‘Trabajos para la conservación’: el regreso del bisonte puede significar una Europa más salvaje
Bisonte europeo cruzando un sendero en el Bosque Białowieża. Foto por: Lukasz Mazurek/Wild Poland.
Habíamos estado realizando excursiones por la espesa nieve todo el día con el termómetro muy por debajo de los cero grados, una situación no muy extraña en el invierno del este de Polonia. Aun así, estaba sudando, tapado con varias capas de abrigo y caminando a un ritmo mayor del que acostumbro. Hicimos una parada para comer sobre un tronco cubierto de nieve. Allí comimos nuestros sándwiches con ansia y bebimos de nuestros termos, el té aún estaba muy caliente. Todos éramos extraños hasta el día anterior, hablamos, reímos un poco y proseguimos el camino en dirección a los límites del Bosque Białowieża.
Avisté a nuestra presa en un camino flanqueado por gruesos troncos de árboles. Cuando apareció, muy a lo lejos en una vertical de árboles pelados, apenas podía creer que estuviera allí. Era una hembra, un fantasma, un espectro encantando este bosque invernal. Sus cuernos eran bastante curvos, su cara fina y su masa de 400 kg quedaba enmarcada entre los árboles. Nos miró con la cautela que solo las presas tienen, una prudencia súper extrema, y si hubiera corrido la hubiéramos perdido fácilmente entre los árboles. Pero no huyó. En su lugar, permaneció quieta, soltando vahídos que emanaban de su nariz durante unos minutos. Este es un momento que nunca olvidaré: la megafauna del continente en carne y hueso.
El bisonte europeo (Bison bonasus), también conocido como wisent, estuvo bastante cerca de convertirse en fantasma realmente. En lugar de eso, el último medio siglo ha supuesto para él una increíble historia sobre su regreso. La especie –el animal terrestre más grande de Europa– ha pasado de la extinción total en su hábitat natural en 1927 a más de 5000 bisontes hoy en día, incluidos 2300 en campo abierto. Y uno de esos fue la hembra que vi en Polonia aquel día de invierno.
“Es tan importante para Europa como el bisonte americano para América, el dragón de Komodo para Oceanía, el oso polar para el ártico, el gorila para África o el oso panda y los tigres para Asia,” dijo Lukasz Mazurek, ecologista y fundador de Wild Poland, una compañía de turismo en la vida salvaje de la región de Białowieża. “No me malinterpretes, sé que hay otras especies en mayor peligro de extinción que el bisonte europeo… Pero, ¿sería el mundo el mismo sin ellos?”
La historia del bisonte
Pintura de bisontes europeos peleando. Pintado por: Londres, F. Warne, 1893-1896/Biodiversity Heritage Library/Creative Commons 2.0
Retrocedamos en el tiempo 12 000 años hasta el Pleistoceno. En aquel entonces, el bisonte europeo vagaba desde el oeste de Francia hasta el este de Rusia –aunque aún existen debates sobre la extensión de sus campos. Al norte, poblaron el sur de Escandinavia y por el sur llegaron incluso a aventurarse en Los Alpes italianos. Empezaron a ser cazados por los primeros humanos europeos y se convirtieron en un tema favorito del arte paleolítica. Así, su tiempo había llegado rápidamente a su fin: la explosión demográfica humana y el aumento de la ganadería diezmaron la población de bisontes. La destrucción de su hábitat y el exceso de caza aniquilaron una manada tras otra hasta que tan solo unas pocas apenas sobrevivieron.
En la misma época, la megafauna relacionada con ellos comenzaba a extinguirse por todo el continente. Muchos de los principales depredadores ya habían desaparecido, pero el mamut y el rinoceronte lanudos desaparecieron en Europa aproximadamente hace 10 000 años, el bisonte de la estepa hace alrededor de 9000 años y el alce irlandés hace alrededor de 7000 años. El uro –buey salvaje, voluminoso que se domesticó en las actuales variopintas razas– sobrevivió unos miles de años más, muriendo el último en un bosque polaco en 1627.
Bisonte europeo en el Bosque Białowieża Forest fotografiado en marzo. Foto por: Lukasz Mazurek/Wild Poland.
El bisonte europeo podría haber suspirado una historia similar desde la tumba. En el siglo diecinueve, tan solo quedaban dos poblaciones de bisontes: una en el Cáucaso y otra en el Bosque Białowieża en Polonia. Aquí los rebaños sobrevivieron debido a la voluntad de los reyes, tanto polacos como rusos. Desde el siglo 15 en adelante, el Bosque Białowieża fue un coto de caza real, un bosque protegido, con unos cientos de bisontes y otras especies de estatus imperial.
Sin embargo, el violento ataque de la Primera Guerra Mundial provocó finalmente una carnicería hasta el último bisonte en Białowieża. Los soldados alemanes que ocupaban los terrenos mataron a cientos de ellos, mientras que los nueve últimos fueron cazados furtivamente, a causa del hambre, por las gentes del lugar. En 1919 –un año después del armisticio– el gran bosque estaba yermo. En el Cáucaso sobrevivió una única manada, pero fue exterminada por los cazadores en 1927. El bisonte europeo –que tiempo atrás se paseaba por toda Europa y Asia– había desaparecido de su hábitat natural. Pero no estaba extinto, la especie se salvó, literalmente, en los zoológicos.
De tan solo 12 ejemplares —11 en Białowieża y uno en el Cáucaso— los ecologistas criaron las especies concienzudamente en cinco zoos, separándolos en dos líneas genéticas: el bisonte de las tierras bajas y otro grupo que mezcló el bisonte de las tierras bajas con el único superviviente del Cáucaso. En el transcurso de las siguientes décadas fueron aumentando la población.
En 1952 se reescribió un nuevo capítulo para la historia del bisonte europeo. Más de dos décadas después de que se cazara al último bisonte, los ecologistas devolvieron dos ejemplares al Bosque Białowieża y numerosas vacas al poco tiempo después. Esta liberación es la prueba el comienzo de un esfuerzo extremo por la reintroducción en el hábitat.
El regreso de este pequeñajo
Liberación de un bisonte europeo en Rumanía. Foto por: Staffan Widstrand/Rewilding Europe.
Hoy en día, podemos encontrar al bisonte europeo en libertad en nueve países, desde Alemania en el oeste hasta Rusia al este. La población de bisontes más grande sigue en Białowieża, que se extiende hasta el Parque Nacional Belovezhskaya Pushcha de Bielorrusia. El bisonte europeo, que una vez estuvo extinto en su hábitat natural, está actualmente considerado como vulnerable por la UICN.
El último país en recibir de nuevo al bisonte fue Rumanía, donde la especie desapareció en 1862. En 2012, los conservacionistas soltaron cinco bisontes en el Parque Natural Vanatori Neamt. Desde entonces, los ecologistas han liberado otros 22 ejemplares más en este país de la Europa del este y están empezando a reproducirse.
“Nuestra intención no es solo reestablecer una especie clave en el plano ecológico sino también en el plano espiritual y cultural,” dijo Sebastian Catanoiu, director del Parque Natural Vanatori Neamt en Rumanía.
Explicó que “según los documentos, la fundación del estado medieval de Moldavia se produjo durante la caza del bisonte cerca del parque –por aquel entonces territorio conocido como ‘La Tierra del Bisonte.’ Desde entonces, el bisonte es el símbolo de Moldavia y está representado, además, en su bandera”.
Bisonte feliz y libre tras su liberación en Rumanía. Foto por: Staffan Widstrand/Rewilding Europe.
Recordando la opinión de Catanoiu, Mazurek de Wild Poland dijo que en el momento que el bisonte regresara a su hábitat, se convertiría en parte de la cultura local.
“El bisonte no solo crece aquí, sino también en la conciencia de las personas”.
En Białowieża “no hay o apenas hay caza furtiva… incluso los granjeros locales y forasteros parecen respetar al bisonte y comprenden su papel y valor en el ecosistema,” siguió contando Mazurek. “Actualmente, están presentes de manera rotunda tanto en ecosistemas naturales en su exacto significado biológico como en los ecosistemas totales que incluyen a las personas, la economía y el desarrollo. En mi opinión, esto supone todo un éxito”.
Ayuda a la gente y a la biodiversidad
El retorno del bisonte ha fomentado un medio ambiente más extenso y el sustento de las personas. Los ecologistas saben ahora que los grandes animales –como grandes depredadores y herbívoros de gran tamaño– desempeñan un papel vital en la estructuración y mantenimiento del ecosistema.
Bisonte en el Bosque Bialowieza. Actualmente, sobreviven alrededor de 800 bisontes salvajes en Bialowieza. Foto por: Lukasz Mazurek/Wild Poland.
Según Wouter Helmer, Director de Reintroducción de la ONG Rewilding Europe, el bisonte europeo “es de crucial importancia para crear paisajes naturales y, por lo tanto, biodiversidad en Europa. Muchos miles de especies más pequeñas dependen de la estructura de vegetación que deja el bisonte, de sus baños de arena, sus huellas, su estiércol y sus cadáveres”.
El bisonte europeo ha pasado a ser un blanco popular para las campañas de reintroducción así como por otro motivo: turismo.
El bisonte es “una atracción en sí mismo”, dijo Helmer, algo que está ahora “atrayendo a turistas de fuera a estas remotas áreas y creando así una nueva base de economía rural”.
Hoy, guía turístico y empresario, Mazurek se gana la vida gracias al retorno de este animalito.
“Si hablamos de negocios, el bisonte es la clave de todo lo que hacemos,” dijo, y añadió que “el principal motivo por que la gente visita Białowieża es el bosque en primavera y el bisonte, nada más”.