La decisión de Japón de atenuar el objetivo de emisiones de carbono es una bofetada a los países pobres.
En 2009 Japón prometió reducir las emisiones de carbono un 25 % según los niveles de 1990 en un periodo de 11 años. Cuatro años más tarde —incluida la fusión nuclear en Fukushima—, Japón ajustó su objetivo para reducir las emisiones un 3,8 % según los niveles de 2005 en la Cumbre Climática de las Naciones Unidas llevada a cabo en Varsovia, Polonia. Sin embargo, el nuevo objetivo, que recibió una condena generalizada cuando fue anunciado el viernes, en realidad resulta ser un aumento del 3,1 % de emisiones cuando se toma la referencia ampliamente aceptada de 1990.
“El objetivo nuevo está basado en eliminar la energía nuclear en el futuro. Debemos bajar nuestro nivel de ambición”, afirmó Hiroshi Minami, delegado de Japón en la decimonovena Conferencia de las Partes (COP por sus siglas en inglés) para la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC por sus siglas en inglés).
Desde la fusión nuclear en Fukushima, Japón cerró sus cincuenta plantas nucleares y recurrió, en gran medida, a importar combustible fósil para compensar la diferencia. Antes de Fukushima, la energía nuclear constituía casi un tercio de la electricidad de Japón y el país pretendía aumentar esa cifra; si bien el gobierno japonés aún espera poder reabrir algunas de sus plantas nucleares, no existe un cronograma establecido.
A pesar de los problemas nucleares de Japón, muchos países se apresuraron a criticar a la tercera economía más grande del mundo por echarse atrás.
“Este anuncio representa un enorme paso atrás en el esfuerzo mundial para mantener el calentamiento por debajo del umbral imprescindible de entre 1,5 y 2 grados Celsius y pone a nuestras poblaciones en un gran riesgo”, afirma un comunicado de la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS por sus siglas en inglés), un grupo de 44 estados insulares que son particularmente vulnerables a los impactos del cambio climático. “Este no es el momento ni el lugar para dar marcha atrás en un compromiso. Los países desarrollados se comprometieron a tomar la iniciativa y deben hacerlo mientras trabajamos por alcanzar el nivel máximo de emisiones mundiales en esta década y por firmar un nuevo acuerdo mundial en 2015”.
Concentración en contra de la energía nuclear en Japón. Foto: dominio público.
De hecho, una investigación de Climate Action Tracker, un grupo de científicos independientes, descubrió que el cierre de las plantas nucleares de Japón no puede justificar por completo el cambio radical en la promesa hecha por el país. Según dichos científicos, aun si Japón reemplazara toda su energía nuclear con carbón —la fuente de combustible con mayor contenido de carbono—, el país igual podría alcanzar una reducción del 9 % en las emisiones antes de 2020.
Japón es el quinto emisor de CO2 más importante del mundo y es responsable por alrededor del 3 o 4 % de las emisiones totales de CO2. Hasta hace poco, era visto en gran medida como una de las naciones ricas más ambiciosas en cuanto a la acción climática, pero la jugada del viernes le adjudicó el poco codiciado “Fósil del día”, un premio que se entrega a los países considerados como los que más obstruyen las conferencias sobre el clima.
“Para colmo de males [Japón] está intentando esconder una ambición débil detrás de una retórica fuerte”, sostiene Climate Action Network, que es la que otorga esos premios irónicos.
Pero la mayor condena provino de Kelly Dent de Oxfam, quien calificó al nuevo objetivo de Japón como “una bofetada a los países pobres que están luchando por hacer frente a los cambios en su clima y que enfrentarán un clima aún más extremo e impredecible en el futuro”.
El anuncio de Japón fue apenas después de que Australia revelara que también estaba atenuando su objetivo. Algunos espectadores de las reuniones sostienen que esta marcha atrás de los países ricos podría amenazar con minar el progreso logrado en Varsovia a pesar de que la reunión fue eclipsada por la destrucción ocasionada por el tifón Haiyan en Filipinas. El delegado filipino Naderev ‘Yeb’ Saño comenzó una huelga de hambre en la reunión hasta que “un resultado significativo esté a la vista”.
El tifón Haiyan fue la tormenta tropical más intensa al tocar tierra que se haya registrado. Los científicos sostienen que es posible que el cambio climático aumente la intensidad (tanto de la velocidad del viento como de la cantidad de lluvia) de las tormentas tropicales debido a temperaturas más altas en la sub-superficie oceánica, y quizá ya lo esté haciendo. Además, el aumento en el nivel del mar implica marejadas ciclónicas más grandes, lo que provoca mayores daños y más pérdidas de vidas.
Distintos países alrededor del mundo se comprometieron a evitar que la temperatura global aumente más de dos grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, pero los expertos afirman que el progreso es muy lento para cumplir el objetivo. En los últimos años hubo una convocatoria constante para que los países recortaran aún más las emisiones por parte de los científicos, de los funcionarios de la ONU y de los países más vulnerables.