- En este artículo de opinión, Jeremy Hance destaca a la sueca Greta Thunberg, quien comenzó en el 2018 un movimiento de huelgas juveniles para tomar acciones respecto del clima.
- Su generación experimentará el impacto a gran escala del calentamiento global después de 30 años de inacción.
El viernes 15 de marzo —los idus—, decenas de miles de estudiantes de todo el mundo hicieron huelga. Se esperaba que fuera la huelga más grande de todas. ‘Viernes por el Clima’ es un movimiento que Greta Thunberg comenzó el año pasado en Estocolmo, Suecia, en un intento por lograr que los adultos (nosotros) hicieran algo, cualquier cosa, por la crisis climática que empeora cada día y que será nuestro legado para ellos, la ya madura Generación Clima.
La juventud de hoy en día, aquellos nacidos en los últimos veinte años, aún no tienen un nombre. Los han llamado Generación Z o iGen (al parecer ahora tratamos de nombrar a toda una generación por un producto comercial), pero ellos nos están diciendo un nombre más apropiado: Generación Clima.
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Sorprendentemente, no hay reglas estrictas respecto de cuándo comienza o termina una generación pero, en términos generales, el comienzo de la generación posmilenial suele colocarse entre 1995 y el 2000. Cuándo termina aún es tema de debate. ¿Tal vez el 2010? O quizás aún continúa. Pero sea cual sea el periodo que los historiadores establezcan, los posmileniales son la primera generación que ha nacido por completo en un mundo donde la catástrofe climática ya es un hecho consumado.
- Huelga Escolar por el Clima, más conocida como “Viernes por nuestro futuro”, frente al Parlamento de Helsinki, en enero. Foto: Kaihsu Tai.
Para cuando los primeros miembros de la Generación clima nacieron, no solo el testimonio de Hansen era ya viejo, sino que el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés) ya había divulgado dos informes —uno en 1990 y otro en 1995—, donde se detallaban los conocimientos básicos sobre la ciencia del clima y se describía (en el segundo informe) “la posibilidad de que las actividades humanas alteren el clima de la Tierra hasta un límite sin precedentes en la historia de la humanidad”.
La Generación clima pasará toda su vida adulta en un mundo que ya está 1 °C (1,8 °F) más caliente de lo que debería y donde las concentraciones de dióxido de carbono están fuera de la experiencia de cualquier generación previa. En el 2013, cuando la Generación clima comprendía desde infantes hasta personas de 18 años, las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera llegaron a 400 partes por millón (ppm) por primera vez desde que los humanos pisaron la Tierra. Adán y Eva jamás vieron un clima como este.
La Generación clima también experimentará los impactos de nuestra inacción como nadie antes que ellos. Teniendo en cuenta que algunos de ellos vivirán hasta el año 2100, es la generación que podría ver la desaparición de los arrecifes de coral, que podría ver el Ártico sin nada de hielo y cómo los niveles del mar se tragan islas y costas en todo el mundo. Esta es la generación que podría ver la extensión de la hambruna debido al fracaso agrícola y a la desertificación. Esta es la generación que podría ver agitación política y social causada por migraciones en masa, conflictos y desintegración social provocados por un clima desestabilizado.
Nada de esto será culpa de la Generación clima. Heredarán el mundo que nosotros creamos conscientemente.
Tuvimos el regalo de más de 30 años para enfrentar la crisis climática; treinta años y tres generaciones de líderes: la Generación silenciosa, los Baby Boomers y la Generación X. Si el objetivo final es disminuir las emisiones mundiales de carbono, se podría decir que hemos logrado poco hasta el momento. Si bien logramos estabilizar las emisiones durante unos pocos años, el año pasado hubo un nuevo récord.
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De hecho, se podría decir que los líderes de estas tres generaciones oyeron sobre las preocupaciones climáticas e hicieron exactamente lo opuesto a lo que deberían haber hecho: abrieron más zonas para la explotación del petróleo, construyeron más plantas de carbón e invirtieron más dinero de los impuestos en subsidios a los combustibles fósiles. Los líderes han elegido, una y otra vez, la desregulación cuando se necesitaba una mayor vigilancia y el capitalismo laissez faire cuando lo que el capitalismo necesitaba era una correa. Tal vez un bozal.
Quizás la medida más importante para luchar contra el cambio climático fue el Acuerdo de París. Sin embargo, ese acuerdo nunca fue un fin en sí mismo, sino un comienzo; en algún modo, la parte sencilla. La parte difícil —la gran transformación, país por país— aún debe llevarse a cabo. Y pocos países parecen tomarse en serio todo el trabajo pesado.
Sin importar lo que pase en los siguientes veinte años —ya sea que nos tomamos en serio la resolución de la catástrofe climática o que continuamos ignorando nuestras responsabilidades—, la Generación clima enfrentará las consecuencias de treinta años de inacción. Y sus líderes ya no tendrán el lujo de poder desentenderse del tema.
Cuando los estudiantes dejen sus mochilas en casa y tomen sus pancartas, cuando llenen las calles y canten para armarse de valor, recuerden que están luchando por su generación. Por su futuro. Nos dicen que dejemos de mantenernos al margen. Son la Generación clima, y haríamos bien en escucharlos.
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