- En Sri Lanka, hay alrededor de 2500 a 3500 cocodrilos marinos, de los cuales más de la mitad se encuentra en los parques nacionales.
COLOMBO — No a todo el mundo le agrada la idea de echar un vistazo a estas temibles criaturas, pero como fotógrafo, resulta fascinante observar a los cocodrilos marinos o de estuario.
El reptil más grande de la Tierra, el cocodrilo marino (Crocodylus porosus), conocido como geta kimbula en cingalés, puede alcanzar longitudes que superan los 6 metros (20 pies). Esta criatura prehistórica es el depredador alfa de los ecosistemas ribereños y se encuentra en una vasta región que incluye desde Sri Lanka, India, Papúa Nueva Guinea y el Indo-Pacífico, hasta Australia.
En Sri Lanka, no es tan común como el cocodrilo de las marismas (Crocodylus palustris), también conocido como “cocodrilo hocicudo”. Los cocodrilos marinos se encuentran en estuarios y sistemas ribereños principalmente en las costas meridional, occidental y oriental de Sri Lanka. A veces, incluso se los puede encontrar en áreas urbanas como Colombo, la capital comercial del país, moviéndose por los canales y vías fluviales de la ciudad. Se han visto algunos especímenes en el océano e incluso en lugares como los suburbios de Dehiwala-Mount Lavinia, ya que los cocodrilos se desplazan entre los ríos usando el océano como conector.
Rasgos físicos
En apariencia, se identifican fácilmente respecto del cocodrilo de las marismas. La cabeza del cocodrilo de las marismas es mucho más ancha, mientras que la cabeza del cocodrilo marino se estrecha hacia el hocico. El cuello del cocodrilo marino no contiene escamas prominentes en comparación con el del cocodrilo de las marismas. El cocodrilo de las marismas suele ser de color grisáceo, mientras que el marino tiene un tono amarillento en el cuerpo, especialmente en el vientre. Los lados del vientre presentan escamas ásperas, similares a la textura de la jaca.
El temperamento es la característica en la que ambas especies más se diferencian. Los cocodrilos de las marismas suelen ser tímidos; solo se han registrado unos pocos ataques a personas. Por el contrario, los marinos son agresivos y hay muchos casos de muertes registradas debido a su conducta atacante.
Las fábulas sobre los cocodrilos que nadan en el río Nilwala, en el distrito de Matara del sur de Sri Lanka, son legendarias y han inspirado tanto cuentos populares como canciones populares. En los últimos tiempos, el Nilwala y los cocodrilos que habitan el río han aparecido en las noticias debido a sus ataques y la muerte de personas en la orilla del río.
Esa es la reputación sin igual de los cocodrilos marinos y, en busca de estos magníficos reptiles, yo mismo partí hacia la costa meridional de la isla. Con la ayuda de los barqueros locales, me embarqué en mi primer supuesto “safari de cocodrilos” en 2016. El paseo en barco no tardó demasiado en dejarnos atisbar el primer cocodrilo marino.
Encuentros con los cocodrilos marinos
Era un individuo pequeño, bastante tímido, y se sumergió rápidamente en el agua antes de que pudiéramos acercarnos. Enseguida nos dimos cuenta de que había muchos cocodrilos escondidos en la orilla del río y en los manglares, en su mayoría a la vista, pero se sumergían rápidamente cada vez que nos acercábamos a ellos; se trataba de semiadultos o jóvenes en su mayoría.
Más río arriba, nos sorprendió la gran variedad de aves que formaba parte de este ecosistema único: desde el alción pico de cigüeña (Pelargopsis capensis), el martín pescador común (Alcedo atthis), la garza estriada (Butorides striata) y la garza imperial (Ardea purpurea), hasta el pigargo oriental (Haliaeetus leucogaster), pigarguillo común (Haliaeetus ichthyaetus) y muchas más.
Cuanto más aguas arriba íbamos, menos poblado se volvía, y había algunas zonas cubiertas de lechos de caña silvestre, sin humanos a la vista. Fue en una de esas zonas donde nos encontramos con un gran cocodrilo macho que nadaba en el río. Este individuo gigante medía unos 4.5 metros (15 pies) de longitud. Demostraba el dominio que ejercía en el río nadando con la cabeza y la cola elevadas sobre el agua. Fue increíble presenciar a este depredador superior del río en su hábitat natural, orgulloso y fuerte. Estar en un barco casi al nivel de los ojos del cocodrilo me produjo una sensación incómoda.
La gente del barco me contó sobre un cocodrilo aún más grande que a menudo se ve en el Nilwala, de más de 5.5 metros (18 pies) de longitud. Aunque no lo vimos durante mi primer recorrido, seguí visitando el río a lo largo de los años y, en una ocasión, me encontré con este legendario reptil.
Se había arrastrado hasta la orilla del río para tomar el sol de la tarde, como hacen los cocodrilos, y se lo podría haber confundido fácilmente con un tronco enorme, dado su tremendo tamaño y el camuflaje de color. Este cocodrilo era fascinante, y me sentí privilegiado por haber visto un cocodrilo tan grande, una rareza en estos días.
Era tan ancho como nuestro barco y, cuando nos acercamos, se deslizó tranquilamente de nuevo al agua y desapareció, sin intentar doblegarnos. Durante mis varios recorridos por Matara, también me encontré con muchas crías, señal de una población saludable en este ecosistema. En un recorrido por el río, llegué a contar 21 individuos.
Amenazas a la supervivencia
Se están denunciando más ataques de cocodrilos, pero los lugareños me dijeron que, hace 20 años, esto no sucedía. Los barqueros me contaron que solían realizar competiciones de natación en el río sin ningún temor. Es muy probable que los cocodrilos de ríos vecinos como el Walawe se estén trasladado al Nilwala, a medida que pierden gradualmente gran parte de su hábitat.
Los lugareños me dijeron que ahora hay más cocodrilos, y también que la gente tira su basura, como desperdicios de pescado y carne, al agua, lo que atrae a estos reptiles gigantes y hace que les pierdan el miedo a los humanos. Esto, a su vez, hace que se les grabe en el cerebro el vínculo entre la comida fácil y las personas, lo que los lleva a nadar hacia las zonas habitadas por el hombre.
Escuché algunos relatos asombrosos sobre cómo las tiendas de carne e incluso las funerarias arrojaban sus desechos a este precioso recurso hídrico, que ahora enfrenta los efectos de la contaminación, lo que ha ocasionado conflictos entre el hombre y el cocodrilo.
Para evitar los ataques de cocodrilo, se han colocado varias “vallas a prueba de cocodrilos” en la orilla del río que permiten que la gente se bañe en el río. Sin embargo, la mayoría de las que vi estaban en ruinas y necesitaban reparación. Aun así, vi que había gente bañándose fuera de las vallas, a gusto con el río y los peligros al asecho.
También hay algunas barreras que atraviesan el río corriente arriba, que consisten en bolsas de arena: un intento por contener el flujo de agua salobre y saldada río arriba con la marea. Los efectos de este proyecto deben evaluarse junto con su impacto medioambiental en la vida silvestre y los peces de este ecosistema fluvial, así como el sustento de los pescadores que viven aguas abajo y el efecto que esta barrera produce cuando las precipitaciones están en un nivel máximo y grandes volúmenes de agua corren aguas abajo.
El ecosistema de Nilwala ha prevalecido y persistido durante siglos sin perturbaciones. No obstante, su supervivencia y continuidad futuras dependen de las estrategias sostenibles que adopten las autoridades. El conflicto entre los seres humanos y los cocodrilos debe ser estudiado cuidadosamente y abordado para evitar la muerte de personas mientras se le permite al reptil más grande que conocemos que sobreviva en el legendario río. El llamado es a la coexistencia y no a la extinción.
Rajiv Welikala es fotógrafo de vida silvestre, conservacionista y escritor de viajes con amplia experiencia en viajes. Encuéntrelo en Flickr: https://www.flickr.com/people/rajivw/
*Imagen principal: un cocodrilo marino (Crocodylus porosus), conocido localmente como geta kimbula, un depredador alfa de los ecosistemas ribereños. Foto: Rajiv Welikala.
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El artículo original fue publicado en Mongabay News. Puedes leerlo aquí.