de acuerdo con el proyecto actual de la alcaldía de Enrique Peñalosa. Basta recordar que poco después de conocerse la decisión de la magistrada Nelly Yolanda Villamizar, antes de que la CAR cuestionara formalmente la decisión judicial, un grupo de 10 reconocidos científicos y ambientalistas colombianos, enviaron una carta al consejo directivo de esta entidad manifestando su preocupación por el futuro de la reserva. “Esta decisión judicial, de quedar en firme, pondría en jaque la institucionalidad ambiental y sentaría un procedimiento inconveniente que podría llevar a alterar los procedimientos establecidos para la toma de decisiones en materia de ordenamiento del territorio y gestión de las áreas protegidas. Por todas estas razones respetuosamente les solicitamos actuar con la celeridad y diligencia debida para interponer los recursos y acciones judiciales a que haya lugar, incluidas eventuales denuncias penales que su condición de servidores públicos les impone”, dice el documento.
Además, el 19 de octubre, la Veeduría interpuso una tutela ─mecanismo judicial para la defensa de derechos fundamentales en Colombia─ ante el Consejo de Estado por violación al debido proceso y a la participación ciudadana. Lo más probable es que la batalla que se ha generado en torno a la reserva Thomas Van der Hammen siga siendo una controversia que no parece tener un pronto final.
ACTUALIZACIÓN:
El martes 23 de octubre, luego de las acciones jurídicas de la Veeduría de la Reserva Thomas Van der Hammen, los recursos de la CAR, el apoyo del Ministerio de Ambiente y los gobernadores de Boyacá y Cundinamarca y la solicitud de la Procuraduría para aclarar el auto de la magistrada Nelly Yolanda Villamizar, esta última decidió revocar su auto.
Esto quiere decir que la orden inicial de acoger el plan de la Alcaldía para la reserva Thomas Van der Hammen queda sin efectos. En la aclaración del fallo, ahora se le ordena a la CAR, al Distrito Capital, al Jardín Botánico, a la Secretaría de Ambiente y al gobernador de Cundinamarca que acrediten las acciones, obras y contratos para darle cumplimiento al Plan de Manejo Ambiental de 2014. Cabe recordar, como se dijo en este artículo, que hasta el momento, las acciones para darle cumplimiento a dicho Plan han sido prácticamente nulas.