- Sometidos a una fuerte presión minera, a la expansión agrícola y a la descarga de aguas residuales, los ríos Mira y Mataje, que comparten Ecuador y Colombia, a duras penas pasaron una prueba internacional que analiza su estado de conservación.
- Hacen falta más esfuerzos para que esta cuenca transfronteriza, que nace en los páramos andinos y termina en el Pacífico, siga conservando la gran riqueza biológica del bosque del Chocó biogeográfico.
Después de 17 años, Aldemar Néjer volvió a su tierra, Pueblo Viejo, en la zona alta de la provincia de Carchi, fronteriza con Colombia. Encontró los suelos degradados por causa de los monocultivos y erosionados por la deforestación. Una quebrada que proveía agua para el riego había desaparecido. Entonces emprendió, junto a su familia, un proyecto de granja agroecológica en 1,5 hectáreas de tierra: el primer paso fue sembrar árboles que pudieran retener las aguas de la lluvia y generar un reservorio. Luego sembró una variedad de hortalizas y frutas sin pesticidas ni agroquímicos.
En las zonas altas de las provincias de Carchi e Imbabura, norte de Ecuador, varios son los pobladores que ahora entienden la necesidad de prácticas agrícolas más amigables con el ambiente para reducir el impacto sobre el río Mira, que nace en esta zona, desciende por la frontera hacia el departamento de Nariño en Colombia y desemboca en el Océano Pacífico. Esto garantiza la buena salud del río hasta que llega, 300 kilómetros más abajo, al poblado afrocolombiano de Bajito Vaquerío, en Tumaco, casi en la desembocadura. Allí es donde vive Maritza Landázuri, quien también se organiza con su comunidad para tener buenas prácticas agrícolas y de pesca que permitan la conservación de la cuenca que comparten los dos países.
En la frontera también nace el río Mataje que separa en buena parte de su recorrido a la provincia ecuatoriana de Esmeraldas del departamento colombiano de Nariño, y corre paralelo al río Mira, con el que prácticamente forman una sola cuenca. Aldemar y Maritza saben que los ríos unen, aunque de por medio haya un límite que pusieron los estados. Ambos participan de un proyecto del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) que estudia e incentiva la conservación de estas cuencas, donde además se encuentra parte del bosque del Chocó biogeográfico, uno de los más biodiversos del mundo, rodeado por pueblos indígenas y afro. Pero estos pobladores también comparten los problemas, como la amenaza de la minería ilegal y potenciales megaproyectos, sumada la violencia de los grupos armados.