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#ExpediciónVirtual: un viaje a Tapiche Blanco, paraíso amazónico en Perú

La rana Boana punctata tiene una distribución extensa y áreas de hábitat grandes que permanecen intactas. Sin embargo, hay pérdida localizada de hábitat por actividades humanas como la tala de árboles y la agricultura. Esta rana puede ser encontrada en el comercio internacional de mascotas, pero en niveles que no constituyen una amenaza importante. Foto: Diego Pérez / SPDA

  • La región en donde se unen los ríos Tapiche y Blanco, en la Amazonía de Perú, alberga ecosistemas frágiles de bosque de arena blanca, chamizales y turberas que son importantes para la gran biodiversidad existente en la zona.
  • Este 2023, comunidades indígenas y campesinas buscan la creación del Área de Conservación Regional Tapiche Blanco, un área natural protegida que permitirá la protección de los bosques más biodiversos de Loreto.

En la región de Tapiche Blanco, el paisaje boscoso está enmarcado por dos ríos que se juntan. Los afluentes del río Tapiche y el río Blanco le dan vida a un enorme ecosistema compuesto por diversos cuerpos de agua, animales, plantas y comunidades nativas y campesinas que habitan en sus márgenes. Es un espacio único en Perú, considerado un paraíso amazónico por sus pobladores, quienes lo han cuidado a lo largo de su historia y que hoy buscan que sea un territorio protegido.

Esa región alberga a los bosques más biodiversos de Loreto. Tiene una superficie de más de 263 062 hectáreas que, este 2023, podrían convertirse en un Área de Conservación Regional (ACR), lo cual permitirá el cuidado de sus fuentes de agua y a una gran diversidad biológica. Esa zona es hogar de por lo menos 11 mamíferos en peligro de extinción.

Vista aérea del río Blanco y la comunidad nativa España. Los habitantes de esta comunidad pertenecen a la étnia kapanawa. Foto: Diego Pérez / SPDA

Su ubicación está en plena Amazonía peruana, entre los distritos de Alto Tapiche, Soplin y Tapiche en la provincia de Requena, departamento de Loreto. Esta región ha sido históricamente amenazada por la tala ilegal. De no concretarse su protección, se calcula que en los próximos 20 años serían deforestadas aproximadamente 3 450 hectáreas a consecuencia de actividades ilegales, de acuerdo con el ​​Centro para el Desarrollo del Indígena Amazónico (Cedia), organización que desde 2016 acompaña a la Federación de Comunidades de los Ríos Tapiche y Blanco (Fecoritayb) en el proceso de creación de la ACR.

“Toda esta diversidad es muy importante y por eso estamos tratando que se garantice su protección. De cualquier manera, nosotros estamos cuidando y, gracias a las comunidades, se han formado comités de vigilancia y custodios forestales. Tenemos la buena iniciativa de conservarlo, porque el mundo lo necesita”, dice Roberto Tafur Shupingahua, presidente de la Fecoritayb.

Este es un recorrido fotográfico por los asombrosos rincones de Tapiche Blanco.

Anolis café dorado (Anolis fuscoauratus). El amplio grupo de lagartijas clasificadas como Anolis se encuentra desde el sur de Estados Unidos hacia todo Sudamérica y su dieta incluye invertebrados como arañas, saltamontes, homópteros, larvas y cucarachas. Foto: Diego Pérez / SPDA

Primera parada: el paisaje

El color verde predomina por doquier. Sus tonalidades son parte del paisaje rodeado de agua y ecosistemas frágiles, como los bosques de arena blanca —conocidos como varillales—, chamizales y turberas, que son importantes para la biodiversidad y para contribuir en la lucha contra el cambio climático.

“Ves el árbol del aguaje, que es una fruta emblemática de Loreto. También los varillales en una gran extensión de una sola altura, en una sola espesura de sabana. Al fondo, ves los cerros de bosque virgen, con todos los animales. Es un lugar que se está conservando de una manera muy importante”, describe Tafur Shupingahua.

Amanece sobre el río Tapiche, a la altura de la comunidad nativa Nueva Esperanza. La niebla que se puede apreciar no viene del cielo, sino que sale del bosque. Este fenómeno es conocido como evapotranspiración. Foto: Diego Pérez / SPDA
Río Blanco en la época de vaciante, momento del año en que sólo se puede navegar en peque peque, una embarcación pequeña de madera, por el bajo caudal del río. Foto: Diego Pérez / SPDA
Surcando el río Tapiche hacia sus cabeceras, aún lejanas, que nacen en el Parque Nacional Sierra del Divisor. Foto: Diego Pérez / SPDA

La propuesta de ACR también busca proteger los humedales de los ríos Tapiche y Blanco —dos importantes afluentes del río Ucayali—, así como una variedad de quebradas negras, blancas y claras, indispensables para mantener el ciclo normal del agua a nivel local y regional.

“Al interior se visibiliza un hermoso paisaje de humedal. También hay cochas inmensas —dos, tres, cuatro, cinco, una tras otra— que parecen un continuo conjunto de cuerpos de agua que no se secan. Es un espacio inundado todo el año, el recurso hídrico se mantiene y por esa particularidad encuentras caimanes, reptiles y peces, que los mismos pobladores aprovechan de manera sustentable”, explica Melody Linares, ecóloga y coordinadora del Proyecto de Ecosistemas Frágiles al sureste de Loreto, de Cedia.

El paisaje del Tapiche Blanco alberga fuentes de agua de distinto color, lo que explica su gran diversidad acuática. Foto: Diego Pérez / SPDA
Vista aérea de la cocha de Wuicungo, ubicada muy cerca de esa comunidad nativa. Foto: Diego Pérez / SPDA
Amanece sobre la cocha Pungal, muy cerca de la comunidad nativa Wuicungo. Foto: Diego Pérez / SPDA
Cocha de Wuicungo. Foto: Diego Pérez / SPDA
Vista aérea de la cocha de Wuicungo. Foto: Diego Pérez / SPDA

Segunda parada: la biodiversidad

Tapiche Blanco tiene la mayor diversidad de mamíferos, aves, reptiles, flora y fauna registrada en esa región. Aquí habitan 12 mamíferos amenazados como el manatí (Trichechus inunguis), el oso hormiguero (Myrmecophaga tridactyla), el jaguar (Panthera onca) y el tigrillo (Leopardus tigrinus), entre otros. Varias de estas especies se encuentran amenazadas en muchas partes de la Amazonía.

También habita el ronsoco o capibara (Hydrochoerus hydrochaeris) —considerado el roedor más grande del mundo— y hay primates como el pichico barba blanca (Saguinus fuscicollis), el huapo colorado (Cacajao calvus ucayalii) y el pichico diablo (Callimico goeldii).

María es un ronsoco (Hydrochoerus hydrochaeris) que tiene cerca de dos años y vive en la comunidad nativa Wuicungo. El ronsoco es el roedor más grande del mundo. Foto: Diego Pérez / SPDA
Caimán negro (Melanosuchus niger). Este ejemplar aún es juvenil, cuando sea grande podrá alcanzar los seis metros y se alimentará de animales como venados o capibaras, e incluso tapires y otros mamíferos de gran tamaño. Foto: Diego Pérez / SPDA
Esta ave es un juvenil de Tuqui Tuqui (Jacana jacana), cuando crece su plumaje cambia a negro y rojo. Habita en los humedales de Sudamérica. Foto: Diego Pérez / SPDA

“En el bosque, en tierra firme, es en donde existe la mayor reproducción de mamíferos, como los primates existentes que usan esa zona para reproducirse. También se hizo un inventario biológico rápido, con apoyo de The Field Museum, y se encontraron nuevas especies en reptiles, sobre todo ranas, y se identificaron especies ictiológicas y de aves en la variedad de cuerpos de agua y quebradas en la parte sureste y noreste”, describe Melody Linares.

La rana de casco de Buckley (Osteocephalus buckley) se distribuye en la Amazonía de Ecuador y al noreste de Perú. Es una especie arbórea y nocturna. Su coloración es verde y presenta tubérculos prominentes en el dorso. Foto: Diego Pérez / SPDA
Yacu jergón (Helicops angulatus), es una serpiente nocturna semiacuática y no venenosa, perteneciente a la familia Colubridae. El nombre yacu jergón significa jergón del agua, en referencia a sus hábitos acuáticos. Foto: Diego Pérez / SPDA
Esta lagartija se distribuye en países como Surinam, Venezuela, Perú, Bolivia, Brasil y Ecuador. Tiene una dieta especializada en hormigas, pero también consume otros grupos de artrópodos, como coleópteros, larvas de insectos y arácnidos. Foto: Diego Pérez / SPDA
Mariposa (Chloreuptychia marica). Foto: Diego Pérez / SPDA
Los llamativos colores de esta oruga de polilla alertan que es venenosa a cualquier posible depredador, sus espinas urticantes causan una picadura muy dolorosa. Foto: Diego Pérez / SPDA

Su abundante vegetación incluye 11 especies de plantas amenazadas, como la punga de varillal (Pachira brevipes) y el pashaco de varillal (Macrolobium limbatum). Según The Field Museum hay tres posibles especies nuevas para la ciencia de los géneros Platycarpum, Guarea y Laxoplumeria, además de dos nuevos registros para el Perú: la hierba Monotagma densiflorum y la orquídea terrestre Palmorchis sobralioides.

Sus bosques incluyen los de terrazas bajas o restinga y bosques de planicie inundable, así como bosques, varillales y chamizales sobre arena blanca, y bosque de terrazas y colinas.

“No es un bosque para producción forestal, sino un ecosistema frágil. Las especies que habitan son de madera redonda, conocidas como varillas que, al ser deforestadas, se perdería toda la importancia biológica presente”, agrega Linares.

Una flor en la cocha Pungal. Foto: Diego Pérez / SPDA
Gran parte de los bosques cercanos a las comunidades son conocidos como bajiales, como se denomina a los bosques inundables. Foto: Diego Pérez / SPDA

Tercera parada: las comunidades

En la región de Tapiche Blanco habitan más de 4 000 personas de los pueblos indígenas Capanahua, Kichwa y Kukama Kukamiria, en su territorio ancestral, además de cinco comunidades campesinas. Ellos han liderado, desde 2015, un proceso para proteger la zona.

Su objetivo es que se garanticen los recursos para las nuevas generaciones y que el área sirva como “escudo” contra actividades ilegales que ponen en riesgo la integridad de las personas que viven en la zona, pues además de la tala, se han sumado la pesca, la minería y los cultivos ilícitos. Por ello, la Fecoritayb busca que las autoridades peruanas prioricen la protección de Tapiche Blanco como un Área de Conservación Regional por considerarse una zona altamente vulnerable ante las actividades ilegales.

Vista aérea de la comunidad nativa Wicungo, ubicada a orillas del río Tapiche, cuya población pertenece a la étnia Kapanawa. Foto: Diego Pérez / SPDA
Un joven navega el río Blanco en una embarcación peque peque. Foto: Diego Pérez / SPDA
La mayor parte de los habitantes de las comunidades pescan y cazan animales del bosque, de manera sostenible, para complementar su dieta. Foto: Diego Pérez / SPDA

“Las comunidades se organizaron para hacerle frente a estas amenazas, porque este espacio les brinda los recursos necesarios para su subsistencia. Tienen sus comités de control y vigilancia en las cuencas del Blanco y del Tapiche, para que no puedan ser sorprendidos y amenazados, por ejemplo, por los cultivos ilícitos de hoja de coca. El año pasado detuvieron a un grupo de origen colombiano que pretendía entrar al territorio a practicar esta actividad”, agrega Melody Linares.

La creación de la Fecoritayb —desde el 8 de julio de 2016— les ha permitido trabajar en su empoderamiento y compromiso para proteger el área. Su intención fue formalizar y tener todas las herramientas para que sus actividades económicas sean sostenibles en el tiempo, así buscaron el apoyo de Cedia y la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA).

Embarcación de una de las asociaciones de pescadores recorriendo el río Blanco, previo a la captura de peces ornamentales en una quebrada. Las cajas que llevan son utilizadas para el transporte del producto. Foto: Diego Pérez / SPDA
En la comunidad nativa España se han organizado en grupos de pesca formales para el aprovechamiento y comercialización de peces ornamentales. Uno de los peces más comercializados es el Otocinclus, un pequeño bagre que posee una boca fuerte que le permite adherirse a las superficies para alimentarse de las algas. Foto: Diego Pérez / SPDA
Miles de Otocinclus son sensados y luego devueltos a la quebrada donde los pescaron. Estos peces son conocidos como limpia lunas y se venden en acuarios de Iquitos, desde donde son exportados a todo el mundo. Foto: Diego Pérez / SPDA

“Esta ACR se vio necesaria desde hace ocho años y desde entonces venimos trabajando, pero el proceso está atrasado, no sabemos por qué. Como Federación, hemos presentado los documentos y estamos haciendo incidencia”, explica Roberto Tafur Shupingahua.

La propuesta del Área de Conservación Regional Tapiche Blanco les permitirá aprovechar los recursos naturales disponibles para autoconsumo y de manera sostenible —con planes de manejo— como flora silvestre, fauna y productos no maderables con fines de comercialización, para así generar beneficios económicos y ambientales.

“Las poblaciones realizan una buena y loable labor, porque su único beneficio es seguir obteniendo sus recursos. Eso es muy emocionante porque, por ejemplo, antes no había siquiera quelonios y ahorita hay un repoblamiento numeroso a raíz de la conciencia de los habitantes de ambas cuencas. Muchas de ellas se dedican a la repoblación de charitos —crías de tortuga— porque antiguamente Tapiche era el mayor proveedor de huevos tortuga taricaya (Podocnemis unifilis) en el mercado de Iquitos y Requena”, narra Linares.

Vista de la comunidad nativa Wuicungo. Foto: Diego Pérez / SPDA

Tafur Shupingahua recuerda que, en el pasado, cuando existía la presencia continua de madereros ilegales, los animales estaban disminuyendo. La diferencia inició cuando las comunidades tomaron las riendas del territorio. Allí vieron que los animales volvieron a ser libres, a alimentarse y a coexistir con los humanos.

“Ahora tenemos planes de manejo de peces como la arawana (Osteoglossum bicirrhosum), los cuidamos y sabemos cómo hacer el trabajo, tanto en los peces ornamentales como de consumo. Las comunidades están capacitadas y casi todas, las 24, están equipadas con motores o barcos, y GPS. Por eso es importante la creación de la ACR, para que lleguen recursos para seguir cuidando la vida de los animales, pero también la vida a nivel mundial, porque todo esto nos da oxígeno”, concluye Tafur Shupingahua.

Un grupo de jóvenes trata de aplacar el calor del mediodía tomando un baño en las aguas del río Tapiche. Foto: Diego Pérez / SPDA
Cae el atardecer sobre la comunidad Nueva Esperanza en el río Tapiche, y un par de niños juega en una canoa. Foto: Diego Pérez / SPDA

Imagen principal: La rana Boana punctata tiene una distribución extensa y áreas de hábitat grandes que permanecen intactas. Sin embargo, hay pérdida localizada de hábitat por actividades humanas como la tala de árboles y la agricultura. Foto: Diego Pérez / SPDA

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