- La escasa investigación sobre los bosques de niebla y las constantes presiones antrópicas sobre ellos amenazan la existencia de estos ecosistemas en Cundinamarca.
- ¿Qué beneficios aportan a la comunidad los bosques de niebla? ¿Cuáles son las presiones antrópicas sobre el bosque de niebla en la Falla del Tequendama?
A una hora de Bogotá y luego de observar un paisaje seco que incluye las canteras en el Desierto de Sabrinsky, el relleno sanitario Mondoñedo y dos peajes, se llega al relicto de bosque de niebla en la reserva natural privada Macanal.
El paisaje es verde y la niebla característica de este ecosistema son los protagonistas. Su cercanía a Bogotá ha hecho de este un bosque vulnerable a las presiones antrópicas ─acciones del hombre─ como la circulación vehicular y el atropellamiento de fauna, la cacería en el pasado, la extracción de orquídeas, la construcción de vivienda y la ampliación actual de la vía.
Los bosques de niebla o nublados son aquellos sitios boscosos en los que el aire se condensa para producir nubosidad que permanece la mayor parte del tiempo, se explica en un estudio publicado por el Instituto Humboldt.
“En términos de biodiversidad son ecosistemas prioritarios a escala mundial debido a la riqueza de especies de fauna y flora, algunas de ellas endémicas, en especial de plantas epífitas, vasculares y no vasculares, grupos de aves, anfibios e invertebrados y por el gran número de especies amenazadas o vulnerables en su interior”, añade la publicación del Humboldt.
Pese a su importancia, en Colombia se ha perdido gran área de bosques de niebla debido al crecimiento poblacional, la deforestación y los cultivos agrícolas, pero no hay cifras exactas al respecto.
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Académicos como Dolors Armenteras y Diego Higuera, entre otros, han realizado investigaciones sobre estos bosques entre los años 2010 y 2013. No existe un acuerdo en los diferentes estudios sobre su extensión exacta en el país. Las cifras oscilan entre los 26 000 y 49 515 kilómetros. El mapa general de ecosistemas de Colombia mostró una extensión de 34 261.2 kilómetros en 1998.
El estudio del Humboldt del año 2007 estableció que en 80 municipios en 19 departamentos de Colombia, entre ellos Cundinamarca, hay bosques de niebla. Uno de ellos en la reserva Macanal.
Bosque de niebla en Macanal
La Reserva Bosques de Macanal tiene 249 hectáreas, está localizada en la Falla del Tequendama, y hace parte del Distrito Integral de Manejo Cerro de Manjui-Salto del Tequendama (DMI). Este Distrito de Manejo Integrado de los Recursos Naturales (DMI) fue declarado como tal en el año 1999. El DMI es definido como un espacio de la biosfera que, por factores ambientales o socioeconómicos, es delimitado para que dentro de los criterios del desarrollo sostenible se ordene, planifique y regule el uso y manejo de los recursos naturales renovables.
En Macanal hay un relicto de bosque de niebla de 196 hectáreas. Allí hay especies propias de este ecosistema como el roble colombiano o andino (Quercus humboldtii). Es rico en epífitas, pues tiene 17 especies. También se encuentran el helecho (Pleopeltis macrocarpa) y varias especies de bromelias (Bromeliaceae) halladas en una muestra de 210 árboles de roble en este bosque[i].
“Las bromelias tipo tanque son como un micromundo. Se les llama así porque sirven como reservorios de agua a donde llegan aves y mamíferos a tomarla cuando hay sequedad en el bosque”, explica el biólogo Diego Higuera de la Corporación Sentido Natural. Las bromelias sufren procesos de descomposición que son importantes porque ahí depositan huevos las ranas o larvas los insectos, y animales más grandes lo saben y buscan alimento en ellas. Son pequeñas despensas dentro de este ecosistema.
En Macanal también hay especies como el granizo (Hedyosmum sp.) que usan los campesinos para aromatizar el agua de panela, una bebida caliente típica de Colombia, así como arbustos familiares del Sietes cueros (Melastomataceae), helechos arborecentes (Cyatheaceae) y mano de oso (Araliaceae).
Las orquídeas (Orquidaceae) no se observan en los robles de este relicto de bosque de niebla debido a su susceptibilidad a la sequedad provocada por los cambios del clima. “Pero sí se observan en otros bosques de la reserva, en donde hay mayor heterogeneidad de árboles, aunque son poblaciones de orquídeas diezmadas posiblemente por la extracción hace algunos años”, explica Higuera.
Algunas de las aves en Macanal son el cuco ardilla (Piaya Cayana), el colibrí cola de hoja (Ocreatus underwoodii), el colibrí cola de raqueta (Heliangelus exortis) y la reinita gorjinaranja (Dendroica fusca). También es posible apreciar diversas especies de insectos, anfibios, reptiles, algunos mamíferos como ardillas y osos perezosos.
Peligro en la vía
Ejemplares de oso perezoso (Choloepus hoffmanni) han sido atropellados en la carretera Bogotá-La Mesa, donde está ubicada esta reserva. Estos animales se verán más afectados con la ampliación de esta vía que se lleva a cabo actualmente.
Según Fernando Cortés de la Reserva Boques de Macanal, los impactos de la expansión de la carretera sobre el ecosistema son paisajísticos y a nivel ambiental porque aumentan los atropellamientos de osos perezosos.
“Se van a talar 635 árboles, que va a implicar una limpieza del subsuelo y específicamente por la construcción de taludes y muros de contención en las curvas, el impacto es el siguiente: en primer lugar se afectarían los nacimientos y escorrentías de la recarga de acuíferos donde la reserva constituye un aspecto fundamental para la región. Esto en la medida que al ampliar la vía se genera un incremento de la circulación de vehículos e incremento de aguas lluvias mezclados con aceites y grasas que hoy en día se dan sobre las alcantarillas. Al destruir los árboles se elimina el follaje que constituye un hábitat para las aves, porque la reserva es un Área Importante para la Conservación de las Aves (AICA) donde existen anidaciones a lado y lado de la carretera en dichos follajes”, agrega Cortés.
Higuera considera que sería ideal construir un túnel para los automóviles, buses y vehículos de transporte de carga, cubierto de vegetación y árboles que sirva como puente para garantizar la movilidad de los animales y su supervivencia.
Falla del Tequendama
Pero este relicto ─fragmento de bosque─ no ha sido el único afectado. La Falla geológica del Tequendama, que es el límite suroccidental de la sabana de Bogotá, se extiende aproximadamente 80 km hacia el noroccidente y allí, donde la sabana cae abruptamente hacia el valle del río Magdalena, hay más bosques de niebla que sufren el impacto negativo de acciones humanas, como el remplazo de las coberturas de bosques por obras de infraestructura o para destinarlas a algunas actividades productivas, la introducción de especies exóticas y la sobreexplotación de algunos recursos existentes.
Así lo explica Higuera: “Las especies exóticas son otro problema que ha afrontado la Falla del Tequendama, donde los bosques han sido remplazados por plantaciones de acacios, pinos o eucaliptos y pasto kikuyo. Esto cambia el paisaje, cambia las especies y la dinámica de los lugares”.
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La cercanía de la Falla del Tequendama con el relleno sanitario golpea a este ecosistema, pues este genera lixiviados que, en algunos casos, pueden contaminar fuentes de agua y el viento.
“[También afectan] las canteras al otro lado de la Falla del Tequendama donde se extrae arena para la construcción. Al no poseer cobertura vegetal permiten que una gran cantidad de polvo cubra zonas de los bosques de niebla. Además, al quitar las lomas de arena que están en la parte alta de la falla, el viento va con mayor fuerza lo que genera procesos de erosión fuertes”, agrega Diego Higuera.
La vía Bogotá-La Mesa en Cundinamarca aporta otro elemento de riesgo para los diezmados bosques de niebla. “Por su cercanía a Bogotá, la gente quiere segunda vivienda, casa dentro del bosque y hay presión para desaparecer esos bosques y tener casas ahí. Estos bosques de niebla ─Chicaque, Macanal y Pedro Palo, entre otros─ se vuelven pequeños relictos, desconectados unos de otros”, señala Higuera.
“En algunos lugares de la Falla del Tequendama la comunidad ha perdido un poco la relación con el bosque, ya que no lo ven como algo valioso. Piensan que quienes tienen bosque son inconscientes y no entienden por qué no aprovechan para hacer algo más productivo. ¿Un bosque con árboles para qué sirve? Eso es presión también para el bosque de niebla, invadir predios, tumbar árboles”, agrega Higuera.
Durante un estudio realizado por Diego Higuera y otros investigadores en los bosques de niebla de la Falla del Tequendama, al consultar a los habitantes de la zona encontraron que esa era una de sus percepciones, que el bosque para ser “útil” debía ser destinado a diversos usos en lugar de conservarlos en su estado natural.
Distrito de Manejo Integrado
La Falla del Tequendama hace parte del (DMI) del Cerro de Majui-Salto del Tequendama, del cual también fueron sustraídas 47,80 hectáreas para construir la subestación Nueva Esperanza y 12 torres para la generación de energía por parte de Codensa y Las Empresas Públicas de Medellín (E.P.M.)
La construcción de la subestación se llevó a cabo en un área dónde antes hubo cultivos y luego pasto kikuyo, como explica la Corporación Autónoma Regional (CAR) de Cundinamarca, que es la autoridad ambiental de este departamento. El acuerdo 017 de julio de 2013 por medio del cual se permitió sustraer estas hectáreas del DMI también dice: “Esta transformación romperá con el verdor típico de la región, el corredor biológico; sin embargo no será muy visible debido a lo encerrado del lugar, la altura de localización y la restricción de acceso (…) “Si bien la afectación al DMI no es muy significativa por área, en la etapa de construcción de las torres y colgado de las líneas sí se presentará una afectación a la cobertura vegetal en forma temporal, que se deberá revertir mediante medidas de compensación y restitución a las condiciones actuales de cobertura vegetal”.
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Luego de aprobar la toma de las hectáreas solicitadas por las compañías, la CAR estableció como medida de compensación que E.P.M. debía comprar 364 hectáreas y Codensa 90 dentro del DMI o de la Cuenca del Río Bogotá, y que estos predios se adjudicarían a los municipios donde se compren para la preservación de los recursos. Adicionalmente, estos deben aislarse y restaurarse si lo requieren.
Mongabay Latam preguntó a la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca qué pasó con las medidas de compensación establecidas cuyo plazo de dos años se venció. “Se han adquirido varios y están en proceso de compra los restantes. El proceso de compra de los predios no es fácil. Se debe cumplir con todos los requisitos: avalúo de los predios, levantamiento topográfico, visitas técnicas para aprobación de los predios por parte de la CAR, estudio de títulos. En muchos casos surtidos todos estos pasos, no se adquieren porque los propietarios exigen más dinero del ofrecido”, aclaró Álvaro Arias Bernal, funcionario de la Dirección de Gestión del Ordenamiento Ambiental y Territorial (Dgoat) de la CAR.
La CAR señaló que para frenar la deforestación en zonas aledañas a los bosques de niebla de la Falla del Tequendama han realizado proyectos de reforestación con especies nativas propias del bosque de niebla, y controlado la tala mediante operativos de decomiso de madera y la atención a quejas sobre tala. Los datos sobre las cantidad de árboles, operativos y quejas fueron solicitados pero al cierre del artículo no obtuvimos respuesta.
¿Por qué un proyecto como el de la subestación y las torres tiene un impacto sobre los bosques de niebla? El cambio de uso del suelo, de zonas de bosque a otras actividades, afecta en gran manera a ecosistemas donde no hay conectividad y donde los bosques están altamente fragmentados.
“Siempre se espera que las zonas deforestadas no sean más afectadas sino que, por el contrario, se empiecen procesos de restauración ecológica que permitan la conectividad entre parches de bosques aislados y fragmentados con el fin de que los bosques de niebla provean servicios ambientales, como el hídrico, a la zona”, señala Higuera.
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Los bosques de niebla de la Falla del Tequendama son una muestra de las presiones constantes sobre estos frágiles ecosistemas. Por eso, los biólogos Dolors Armenteras y Diego Higuera insisten en la necesidad preservarlos. Los expertos consultados y las informaciones analizadas concuerdan en que es urgente investigar el bosque de niebla y garantizar su supervivencia para rescatar los servicios hidrológicos que presta, pues captura agua de las nubes.
Esta captura de agua y posterior goteo en el suelo del bosque es lo que se conoce como lluvia horizontal, muy importante porque durante las épocas de escasa lluvia las nubes se mantienen. Si desaparecen los bosques de niebla y con ellos sus nubes, el ser humano y las especies de fauna y flora perderían este importante recurso hidrológico que les ayuda a sobrevivir.
Además, la cantidad de agua producida en los bosques de niebla es mayor comparada con otros bosques de montaña porque, en aquellos, la pérdida y el uso del agua por la vegetación es menor[ii].
La bióloga y doctora en geografía Dolors Armenteras y su alumna Mónica Morales concluyen en su investigación Estado de Conservación de los Bosques de Niebla de los Andes Colombianos, un análisis multiescalar que: “El desarrollo de escenarios de conservación ante los procesos de desarrollo, de uso del territorio, de fragmentación y de cambio climático deben ser el siguiente paso en el estudio de este ecosistema. Una vez establecidos estos escenarios, los gestores del territorio a nivel regional y nacional tendrán unas herramientas adicionales para la conservación de estos ecosistemas en los Andes de Colombia”.
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REFERENCIAS
[i] Higuera, Diego y Wolf, Jan. “Vascular epiphytes in dry oak forest show resilience to antrophogenic disturbance, cordillera oriental, Colombia”. (2010): 127-128.
[ii] Armenteras, Dolors; Cadena, Camilo, y Moreno, Rocío del Pilar. “Evaluación del estado de los bosques de niebla y de la meta 2010 en Colombia”. (2010): 16.
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