- Dos estudios recientes analizan el efecto de las alteraciones humanas para la diversidad ecológica de los hábitats de la Amazonía. Otro estudio en la región de Rupununi en Guyana descubrió lo importante que es mantener la conectividad para mantener un ecosistema sano.
- El primer estudio investigó cómo afecta la fragmentación a una bandada de pájaros compuesta por diferentes especies. El segundo estudio evaluó el efecto de la tala y los incendios en la dispersión de semillas. Y el último ilustra el valor de conservar la conectividad entre hábitats diversos.
La selva amazónica está bajo ataque. Grietas profundas se adentran cada vez más en el bosque primario mientras que los devastadores incendios forestales se alzan para consumir los fragmentos degradados. Este resquebrajamiento, que lleva sucediendo desde hace décadas, es la consecuencia de una agresiva invasión económica por parte de los humanos que suplanta lo que antes era vegetación tropical continua con carreteras, represas, ganado y plantaciones de soya.
Con la pérdida de hábitat forestal, el rico tapiz de especies de la selva también se ve destruido, ya que especies individuales se desvanecen y son sustituidas por organismos más comunes y a menudo invasivos. Los osos hormigueros gigantes del Amazonas están siendo sustituidos por ratas; el árbol de la castaña de Brasil, imponente y de mucho valor, se ve sustituido por hierbas; los guacamayos, reemplazados por buitres.
Sean cuales sean nuestros juicios de valor personales ante estas alteraciones, las perturbaciones de los humanos desencadenan una variedad de procesos ecológicos. Los científicos siguen desarrollando estudios para develar cómo y por qué las especies desaparecen ante la degradación y destrucción del hábitat causadas por los humanos, con la esperanza de ralentizar o detener el proceso.
Menos bandadas volando juntas
En la selva amazónica, como en todos los bosques del mundo, las aves de la misma especie no son las únicas que vuelan juntas. El Dr. Cameron Rutt de la Universidad Estatal de Luisiana lideró un equipo de estudio para ver cómo afecta la fragmentación forestal a las bandadas compuestas por aves de diferentes especies que vuelan juntas por protección y para aprovechar sus distintas habilidades. La investigación, publicada en Biological Conservation, encontró pruebas de que la fragmentación de hábitat boscoso en el Amazonas ha hecho que las bandadas de especies múltiples disminuyan drásticamente e incluso desaparezcan.
Desarrollaron un enfoque único para su trabajo en el estado de Amazonas en Brasil: “Hasta ahora, la gran mayoría de efectos negativos de la fragmentación de hábitat se han deducido a partir de comparaciones de fragmentos preexistentes con sitios de control separados”, escriben los investigadores. “Para comprobar directamente los efectos de la fragmentación en las bandadas mixtas de la Amazonía, que es una red de interacción de especies compleja y diversa, observamos aves antes y después del aislamiento de tres fragmentos de 10 hectáreas en el Proyecto de Dinámica Biológica de Fragmentos Forestales en la Amazonía central”.
Rutt explicó que los bloques de bosque que utilizaron en la investigación habían sido aislados del bosque primario en un gran caso de deforestación en los 80. La selva amazónica, sin embargo, crece rápido, y los fragmentos de bosque primario no tardaron en estar rodeados de rebrotes secundarios. Para el estudio, se despejó una franja de bosque secundario para volver a aislar los fragmentos de bosque primario una segunda vez, lo cual creaba un sitio de control más preciso del que compilar datos y compararlos.
“Cuantificamos la riqueza de especies y su concurrencia, el tamaño del hábitat, el uso proporcional del borde del bosque y del crecimiento secundario, y uso del espacio por las bandadas del fragmento y de control antes y después del reaislamiento”, dijo Rutt a Mongabay. “Descubrimos que en uno de los tres fragmentos [reaislados] que estudiamos, una de las bandadas desapareció por completo en unos años. En los otros fragmentos, donde las bandadas seguían existiendo después del reaislameinto, había unas cuantas especies que formaban parte de la bandada que desaparecieron o cuyo índice de concurrencia disminuyó”.
Rutt señaló que el uso del espacio de la bandada cambió después del reaislamiento, ya que el fragmento se convirtió en “una especie de celda en la que [las aves] estaban confinadas por las barreras rígidas del borde del fragmento”. Este descubrimiento acerca del declive de especies encaja con la investigación revolucionaria sobre la biogeografía de islas de E.O Wilson y Robert H. MacArthur llevada a cabo en los Cayos de Florida en los 60 y el trabajo desarrollado por Tom Lovejoy en el Amazonas en los 80, que demuestra que la biodiversidad disminuye en los hábitats aislados y las mayores pérdidas se producen en áreas más pequeñas y aisladas.
Douglas Stotz, ecólogo de conservación en el centro Keller Science Action Center del Field Museum de Chicago, no participó en el nuevo estudio en el Amazonas, pero lo evalúa de forma favorable. En su opinión el estudio impulsa las investigaciones ecológicas a largo plazo sobre la fragmentación en la Amazonía brasileña central que “serían difíciles o imposibles de llevar a cabo en cualquier otro lugar”.
La pérdida de bandadas mixtas, sobre todo de aves que comen fruta, podría tener consecuencias importantes a largo plazo para la estructura del bosque, y Stotz opina que los resultados de su equipo podrían utilizarse para ayudar a los conservacionistas a crear reservas de aves tropicales más efectivas.
“El periodo de tiempo de este estudio fue relativamente corto”, ya que cubrió solo entre tres y cuatro años. “En todo caso, subestima lo que podría pasar con el tiempo en un fragmento aislado y enfatiza la necesidad de estrategias de mitigación si queremos que las reservas pequeñas tengan valor para la conservación de aves” en la Amazonía y posiblemente más allá, dijo Stotz.
Cambios en la dispersión de semillas y frutas
Múltiples estudios han descubierto que la pérdida forestal y la degradación extendidas en el tiempo están relacionadas con la pérdida de especies y la reducción de la biodiversidad. No obstante, esos efectos son complejos y pasan muchas más cosas de las que se pueden observar fácilmente, ya que las actividades y la salud de especies individuales afectan a las actividades y la salud de otras especies, lo cual altera sutilmente la red ecológica existente a través de muchas interacciones entre todo tipo de plantas y animales.
Un estudio reciente que observó esas interacciones entre especies, publicado en Journal of Ecology, evaluó el impacto de las alteraciones humanas, como la tala y los incendios, en la dispersión de semillas en parcelas de bosque tropical en la zona este de la Amazonía brasileña.
“Intentamos recopilar datos en un gradiente de bosques alterados por los humanos, desde bosques que habían sido alterados ligeramente por los incendios o la tala, hasta bosques que habían sufrido alteraciones graves a causa de quemas repetidas y tala intensa”, contó el autor principal, Joseph Hawes, a Mongabay.
El estudio analizó pequeñas parcelas de bosque en el estado de Pará, Brasil, en las que se identificaron, midieron y registraron todas las especies de árboles. Después, sabiendo qué árboles había en cada parcela, los investigadores hicieron un estudio más exhaustivo para ver cómo un proceso ecológico importante —las redes de dispersión de semillas— se veía afectado por los diferentes grados de alteración humana.
Los cambios de tendencia no eran obvios inmediatamente. “Cuando entras a un bosque alterado, puede parecer que no ha sido afectado al ojo inexperto, pero hay muchos efectos sutiles que suceden bajo la superficie”, dijo Hawes.
El equipo de investigación descubrió que los bosques amazónicos que han sufrido tala y quema intensa están poblados principalmente de especies de árboles con semillas más pequeñas y frutos más pequeños. Las características de esos frutos suponían una ventaja para animales más pequeños que prefieren frutos más pequeños y dispersan semillas más pequeñas. A su vez, frenan a las especies más grandes, como los primates, que comen frutas más grandes y dispersan semillas más grandes.
“Las alteraciones reducían la diversidad de árboles y aumentaban la proporción de densidad de madera baja y especies de árboles de semillas pequeñas en las parcelas de estudio”, concluyeron los autores del estudio. Algo destacable es que “los bosques secundarios más antiguos tenían comunidades de plantas parecidas funcionalmente a las de los bosques primarios más alterados”.
El estudio no intentó separar los efectos de los incendios y la tala porque ambos estaban sucediendo de forma simultánea en los mismos bosques y ecosistemas alterados por los humanos. Hawes sí que descubrió cómo la tala contribuye a la pérdida de árboles de frutos grandes en la Amazonía. Los madereros típicamente seleccionan árboles de madera dura (que también son los que producen frutos más grandes) porque esos árboles producen más beneficios.
Los incendios, la otra perturbación que se observó, pocas veces son naturales en la Amazonía, que es muy húmeda. Suelen causarlos las personas para mejorar la actividad agrícola. Como consecuencia, los incendios en la selva tropical no queman a altas temperaturas como las llamas que vemos en la zona templada del planeta, sino que son llamas de nivel bajo que arden y se extienden principalmente en el sotobosque.
Independientemente de cuál fuera la perturbación, las semillas pequeñas sustituyeron a las grandes. “Todavía hay muchos árboles frutales en bosques alterados, pero suelen ser árboles con semillas más pequeñas que es más probable que dispersen animales pequeños como los murciélagos y no animales con un cuerpo más grande como los monos”, observó Hawes.
Concluye que aunque un bosque muy alterado puede permanecer en pie y parecer sano sigue perdiendo biodiversidad y resiliencia. “Hemos perdido una red de interacciones complejas que son necesarias para tener un ecosistema sano en el futuro”, dice Hawes.
Hans ter Steege, profesor de Diversidad de los árboles tropicales en la Universidad de Utrecht e investigador de la Red de Diversidad de Árboles del Amazonas (ATDN), y quien no participó en el estudio, le dijo a Mongabay que investigaciones previas habían producido modelos que señalan la importancia de los animales en la recuperación de los bosques. Este último estudio apoya esos modelos con datos de campo.
Ter Steege apuntó a otros estudios que muestran que la riqueza y la biomasa de los bosques se puede recuperar de forma relativamente rápida, pero que la composición original de especies puede tardar mucho más tiempo en restaurarse. “Los animales grandes son fundamentalmente importantes para ayudar en la sucesión de solo ganar biomasa a [recuperar] una composición que se parezca a un bosque sin alterar”.
¿Qué podemos hacer? Conservar la conectividad
Lesley de Souza, ecóloga de conservación en el Field Museum de Chicago, ha llevado a cabo estudios de campo en los últimos 15 años en Suramérica, principalmente en la cuenca del Amazonas. Su último trabajo, publicado en Frontiers in Forests and Global Change, la llevó a la región de Rupununi en Guyana central, donde estudió las especies de peces.
La zona remota de Rupununi está cubierta de sabana, humedales y bosques, un paisaje que parece místico y ayudó a inspirar la película Up de Pixar. Esa área extensa ofrece conectividad de agua entre el Escudo Guayanés y la cuenca del Amazonas, el emplazamiento de dos de los bosques más biodiversos, ricos en carbono e intactos del mundo.
De Souza explicó que esta conexión hidrológica se forma durante la temporada húmeda, cuando las aguas de los ríos y los lagos crecen, y se detiene en la temporada seca cuando bajan los niveles del agua. “Es como el latido del corazón, sube y baja. Las vías fluviales se llenan y se forma la conexión. El agua baja y la conexión se corta”, dijo de Souza. “Este proceso impulsa la diversidad porque crea una gran variedad de hábitats y sistemas acuáticos que están cambiando todo el año”.
El equipo de investigación de Rupununi descubrió una biodiversidad acuática increíble. Identificaron más de 450 especies de peces en un área más pequeña que el estado de Connecticut, eso son más especies de las que se encuentran en toda la cuenca del Misisipi, que va desde el delta del río en el mar Caribe hasta las Montañas Rocosas.
En la región de Rupununi, que es rica en biodiversidad, los ecosistemas convergen. “No hay forma de separar lo que pasa bajo el agua de lo que pasa en la cubierta forestal. Los guacamayos que se posan en los árboles gigantes dependen de los peces que nadan en el río y viceversa. El río aporta nutrientes a la tierra que las raíces absorben y permean todo el paisaje. Por otra parte, los peces se alimentan de las semillas y las frutas que caen de los árboles”, explicó de Souza.
Dos de los objetivos principales del estudio eran resaltar la importancia del corredor terrestre y acuático de Rupununi y explicar por qué es necesario mantener esa conexión de agua vital en un mosaico diverso de hábitats variados. Además, la investigación descubrió un nuevo corredor hidrológico llamado Portal de Sand Creek, que se extiende entre los ríos Takutu y Rupununi.
“El Portal de Rupununi es una región biogeográfica única, [que representa] una de las únicas conexiones estacionales entre ríos de mucha diversidad. Hemos demostrado que los hábitats complejos que mezclan bosque y sabana son las áreas más biodiversas y que la Sabana de Rupununi sirve como corredor para algunas especies y de barrera para otras. Esta complejidad de ecosistemas causa una alta diversidad que merece protección”, según se descubrió en el estudio.
Como los ecosistemas tropicales de todas partes, el Rupununi se enfrenta a las amenazas de las grandes empresas de la agroindustria, la minería y la tala. De Souza dice que las empresas extranjeras, muchas de ellas del otro lado de la frontera con Brasil, intentan adquirir arrendamientos de tierras en la sabana y convertir estos ecosistemas diversos en monocultivos de soya y arroz. Otras empresas quieren extraer oro. Todas estas actividades deteriorarían las complejas interacciones sociales que se desarrollan en las cuencas de la región.
El Rupununi está habitado por alrededor de 7000 indígenas makushi y wapishana que dependen de los ríos, humedales, bosques y sabanas para mantener su estilo de vida sostenible. De Souza dijo que su estudio se centró intencionalmente en los peces porque son una fuente particularmente importante de proteínas y seguridad alimentaria para las comunidades indígenas.
De Souza trabajó en cooperación con los lugareños y ha presentado al gobierno de Guyana un plan para crear un área de conservación protegida para la región para mantener los ecosistemas sanos y una diversidad abundante.
“Hay más de 20 comunidades indígenas en la zona. Todas dependen de los recursos naturales del entorno para cazar y pescar. Los ríos sanos y los bosques son cruciales para su persistencia y su subsistencia.
Imagen de cabecera: El hormiguerito alilargo (Myrmotherula longipennis) es parte de las bandadas formadas por diferentes especies del Amazonas que se observan en el estudio. Imagen cortesía de Cameron Rutt.
Referencias:
Hawes, J.E., Vieira, I.C.G., Magnago, L.F.S., Berenguer, E, Ferreira, J, Aragão. L.E.O.C., Cardoso A., Lees, A.C., Lennox, G.D., Tobias J.A., Waldron, A., Barlow, J. A large‐scale assessment of plant dispersal mode and seed traits across human‐modified Amazonian forests. Journal of Ecology, 2020.
Rutt C.L., Mokross, K., Kaller, M.D., Stouffer, P.C. Experimental forest fragmentation alters Amazonian mixed-species flocks. Biological Conservation, Volume 242, February 2020.
De Souza, L.S., Armbruster, J.W., Willink, P.W. Connectivity of Neotropical River Basins in the Central Guiana Shield Based on Fish Distributions. Frontiers in Forests and Global Change, Volume 3, 2020.
Artículo original: https://news-mongabay-com.mongabay.com/2020/05/habitat-degradation-threatens-amazon-species-one-region-offers-hope-studies/