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La esperanza: 48 delfines observados

 

Científicos ecuatorianos y colombianos emprendieron este 19 de marzo una travesía de tres días, con jornadas de 12 horas de trabajo, para encontrar al delfín rosado y al delfín gris ─las únicas dos especies de estos animales que habitan en Ecuador─ en el río Aguarico y sus afluentes. La expedición inició en la zona turística de la Laguna Grande de Cuyabeno, donde actualmente existen catorce establecimientos turísticos a donde llegan, aproximadamente, 17 000 personas cada año, muchas de ellas atraídas por los míticos delfines amazónicos.

El equipo recorrió en lancha cuatro ríos: Aguarico, Lagartococha, Cuyabeno y Cocaya. El trayecto fue lento, moviéndose a una velocidad que variaba apenas entre 10 y 12 kilómetros por hora, pues debían recoger datos y anotarlos correctamente en los formularios de campo. El objetivo era realizar un conteo poblacional de delfines en el sistema lacustre Largartococha-Cuyabeno-Yasuní ─humedal recientemente declarado como sitio RAMSAR─. “Con base en los datos, se realizarán los análisis pertinentes para poder obtener información concluyente con respecto al estado de las poblaciones de delfines en la zona”, le dice Jessica Pacheco, oficial del programa Bosques y Agua Dulce de WWF Ecuador, a Mongabay Latam.

Las largas jornadas de trabajo valieron la pena. Los investigadores lograron observar 48 delfines de río, 45 rosados y 3 grises. Este número emocionó a los científicos pues, el último estudio realizado en el 2012 para determinar la diversidad biológica y cultural del corredor trinacional de áreas protegidas La Paya (Colombia), Cuyabeno (Ecuador) y Güeppi Sekime (Perú), encontró entre 21 y 32 delfines.

“Esta población de delfines de río (Cuyabeno) es la más occidental, la más elevada (260 metros sobre el nivel del mar) y es la más distante de su sitio de origen (aproximadamente 10 000 kilómetros). Es el último sitio de colonización de los delfines rosado y gris. Aunque en Ecuador no hay muchos delfines de río, esta población es bien importante”, asegura Federico Mosquera, investigador de la Fundación Omacha.

Mosquera destaca que estos vertebrados acuáticos están muy asociados a las confluencias ─intercambio de aguas─ de los ríos. Por ejemplo, el río Aguarico es de origen andino, aguas blancas y muy rico en sedimentos, pero el Cocaya es más de aguas negras de origen selvático. Los sitios donde se encuentran son de alta diversidad de especies y sirven de refugio para los peces que luego pasan a sitios de desove o alimentación. “Esto nos permite entender la importancia de estas áreas para los vertebrados acuáticos y la importancia del turismo de naturaleza para sustento de las comunidades locales”, dice.

Los datos obtenidos todavía no son concluyentes, pues deben ser analizados estadísticamente bajo una metodología aprobada por la red South American River Dolphins (SARDI) a la que pertenecen varias organizaciones de la región, incluidas la Fundación Omacha y WWF. No es un trabajo que se haga a la ligera pues la intención es realizar estimaciones poblacionales certeras de estos animales. Jessica Pacheco asegura que los datos de observaciones son optimistas, pero todavía no se pueden tomar como cifra representativa de las poblaciones de delfines en la zona.

Existen varios vacíos de información con respecto al estado de conservación de estos animales en la Amazonía. Es por ello que los esfuerzos actuales están concentrados en la investigación, sobre todo desde un enfoque regional pues estos cetáceos se mueven por los sistemas hídricos de la Amazonía sin importar las fronteras políticas”, dice la investigadora de WWF.

Quienes trabajan con delfines están convencidos que las amenazas que enfrenta este mamífero también deben ser atacadas desde un enfoque regional, “un enfoque de bioma”, como ellos mismos mencionan. Fernando Trujillo, director de la Fundación Omacha es categórico al afirmar que no sirve que en cada país haya una política y una revisión del territorio diferente. “Necesitamos trabajar a una sola voz, con metodologías y procesos correlacionados. De otra manera, no lograremos salvar al delfín de río amazónico”, afirma.

Esa es la meta desde SARDI. Ese trabajo conjunto fue el que permitió obtener, por ejemplo, la información necesaria para cambiar el estado de conservación del delfín rosado en la lista de la UICN, de Datos Insuficientes a En Peligro. “Los esfuerzos de investigación continuarán, pues en base a la información revelada se podrán estructurar planes de conservación eficientes”, dice Jessica Pacheco.

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La alegría de ver al delfín gris

 

En la zona de Cuyabeno son mucho más comunes los delfines rosados que los grises. Los primeros son más carismáticos y es más fácil observarlos porque salen con mayor frecuencia a superficie, pero ver al delfín gris realmente es una hazaña que también requiere una gran dosis de suerte. Por eso, los tres ejemplares que observaron los investigadores casi al final de su expedición fueron una gran satisfacción para terminar la jornada de investigación en la zona norte de la Amazonía ecuatoriana.

“Casi al finalizar la expedición logramos avistar el primer delfín gris. En un punto nos percatamos que había una madre con su cría, y todo parecía indicar que le estaba enseñando a pescar. Utilizamos un dron para realizar tomas aéreas y confirmar nuestras sospechas”, dice la investigadora.

Aun así, el delfín gris también preocupa a los investigadores y se espera que en la próxima evaluación de la UICN se incluya información sobre esta especie que, según diversos estudios hechos por las organizaciones que hacen parte de SARDI, podría quedar en la misma categoría (En Peligro) que el delfín rosado.

Las dos especies de delfines tienen historias evolutivas muy diferentes en la Amazonía. El delfín rosado está mucho más adaptado a los ecosistemas amazónicos, mientras que el delfín gris, al ser un colonizador más reciente, no se ha terminado de adaptar a las complejidades del ecosistema, “sus aletas están totalmente fusionadas, no ingresa a los bosques inundados pero sí utiliza los canales principales de los cauces. El registro más altitudinal que tuvimos fue en Aguarico y se mueve con base en la dinámica de la subienda de los peces”, relata Federico Mosquera.

Y es que en la Amazonía cada especie acuática cuenta. La región cumple un rol importante en la regulación del clima y la captación de CO2, que depende en buena medida de las grandes cantidades de agua disponibles en el bioma amazónico ─20 % del agua dulce del mundo se almacena allí─. Sus ecosistemas acuáticos son hogar de cerca de 800 especies de peces y los delfines son clave para mantener el estado de salud de estos ecosistemas pues son una especie paraguas. “Al estar ubicados en el peldaño más alto de la cadena alimenticia, su estado de conservación es un reflejo de la salud general de los ríos, pues significa que tienen alimento suficiente para su supervivencia”, cuenta Pacheco.

La carrera por tener más información sobre los delfines del río y crear programas regionales de conservación no da tregua. Los delfines corren gran peligro, por ejemplo, cuando la expedición del Cuyabeno llegó hasta la frontera con Perú varios pobladores les relataron a los investigadores que hace un par de meses encontraron dos delfines muertos y sin dientes. “Esta es una de las principales amenazas que afecta nuestra frontera, ya que es una práctica común en la zona de Perú. Los dientes son vendidos como amuletos”, alerta con preocupación la investigadora de WWF.

Situaciones como estas son las que hacen que diferentes organizaciones no quieran perderle la pista a los delfines. Fundación Omacha y WWF Ecuador tienen como primera tarea analizar los datos obtenidos en esta expedición a la Reserva Cuyabeno y posteriormente continuar con la investigación de delfines en el Ecuador, en zonas donde existen vacíos de información de estas especies ─pues los delfines están presentes en gran parte de la Amazonía ecuatoriana y no exclusivamente en esta zona fronteriza compartida con Colombia y Perú─. “Una vez realizadas las estimaciones poblacionales pertinentes, realizaremos la primera categorización de delfines en la Amazonía ecuatoriana, continuando con el proceso que ya fue realizado por nuestros colegas de SARDI en Colombia, Bolivia y Brasil”, asegura Pacheco.

Federico Mosquera dice que en diciembre de este año realizarán estudios de telemetría satelital en Ecuador. Instalándoles unos transmisores a los delfines buscan entender el movimiento y el uso diferenciado de los hábitats que hacen esas especies.

*Imagen principal: A Cuyabeno llegan cerca de 17 000 personas al año, atraídos, en parte, por la posibilidad de ver a los delfines. Foto: WWF Ecuador.

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Artículo publicado por Antonio
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