- La decisión reciente del gobierno brasileño de cancelar la megarepresa de São Luiz do Tapajós fue aclamada por los grupos ambientalistas e indígenas como una victoria. Sin embargo, un nuevo libro describe las serias amenazas que enfrenta la cuenca del Tapajós.
- El Tapajós es una de las regiones con mayor biodiversidad y riqueza cultural de la Amazonía. También es una de las áreas más deseadas por las industrias agropecuaria y minera para el desarrollo de su infraestructura, que incluiría un amplio canal navegable y grandes proyectos hidroeléctricos.
- El libro, que se llama Ocekadi (en idioma Mundurukú, “el río de nuestro lugar”), incluye 25 artículos de investigadores académicos y ofrece el análisis más completo hasta el momento del patrimonio social y ambiental del Tapajós y de las amenazas que enfrenta.
- • Ocekadi será publicado en portugués por International Rivers y la universidad brasileña Universidade Federal do Oeste do Pará (UFOPA).
A principios de agosto, el gobierno brasileño canceló sorpresivamente la estación hidroeléctrica de Tapajós, la más grande de una serie de represas que se planea construir sobre el Tapajós y sus afluentes. Grupos indígenas y ambientalistas celebraron esa victoria.
Ahora, oportunamente aparece un libro que evalúa los inmensos desafíos sociales y ambientales que aún acechan el valle del río Tapajós, que se extiende por unos 2400 km en la Amazonía central.
La controversial represa de Belo Monte, sobre el río Xingú en el este de la Amazonía, comenzó a funcionar a principios de año, y las empresas mineras, ganaderas y madereras están mudándose hacia esa región. Ahora, la batalla para conservar la selva amazónica se ha trasladado principalmente hacia el Tapajós.
Mediante una serie de análisis detallados, investigadores académicos subrayan la importancia del resultado de esta pelea para la supervivencia del ecosistema del Amazonas. Los autores señalan que la cuenca del Tapajós conecta dos grandes biomas: el Cerrado y la selva tropical del Amazonas. Como consecuencia, contiene una diversidad biológica y social enorme. También es una de las áreas menos afectadas y más salvajes de la Amazonía brasileña.
Los autores afirman que si esta cuenca es incorporada al modelo de desarrollo económico dominante en Brasil (que incluye tala, minería e infraestructura para energía y transporte) sin aplicar medidas restrictivas para proteger su diversidad, el resto de la selva amazónica podría estar en peligro. Una vez que se industrialice la cuenca del Tapajós, el desarrollo continuará probablemente en el valle del río Trombetas (donde ya está en curso la minería a gran escala) y luego en zonas del oeste de la Amazonía.
El libro deja claro que, a pesar del fracaso de la represa São Luiz do Tapajós, no se están tomando las medidas para proteger el medioambiente de la región del Tapajós y a sus pobladores tradicionales. En cambio, intereses económicos poderosos están instalándose a una escala que podría llegar a ser enorme.
De río salvaje a canal industrial navegable
Hay importantes planes de desarrollo para la cuenca del Tapajós. Como se explica en el libro, los intereses comerciales quieren que el gobierno brasileño termine la construcción de una serie de grandes represas sobre el río Tapajós y sus afluentes, el Teles Pires y el Juruena, con dos objetivos: en primer lugar, abastecer a la industria minera con energía subvencionada para explotar las reservas minerales de la zona, aún inexploradas. En segundo lugar, crear un canal industrial navegable para transportar materias primas de manera barata, desde el interior del país hacia la costa.
En las últimas décadas, los negocios agropecuarios brasileños desarrollaron extensas plantaciones de soja en el estado de Mato Grosso, en el centro de Brasil, pero en este momento no hay un modo fácil de llevar esa mercancía a los mercados. Por ahora, el cultivo de soja debe tomar un desvío largo hacia el sur y luego hacia el este, hacia los puertos de Santos y Paranaguá, sobre el Atlántico. Más tarde, caminos y quizás hasta un ferrocarril avancen hacia Perú, al oeste, y luego atraviesen el Pacífico hacia mercados asiáticos clave.
El libro titulado Ocekadi, término indígena que significa “el río de nuestro lugar”, se opone sin tapujos al futuro industrial que los partidarios del desarrollo industrial quieren imponer en la región del Tapajós. El libro, editado por Daniela Fernandes Alarcon, Brent Millikan y Mauricio Torres, fue publicado en portugués en agosto por International Rivers (una ONG ambientalista) y la brasileña Universidade Federal do Oeste do Pará (UFOPA).
Los veinticinco artículos, en su mayoría escritos por biólogos, sociólogos y otros investigadores académicos, brindan el análisis más completo hasta el momento de la cuenca del Tapajós. El núcleo de este trabajo es un análisis riguroso que detalla por qué el tipo de progreso que impone en la región el lobby de desarrollo traerá, como mucho, beneficios económicos a corto plazo con grandes costos sociales y ambientales a largo plazo.
¿El desarrollo está destinado a fracasar?
Quizás el argumento más abrumador, mencionado por varios de los colaboradores, es que un corpus científico cada vez más extenso sugiere que los objetivos de desarrollo son contraproducentes y no funcionarán, ni siquiera según sus propias condiciones.
Como señalan en su artículo Daniela Fernandes Alarcón, Natalia Ribas Guerrero y Mauricio Torres, la construcción de la represa y de un canal industrial navegable tendrá como resultado más probable la deforestación a gran escala de la región del Tapajós. La causa es la actividad económica introducida de forma acelerada y ampliamente desregulada, por la falta de controles gubernamentales adecuados sobre la deforestación.
“La vía navegable Teles Pires-Juruena-Tapajós llevará a una expansión de las actividades económicas depredadoras que, como sabemos, ya han avanzado sobre el territorio y el modo de vida de los indígenas, las comunidades pesqueras, las familias de agricultores y otros grupos”, escriben. Según dicen, estas actividades “depredadoras” y poco reguladas incluyen la tala, la cría de ganado y el cultivo de soja, que por su propia naturaleza requieren una gran deforestación.
A su vez, la deforestación a gran escala podría alterar el clima de la región, en especial los ciclos de lluvia, causando sequía. En su artículo, Juan Doblas, especialista en geoprocesamiento de ISA (Instituto Socioambiental), cita un estudio científico que predice que cuando se haya deforestado el 40 por ciento de la selva amazónica (algo que es muy probable que suceda si se avanza con la vía navegable del Tapajós), la producción energética de la represa se reducirá en hasta un 40 por ciento por la reducción en las lluvias.
Una disminución en la producción energética causada por el aumento de la sequía en el Amazonas no solo reduciría las ganancias de la industria energética, sino también la utilidad de la represa para la industria minera. Mientras tanto, una merma en los niveles y caudales de los ríos podría incluso impedir que funcione este canal industrial.
Doblas dice que este panorama contradeciría la afirmación del gobierno de que, para Brasil, los beneficios de los grandes proyectos de desarrollo en el Amazonas serían muchísimo mayores que los costos sociales y ambientales.
“La falta de visión estratégica a largo plazo, que toma en cuenta tanto los efectos de la deforestación como del cambio climático, llevará a una pérdida irreversible de la selva y, paradójicamente, a la pérdida de rentabilidad de los megaproyectos responsables de la degradación. Solo un cambio copernicano en las políticas puede prevenir una catástrofe predicha tanto por las ciencia occidental como por el conocimiento indígena”, concluye.
El gobierno y las empresas avanzan
En el contexto de estas advertencias tan graves, ambientalistas de todo el mundo recibieron con agrado la decisión inesperada del gobierno brasileño de detener la construcción de la represa São Luiz do Tapajós. “Es un revés importante tanto para la industria de las represas, acostumbrada a imponerse sobre la ley, como para los partidarios del canal industrial navegable”, dijo Brent Millikan, director del programa para la Amazonía de International Rivers.
Los indígenas Mundurukú también recibieron este veredicto como una gran victoria, ya que parte de sus tierras y algunas comunidades habrían sido inundadas de realizarse el proyecto.
Sin embargo, Ocekadi lo explica claramente, detener esta represa no detendrá a los empresarios. Será un contratiempo importante, que conllevará cambios en la ruta del canal navegable, pero no pondrá fin a la tremenda avanzada de las empresas que, según el libro, comenzó hace cinco años.
En 2011, un resolución del Consejo Nacional de Política Energética (CNPE) describió como “estratégicas” las represas São Luiz do Tapajós, Jatobá, y Chacorão, propuestas sobre el Tapajós, y la represa Jardim do Ouro, a construirse sobre el Jamanxim, uno de sus afluentes.
Todo esto fue determinado antes de estudiar la viabilidad social y ambiental de los proyectos.
En ese momento también se tomaron medidas para allanar el camino para nuevas represas, muchas de las cuales inundarán áreas federales de conservación. Las leyes brasileñas dificultan la expropiación de tierras de un área de conservación para un proyecto de infraestructura. Pero es mucho más fácil redefinir los límites de estas áreas para que no se generen conflictos. Se tomaron las medidas preventivas correspondientes: por medio de un decreto del gobierno (MP no. 588/2012), los límites de todas las áreas de conservación que serán afectadas por las represas fueron redibujados para excluir las zonas problemáticas.
Los planes de la agroindustria (en los que la vía navegable juega un papel clave) también están ya muy avanzados. El Plan Estratégico de Vías Navegables (PHE), anunciado en 2013, prevé una inversión pública de 3.4 mil millones de reales (1.1 mil millones de dólares) entre 2014 y 2024 para llevar adelante los cambios necesarios para que los ríos sean navegables (profundización de canales y acequias, por ejemplo, a diferencia de la construcción de la represa, que será financiada por separado).
Se espera que las empresas privadas inviertan 840 millones de reales ($ 262 millones de dólares) en barcazas y otras embarcaciones, y también en terminales para transportar las mercancías. Rápidamente aparecen empresas dispuestas a hacer este trabajo. Entre ellas está Amaggi, propiedad de la familia de Blairo Maggi, quien recientemente se convirtió en ministro de agricultura de Brasil del presidente interino Michel Temer. Amaggi se ha asociado con la multinacional Bunge para establecer Unitapajós. Al comienzo, la empresa manejará 50 barcazas que transportarán soja y otros cultivos desde Mato Grosso a Santarém.
En sus páginas, Ocekadi registra el entusiasmo de un empresario del sector agrario en relación a este proyecto: “Es un regalo de Dios que haya ríos que crucen la región del estado [de Mato Grosso] donde se producen los granos”, dijo este productor de soja a la publicación económica Valor. “Nuestra idea es que esto sea como el río Misisipi, que transporta 600 millones de toneladas al año”, explicó.
La otra gran oportunidad en el Tapajós proviene de la minería. La región es extremadamente rica en oro y posee reservas medibels de bauxita, cobre, diamantes y fosfato. Sin embargo, muchos de estos minerales se encuentran en territorios indígenas dentro de unidades de conservación.
Se le han hecho al gobierno miles de pedidos de autorización para exploración, aunque actualmente la minería está prohibida en las zonas de conservación. No es sorprendente que las grandes mineras estén presionando en favor de un proyecto de ley (PL no. 1.601/1996) que, aunque ahora languidece en el Congreso, permitiría la explotación minera en estas áreas.
Los lugareños no fueron consultados
Según el libro, estos planes de desarrollo industrial avanzan como si no existieran las poblaciones locales de granjeros, pescadores e indígenas. “En 2011, el Plan Nacional de Logística y Transporte (PNLT) ignoró los variados usos que estas poblaciones hacen del río y pasó por alto la importancia del río en su modo de vida”, escriben Alarcón, Guerrero y Torres.
Por desgracia para los habitantes actuales de la región, según la legislación brasileña, las consultas a los pobladores locales no son un requisito previo a la construcción de tales canales industriales navegables. Los pobladores Mundurukú, Kayabi y Apiaká no han sido consultados, hasta la fecha, acerca del canal en el Tapajós, aunque este pasará por sus tierras.
Los activistas del desarrollo industrial hablan de las ventajas de los canales navegables comparados con las autopistas, en gran parte porque no causan tanta deforestación directa y usan mucho menos combustible que los camiones. Pero, como señalan en un artículo citado en el libro los investigadores Philip Fearnside y William Laurance: “Toda esa infraestructura es usada para promover las exportaciones de soja, un cultivo con mínimos beneficios sociales. Por eso es difícil imaginar que se describa como “desarrollo sustentable” la construcción de una amplia red de infraestructura para sostener estos cultivos”.
Fearnside y Laurance añaden que “el mayor impacto de estos proyectos, el daño indirecto causado por las actividades económicas atraídas y facilitadas por ellos, no es analizado en los estudios de impacto ambiental y en los procesos de toma de decisiones. El impacto de las actividades de terceros (tala y agricultura a gran escala), que se intensifican cuando las áreas se vuelven más accesibles, no están incluidos en estos informes”.
Hacia un camino mejor
Los planes de desarrollo para la cuenca del Tapajós han decaído en los últimos meses. Mauricio Torres, uno de los editores del libro, dijo a Mongabay: “La euforia por la represa en el Amazonas ha perdido impulso por la crisis económica y política del país. Esto afectó al proyecto en varios sentidos. Primero, el país no tiene dinero [para invertir en proyectos grandes] y desde fines de 2015 el gobierno ha dicho que no usará fondos públicos en trabajos de infraestructura energética. Los empresarios brasileños nunca financiarán proyectos con su propio capital”.
“Segundo, está el impacto de la Operación Autolavado”, agrega, refiriéndose a la investigación federal por corrupción y lavado de dinero. “Hace tiempo sabíamos, y ahora más que nunca, que el principal motivo de la decisión patológica del gobierno de autorizar y construir represas, pasando por encima de todo y de todos como un tractor, no era la generación de energía, sino mantener el abastecimiento de fondos electorales ilegales”.
“Tercero, y quizás este sea el motivo menos importante, está el hecho de que la curva de demanda de energía proyectada para el país ha caído drásticamente. Brasil no tendrá déficit energético en los próximos años”, concluye Torres.
Ocekadi recomienda una serie de políticas. Brent Millikan, otro de los editores del libro, le dijo a Mongabay: “Los conflicto socio-ambientales ligados a la planificación, autorización e implementación de los proyectos para construir represas hidroeléctricas en la cuenca del Tapajós (similares a otros casos recientes, como el de Belo Monte en el río Xingú) han sido asociados de forma estrecha con la violación sistemática de los derechos humanos y la legislación ambiental, el debilitamiento de las instituciones democráticas, el autoritarismo y, por último, la corrupción generalizada. Con respecto a las consecuencias políticas, el libro señala la necesidad de que haya cambios fundamentales en áreas claves tales como la democratización del planeamiento energético; el fortalecimiento de instrumentos políticos relacionados con el análisis previo del impacto socioambiental de los proyectos propuestos (incluyendo el impacto acumulativo de las cascadas de las represas, los canales navegables, etc.) y sus alternativas (más sustentables); la conservación de las cuencas de los ríos; y asegurar que se respeten los derechos, medios de vida y cultura de los indígenas y otros pobladores tradicionales del Amazonas”.
Millikan concuerda en que no será fácil hacer cambios tan radicales en las políticas. Sin embargo, algunos años atrás nadie, a excepción de los indígenas Mundurukú, creía que la gente pudiera detener la construcción de la represa São Luiz do Tapajós. Aún así, con determinación férrea y buena suerte, lo lograron.
Uno de los artículos de Ocekadi cita al maestro Mundurukú Jairo Saw, que compara a los indígenas con las pequeñas hormigas da’uk que viven en la región: gracias a su acción tenaz pueden derrotar a los jaguares. Quizás esto sirva de lección para las futuras batallas por la conservación en el Tapajós.
Citas:
Ocekadi – Hidrelétricas, Conflitos Socioambientais e Resistência na Bacia Tapajós, Editors: Daniela Fernandes Alarcon, Brent Millikan and Mauricio Torres. International Rivers and Universidade Federal do Oeste do Pará (UFOPA). Brazil. 2016.