Los tiburones tigre (Galeocerdo cuvier) son considerados una especie clave en según qué ecosistemas. A pesar de su escaso número, el destino del ecosistema va ligado a ellos. Si comen muchas o pocas presas de alguna especie, puede producirse una onda que desestabilizará toda la cadena alimenticia. Las especies inferiores en la cadena proliferarían o disminuirían, con graves consecuencias para el ecosistema y los mismos tiburones tigre.
Según un estudio reciente publicado en la revista PLOS ONE, unas pocas corporaciones parecen tiburones tigre en la industria pesquera. Estas corporaciones podrían producir un posible efecto sísmico en toda la industria y aún tener poder para conservar o derrumbar los sectores pesqueros de todo el mundo.
Un grupo de investigadores capitaneados por Henrik Österblom, científico ambiental por la Universidad de Estocolmo, descubrió que 13 multinacionales eran las que controlaban del 11 al 16 por ciento de la captura marina mundial, lo que supone de 9 a 13 millones de toneladas de pescado cada año. Su hegemonía es incluso mayor en lo que respecta a los bancos de peces más preciados, en los que su control sobre la captura anual asciende al 19 y 40 por ciento.
De acuerdo con el estudio, cuatro de las 13 corporaciones controlan el 40 por ciento del todo el abadejo de Alaska del mundo (Gadus chalcogrammus) y tres de ellas controlan cerca de la cuarta parte de la anchoveta peruana (Engraulis ringens). Cuando se trata de especies de acuicultura, sucede lo mismo: tres compañías controlan el 38 por ciento del atún de aleta azul (Thunnus sp.) criado en piscifactoría y cinco controlan el 35 por ciento del salmón (Salmo sp.).
El estudio revela que estas corporaciones se han vuelto tan poderosas que está empezando a eclipsar el papel de las naciones en la industria pesquera. Las 13 compañías unidas capturaron cerca de diez millones de toneladas de pescado en 2012 mientras que 23 países en todo el mundo tan solo capturaron 1 millón de toneladas ese mismo año. “Numerosas compañías pesqueras son incluso más grandes que la mayoría de las naciones y toman parte en la toma de decisiones de estos organismos”, redacta el informe.
Los investigadores bautizaron a las 13 compañías como “Actores Angulares del Antropoceno” ya que tienen el poder para modificar drásticamente tanto los ecosistemas marinos como la industria pesquera en sí misma.
El informe identifica los actores angulares como Trident Seafood de EE UU; Maruha Nichiro, Nippon Suisan Kaisha, y Kyokuyo, de Japón; Thai Union Frozen Products y Charoen Pokphand Foods, de Tailandia; Dongwon Group, de Corea del Sur; Pescanova, de España; Pacific Andes International Holdings, de Hong Kong; y Marine Harvest, Austevoll Seafood, EWOS, y Skretting, de Noruega.
Juntos dominan los ingresos y volúmenes del marisco, cuentan con redes globales vinculadas a filiales, controlan las áreas importantes de producción de marisco y están representados en los organismos de gestión global pesquera y de comida procedente del mar.
“Todos estos aspectos unidos les brindan un papel desproporcionado en la industria de producción de marisco y una habilidad desproporcionada para influenciar la dinámica de los ecosistemas marinos en todo el mundo”, declaran los autores.
Los bancos de peces de todo el mundo se encuentran bajo una gran presión por el aumento de la demanda de comida rica en proteína; un informe sugiere que el 85 por ciento de todos los sectores pesqueros a nivel global están o explotados, sobreexplotados, esquilmados o recuperándose. Österblom contaba a mongabay.com que este escenario se ha desarrollado en sus propias aguas.
“Nuestra región natal, el mar Báltico, es un claro ejemplo bien documentado de cómo la sobrepesca ha contribuido a un descenso significativo de una de las especies clave —el bacalao, que, como consecuencia, provoca un efecto dominó de efectos ecológicos”, decía.
Un estudio de 2008 demostraba que el bacalao (Gadius morhua) disminuyó y las poblaciones de su presa principal —el espadín (Sprattus sprattus) — aumentaron, ya que se alimentaban de plancton. Österblom explicaba que un abanico amplio de animales habían quedado afectados negativamente, incluyendo las crías de arao aliblanco: los pajarillos eran más pequeños y débiles de lo normal, como consecuencia, según los investigadores, de la superabundante población de espadín cuyo contenido calórico era menor del usual.
En este caso particular, se pensó que la sobrepesca se debió al combinarse con factores hidrológicos que llevaron al desplome del atún. Pero el peligro de la sobrepesca sin control es claro: la eliminación de una especie clave puede provocar temblores por todo el ecosistema, con efectos potencialmente devastadores.
El estudio del equipo de Österblom señala que tanto a nivel nacional como internacional, las corporaciones ejercen un poder considerable.
“Los actores angulares están involucrados de forma activa en todo tipo de iniciativas de sostenibilidad global, nacional y regional, donde influencian los niveles de estándares fijados tanto para las capturas salvajes como para la acuicultura”, decía Österblom.
Un ámbito de particular influencia entre los actores angulares son las Organizaciones Regionales de Ordenación Pesquera (RFMO, por sus siglas en inglés), acuerdos internacionales que pueden involucrar a un amplio abanico de participantes, incluyendo corporaciones, naciones y grupos de defensa. El poder e importancia de las distintas RFMO varía considerablemente en tanto que algunos organismos adoptan solo un papel de consejo y otros fijan límites de captura o ejercen más influencia sobre la política pesquera.
“Puesto que están bien representados en las RFMO —tanto como observadores como miembros de delegaciones nacionales— tienen distintas maneras informales de influenciar los resultados políticos”, decía Österblom.
Se señala el Antártico como un ejemplo de cómo una acción coordinada llevada a cabo por corporaciones y otros participantes de manera similar a la de un organismo de gestión pesquera internacional consiguió un éxito crucial de conservación mediante la restricción de la pesca Ilegal No Documentada y No Reglamentada (INDNR) que amenazaba con borrar del mapa a la merluza negra patagónica (Dissostichus eleginoides).
Extremadamente popular en los Estados Unidos, donde a menudo se comercializa como róbalo chileno, la merluza negra patagónica, apodado en los círculos pesqueros como “oro blanco”, garantiza unos beneficios cuantiosos. Durante la década de los 90 los barcos de pesca pirata aprovecharon las áreas de cría en el Océano Sur, empujando a las poblaciones de merluza negra al borde de la extinción.
Tras prolongadas negociaciones en el marco de la Comisión por la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA), los estados miembros, grupos de defensa y representantes de corporaciones multinacionales han creado una estrategia para detener la pesca INDNR. En los años posteriores la captura ilegal de la merluza negra se redujo un 90 por ciento.
“Las corporaciones multinacionales jugaron un papel clave en el desarrollo de políticas, monitorización del cumplimiento e investigaciones criminales —tuvieron, por tanto, un papel crucial en la reducción de la pesca INDNR”, comentaba Österblom.
Pero la cooperación internacional tiene sus límites. La organización planteó objetivos ambiciosos al crear una serie de áreas protegidas marinas en el Océano Sur para 2012 con el fin de asegurar los bancos de peces. Sin embargo, se consiguió el acuerdo de tan solo una, aprobada en 2009 sobre las Islas Orcadas del Sur. Aquí, la asociación entre corporaciones, estados, grupos de conservación, así como el éxito en la detención de la pesca INDNR dio un traspié al intentar establecer áreas protegidas que quedaban fuera de su alcance.
Aun así, Österblom se muestra optimista en que la gestión marina, incluso siendo guiada por multinacionales clave, conseguirá que el sector pesquero vaya cada vez más hacia la sostenibilidad en lugar de hacia el fracaso. Su naturaleza omnipresente sugiere a Österblom que se anticiparán a los peligros y se adaptarán para sobrevivir; igual que el tiburón tigre, deberán escoger cuidadosamente qué capturar en el ecosistema o enfrentarse a su propia muerte.
“Esta gente lleva mucho tiempo en el negocio y saben que su supervivencia depende de la salud de los ecosistemas”, decía. “Además, cuentan con una perspectiva global que les está diciendo: ‘no queda más sitio al que ir’”.
Fuentes:
Casini, M. Lövgren, J. Hjelm, J. Cardinale, M. J. Molinero, C. Kornilovs, G. (2008) Multi-level trophic cascades in a heavily exploited open marine ecosystem. Proceedings of the Royal Society B. 275 1793-1801; DOI: 10.1098/rspb.2007.1752.
Food and Aquaculture Department. (2010) The State of World Fisheries and Aquaculture. UN Food and Agriculture Organization.
Österblom, H. Jouffray, J B. Folke, C. Crona, B. Troell, M. Merrie, A. Rockström, J. (2015) Transnational Corporations as ‘Keystone Actors’ in Marine Ecosystems. PLOS ONE. 10(5): e0127533. doi:10.1371/journal.pone.0127533.
Österblom, H. Bodin, Ö. Sumaila, U. R. Press, A. J. (2015) Reducing Illegal Fishing in the Southern Ocean: A Global Effort. The Solutions Journal. 72-79.