- La ganadería extensiva es considerada como una de las principales causas de la deforestación en el país.
- El Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible busca devolver a la naturaleza al menos diez millones de hectáreas.
Colombia es un país megadiverso y ganadero. Esa gran biodiversidad se debe a factores como su ubicación geográfica y su variedad de ecosistemas, que hacen que el territorio colombiano tenga una de las mayores riquezas biológicas del planeta.
Por otra parte, la ganadería en Colombia, que históricamente ayudó a conquistar territorios y establecer poblaciones en el país, es la principal fuente de proteína de los habitantes y una forma de uso del suelo muy extendida en todo el territorio nacional. Luego, es de esperarse que la ganadería se encuentre en un continuo conflicto con la conservación.
Según cifras de la Federación Nacional de Ganaderos (FEDEGAN), la industria del ganado ocupa 39,2 millones de hectáreas, es decir, la mayor parte de la frontera agrícola de Colombia. El Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR) estima que el área dedicada a la ganadería es nueves veces mayor que el área agrícola: constituye el 67 % del valor de la producción pecuaria y 30 % del valor de la producción agropecuaria, representa más del doble de la producción avícola, más de tres veces el valor de la producción del café, más de cinco veces la producción de flores y cerca de seis veces la producción de arroz.
Ganadería colombiana: baja productividad y alto impacto
La actividad ganadera es predominante en todo el territorio nacional: en 27 de los 32 departamentos se presenta una participación importante. Según el Departamento Nacional de Planeación, los productos de origen bovino constituyen el 27% del gasto de los consumidores en alimentos y participan con el 4% del producto interno bruto total de la economía colombiana.
Los indicadores de productividad reflejan el bajo nivel tecnológico de la ganadería colombiana. El área en ganadería tiene una capacidad de carga de 0,6 cabezas/ha, lo que caracteriza los sistemas de producción extensivos.
De acuerdo a cifras del MADR, la productividad de la ganadería colombiana es baja frente a la de otros países: 800 litros producidos por una vaca en un año, la mitad de las vacas infértiles y la necesidad de contar con dos hectáreas por cada cabeza de ganado son indicadores para preocuparse. Según el médico veterinario experto en biotecnología reproductiva Alejandro Urbina, lo anterior es en gran parte consecuencia de la pobre inversión en tecnología y de que más que una actividad productiva, “la ganadería es vista como un factor de acumulación de capital asociado a la tenencia de tierra”.
En el país el sistema productivo más común y tradicional es el de tipo extensivo. Este se caracteriza por la cría de ganado en grandes extensiones de terreno, donde los animales pastorean libremente en búsqueda de alimento y son supervisados de forma esporádica. Para expertos como el investigador de la Universidad de Texas Eric Perramond, la ganadería extensiva es la causante de un proceso creciente de degradación ambiental caracterizado a su vez por baja productividad, que es exactamente lo que sucede en Colombia.
Al hablar del impacto ambiental de la ganadería en el país, los datos son más que preocupantes. La ganadería extensiva en Colombia es considerada como una de las principales causas de la deforestación. Un informe del Centro de Investigación Económica y Social (Fedesarrollo) del año 2014 estima que este tipo de ganadería representa casi el 60 % de la deforestación en el país. Además, mundialmente, se ha asociado a la ganadería como una fuente productora de metano, lo que convierte a esta actividad pecuaria en una de las causantes del calentamiento global.
La percepción sobre el impacto ambiental que la ganadería está causando en los ecosistemas naturales no está restringida a ámbitos académicos ambientales. Expertos consultados por Mongabay Latam, como los veterinarios Jorge Triana y Javier González, coinciden en que el impacto ambiental de la ganadería se debe principalmente al uso inadecuado del suelo y a la transformación de ecosistemas por medio de la tala, la quema y la introducción de gramíneas exóticas.
Michelle Chauvet, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México, considera incluso que la ganadería extensiva no contempla la conservación y el mantenimiento de los ecosistemas como parte del sistema productivo. Sostiene además que la producción ganadera debe partir de nuevas bases, que hagan necesario conservar los recursos naturales y enfocarse hacia una ganadería sostenible. “El aspecto ecológico de la ganadería tiene un valor decisivo si lo que se busca es hacer del suelo, la biodiversidad y los recursos naturales un solo sistema sostenible”, explica.
Conflictos con la ganadería
Según Parques Nacionales Naturales de Colombia (PNN), la ganadería es considerada, junto con las plantaciones de coca y amapola, la tala y la minería ilegal, como uno de los riesgos para la conservación de los parques naturales colombianos. Precisamente esta entidad ha identificado a los parques nacionales naturales Tayrona, Serranía de los Yariguíes, Nevado del Huila, Sierra Nevada de Santa Marta, Paramillo, El Cocuy, Los Nevados, Sumapaz, Catatumbo Barí, Pisba, Cordillera de los Picachos y Tinigua como los más afectados por la ganadería en el país.
A ello se suma el problema de la depredación de ganado doméstico. “La depredación es el componente más importante del conflicto entre humanos y felinos”, le aseguró a Mongabay Latam Esteban Payán, director ejecutivo de Panthera Colombia.
Esta problemática es cada vez más frecuente en el país, debido a la expansión de la frontera agropecuaria y según varios ganaderos y campesinos consultados por Mongabay Latam en diferentes regiones del país, la más probable reacción de la comunidad frente a un caso de depredación de ganado es la cacería del felino silvestre responsable.
Otra visión
Si bien en Colombia, en términos generales, el desarrollo de la ganadería se ha dado sobre la base de una explotación insostenible de los recursos naturales, hay ganaderos que están buscando una transición hacia un sistema productivo amigable con el ambiente conocido como ganadería sostenible.
En años recientes, los sistemas silvopastoriles, la rotación de potreros y otras prácticas ganaderas poco a poco han tomado fuerza entre algunos ganaderos del país.
El Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible (PGCS) establece que las Buenas Prácticas Ganaderas (BPG) minimizan el impacto que las prácticas pecuarias ejercen sobre los ecosistemas, disminuyen los riesgos de contaminación de los productos pecuarios con agentes químicos, físicos y biológicos y mejoran el bienestar de los trabajadores y de los animales dentro de la explotación.
El objetivo final de las BPG es lograr que el ganado tenga comida durante todo el año, incrementar la capacidad de carga y la producción, disminuir los costos de producción, mejorar la calidad de los suelos y las fuentes de agua y, a la vez de que se obtiene rentabilidad dentro del negocio ganadero, contribuir a la conservación y al uso sostenible de los recursos naturales. “Si no hay rentabilidad los ganaderos no cambian”, le aseguró a Mongabay Latam el experto en ganadería sostenible de The Nature Conservancy (TNC), Andrés Felipe Zuluaga.
Según este veterinario experto en sostenibilidad, el PGCS ha impactado favorablemente al menos a 2700 ganaderos (un poco más del 0,5 % del total de ganaderos del país) y ha evitado la deforestación de más de 3000 hectáreas de bosque en las zonas de más alta deforestación en los departamentos de Cesar, Atlántico, Magdalena (norte de Colombia), Boyacá (centro del país) y la región cafetera (centro del país) y los llanos orientales (suroriente del país).
Una de las metas del PGCS consiste en devolverle a la naturaleza diez millones de hectáreas para conservar bosques, sabanas naturales, páramos, humedales y rondas de los ríos, le dijo Zuluaga a Mongabay Latam.
Más que árboles en la pradera
Los sistemas silvopastoriles se caracterizan por un manejo integral en el interior de las ganaderías, donde los árboles interactúan con los forrajes y los animales. Liliana Mahecha, zootecnista y profesora de la Universidad de Antioquia, considera que el silvopastoreo puede disminuir el impacto ambiental de la ganadería, pues beneficia el suelo al fijar el nitrógeno necesario para el crecimiento de árboles y pasturas, controlar la erosión y reciclar nutrientes.
“El silvopastoreo contribuye a disminuir el calentamiento global y garantiza la prestación de servicios ecosistémicos, como polinización y control biológico de plagas, en el interior de fincas ganaderas”, indicó González a Mongabay Latam. La implementación de sistemas silvopastoriles genera además impactos positivos en la conservación de bosques y la biodiversidad e incrementa la productividad en predios ganaderos, sostuvo.
Este sistema productivo ha sido implementado como parte del PGCS en varias zonas. Por ejemplo, el Fondo para la Acción Ambiental y la Niñez (FA) ha trabajado en el departamento de Caquetá, región amazónica del país, con ganaderos para hacer arreglos silvopastoriles en sus fincas.
“Se utilizó matarratón (Gliricidia sepium) y otras especies para bancos de proteína”, dijo Andrea Montero, especialista en monitoreo y evaluación del Proyecto Paisajes Conectados de FA en Caquetá. Este tipo de arreglos logró un mejoramiento del sistema productivo y la conservación de los recursos en el interior de las fincas ganaderas gracias a la implementación de cercas vivas y senderos productivos con especies nativas.
Algo similar ha venido haciendo TNC en otras regiones del país. A través del PGCS esta organización ha brindado asistencia técnica a pequeñas fincas ganaderas ubicadas en su mayoría en áreas de bajos recursos y alta biodiversidad, para hacer ganadería en un modo que mejore la productividad, el ingreso a las familias, la conservación de los ecosistemas y minimice impactos ambientales.
Por su parte, el Centro para la Investigación en sistemas sostenibles de Producción Agropecuaria (CIPAV) viene implementando desde hace más de tres décadas este tipo de sistemas productivos en fincas ganaderas del país y ha logrado concluir que la inversión económica necesaria para establecer un sistema silvopastoril es menor al costo de la transformación del paisaje y su mantenimiento.
Rotación de potreros
“Tenemos un panel solar. Nuestras fincas se han ido valorando poco a poco”, le dijo a Mongabay Latam, Edelmira Flórez, habitante de la vereda Las Mercedes, Solano, departamento de Caquetá. Ella es una de las beneficiarias de la capacitación en rotación de potreros que ha desarrollado FA en este departamento amazónico que cuenta con más de 1,5 millones de cabezas de ganado (el séptimo inventario ganadero del país y la principal cuenca lechera de la Amazonía colombiana).
FA estima que el 28 % del territorio de Caquetá (aproximadamente 24 911 km2) corresponde a áreas protegidas y en muchas de estas los habitantes tienen actividad ganadera, por lo que promover la ganadería sostenible en esta región es fundamental. Si bien se estima que solo el 10,4 % (al menos 9252 km2) de Caquetá tiene vocación ganadera, esta actividad se realiza en muchos casos sin consideraciones técnicas y ambientales sobre el uso de la tierra.
El FA ha logrado brindar capacitación técnica a estos campesinos para volver más eficientes sus explotaciones pecuarias y disminuir el impacto que puedan llegar a tener sobre el ecosistema.
La rotación de potreros es un sistema de pastoreo racional basado en alternar en forma adecuada el periodo de uso de cada uno de ellos. Es considerada dentro de las ciencias pecuarias como una de las principales prácticas culturales para incrementar rápidamente la productividad del hato ganadero y en el área intervenida por FA ha permitido que los ganaderos disminuyan la expansión de sus fincas mediante la tala selectiva.
“Nuestro objetivo no es promover la ganadería en la zona donde trabajamos. Por eso no damos asistencia en mejoramiento genético. Lo que queremos es que la ganadería que exista sea sostenible ambientalmente”, le dijo a Mongabay Latam Enrique Díaz, experto en desarrollo rural y coordinador del proyecto Paisajes Conectados en Caquetá de FA. “La idea es que el productor no quiera meter más vacas”, manifestó a Mongabay Latam Heidy Angarita, directora de esta iniciativa.
¿Ganadería extensiva sostenible?
“La ganadería extensiva en los llanos orientales ha permitido conservar”, le dijo Zuluaga a Mongabay Latam. Suena paradójico, ya que siempre se ha afirmado que este sistema ganadero es uno de las grandes causantes de la pérdida de la biodiversidad.
En algunas zonas de los llanos orientales la ganadería extensiva tiene un bajo impacto gracias al manejo y a la baja densidad con la que se trabaja, indica Cesar Rojano, veterinario y coordinador de Biodiversidad de la Fundación Cunaguaro, institución que trabaja en pro de la conservación en el suroriente del país. “Al ser ganadería de cría sin ordeño, el manejo de los animales y de las praderas es mínimo”, le dijo Rojano a Mongabay Latam.
La ganadería extensiva se ha venido desarrollando en la vereda Altagracia, Yopal, en el departamento de Casanare (tercer departamento con mayor hato ganadero de Colombia), manteniendo una capacidad de carga menor a 0.5 cabezas de ganado por hectárea. “Los animales son recogidos dos veces al año y el resto del tiempo permanecen en la sabana”, sostuvo Rojano.
En Altagracia hay 12 fincas privadas, que conforman una matriz de 10 500 hectáreas donde confluyen “la conservación de la biodiversidad y los ecosistemas, con el desarrollo de ganadería de bajo impacto, asegurando así la convivencia de las comunidades con el entorno” asegura Laura Miranda, directora de la fundación Cunaguaro.
Si bien toda actividad agropecuaria supone un impacto ambiental, en Altagracia se ha logrado que este sea mínimo, según Rojano. Sumado a las bajas densidades, se destaca que el ganado se alimenta de especies de gramíneas nativas como guaratara, lambedora y guayacana, en potreros donde no se han introducido especies exóticas. Hace cinco años la comunidad de Altagracia se comprometió a dejar de cazar, lo que ha permitido que este territorio sea considerado un refugio para la vida silvestre y se haya desarrollado un proyecto de turismo fotográfico.
En la zona se han reportado avistamientos de jaguar, puma, nutria gigante (Pteronura brasiliensis), caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius), anaconda (Eunectes murinus) y oso palmero (Myrmecophaga tridactyla). Gracias a las más de 150 especies de aves registradas en Altagracia, la Asociación Calidris, la fundación Cunaguaro, BirdLife y el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, lograron que se declarara esta zona ganadera como Área de Importancia para la Conservación de las Aves (AICA).
Según Miranda y Rojano, en esta AICA se ha estimado que subsiste el “31 % de la población mundial del pato carretero (Oressochen jubatus) y el 1% de las poblaciones hemisféricas del gaviotín picudo (Phaetusa simplex) y del correlimos escamado (Calidris subruficollis)”. Altagracia se ha constituido en refugio para dos especies de aves amenazadas de extinción: el paujil colicastaño (Mituto mentosum) y la lora festiva (Amazona festiva).
Pero no son solo especies de fauna las que se han beneficiado con la ganadería extensiva de bajo impacto en Altagracia gracias a la prohibición de la caza y la conservación de su hábitat natural. Esta actividad productiva se ha convertido en un aliado para la conservación de morichales y bosques de galería. “En Altagracia se conservan más de 5000 hectáreas de estas coberturas ya que no se han talado, cosa que si ocurre con la agroindustria e incluso con la ganadería intensificada” le dijo Rojano a Mongabay Latam.
Pero a pesar de los buenos resultados que según organizaciones como TNC y Fedegan ha tenido la implementación de sistemas sostenibles en ganadería en Colombia, esta iniciativa aún no genera el impacto esperado y requerido ya que únicamente ha involucrado a una mínima proporción de los ganaderos en el país (0,5 %). “El ganadero tradicional es muy poco receptivo a innovar, porque cree que como lo ha estado haciendo es que se debe hacer”, sostiene Urbina.
Algunos sectores consideran además que es innegable el impacto de la ganadería sobre los ecosistemas, en cualquiera de sus formas, incluso la ganadería sostenible. George Monbiot, reconocido escritor ambiental inglés, por ejemplo, estima que “la ganadería tiene un impacto similar al de una mina de carbón”.
El papel de las políticas públicas
“Es importante evitar generar incentivos perversos” le dijo Zuluaga a Mongabay Latam refiriéndose a las políticas públicas. “En Brasil por ejemplo, aquellas regiones con mayor deforestación reciben menores recursos por transferencias”, sostuvo.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura considera que las políticas fiscales se deben ajustar en aquellos países con una creciente frontera agrícola como Colombia. Por ejemplo, “cobrar impuestos más altos en los campos y los pastizales que en las tierras forestales” y negar créditos a aquellos productores que generen un fuerte impacto sobre la conservación de los bosques o que no hayan implementado sistemas sostenibles dentro de sus explotaciones.
El Fondo para el financiamiento del sector agropecuario (Finagro), a través de incentivos y programas como Colombia Siembra, consideran la ubicación de los predios, dependiendo de si se encuentran en ecosistemas estratégicos (como páramos o parques naturales) para otorgar créditos.
Finagro ofrece a los productores incentivos de capitalización rural con un cubrimiento hasta 40 % para pequeños productores y 30 % para medianos productores, con el fin de promover arreglos silvopastoriles en fincas ganaderas.
TNC ha contemplado un esquema de pago por servicios ambientales que favorecen a los ganaderos que han logrado impactar con la iniciativa en ganadería sostenible. “Al menos 1600 ganaderos reciben recursos por conservar hábitats naturales”, le dijo Zuluaga a Mongabay Latam.
Por otra parte, existe una política nacional que prohíbe la ganadería en parques naturales y empodera a PNN para que promueva la reconversión productiva de los ganaderos que se encuentran en los parques naturales del país. “Las actividades deben ser sostenibles mientras el gobierno le compra el predio o lo reubica”, le aseguró una funcionaria de PNN a Mongabay Latam.
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