- El 10 de enero, cuando se agotó el tiempo de un cese el fuego de 3 meses con el gobierno, el segundo oleoducto más grande de Colombia fue bombardeado por el último de los grupos insurgentes marxistas de ese país, el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
- Los ataques en el oleoducto han causado que se derramen aproximadamente 1.5 millones de galones de petróleo tan solo desde el 2000.
La renovación de un conflicto podría estar otra vez en el horizonte, luego de que rebeldes izquierdistas reanudaran el bombardeo a un oleoducto de 485 millas por la mañana del 10 de enero, tan solo unas horas después de que expirara un cese el fuego de 101 días.
El cese el fuego sin precedentes se había celebrado entre el último grupo insurgente y marxista del país, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), y el gobierno. Vino al final de un conflicto de 53 años entre el estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Por mucho tiempo ha habido problemas en los oleoductos. El ELN ha dirigido sus ataques al segundo oleoducto más grande del país, Caño Limón, desde finales de los 80, como medio de extorsión a las compañías petroleras para financiar su insurgencia. También ha usado la estrategia de presionar al gobierno a que nacionalice la industria colombiana y distribuya la riqueza más uniformemente.
Los rebeldes han atacado el oleoducto más de mil veces y lo han puesto fuera de servicio por más de diez años en total, de acuerdo con una declaración de la compañía de propiedad estatal, Ecopetrol.
Estos ataques han causado que se derramen aproximadamente 1.5 millones de galones de petróleo tan solo desde el 2000.
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, condenó los “ataques terroristas” de ese miércoles y suspendió las conversaciones de paz, las cuales habían estado en curso con el grupo en la capital ecuatoriana de Quito durante los últimos tres años. Santos también hizo volver a Colombia al jefe de las negociaciones de paz, Gustavo Bell, y le dijo a las fuerzas armadas que respondieran con “la fuerza” si se daba otro ataque.
Después de la vuelta en U del gobierno, el jefe negociador del ELN, Pablo Beltrán, reafirmó el deseo del ELN de negociar e imploró a Santos que considerara otro cese el fuego.
Mientras que las cosas permanecen en la incertidumbre, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que tiene una misión de mantener la paz en Colombia, ha llamado a la moderación. El 10 de enero, en una declaración que se hizo durante el encuentro de ese Consejo, el mismo señaló que “[…] esperaban que el Gobierno de Colombia y el ELN reanudaran el trabajo y acordaran una renovación y un fortalecimiento del cese el fuego […]”. Las Naciones Unidas han estado monitoreando el proceso de paz desde septiembre del 2017.
Muchos observadores de las conversaciones de paz con el ELN esperaban que hubiera una ampliación del alto el fuego y, en la primera semana de enero, algunas figuras públicas y grupos de la sociedad civil pidieron al gobierno y a los rebeldes que lo sostuvieran.
Los colombianos que todavía viven en las zonas de conflicto son los que tienen más que perder por la violencia continua: la guerra civil ha tomado las vidas de más de 200 000 y ha desplazado a 7 millones. Los expertos creen que la ruptura de las conversaciones de paz acarreará una escalada de la guerra.
Mas Bruce Bagely, un experto en el conflicto colombiano y profesor de la Universidad de Miami, dice que él es cautelosamente optimista.
“El ataque del ELN pretendía resaltar la necesidad de extender el cese el fuego y recordarle a Santos que el ELN no ha sido derrotado y que el gobierno colombiano debe tomarse las negociaciones con seriedad”, dijo Bagely en una entrevista. Se refirió a lo que se percibe como una falta de voluntad de parte del gobierno en las conversaciones de paz sostenidas hasta el momento.
El ELN empezó las hostilidades contra el estado en 1964, cuando un grupo de estudiantes de universidad y de sacerdotes radicales inspirados por la revolución cubana tomaron armas con el fin de establecer un estado marxista-leninista. Se cree que hoy existen de tres a cuatro mil guerrilleros activos, aunque el gobierno habla de un número menor a dos mil.
Fotografía de cabecera: El arma y la funda de un rebelde. El ELN usa principalmente M16, AK47 y Galils. Noanamá, Chocó. Foto por Maximo Anderson/Mongabay.
Maximo Anderson es un periodista independiente y fotógrafo que radica en Colombia. Puedes encontrarlo en Twitter en @MaximoLamar.