- Después de que el 2012 estableciera el récord del nivel mínimo, el declive de la extensión del hielo del ártico quedó en octavo lugar en el 2017, pero no hay señales de recuperación.
- Sin embargo, ese hecho fue eclipsado por otro: los expertos dicen que lo que importa más en el Ártico es el volumen total del hielo —una combinación entre grosor y extensión—. El 2017 vio volúmenes de verano de los más bajos jamás registrados.
Después de 16 meses consecutivos de alcanzar récords y casi récords de niveles mínimos entre los últimos meses del 2016 y los primeros del 2017, la extensión del hielo en el Ártico resistió durante el verano gracias a un clima moderado y a temperaturas más frescas. Para el 13 de septiembre del año pasado, en su nivel mínimo, el hielo marino cubría unos 4.64 millones de kilómetros cuadrados, apenas 1.24 millones de kilómetros cuadrados más que en el 2012, el año récord.
Aun así, aunque la temporada de deshielo del verano del 2017 no batió el récord, cayó más de 1.58 millones de kilómetros cuadrados por debajo de la extensión media del período entre 1981 y 2010. Además, la cobertura de la superficie no lo es todo cuando se trata del estado del Ártico. Lo que los expertos dicen que importa más es el volumen total del hielo —una combinación entre grosor y extensión—; y el 2017 vio volúmenes de verano de los más bajos que se hayan registrado.
Algunos científicos empezaron a decir, coloquialmente, que en décadas recientes el océano Ártico ha entrado a la “Edad de Hielo Delgado”. Desde 1980, el grosor promedio del hielo durante el mes de julio ha disminuido un estimado de 120 centímetros.
Es de notar que, el pasado julio, el grosor promedio del hielo marino en el Ártico fue equivalente al más bajo registrado.
Área del hielo marino global (ártico y antártico) de 1978 a 2017. Gráfica de Kevin Pluck
Así que, a pesar del ligero repunte en la extensión alcanzada durante el verano, el volumen promedio del hielo marino del Ártico todavía estuvo 47 % por debajo del promedio del período entre 1979 y 2016. Esto no solo significa malas noticias para el futuro del hielo ártico y de los ecosistemas polares, sino también para un clima global estable, el cual es altamente influido y posiblemente desbalanceado por eventos que ocurren en el norte. climatólogos, por ejemplo, postulan que el bloqueo de la corriente de chorro, un efecto causado hipotéticamente por el calentamiento del Ártico, podría haber detenido al huracán Harvey sobre Houston.
El hielo más delgado y medio derretido del 2017 fue más vulnerable que el hielo grueso de los años pasados y estuvo presto al deshielo durante subidas de temperatura o intensas actividades ciclónicas. Es por eso que, incluso a finales de agosto, los científicos del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve (NSIDC, por sus siglas en inglés) no estaban todavía listos para decir cómo se sobrepondría el verano del 2017 en comparación con los anteriores. El año 2016, señalaron, hizo una caída en picado por las mismas fechas.
“Fue algo realmente único adentrarse a la temporada de deshielo [del 2017] y que hayamos tenido tantos récords de niveles mínimos en los estimados de extensiones y grosores del hielo marino, todo sugería que teníamos hielo bastante delgado y volúmenes bajos”, dijo Julienne Stroeve, científica investigadora principal del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve. “Te inclinarías a pensar que quizás alcanzaríamos otro récord mínimo, pero lo que ha mostrado este verano es que tan solo tener hielo delgado no es suficiente”.
De hecho, las condiciones climáticas del verano tienen un impacto más grande en la cobertura del hielo marino de esa misma estación que la extensión máxima alcanzada durante el invierno al entrar en la nueva estación. Ese es el caso, al menos hasta la fecha, con los registros del hielo.
“Incluso si tienes hielo realmente delgado al inicio de la temporada de deshielo, todavía no es tan delgado como para que no importe cuáles fueron los patrones climáticos del verano”, siguió Stroeve. “No ha sido un verano particularmente cálido en el Ártico; ha sido muy borrascoso, han entrado muchos ciclones fríos y eso ha ayudado a limitar el deshielo”.
Pero las temperaturas atmosféricas no son las únicas que importan. Las temperaturas de la superficie del agua fueron más altas de lo normal en las regiones costeras, lo que derritió el hielo por los lados y por debajo —y redujo el grosor a través del intercambio de calor y por acción de las olas.
Mientras que el volumen total del hielo marino es ultimadamente un indicador climático más importante, el volumen circumpolar no ha sido observado tan continuamente como la extensión, la cual ha sido monitoreada a diario y vía satélite desde 1979. Si bien los científicos pueden improvisar puntos de observación de datos del volumen a partir de submarinos de la armada naval, amarres de boyas, mediciones de campo y satélites, la cantidad de estos puntos tiene limitaciones tanto espaciales como temporales.
Mejor, para determinar las reducciones del volumen a través del tiempo, los científicos han introducido las observaciones con las que cuentan a variados modelos numéricos que estiman el volumen del hielo marino a lo largo de muchas décadas. Uno de estos programas de modelado ha estimado que el volumen del hielo marino disminuyó 4291 kilómetros cúbicos al final de los veranos que van del 2003 al 2012.
Aunque la extensión del hielo marino se mantuvo constante a mitad de septiembre, continúa siendo difícil saber si eso tendría o no algún impacto en la extensión del invierno, dijo Stroeve. Ya que los inviernos se han estado volviendo cada vez más cálidos, esperaba que todavía hubiera demora en la formación del hielo durante el otoño pasado —especialmente en el mar Chukotka, el cual se derritió a principios del 2017.
El Centro de Predicción Climática del Servicio Nacional del Clima de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los EUA) declaró que, debido a las vastas aguas abiertas del verano, las temperaturas del aire sobre los mares de Beaufort y de Chukotka y a lo largo de la pendiente norte de Alaska (North Slope) probablemente estarían por encima del promedio durante el otoño.
Si bien la extensión del hielo marino no estableció récord de nivel mínimo el año pasado, tampoco se recuperó precisamente. “[No] alcanzamos un nivel mínimo récord, pero [el 2017 es] todavía uno de los más bajos que hemos registrado”, dijo Stroeve. De acuerdo al NSIDC, el 2017 quedó en el octavo lugar de los más bajos en cuanto a extensión desde que se comenzara a hacer el registro, en 1979. Además, ningún otro período de 12 meses (septiembre del 2016 a agosto del 2017) había tenido una extensión del hielo marino tan persistentemente baja.
“No estamos viendo ninguna clase de recuperación del hielo marino. Aun si tenemos un verano promedio como este —no hubo nada remarcable en las temperaturas del aire—, todavía estuvimos entre los más bajos”. Creo que es ahí donde el grosor entra en juego”, dijo Stroeve. “No estamos recuperando las condiciones que vimos en los 80 o en los 90, y eso es porque el grosor del hielo ha llegado al punto en donde ya no lo recuperas más”.
Lo que parece bastante cierto es que, mientras la humanidad continúe enviando gases de efecto invernadero a la atmósfera a un ritmo vertiginoso, el volumen del hielo ártico seguirá deteriorándose y el clima global desestabilizándose. El Ártico, dicen metafóricamente los investigadores, patina cada vez más sobre hielo delgado.